Uno de los asuntos más interesantes en la historia del cine es el de las películas censuradas por cuestiones políticas, sobre todo aquellas que fueron silenciadas en un su propio país. Uno sospecha con fundamento que en cada una de estas piezas está la deconstrucción de los relatos oficiales, la peligrosa invitación a cuestionar los sistemas políticos y la aún más riesgosa posibilidad de revisar la historia. En definitiva, todo aquello que hace que el cine sea mucho más que un arte sino un fenómeno de masas, un formador de identidades. Pasó en nuestro país con La Patagonia rebelde, con El crimen de Cuenca en España o en Chile con la genial Palomita Blanca.
En este rubro hay una película soviética realizada en 1966 cuyo estreno se postergó hasta 1988. Su título es La comisaria y su director es Aleksandr Ascoldov, un nombre que si al lector no le resulta familiar es porque realizó tan sólo esta película, tras la cual fue forzado a alejarse de la actividad cinematográfica. Casos como estos hubo por montones en la vieja URSS, pero lo que sucede es que La comisaria es una película de veras excelente, y que además es sumamente interesante por varios motivos.
Uno de ellos es la época en la que transcurre la historia y el perfil de su protagonista: así como en la mucho más conocida El 41, estamos en los tiempos de la guerra civil inmediatos a la revolución rusa y es una mujer el personaje central. El otro punto de interés es que se trata acaso de la única película (yo al menos no conozco otra) que narre las vivencias de los judíos rusos durante aquel trance histórico. Hay que subrayar que fue Vasili Grossman (el notable autor de Un escritor en guerra) quien dio cuenta de esta historia acontecida en Berdichev, su ciudad natal e importante asentamiento judío de la actual Ucrania.
Claudia Vavilova es la implacable comisaria del Ejército Rojo que llega con su tropa a ocupar Berdichev. Consumada la ocupación ella reconoce que está embarazada, por lo cual es inmediatamente separada del arma y alojada en la casa de Yafir, un judío reparador de cacerolas que intenta sobrevivir junto a su mujer, sus seis pequeños hijos y su madre senil. En un principio Yafir va a protestar diciendo “no somos los Rothschild” (en referencia a la poderosa familia de banqueros judíos), pero con el correr de los días irá adoptando a Claudia como un miembro más de la familia, máxime cuando su presencia les garantice algunas provisiones del ejército.
A Claudia le será muy difícil llevar adelante su embarazo porque perderá todo su prestigio militar. Sabe muy bien que ante los ojos de sus antiguos camaradas es ahora apenas una mujer, tan frágil y vulnerable como cualquier civil y por primera vez comienza a dudar de su vocación militar y de su fervor revolucionario. Para acompañarla en este trance está María, la mujer de Yefir, que le deja una frase tremenda: “Es mucho más fácil hacer guerras que criar niños”.
Desesperada y totalmente confundida, Claudia comienza a tener visiones y así vuelven a ella los recuerdos más recientes de la guerra. En sus alucinaciones hay un ataque de caballos sin jinete, soldados que se arrastran sedientos por el desierto y que revolean entre las arenas las segadoras de trigo, esa herramienta tan cara a la iconografía soviética. La guerra continúa muy lejos de la ciudad de Berdichev y de Claudia, que da a luz un varón y parece ir adaptándose a su nueva vida hasta que llega la noticia de una inminente contra ofensiva del ejército blanco. Yefir ahora sí que está aterrado, teme que con los blancos vuelvan los pogroms, como en los tiempos de los cosacos. En su última alucinación, Claudia vislumbra el futuro de Yafir y de su familia, que ingresan alegres y danzantes a un campo de concentración. El desenlace se resuelve de un modo que puede resultar desconcertante y que por supuesto dejaremos que el futuro espectador descubra por su cuenta, principalmente porque allí puede estar una de los motivos por los cuales La comisaria fue acallada durante dos décadas.
Esta fue una de las películas hechas para conmemorar los cincuenta años de la revolución bolchevique. Y aunque cumple con muchos de los mandatos establecidos, hay varios detalles que resultaron desafiantes para el orden soviético. El principal, que está muy a la vista, tiene que ver con una visión para nada romántica de la campaña militar revolucionaria. De hecho, la ciudad de Berdichev tiene el mismo aspecto desolador, indistintamente sea ocupada por los Rojos o los Blancos, y por lo tanto sus pobladores entienden cada ocupación como una entre tantas.
Mientras tanto, la familia judía intentará sobrevivir más que a su pobreza a su destino trágico, el que avizora Claudia en su más aterradora alucinación, y que no refiere exclusivamente a la llegada de los nazis a Ucrania casi dos décadas después sino también al modo en el que Stalin finalmente trató a judíos, ucranianos, chechenos y cuanta nación se le pasara por las narices. Aunque ya estamos en la época del deshielo, al director Ascoldov no se le perdonaron estas osadías, y mucho menos la de adaptar un relato de Vasili Grossman, quien a pesar de haber sido el más notable cronista de la Segunda Guerra también fue censurado en sendas ocasiones.
Hubo que esperar veinte años para conocer a Ascoldov y su magistral película. En la que constituye la escena más impresionante de la película, los hijos de Yefir juegan con la propia historia de su pueblo sometiendo a una de las hermanas a una simulación de tortura. No hay metáfora más eficaz de los horrores humanos que su síntesis en los juegos infantiles. Escenas como estas son las que ubican a La comisaria al nivel de aquellas producciones soviéticas que fascinaron a los espectadores de todo el mundo. En ellas Ascoldov utiliza repetidamente la cámara en mano, una técnica que los rusos desarrollaron hasta límites impensados logrando momentos de una intensidad y una contundencia inigualables y que sin dudas es una marca registrada del cine soviético de entonces. Pensar que del otro lado de la cortina de hierro (y por supuesto también del cine), el gran Alfred Hitchcock renegaba de la cámara en mano, ya que le parecía incómoda, vulgar e innecesaria.
FICHA COMPLETA
LA COMISARIA (“KOMMISAR” Alexander Ascoldov – URSS – 1967)
Título original: Komissar / Año 1967 / Duración 110 min. / País URSS / Dirección Alexander Ascoldov / Guion Aleksandr Askoldov (basado en un relato de Vasili Grossman) / Alfred Shnitke Fotografía Valeri Ginzburg / B-W / Reparto Nonna Mordyukova, Rolan Bykov, Raisa Nedashkovskaya /Productora Gorki / Mosfilm
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