¡Basta de comunismo!
SI el virus lo traen los ricos, es prudente cuidarse, si se lo contagian los pobres, ¡que se mueran!
¡Estoy harto del comunismo! No quiero saber más nada. Comunismo acá, comunismo allá. Quiero poder vivir en paz sin más comunismo. ¡Pero no! No lo logro… Y entonces abro un mail, leo un periódico, recibo un WhatsApp y leo comunismo por doquier. Escucho hablar, protestar y quejarse del comunismo por gente que no tienen la más mínima idea de lo que está hablando. ¿Y si en lugar de hablar de comunismo agarraran un libro? Digo, para aportar algo a la paz general.
Pero resulta que, para cuatro bobos, una prohibición constituye comunismo. Liso y llano. Y entonces, no poder hacer algo que quisiera, movilizarme o “hacer lo que quiera” es una evidente manifestación de comunismo. Ya pasó la época en la que los que reclamábamos justicia social éramos comunistas, los que hablábamos de igualdad éramos marxistas leninistas, los que hablábamos del Tercer Mundo éramos guevaristas, los que hablábamos del imperialismo yanqui éramos trotskistas. No, ahora para ser comunista basta con que el gobierno implemente una cuarentena por un virus que la OMS declaró pandemia, por algo que ocurre en casi todos los países del mundo. (¿El comunismo ha triunfado en todas partes salvo los prohombres tipo Trump y Bolsonaro?) Prohibir las movilizaciones es comunista (no importa la corriente, es comunista a secas). La cosa es simple: no me dejan salir, ergo son comunistas. Y entonces un cura, con un evidente delito de lesa estupidez habla de comunismo, un niño de guardería (18 añitos, que tiene previa “Biberón 2”) habla de comunismo en la Plaza de Mayo, y algunos economistas que quizás sepan de números, porque “humanidad” la tienen reprobada desde salita verde, hablan de comunismo. Porque el comunismo no es una corriente de pensamiento, no es una filosofía, antropología, no es sociología… ¡no! Es una prohibición de salir (y la prohibición de contagiar), ¡y listo!
No importa si en una sociedad normal son más las cosas que están prohibidas que las permitidas por eso de “derechos y deberes”; no importa si hay leyes, las cuales prohíben con frecuencia, desde las leyes de tránsito hasta las leyes religiosas. No, es obvio –y lineal– que si prohíbe es comunismo liso y llano. ¡Y listo! El debate, el pensamiento, el análisis, te lo debo. Si quiero, puedo, y nadie puede prohibírmelo so pena de la etiqueta: ¡comunista! Porque ayer era un bobito que se quejaba de que no podía comprar los dólares que quería; hoy, otro tal, se queja de no poder salir. No importa si contagia a otros; si sólo se contagiara él, sería su problema, pero resulta que vive en una sociedad, resulta que hay otros (que para él/ella no son la patria, por cierto). La cosa es simple: cuando el virus lo trajeron los ricos, era prudente cuidarse, pero como ahora se lo contagiaron a los pobres, ¡que se mueran! Y listo. Yo quiero ir a Punta del Este y tengo derecho. Si no, seríamos Venezuela. (Donde, entre paréntesis, la gente está volviendo en enorme cantidad, ¿por qué será?) A decir verdad, el comunismo me tiene harto, me tienen cansado los slogans vacíos. Me tienen recontra podrido los que se niegan a pensar y convivir sin que ni Dios ni la patria se lo demanden.
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