Angustia

Políticamente hablando, la angustia nos alcanza a todos

 

 

Imagen principal: Oswaldo Guayasamín- Tríptico, Quito, Museo del Hombre.

 

Algunos encuestadores políticos han dicho que lo que están midiendo en sus últimos trabajos es un aumento creciente de la angustia en la población. No resulta difícil aceptar ese dato en modo intuitivo, porque la realidad del vivir cotidiano nos desborda en hechos y vivencias que configuran ese estado que habitualmente llamamos “angustia”.

Han aumentado la pobreza y la indigencia, y sabemos que éstas indican falta de agua y alimento, de vivienda y transporte, de trabajo y medicamentos, de educación y recreación. Y ya sabemos que estas privaciones resultan angustiantes.

Podríamos quedar satisfechos con esto, pero hay una cuestión que nos pide reflexionar algo más. Y es que ese sentido habitual de angustia supone una sensación penosa, que aunque se padece individualmente, en nuestro caso se aplica a millones de personas.

Ese alcance poblacional desborda la realidad subjetiva de un individuo al abarcar una dimensión social. Y lo social, en su génesis y tratamiento, pide ser explicado políticamente. Por eso es que la angustia que recogen las encuestas de opinión nos interpela como ciudadanos. Porque la angustia, políticamente hablando, nos alcanza a todos.

 

El objeto fetiche del goce imaginario

 

Andy Warhol- Triple Dollar Sign, 1982.

 

Lo primero que hizo Macri cuando asumió fue liberar el llamado “cepo” al dólar. De repente, con su firma, la Argentina se convirtió en el fabuloso mundo imaginario en el que cualquiera podía hacerse dueño de un papel inmutable a todo paso del tiempo, con un genio liberado capaz de conceder cualquier deseo a quien lo tuviera. Un patrón de todas las medidas, una abstracción liberadora de toda materialidad, como dice Sohn Rethel y Žižek lo recuerda.

El dólar pasó a ser, más que nunca, “como si” fuera la clave de acceso a una suerte de “yo trascendental”, esto es, de un sujeto más allá de los hechos, cuerpo abstracto y sin angustia, abstraído de este rincón del mundo en el que vive, abstraído de los otros, hecho de esa materia sublime que permite satisfacer todo deseo. Una pretensión de disolver la condición de lo real del vivir en un país desigualmente subdesarrollado.

Pero aunque en el advenimiento de ese mundo imaginario cualquiera podía acceder a alguno de aquellos genios, ellos, como las moiras que marcaban el destino de los griegos, tenían distintos destinos a otorgar. Había genios de unos pocos dólares y genios de miles de millones. Sin embargo, cuando en los debates públicos se trataba de señalar las determinaciones de lo real que mostraban que el “como si” omnipotente del papel-moneda era una fantasía de libertad ilusoria, la respuesta era: “Ya sé qué es, pero igual…”. Y esta fórmula pasó a definir en diversos modos la relación del gobierno con sus votantes y buena parte de su oposición.

 

El principio de realidad

 

 

Las palabras tienen la potencialidad de ir ajustando sus significados en el tiempo, pero a la vez  cada palabra tiene su “bautismo original” de significación. Angustia deriva del latín angustus –estrechez— con acepciones de ‘brevedad’, ‘situación crítica’, ‘reducidamente’: ‘tener escasez de alguna cosa’. Angustia es escasez. Ajuste es escasez. Ajuste es angustia.

Por eso mientras unos gozaban, en mayor o menor grado, del libidinoso mundo imaginario de un ello sin censura ni represión alguna, otros iban replegando la energía puesta en el trabajo, cuando lo perdían; en el sentirse sanos, cuando no podían acceder a los medicamentos; en disfrutar del cine, el teatro, la música, el comer afuera o el reunirse con amigos, cuando empezó a costar el llegar a fin de mes; en el volver al amparo del espacio cotidiano del vivir, cuando tuvieron que dejar la vivienda en la que pasaban sus días; y en la felicidad de reunirse cada día a la mesa compartida con sus seres queridos cuando hubo que bajar a tres, dos, y una comida, antes de ir a buscar en los comedores populares cómo alimentarse.

Para millones de personas, esa energía retirada de los espacios y el tiempo del vivir cotidiano se volvió displacer. La insatisfacción de las necesidades de autoconservación en el mundo real no les permitió el paso al plus de goce de la satisfacción de los deseos en un mundo imaginario. Para ellos, el yo se sumergió en los puros hechos. Para ellos, llegó la angustia.

Una angustia que es la reacción de expectativa ante el peligro, aunque sea impreciso, dice Freud. Porque si la sensación de peligro se refiere a un objeto determinado, se habla de miedo. A la primera situación de peligro que es el nacimiento como condición de la angustia, según había postulado Otto Rank, le siguen la separación de la madre, y todas las ulteriores situaciones de pérdida en tanto amenazas peligrosas a la integridad del yo: “La angustia nació como reacción a un estado de peligro y se reproduce cada vez que surge de nuevo tal estado”.

