Al Futuro Presidente
Argumentos que deberían servir a los candidatos para entender por qué un país necesita invertir en ciencia
El texto que sigue está dividido en dos partes. La primera contiene un segmento de una nota que escribí para Página 12 [1] hace cuatro años, antes que se definiera la elección a favor de Mauricio Macri. La segunda la estoy escribiendo antes del acto eleccionario del 27 de octubre del 2019.
Será muy fácil para usted distinguir las diferencias… lamentablemente. Hubiera preferido no tener que escribir la segunda parte, pero han sido tan infames las mentiras del macrismo, no solo en sus promesas preelectorales, sino en el estado lamentable en el que dejará el país mientras todo los que les falta es seguir tirando globos amarillos. Esta vez SÍ que habrá una PESADA HERENCIA… y ciertamente no será fácil reconstruir lo que se había conseguido. Acá voy. La ventaja será que nos habremos sacado de encima a quien se iba a perpetuar en el cargo de ministro de Ciencia para conservar lo conseguido y su compañero de ruta, el impresentable presidente del CONICET.
Parte 1
(Esto es parte del artículo publicado oportunamente en Página 12 en el año 2015.)
Falta muy poco para que se defina el nuevo Presidente de la Argentina. Durante los últimos doce años el país ha dado un vuelco espectacular. Pasamos de minimizar o ningunear a la comunidad científica a generar un ministerio. Pero todavía quedan muchísimas cosas por hacer, muchísimas. En términos de presupuesto será imprescindible en los próximos cuatro años concretar una promesa que viene de larga data: elevar al uno por ciento el porcentaje del PBI asignado a Ciencia y Tecnología. La Alianza que terminó con De la Rúa como Presidente lo había incluido en su plataforma. No puedo escribir que fracasaron, porque para hablar de “fracaso” es necesario haber intentado. No me interesa ahora hacer acá un análisis histórico de las razones porque no me quiero desviar de mi objetivo. Mi idea es exhibir argumentos que servirán (o les deberían servir) a los candidatos y a la sociedad toda, para entender por qué un país necesita invertir en ciencia básica.
Cuando escucho que el dinero invertido en algunas áreas de investigación es un despilfarro me gustaría que quien quiera que sea el futuro Presidente tenga en cuenta algunas historias muy ilustrativas que voy a reproducir acá abajo. De todas formas, como no me gustaría escribir una nota solamente para seis personas [2], le sugeriría que viera qué le parece a usted.
Me apresuro a decir que lo que va a leer está extractado en forma “casi textual” de una charla pronunciada el 18 de abril de este año 2015. La pregunta natural es: ¿quién dio la conferencia? Mi respuesta a esta altura: tanto el orador como sus credenciales las voy a incluir al final. Si me permite, le pediría que lea las ideas y júzguelas como tales. No se someta al principio de autoridad (o falta de ella). No permita que el nombre del orador tuerza su percepción. Lea libremente y, en todo caso, después complete la información que le falta leyendo las últimas dos líneas de este artículo.
Suficiente preámbulo. Ahora sí, quiero ofrecer algunas razones por las cuales un país “tiene que invertir en ciencia básica”.
El orador empezó su alocución como si le estuviera hablando a los miembros del Congreso de un país, a políticos, a aquellos que tienen que tomar las decisiones sobre cómo invertir el presupuesto que tienen disponible. Y les dijo:
“Cuando se trata de fondos públicos, es tradicional que las personas que tienen que decidir el destino de los fondos traten de garantizar tres puntos: a) objetivos claros; b) plazos cortos en el retorno; c) evitar el gasto inútil”.
Y siguió: “Por supuesto, nada que aparezca en el Presupuesto Nacional puede escapar a este tipo de monitoreo y no hay ninguna razón para que cuando se habla de producir investigación básica, estas reglas no sean cumplidas. En realidad, ¿cómo no estar de acuerdo? Por ejemplo, si estoy construyendo autopistas o rutas o puentes en un país, quiero verificar la conexión directa entre inversión social y retorno de la inversión”.
