El rostro tenso, los ojos tristes, en un gesto inhabitual al que sostenía en forma cotidiana. El pañuelo blanco se recorta contra el fondo de la Casa Rosada. Un jirón de la bandera argentina al tope del mástil de la Plaza de mayo. Otra madre se dibuja en segundo plano mientras ella sostiene en su mano izquierda una tarjeta blanca, manuscrita con la leyenda que dará la vuelta al mundo: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. Ella es Delia Cecilia Giovanola, madre de Jorge Ogando y suegra de Stella Maris Montesano, embarazada de ocho meses que en la madrugada del 16 de octubre de 1976 fueron arrancados de su hogar, donde los captores dejaron a la hijita de ambos, Virginia, de tres años. La abuela la rescató al día siguiente. Stella Maris dio a luz en el Pozo de Banfield, el bebé entregado a una partera que lo vendió y el matrimonio desaparecido.
Publicada en medios periodísticos de todo el mundo, la toma que el fotógrafo uruguayo Amado Béquer Casaballe tituló Madre con cartel, se exhibe hoy en el Museo Malvinas. “Eso fue durante la guerra de Malvinas, en 1982. Veía carteles en las calles, en los balcones de los edificios, calcomanías en los taxis y autos que decían ‘Las Malvinas son argentinas’ y, en una oportunidad que estaba la Plaza llenas de periodistas extranjeros, más aún. Cuando marché con el cartel, para mi sorpresa, los fotógrafos se vinieron como moscas. No supe más nada hasta que, en 2010, vi la imagen en internet. Luego, en la inauguración del Museo de Malvinas, me encontré con que habían hecho una gigantografía. Debería pensar en pedir copyright”.
Así, con puntillosa didáctica de maestra, concisos y con un dejo de humor, son los testimonios de Delia, recabados por la periodista María Soledad Iparraguirre (Mar del Plata, 1975) a lo largo de un año, reunidos en las ciento noventa páginas que la recuerdan con su nombre y el subtítulo Bastión de la resistencia. Conmovedor relato basado en las palabras, archivos, referencias bibliográficas y declaraciones de quienes compartieron la lucha de esta fundadora de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, supera con creces el canon biográfico. Pues Delia ostenta un recorrido de búsqueda en el que el episodio de la célebre foto constituye apenas el jalón de una trayectoria de lucha marcado de sucesivos momentos fundacionales. Incluye la búsqueda de Jorge y Stella Maris, así como de Martín —y su propia historia—, el bebé nacido en cautiverio, restituido en 2015.
Asimismo, la crianza hasta la adultez de Virginia, Vicky, la nieta, “la muchacha de mirada clara” (como la designa Iparraguirre en alusión a la canción de Daniel Viglietti), quien se quitó la vida en 2015. Tragedia irreparable, es pormenorizada a lo largo del libro, donde se recorta el paradigmático testimonio de Mariana Eva Pérez —una historia semejante a la de Virginia—, nieta de Rosa Rosinblit, vicepresidenta de Abuelas: “Que me digan ahora que los hijos son la segunda generación de afectados, portadores de una posmemoria, categorías extrapoladas del Holocausto que solo sirven para evitar pensar en el alcance directo del accionar genocida sobre los hijos. Que me digan ahora que los hijos ya recibimos nuestra reparación, que el Estado no nos debe nada, que esa deuda fue saldada con títulos públicos. La muerte de Virginia nos confronta con la necesidad y la urgencia de pensar en los efectos en tiempo presente de eso que amenaza con volverse pasado épico, mito fundante, discurso en el fondo vacío, si disociamos a los desaparecidos de las familias que aún hoy sufren su ausencia”.
No sólo testimonios desgarrantes y una prolija historiografía de la trayectoria personal de Delia nutren esta historia. La autora suma testimonios de los hechos narradas por distintos protagonistas, a veces sobre el mismo acontecimiento, dotados de más complementos que ambigüedades. De modo que el mismo hecho va adquiriendo perfiles de creciente definición, al modo de la técnica etnográfica de la “historia de vida”, desplegada esta vez con silvestre eficacia. En concordancia, el rigor de Iparraguirre se ocupa de enlazar aquellos acontecimientos singulares con el momento histórico —familiar, institucional, nacional e incluso internacional— en que da cuenta de los contextos y políticas de la dictadura. Con una prosa clara, directa, carente de golpes bajos y ausente del psicologismo presente en otros textos memoriales, la autora apunta a la avidez de un lector demandante de visiones integrales.
Es en este aspecto que, a través de la vida de Delia Giovanola, el libro que la evoca acude a un recorrido ilustrativo, articulado a circunstancias cuyos pormenores ilustran una época, a menudo omitida en los manuales de Historia. Por ello, Delia, bastión de la resistencia, el libro, se convierte en una elocuente oportunidad para que las nuevas generaciones comiencen a conjugar en un continuum orgánico, homogéneo e integrador una historia reciente de la que son producto, que continúa interpelando.
Delia murió el 18 de julio de 2022, a los 96 años, cuando éste libro ingresaba en imprenta. Una vez más, la muerte no alcanza para borrar el tiempo presente.
FICHA TÉCNICA
Delia, bastión de la resistencia
María Soledad Iparraguirre
Buenos Aires, 2022
192 páginas
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