2014 fue el año del despegue satelital argentino. La Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en tener en órbita un satélite geoestacionario (GEO) de construcción propia, el Arsat-1.
El lanzamiento del satélite de Telecomunicaciones Arsat-1 permitió el ingreso de la Argentina a un selecto grupo de países integrado por Estados Unidos, Alemania, Rusia, China, Japón, Francia, Italia, Israel e India. El objetivo: ofrecer servicios en el mercado de telecomunicaciones del Cono Sur. Además permitió incubar y potenciar sectores de la industria nacional que continuaron transformando la infraestructura de telecomunicaciones argentina alcanzando la frontera tecnológica y del conocimiento con sentido soberano.
Así dejamos atrás otra época, la época del Nahuel-Sat, la época en la que alquilábamos los satélites que ocupaban nuestras órbitas. Arsat-1 comenzó a ser operado por la empresa pública ARSAT, lo que hacían los satélites que arrendábamos. Es decir, todos los servicios que brindaban fueron transferidos al satélite argentino: servicios de telefonía, internet, televisión, datos. Esta política permitió que los 25 millones de dólares que pagábamos al año para poder usar lo que habían construido otros ya no hubiese que pagarlos, y que además pudiéramos comenzar a cobrar y autofinanciar el proyecto.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner anunció la política satelital argentina, habló de políticas de Estado con una proyección a 20 años, 2015 hasta el 2035. Desde la primera presidencia de Perón la Argentina no tenía un proyecto de semejante visión para el país, salvo las producidas por endeudamiento financiero que solo sirven para achicar el país y su soberanía.
2015: despegue del Arsat-2, el segundo en una serie de satélites GEO que le da a la Argentina su propio sistema de telecomunicaciones espaciales y proveerá, a los países del sur y norte del continente americano, servicios de televisión directa a sus casas, acceso a servicios de internet para ser recibidas en sus antenas VSAT y transmisión de datos y telefonía por medio de IP.
El 30 de septiembre de 2015, Cristina Fernández de Kirchner envió al parlamento argentino el proyecto del Ley 27.208, denominado Plan Satelital Geoestacionario Argentino 2015-2035. Buscaba fortalecer y consolidar las capacidades del operador satelital argentino ARSAT y del fabricante de la flota de satélites INVAP. Para ello contemplaba el crecimiento de los servicios de ARSAT, incluso instruyendo al ente regulador para la obtención de nuevas Posiciones Orbitales Geoestacionarias (POG) para la Argentina, y la exportación de satélites a terceros operadores, principalmente con el objeto de desarrollar iniciativas de cooperación con los actores regionales.
La suspensión de la política satelital expresada en la discontinuidad del ARSAT-3 en particular y del Plan aprobado por la ley 27.208, sumada a los recortes presupuestarios sistemáticos en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), impactaron fuertemente en el segmento espacial de la actividad de INVAP.
En julio de 2017 se conoció que ARSAT había firmado un acuerdo preliminar con el operador norteamericano Hughes para conformar una nueva empresa que se encargaría de construir y operar ARSAT-3 en algunas de las posiciones asignadas o por asignar a la Argentina. La nueva compañía, denominada NEWCO, iba a estar integrada en un 51% por Hughes y un 49% por ARSAT, abriendo la posibilidad de nuevos socios.
En el artículo 8 de la ley 27.208 se puede leer: “Establécese que el capital social de ARSAT estará representado en un cincuenta y uno por ciento (51%) por acciones Clase ‘A’, encontrándose prohibida su transferencia y/o cualquier otro acto o acción que limite, altere, suprima o modifique su destino, titularidad, dominio o naturaleza, o sus frutos o el destino de estos últimos, sin previa autorización expresa del Honorable Congreso de la Nación”.
Desde que el intento de privatización del ARSAT-3 tomó estado público, la gestión radical 2016-2017 (Rodrigo De Loredo, Henoch Aguiar) se llamó a silencio y no se conocieron las políticas en relación a los desarrollos satelitales de ARSAT.
La convergencia de intereses de Hughes y la política satelital del gobierno de Cambiemos es sacar del mercado satelital a la empresa pública argentina. Más o menos del mismo modo que durante el menemismo la Lockheed Martin se quedó con la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. En ambos casos —hoy el satelital, ayer el aeronáutico—, el objetivo no era eliminar a un competidor de la industria aeroespacial estadounidense, sino exterminar de raíz la posibilidad de que pudiera surgir. Ayer Lockheed y hoy Hughes vienen a garantizar que Estados Unidos siga teniendo el monopolio regional de los cielos y del espacio.
Argentina S.A.
En el camino del vaciamiento de ARSAT, la operadora satelital pública informó sobre la venta de 18Mhz a la productora del grupo Clarín Torneos y Competencias en julio de 2016 y en 2017 la venta de la totalidad de la capacidad disponible en el satélite ARSAT-2.