Acá hace una pausa y dice: “¿Cuál es el error de este planteo? Bueno, el error es que ¡todo este razonamiento está mal! Cuando se habla de investigación básica, todo esto es totalmente equivocado. Sería terrible para un país planificar de esa forma. La investigación básica es fundamentalmente diferente de cualquier otro tipo de inversión. Ni siquiera tiene sentido plantear los retornos en términos de 10 a 1, o de 100 a 1, o de 10.000 a 1... El problema con este planteo es que en general, o mejor dicho, muy frecuentemente, las ideas aparecen en forma totalmente inesperada. No importa cuánto ustedes busquen, es imposible determinar cuándo van a materializarse y por dónde”.
Y acá es donde el orador expone algunos ejemplos. Le sugiero que los lea con cuidado. Como son de disciplinas que uno no trata necesariamente con frecuencia, si hay algún término que se le pierde (como me pasó a mí), siga adelante. No se detenga por cuestiones técnicas. La idea es entender conceptualmente de qué estoy hablando... Una cosa más: si bien todas las historias están extractadas de la charla y he tratado de ser lo más fiel que pude al discurso original, edité algunas partes porque o bien no son pertinentes o bien son demasiado extensas y se alejan del objetivo. Sigo.
“Empiezo con la matemática. Uno de los más grandes matemáticos del siglo XX fue el británico G. H. Hardy. Hardy vivió enamorado de la Teoría de Números. Sin embargo, a pesar de haber escrito que la amaba, también escribió en un ensayo muy famoso [3] que la consideraba totalmente inservible. Hardy siempre ligó la matemática con la pintura, la poesía y en algún sentido, se sentía orgulloso en poder decir que ¡no tenía ninguna aplicación práctica! Más aún, dijo: “Veo claramente improbable que esto tenga alguna utilidad en el futuro”. Hoy debe estar revolviéndose en su tumba, porque la Teoría de Números en general y los números primos en particular son los que yacen en las bases de las comunicaciones, la criptografía, los cajeros automáticos, las contraseñas de todo tipo... esencialmente, la factorización de números primos y la Teoría de Números es central por sus aplicaciones comerciales y para proteger la privacidad de cualquier transacción”.
Y siguió: “Ahora volvamos un poco más atrás, al siglo XIX. Supongamos que yo tuviera que explicarles a los miembros del Congreso de un país que sería conveniente destinar una parte del Presupuesto Nacional al estudio de lo que se llaman ‘Geometrías No-Euclideanas’. Imagínese que uno se para frente a diputados y senadores y les dice: ‘Durante más de 2000 años hemos visto que las rectas paralelas no se cortan. Bien. Ahora imaginemos un mundo en donde eso no es cierto, un mundo en donde todas las rectas se cortan. Un mundo en donde no hay rectas paralelas como las conocemos hoy y acá’”.
“Estoy seguro que el orador hubiera sido considerado una suerte de ‘loco’, aunque más no sea porque no describe al mundo real. Por lo tanto, no es práctico. ¿Por qué habríamos de destinar fondos públicos a una investigación de ese tipo?"
“Lo notable —lo extraordinario— es que sí, que sí describe al mundo real. Es que en algún sentido, la matemática estaba por delante de lo que nosotros entendíamos como mundo real, o lo que verdaderamente significa el mundo real. De hecho, esta idea es central para la teoría de la Relatividad General de Einstein, en el mundo curvo espacio-tiempo". (Y le pido por favor que no abandone acá, no se asuste porque lo que sigue es híper-interesante. Téngame confianza...)
“Estoy seguro de que usted estará pensando: ‘Todo bien, pero ¿y para qué sirve? ¿Cómo se usa en la práctica?’ Respuesta: cualquier persona que tenga un teléfono celular ha utilizado su GPS. Justamente, tanto los teléfonos celulares como cualquier otro dispositivo que tenga incorporado un GPS está usando la relatividad general, porque sin que uno lo advierta es la que permite hacer las correcciones necesarias para evitar los ‘retrasos’ que tienen las señales satelitales que usan los GPS para determinar la posición correcta en la que usted se encuentra. De hecho, todos los iPhones —o cualquiera sea el teléfono celular inteligente que usted prefiera— tienen incluidas estas correcciones".