Esas ideas metapsicológicas sobre la angustia se entrelazan con las ideas filosóficas sobre la cuestión en Kierkegaard (El concepto de la angustia, 1844), Heidegger (¿Qué es metafísica?, 1953), y Sartre (El ser y la nada, 1943), que no podemos desarrollar aquí.

 

El enigma del grito dominado

 

Oswaldo Guayasamín - El grito 1/2/3, 1983.

 

Aunque las encuestas no desagregan la angustia en varones y mujeres, niños y mayores, cabe preguntarse de qué modo se vive el peligro en cada uno de ellos. Y si mucho se ha dicho de la falta de reacción por parte de los afectados, de los políticos de la oposición y de los dirigentes gremiales, ante el daño y el peligro que las políticas del gobierno imponen, cabe preguntarse también: ¿cómo es que, ante el gobierno de Macri, algunos han ahogado sus gritos?

Vimos que los afectados están expresando en las encuestas que ese silencio se transforma en angustia. Quizá puede aplicarse a aquellos dirigentes políticos y gremiales, el concepto de inhibición, que Freud introduce en Inhibición, síntoma y angustia (1926): “…podemos dar el nombre de inhibición de una función a una restricción normal de la misma (…), acostumbramos a hablar de inhibición cuando se trata de una simple disminución de la función, y de síntoma, cuando de una modificación extraordinaria de la misma o de una función nueva”.

¿Cómo entender la “inhibición” a realizar un paro por la CGT: inhibición o síntoma? Queda claro que, para muchos de los trabajadores, la situación ameritaba gritar por lo que hay que poner: “Poné la fecha…”. Y a la vez: ¿cómo entender la “inhibición” de los medios dominantes a informar sobre los males del actual gobierno: inhibición o síntoma? Dijo Lacan provocativamente: “Marx inventó el síntoma”, no fue Hipócrates. Si es así, es en la forma mercancía donde se lo define.

 

El odio que no cesa, el amor que hace falta

 

Oswaldo Guayasamín- La ternura, h. 1989.

 

El pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín dedicó su serie “La edad de la ira”, en los años '60, a pintar las injusticias sociales, políticas y militares del mundo de entonces. Entre las pinturas siguientes destacaron varias tituladas “El grito” (1976-1983). Y entre 1988 y 1999, trabajó en su última serie, “La ternura”, o “Mientras vivo siempre te recuerdo”, con más de 100 obras dedicadas al amor de su madre.

Freud sostiene que “siguiendo el desarrollo de la serie angustia-peligro-desamparo (trauma) podemos establecer la síntesis siguiente: la situación peligrosa es la situación de desamparo reconocida, recordada y esperada (…) La situación (que el lactante) considera como un ‘peligro’ y contra la cual quiere hallarse asegurado es la de insatisfacción (…) El peligro es ahora la ausencia de la madre”.

Y dice Lacan que el amor es “dar lo que no se tiene”, en el sentido de mostrarse como un sujeto al que al igual que al desamparado, le falta algo, porque él también es un desamparado original, y desde allí se vuelca a dar.

Por eso podemos decir que todos somos sujetos del trauma del nacimiento, de la angustia de desamparo, de la angustia de la pérdida. Sólo en la aceptación de esa condición es posible vincularse en el compartir amoroso del desamparo común. El sujeto que niega esa condición propia, es incapaz de reconocerla en el otro e imagina poder vivir en un mundo imaginario. Pero cuando el otro irrumpe con la realidad de sus carencias, de su desamparo, de su angustia, el único sostén del goce ilimitado es el odio que encierra la actuación perversa de una negación excluyente y represiva del otro.

 

El retorno de lo reprimido

 

Ricardo Carpani- 1° de mayo, 1963.

 

Muchos gremios rompieron con toda inhibición y el 1 de mayo y el día anterior, manifestaron su protesta y organizaron 300 ollas populares para hacer visibles las necesidades insatisfechas de un número cada día mayor de habitantes de este país. Y es que si el lado oscuro de la historia política argentina se recrea en la pulsión repetitiva del goce de dominación de una clase que logra instaurar en algunos estratos sociales, sujetos a pasiva obediencia, el ideal de llegar a ser los amos de otras servidumbres, entonces en ese camino el futuro se cierra al goce de la libertad efectiva.

En la venta del producto de su trabajo sin paritarias libres, sin un Estado regulador de la desigualdad entre quien emplea y quien se emplea, sin atención a que el trabajo habilite un plus de goce a la estricta satisfacción de las necesidades de autoconservación, el sujeto de la vida social será no sólo sujeto de la angustia sino también del miedo. Y tanto malestar ya es demasiado para el vivir en democracia.

 

 

 

 

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