Un trabajo antropológico sobre el gobierno policial.
Un par de décadas atrás, la TV local entrevistó a un más o menos célebre mafioso italiano, refugiado en casa de unos lejanos parientes porteños ya que lo buscaba la justicia de su país. Una de las preguntas finales apuntó a que diera su parecer sobre por qué no existía en la Argentina una mafia al estilo siciliano. “Es que acá la mafia es la policía”, repuso. Silencio.
Caracterización potente por lo empíricamente comprobable no menos que por su saber sabido, requiere ser obviada por los funcionarios elegidos por el voto tanto como por los pertenecientes a la burocracia del Estado, a fin de sostener esa creencia de que son ellos quienes gestionan los espacios y a quienes por ahí circulan, habitan y trabajan. Como una ciudad —Buenos Aires, dado el caso— sin su gente es sólo un laberinto de cemento, un galpón, un páramo en damero, pampa asfaltada, a la división cartográfica en barrios, zonas o comunas es preciso anotar los muy diversos sectores sociales que aquí pululan. En forma específica a quienes transcurren en las calles, muchos de ellos expulsados de la producción formal, a menudo de la informal, incluso los que nunca accedieron a ella. Parte sustancial de la vida urbana que de hecho es gobernada por la policía (denominación genérica a los fines descriptivos) que regula las “tensiones entre los diferentes modelos de ciudad, así como la disputa por el acceso a sus beneficios”. Acción que genera “una oportunidad adicional para la apropiación de una porción de las rentas por parte de la policía: el sistema de normas que expresa cómo ‘debe ser’ la ciudad es, a la vez, una caja de herramientas para la recaudación policial en su rol de gobierno de la calle”. Así lo sintetiza Marcela Perelman al introducir el flamante libro de María Victoria Pita y María Inés Pacecca quienes, junto a un equipo de antropólogos y otros cientistas sociales, hace más de tres lustros investiga esa tan compleja como conflictiva relación entre el aparato represivo ciudadano y la población.
Territorios de Control Policial, entonces, se corre de la versión policial para zambullirse del otro lado del espejo. La vida cotidiana de vendedorxs callejeros, trabajadorxs sexuales, artesanos, artistas, un conjunto de ciudadanxs cuyas historias “muestran un mundo social —sistemas de normas, jerarquías, violencias y autoridades; saberes soterrados, luchas y autonomías— que, más o menos silenciosamente según el ritmo de sus estallidos, y como expresión de fuertes tensiones, hace a la vida urbana”, señala Pita. En la tarea de perfilar la Gestión de ilegalismos en la Ciudad de Buenos Aires (el subtítulo), este libro editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA no sólo apunta al saber académico sino que se extiende a brindar generosas coordenadas para todo aquél que pretenda incursionar, desentrañar, militar o meramente opinar sobre la vida urbana y evitarse improvisar pavadas.
Intensos trabajos de campo diseccionan la vida cotidiana de los protagonistas de la calle, avanzan sobre sus organizaciones, se despliegan en las sucesivas políticas gubernamentales, presencian acciones y audiencias judiciales, revisan estadísticas, contrastan expedientes, denuncian las versiones antojadizas de la prensa y el autobombo de los funcionarios. Despliegan una “antropología experimental” que implica activismo social y compromiso político, “parte de un trabajo etnográfico mayor que pueda dar cuenta de la urdimbre de la vida urbana y de los múltiples desplazamientos entre la legalidad y la ilegalidad”. Tarea que comienza por ser graficada a través de “historias mínimas” (homenaje a la película homónima de 2002 dirigida por Carlos Sorín) que, a través de relatos recabados en la calle, muestran en forma paradigmática “un complejo mundo de reglas e interdicciones y unas relativas y extremadamente locales distinciones entre lo legal, lo ilegal y lo lícito o legitimado en un espacio social que aparece claramente bajo gestión policial”, capaz de gobernar un territorio y administrar toda una población. Esto, demostrado con sujetos de carne y hueso que relatan historias verificables en contextos históricos precisos.
Trabajo académico al fin y al cabo, da cuenta con todo rigor del marco teórico y metodológico con el que se aborda cada capítulo, aunque siempre centrado en la experiencia vívida que sólo el barro del campo proporciona. Si bien el primer aspecto puede ralentizar la atención del neófito, el relato propiamente etnográfico aporta un dinamismo destinado a echar luz sobre lo anterior, ejemplificarlo y al mismo tiempo otorgarle amplitud hacia otras conclusiones. A diferencia de los No Libros con los que la universidad convoca a sus investigadores para que acumulen puntaje por publicaciones y referatos, este arduo trabajo de Pita y Pacecca constituye una obra coral, congruente y sistemática cuyas piezas se van armando hasta conformar una visión integral de una problemática que, no por adrede oscurecida, deja de ser actual, acuciante, estremecedora.
Para mayor democratismo, Territorios de Control Policial se ofrece en papel y, gratis, en versión virtual: http://publicaciones.filo.uba.ar/sites/publicaciones.filo.uba.ar/files/Territorios%20de%20control%20policial%20%28interactivo%29.pdf
FICHA TÉCNICA
Territorios de Control Policial
Gestión de ilegalismos en la Ciudad de Buenos Aires
Editoras: María Victoria Pita y María Inés Pacecca
Colaboran: Marcela Perelman, Joaquín Santiago Gómez, Mariano Skliar, Brenda Canelo, Sofía Belcic, Franco Ciancaglini.
Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
2017
430 págs.
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