Ahora sigo con otra ciencia. Hablemos de física. “Corría el año 1957 cuando Charles Townes inventó los lasers. En ese momento le dijeron que tenía ¡una solución pero que le faltaba un problema! ‘¿Qué vas a hacer con estos objetos?’, fue la pregunta que recibió. Ya existían los masers [4]”. (De los que yo nunca había escuchado hablar antes... ¿Usted sí?)
“En algún sentido, un laser es un maser óptico. Como producto de la curiosidad básica, Townes quiso ver si él podía hacer lo mismo con la frecuencia de la luz que ya existía con las microondas e inventó los lasers en lugar de masers".
“Resulta que los lasers sirven hoy (entre otras múltiples aplicaciones) para cortar, soldar, imprimir DVDs, códigos de barras, scanners, para tratar piedritas o cálculos en los riñones, cirugía en los ojos, hologramas, análisis de huellas digitales, en las dentaduras, etc, etc... ¿Hace falta algo más? Justamente, la Academia Sueca le dio a Townes el Premio Nobel de Física en el año 1964".
Más ejemplos dentro de la física. “Algo que estuvo muy de moda hace un par de años: ¿para qué habríamos de querer enormes aceleradores de partículas? (Como el CERN, ubicado en la frontera suizo-francesa y también conocido como ‘la máquina de dios’ o el que está en el Fermilab, en Batavia, Illinois.) ¿Para qué habríamos de querer invertir dineros impresionantes para estudiar partículas subatómicas, que aparecen oscuras, escondidas? ¿A quién podría interesarle estudiar objetos que uno nunca verá en su vida? Quarks, leptones, bosones... ¿De qué me habla? ¿Qué excusa podrá encontrar uno para fabricar máquinas de esas características? ¿Estamos todos locos? ¿Lo hacemos por curiosidad?"
“Lo notable es que la tecnología para construir estos aparatos es la misma tecnología que usamos para construir fuentes de luz de sincrotrón que son las que usamos también para cristalografía de rayos X, que sirven para estudiar la estructura de proteínas y que son centrales para el desarrollo de virtualmente todos los medicamentos. Todo desarrollo de medicamentos necesita tener un estudio serio de la estructura de las proteínas y eso se resolvió haciendo uso de las fuentes de luz de sincrotrón".
“Al mismo tiempo, es muy difícil decir que la investigación de los quarks es inútil porque este tipo de investigaciones tienen algo muy curioso: comienzan a hacerse útiles cuando uno menos lo espera. Un sincrotrón es una fuente de luz brillante que los científicos usan para juntar información sobre las propiedades químicas y estructurales de ciertos materiales. Es una herramienta poderosa que se ha transformado en indispensable en varias disciplinas como la ciencia de materiales y la nanotecnología y también la nano y micro fabricación de productos. La radiación sincrotrónica permite observar organismos vivientes, materiales fabricados por el hombre y componentes útiles para la ingeniería, sin necesidad de ‘destruirlos’, in situ, revelando detalles estructurales, propiedades químicas, magnéticas, electrónicas..."
Otro ejemplo, ahora en nanotecnología. “Hay unos animalitos muy pequeños llamados ‘geckos’ (o gecos) que investigó un físico nacido en la ex Unión Soviética y después terminó siendo holando-inglés. Me refiero a Andrei Geim. Por lo que voy a describir, le dieron también el premio Nobel en Física en el año 2010. Fíjese lo que hizo Geim. Los geckos pesan alrededor de 150 gramos, casi nada. Pero la particularidad que tienen es que se adhieren a cualquier superficie independientemente de la posición en la que estén: horizontal, vertical, oblicua, hacia arriba, hacia abajo... como sea. Entender cómo hacían para trepar en superficies lisas, resbaladizas, enjabonadas, empujaron a Geim a dedicar horas y horas tratando de dilucidar este misterio".