Esta última venta de servicios fue comunicada desde Washington, Estados Unidos, donde se realizaba el evento Satellite 2017. Mediante el pedido de acceso a la información pública (Ley 27.275) que los diputados nacionales Rodrigo Rodríguez y Adrián Eduardo Grana del Frente para la Victoria realizaron al operador satelital estatal ARSAT, se conoció el detalle de los acuerdos firmados en Washington.
Según la información brindada por la gestión de ARSAT, se firmaron contratos para el período marzo-noviembre de 2017 con los operadores Eutelsat Américas (216 Mhz) y SES (360Mhz). Los valores por Mhz en los contratos con ambos operadores rondan entre U$D1.170 y U$D1.650, muy por debajo del valor (USD 3.000) que la empresa obtiene en contratos con clientes en la Argentina. Telespazio Argentina impulsó una demanda contra la empresa estatal por haber firmado con sus competidores contratos por valores muy por debajo de los acordados con ellos. Telespazio Argentina por 36Mhz de capacidad en banda Ku sobre el ARSAT-1 tiene un valor de U$D 3.200 por Mhz desde abril de 2017.
Si bien ARSAT obtuvo contratos por casi 500Mhz en banda Ku, su continuidad está comprometida al haber sido contratada por operadores con capacidad propia que necesitan cubrir un pico de demanda puntual.
La venta de servicios satelitales de ARSAT-2 en el mercado de América del Norte dio lugar a que los ingresos de 2016 fueran superiores a los de 2015. En septiembre de 2017, con los contratos SES y Eutelsat Américas, los ingresos de 2017 fueron incluso inferiores a los del mismo mes de 2015.
En ARSAT fue nombrado Eduardo Atilio Hurtado como presidente tras la salida de Rodrigo De Loredo en febrero de 2018, quien se fue por lo mismo que vino: “Ser el yerno del hombre de Clarín, Oscar Aguad”. Una formalidad para organizar el directorio ya que el vicepresidente y gerente general Raúl Martínez es quien maneja el joystick de mando y responde al modernizador del estado argentino Andrés Ibarra. [ii]
En 2018, el nuevo CEO terminó de colonizar ARSAT. Ahora en la estructura de la Secretaría de Modernización y Presidencia de la Nación, la nómina de personal creció en más de 120 trabajadores migrados de la Secretaría de País Digital del Ex Ministerio de Modernización, muchos con contratos de servicios a relación de dependencia. Claro, con la ley de contrato de trabajo del sector privado. Se desconectó el Plan satelital argentino, la Televisión Digital Abierta de los intereses del gobierno de Cambiemos. El nuevo objetivo está en función de los intereses electorales 2019, brindando acceso a la red nacional de fibra óptica a provincias como Jujuy, Salta, Mendoza y las intendencias amigas.
Estos años de achicamiento de ARSAT y de discontinuidad de los proyectos espaciales están generando un fuerte impacto en las posibilidades de nuestro país para posicionarse en el mundo con servicios satelitales y diseño y fabricación de satélites y en el mercado de las Telecomunicaciones. Nuevos y potentes satélites de alto rendimiento se están lanzando o serán lanzados en los próximos años con capacidad de brindar banda ancha satelital en la Argentina y la región. El espacio satelital argentino se abrió al mundo y pasamos a competir con más de 20 empresas privadas satelitales.
Actualmente la Argentina está enfrentando una grave crisis económica y social producida por el gobierno de Cambiemos. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con exigentes restricciones presupuestarias y condicionamientos en la política económica, como las que conocimos en la década de los '90, vuelve a sumergir al país en la agobiante presión del pago de deuda externa. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e innovación Productiva fue degradado a Secretaría con importantes reducciones en el presupuesto para el año 2019.
Los países desarrollados que decididamente apoyan a su sistema científico tecnológico tienen en claro que para incubar una industria hay que protegerla. En la Argentina, sin embargo, la propuesta del cambio trajo aparejado un constante desacople de los institutos de investigación con las empresas del Estado y del sector privado que trabajan en el campo de las tecnologías. Insistir con las políticas de ajuste y con la decisión de desfinanciar el trabajo de los investigadores es desconocer lo que sucede en el mundo; donde los países desarrollados no ajustan el gasto de su sector científico tecnológico.
La gestión de ARSAT en la era Cambiemos va en sentido contrario, muestra el retiro del Estado de un sector estratégico para el país; cediendo negocio y rentabilidad a las empresas y corporaciones privadas.
Este modelo genera resultados pésimos para los intereses nacionales.
Toda una definición de las prioridades —bicicletas por satélites— para el último año del gobierno de la alianza Cambiemos. Cambiamos futuro por pasado.
Alfredo Moreno es Computador Científico. Profesor de TICs en Universidad Nacional de Moreno. Delegado de FOETRA en ARSAT.
[i] Fuente Latam Satelital
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