“Ahora bien: ¿quién, en su sano juicio, habría de invertir dineros públicos en un proyecto de estas características? Usted, ¿subsidiaría a un ‘loquito’ para que estudie cómo se adhiere un animalito a un vidrio o a un mármol? ¿No tienen otra cosa mejor que hacer con el dinero? Resulta que por esas investigaciones Geim consiguió un material superadhesivo, que se pega virtualmente a cualquier superficie: la Gecko tape (cinta Gecko). Pero hay más: Geim utilizó sus investigaciones con los geckos y también la cinta Scotch, para ir despegando de a una las capas de grafito, y justamente, con este proceso de ‘despegue’ paulatino llegó a tener una capa que tiene ¡un átomo de espesor! Eso es lo que hoy se llama grafeno. Es un material increíblemente delgado, increíblemente fuerte, increíblemente flexible, totalmente transparente...”
Espere que puedo aportar algo más. Me corro a otra ciencia, la biología. “Un grupo de biólogos decidieron ir hasta Yellowstone, el parque nacional norteamericano que ocupa una parte de los estados de Wyoming, Montana y Idaho. Se fueron a investigar las bacterias que viven en las termas que están allí y se conocen como ‘hot springs’. ¿Cómo? ¿Hay que usar los impuestos de la gente para ir a buscar bacterias allí? ¿No hay bacterias más cerca? Lo notable es que estas bacterias no son bacterias cualesquiera sino que tienen enzimas muy estables porque están acostumbradas a tolerar temperaturas altísimas. Una de ellas es una enzima muy particular: la ADN polimerasa. Resulta que esta enzima es hoy una componente crucial en la tecnología de amplificación del ADN conocida con el nombre de PCR[5]. Esta tecnología se usa en biología molecular para amplificar una o varias copias de un trozo de ADN, generando desde miles hasta millones de copias. Más aún: ¡se usa hoy todos los días, en el mundo entero, millones de veces! Uno puede decir sin temor a equivocarse que tenemos la tecnología del PCR porque alguien fue a estudiar las bacterias en las termas de Yellowstone... y aunque parezca loco: es estrictamente así. Y los biólogos que fueron allí, ¡no sabían la utilidad que tendrían sus estudios! Fueron por curiosidad, porque conjeturaron que algo podrían encontrar en esas bacterias[6]".
Llegado a este punto, le pido que le preste atención a este otro ejemplo, siempre dentro de la biología. “Ahora quiero hablar de las aguas vivas o medusas. Algunas de ellas brillan. Sí, brillan... en color verde. ¿No parece una locura que alguien se ponga a estudiar por qué brillan en verde? Y cuando las estudia, descubre que hay una proteína que justamente brilla en color verde y que se conoce como Green Fluorescent Protein (Proteina Verde Fluorescente). Si uno las pega o adjunta a cualquier otra proteína usando ingeniería genética, esta nueva proteína brilla en verde también. No solo eso: se la puede cambiar y hacer que ahora brillen en rojo, en amarillo, en otros colores hasta lograr una suerte de ensalada tutti-frutti de proteínas y con ellas estudiar la arquitectura de las células y hacer todo tipo de ensayos. Por supuesto, y antes que me olvide, a las personas que se preguntaron por qué las aguas vivas o medusas brillan en verde les dieron el premio Nobel también[7]".
Ahora, uno de los ejemplos más trascendentes en la historia de la humanidad. “En el año 1953, Francis Crick y James Watson descubrieron la estructura en doble hélice del ADN e infirieron que la información estaba codificada en estas dos cintas. Una secuencia de bases en una de ellas y la complementaria en la otra[8]. Con eso, revolucionaron el mundo. Ni Crick ni Watson tenían la menor idea de que serían capaces de leer esa información. Y lo sé porque ¡se los pregunté a cada uno de ellos![9] Fue un sueño increíble. Decenas, centenas, miles de científicos se pusieron a trabajar en conjunto. Y develaron como el ADN está copiado en células, en el ARN y cómo se interpreta para hacer proteínas. Después vimos cómo se podían tomar algunos trozos y los empezamos a leer en los laboratorios. Después clonamos ADN, lo secuenciamos. Primero lo hicimos con decenas de letras, después cientos, miles, millones... Cuando empezó el proyecto en el año 1985 fue considerado como ‘totalmente loco’, algo así como ‘tirar el dinero de la gente’. Algunos consideraban que era un despilfarro de miles de millones de dólares. Pero en 1990 ya había un plan en marcha y el 25 de abril del año 2003 se completó la secuenciación del genoma humano. Y elegimos ese día en particular porque se cumplían exactamente 50 años de la publicación del paper de Crick y Watson. Fue como decir: “Miren lo que se pudo hacer en medio siglo”.
“Por supuesto, había muchísimas cosas que esperábamos entender si lográbamos leer el genoma, pero después surgieron muchísimas más, totalmente inesperadas. Empezaron a emerger una cantidad enorme de fuentes de información sobre genes para distintas enfermedades. Cuando comenzamos a entender las bases de enfermedades cardíacas, aprendimos que el LDL es el colesterol ‘malo’, que el HDL es el colesterol ‘bueno’. Fuimos encontrando caminos totalmente novedosos en muchísimas áreas. Aprendimos sobre la diabetes, sobre la esquizofrenia, sobre el autismo, y ni hablar sobre el cáncer. Y aparecieron cientos de drogas y muchísimas más que están hoy en desarrollo debido a esta cantidad de información. Más aún: aprendimos cómo está estructurado el ADN, cómo está plegado sobre sí mismo..."
“Y entendimos mucho más sobre la teoría de la evolución, vimos cómo las especies están relacionadas, cómo la población mundial está esparcida por el mundo. Y de pronto nos golpeó algo totalmente inesperado: ver cómo nos hemos relacionado con el hombre de Neanderthal. Esto lo descubrimos leyendo el ADN y usando una dosis extraordinaria e imprescindible de análisis matemático".
Ahora bien: los políticos electos preguntarán con razón: “¿Y quién toma las decisiones de en cuáles proyectos conviene invertir? ¿A cuáles subsidiar? ¿Quién decide?” Acá es donde necesito decir algo muy controversial y que algunos lo van a tomar como muy ‘elitista’, pero es lo que pienso: las decisiones la tienen que tomar los expertos. En una sociedad democrática uno no querría dar la respuesta que estoy dando, pero determinar cuál es una buena pregunta o qué pregunta sería interesante contestar... ¡la tienen que dar los expertos! No estoy diciendo que tomen decisiones ilimitadas o sin control: “Confíe, sí, pero verifique”.
Para terminar, permítame pedirle que preste atención a cómo terminó la charla.
“En lugar de mirar hacia el futuro, en lugar de ver qué renta o rédito uno podría sacar en pocos meses, le propongo que mire hacia atrás y vea lo que hemos obtenido en los últimos 25 años. Puede que haya habido momentos en los que no tuvimos los resultados que queríamos, pero necesitamos seguir entrenando mentes jóvenes, necesitamos promover las mejores, porque al menos hasta acá, ¡nadie ha inventado un sistema mejor que este para procurar el bienestar de la sociedad toda!"
Dato final
Tal como había prometido más arriba, lo revelaré aquí: quien dio esta conferencia fue Eric Lander. ¿Quién? Eric Lander. Lander es un matemático que después se dedicó a la biología y se transformó en especialista en genética. Nació en New York y es miembro del consejo directivo de dos de las universidades más importantes del mundo (MIT y Harvard). Lander fue además, el presidente del consejo de asesores en temas de ciencia de Barack Obama, ex presidente de Estados Unidos. Su opinión es altamente considerada no solo en su país de origen sino también en el resto del mundo.
De todas formas, lo que sí me parece importante es que quien quiera que sea el futuro Presidente de los argentinos tenga en cuenta lo que ha pasado en nuestro país en los últimos doce años. Llega el momento de renovar la apuesta, mejorar lo hecho y apuntar cada vez más hacia arriba.
Incorporar a los científicos para planificar las políticas de Estado que nos sirvan para pensar el país que queremos ser, incluyendo a todos y que sirva también para mejorar la calidad de vida de la sociedad toda. Habrá que incrementar aún más el presupuesto para que la Argentina ocupe el lugar en el mundo que le corresponde de acuerdo con la calidad de nuestros investigadores y técnicos.
Justamente, esas políticas de Estado que nos sirvieron para llegar hasta acá, requieren del nuevo Presidente y sus ministros/asesores, un renovado compromiso para mejorar lo hecho. Supongo que queda claro que toda la sociedad estará atenta: nunca menos.
Allí terminaba el artículo de hace cuatro años.
Parte 2
Ahora, octubre del 2019, un par de agregados que no pude escribir en ese momento sencillamente porque son episodios que no habían sucedido. Acá van.
A mediados de este año apareció un libro firmado por el periodista y escritor norteamericano David Epstein. Permítame sugerirle que no se lo pierda, si puede acceder a él. Se llama Range (“Rango”) y es verdaderamente espectacular.
Cerca del final, Epstein escribe sobre su país, en estas épocas de Trump y los problemas que los norteamericanos tienen para recuperar el liderazgo en temas de ciencia.
“En el año 2006, cuando comencé mi carrera como periodista, participé de algunas audiencias dentro del Senado. Se había formado un subcomité para determinar políticas de financiación de ciencia y espacio. El grupo estaba presidido por la senadora representante de Texas Kay Bailey Hutchison.
“Hutchison pasaba revista a una larga lista de propuestas de investigación de científicos y leía sus títulos en voz alta”. (Ahora, preste atención al comentario de Epstein sobre lo que decía la legisladora):
“Si un título no pertenecía directamente a la creación de una nueva tecnología comercial, lo sacaba de la pila y se dirigía a la sala como si le estuviera preguntando: ‘¿Cómo podrían esos proyectos ayudarle a su país, Estados Unidos, a adelantarse a lo que producían China e India’”.
Lo curioso es que entre las disciplinas que Hutchinson clasificó como distractoras de la innovación tecnológica se encontraban la biología, la geología, la economía y la arqueología.
(Epstein sigue con sus reflexiones): “¿Cómo hubiera evaluado Hutchinson el trabajo de Louis Pasteur —que había empezado como artista— en pollos enfermos de cólera, que lo llevaron a crear vacunas en su laboratorio?”
En el año 1945, el Presidente de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt, le pidió al ex decano del MIT [10] Vannevar Bush, que escribiera un informe sobre la ciencia y los científicos de su país. Bush había monitoreado —justamente— lo que había sucedido con la ciencia norteamericana durante la Segunda Guerra, que incluyó en particular la producción masiva de penicilina y el famoso Proyecto Manhattan que culminaría con la producción de la bomba atómica. El reporte de Bush se tituló: Science, the Endless Frontier (“Ciencia, la Frontera sin fin”) y fue la base de la creación de la National Science Foundation que terminaría siendo el organismo que financió tres generaciones de descubrimientos exitosos, desde el radar Doppler, la fibra óptica, los navegadores de la web (con la creación de Internet) y las Resonancias Magnéticas Nucleares.
Justamente, Bush escribió como prólogo de su informe que “el progreso científico resulta del juego libre de mentes libres, que trabajan en temas de su propia elección, de acuerdo con la ruta dictada por su curiosidad para explorar lo desconocido”.
Un fenómeno sorprendente está apareciendo últimamente durante la entrega anual de los Premios Nobel. Nunca falta un científico que al recibir su premio, en su discurso señale que el descubrimiento no hubiera sido posible en las condiciones en las que trabajan en la actualidad. Por ejemplo, en el año 2016 el biólogo japonés Yoshinori Ohsumi cerró su conferencia anual en forma “casi siniestra’:
“Los descubrimientos verdaderamente originales en la ciencia se desencadenan a menudo por pequeños hallazgos impredecibles e imprevistos… A los científicos se nos exige cada vez más que proporcionemos evidencia de aplicaciones inmediatas y tangibles de nuestro trabajo. Los exploradores deben perseguir objetivos tan estrechamente especializados y con tal hipereficiencia que deberían poder predecir lo que encontrarán antes de salir a buscarlo”.
Epílogo
Son los últimos días para el ex ministro que se ‘quedaba’ en el cargo para sostener lo conseguido y se ofrecía como garantía de que no habría vuelta atrás.
Pero le surgieron algunos problemas: Barañao fue arrasado por las aguas de la mentira, las propias y las ajenas. En el medio, ni siquiera le quedó la dignidad mínima de renunciar. Al contrario, aceptó como un fiel cordero, temeroso y patético, que el ministerio que encabezaba fuera reducido a una secretaría, y encima, avaló el episodio con su firma.
Ahora, cuando se acerca a la línea de llegada que indica su propio final, quedará solo como un paria, sin lugar de pertenencia. Y está bien: es lo que merece alguien que pretendió engañar a sus colegas y en el camino perdió toda credibilidad. El ostracismo le aguarda sin piedad.
Pero me equivoco si digo que quedará solo. El mismo destino le espera al ex presidente del CONICET, quien vivió estos últimos cuatro años haciendo contorsiones para que no se le notaran sus verdaderos colores.El cargo le quedó enorme y espero que su reemplazante pueda ofrecer la dignidad que él no tuvo.
Está claro que todos estamos expuestos a equivocarnos, ¿quién no? Pero lo que no es aceptable es que nos quisieran hacer creer que tenían razón, cuando el macrismo arrasaba con todo y Barañao/Ceccatto se hacían los distraídos. Ahora quedó todo a la vista.
Pero no importa. Lo volveremos a reconstruir, como hemos hecho siempre, esencialmente porque podemos usar la prepotencia de quien tiene razón.
Grupos de personas han utilizado estos cuatro años para pensar en políticas de Estado que mejoren la calidad de vida de la sociedad argentina. En temas de ciencia, tecnología e innovación productiva (para reproducir el nombre del ex ministerio), estamos listos para que quien lidere el país dé la orden de largada. No empezaremos desde cero y eso es una gran ventaja. Pero como toda construcción colectiva, requiere de actores comprometidos y honestos intelectualmente.
Un Presidente no puede saber de todo: será tan bueno como su grupo de asesores, a quienes deberá recurrir con frecuencia. Habrá tensiones porque no hay dinero infinito, pero hacer política es discutir, deliberar, consensuar y después elegir. Ah, y tener como objetivo llegar al ‘número mágico’: invertir en ciencia al menos el uno por ciento del producto bruto del presupuesto nacional.
Hasta dentro de cuatro años, espero que con una mirada distinta.
[1] https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-286184-2015-11-15.html
[2] Las seis personas a las que hacía referencia en ese momento eran los candidatos a ocupar la presidencia de la nación: Mauricio Macri (Cambiemos), Daniel Scioli (Frente para la Victoria), Sergio Massa (UNA), Margarita Stolbizer (Progresistas), Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Fedeal) y Nicolás del Caño (Frente de Izquierda).
[3] “A Mathematician Apology” (“La Disculpa de un Matemático”). Si le interesa, puede encontrar el texto completo acá: https://www.math.ualberta.ca/~mss/misc/A%20Mathematician's%20Apology.pdf
[4] Las siglas en inglés de a) MASER: Microwave Amplification by Stimulated Emission Radiation (Amplificación de Microondas por la Emisión Estimulada de Radiación); b) LASER: Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation (Amplificación de Luz por la Emisión Estimulada de Radiación).
[5] PCR son las iniciales en inglés de Polymerase Chain Reaction (Reacción en cadena de la Polimerasa)
[6] El más relevante de esos biólogos, Kari Mullis, recibió el Premio Nobel en el año 1993 por la invención de la PCR.
[7] Martin Chalfie, Osamu Shimomura y Roger Tsien recibieron el Premio Nobel de Biología del año 2008 por el descubrimiento y usos de la proteína flourescente verde.
[8] Complementaria porque “apareada” con cada A hay una T (y viceversa) y con cada C una “letra” o base G (y viceversa).
[9] Dice el orador, no yo.
[10] MIT: Massachusetts Institute of Technology (Instituto de Tecnología de Massachusetts), una de las universidades más importantes del mundo, basada en Cambridge, Massachusetts.
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