AHORA ES LEY
Con 38 votos a favor, 29 en contra y 1 abstención se aprobó el aborto legal en la Argentina
Hubiera sido difícil predecir aquel 1° de marzo de 2020, cuando el Presidente inauguró las sesiones ordinarias del Congreso y prometió que enviaría el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo en los próximos días que este sería el recorrido de la ley. Luego de postergaciones, finalmente el 17 de noviembre, y con el compromiso de los presidentes de ambas cámaras se anunció que se trataría durante el período extraordinario. Unos días antes de presentarlo, en un almuerzo del Consejo de Asesores, Dora Barrancos le dijo a Alberto Fernández que ya era hora. El Presidente se mostró dudoso: presentar un proyecto propio y no lograr los votos en la Cámara Alta sería un golpe para la legitimidad del Ejecutivo en un año complicado. Pero confió. Se pusieron en marcha todas las maquinarias, sobre una estructura inquebrantable: la lucha de décadas de las feministas y la organización de quince años de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Las organizaciones convocaron a movilizar a partir de las 14, pero desde el sábado la Campaña trabajó para garantizar la calle: se montaron escenarios y pantallas y se dispuso todo para una vigilia con los máximos cuidados posibles en las inmediaciones del Congreso, aunque las vigilias a lo largo del país fueron más de cien. La calle ardía. Y ese movimiento se sentía dentro del Congreso, donde quienes circulaban con cautela auguraban una victoria ya desde temprano, con los porotos ajustados minuto a minuto. A contrarreloj pero con éxito, diputadas/os, senadoras/es e integrantes del Ejecutivo hicieron un esfuerzo con un objetivo claro: traer a las y los indecisos para este lado, dialogar con los celestes propios, articular bajo la bandera de la justicia social y la salud pública en un año en el que ambas categorías fueron la brújula de las decisiones políticas. Se levantaron teléfonos, se tuvieron reuniones presenciales, se negoció. El poroteo lentamente comenzó a invertirse a favor de la legalización. El 29 comenzó con expectativa pero prudencia.
La sesión
El debate empezó unos minutos después de las 16 con la presencia de 67 senadores y senadoras. Dos de los senadores ausentes fueron Juan José Alperovich, de quien el mismo día se conoció que será citado a indagatoria por el delito sexual que se le imputó y por el que mantiene una licencia, y Carlos Menem, internado en estado grave desde mediados de diciembre. La Vicepresidenta Cristina Fernández abrió el debate pero luego se retiró a su despacho y regresó para el cierre. La apertura la dio Norma Durango, presidenta de la Banca de la Mujer, quien habló desde su despacho por ser paciente de riesgo. “Vengo a ocupar está Banca en nombre de las mujeres muertas por abortos clandestinos”, dijo. Además, anunció aquello que saldaba uno de los debates más inquietantes de la jornada: dos senadores, Alberto Weretilneck y Edgardo Kueider, habían expresado que no acompañarían el proyecto de no realizarse algunas modificaciones. Durango explicó que en la promulgación se modificará la ley. mediante un veto parcial sobre las causales legales para practicar un aborto después de la semana 14 de gestación, entre las cuales se encuentra el "riesgo para la salud integral" de la mujer, término criticado por ambos representantes. Para evitar una vuelta a la Cámara de Diputados, se asumió el compromiso de solicitar al Ejecutivo que al promulgar vetara ese adjetivo, demasiado amplio.
Durante las primeras horas del debate se perfilaba ya el resultado: además de sugerir que se sumarían los votos de Kueider y Weretilneck tras el anuncio de Durango, la senadora Silvina García Larraburu, quien figuraba como indecisa dio, en sus palabras, un voto “deconstruido”.
"La maternidad siempre estuvo asociada a la condición de mujer. En toda nuestra vida siempre rendimos examen ante la mirada masculina de la sociedad”, dijo, adelantando su apoyo a la ley. Poco después la senadora María de los Ángeles Sacnun, una de las voceras a favor de la Ley, invocó el caso de Ana María Acevedo, una mujer santafesina de 19 años que en 2006 fue negada a un aborto no punible cuando se le diagnosticó un cáncer y murió. Además, resaltó que existe una política penal selectiva que avanza contra las mujeres pobres, como también refleja el relevamiento realizado por el CELS sobre criminalización por aborto y otros eventos obstétricos en la Argentina. La discusión en el Senado no se trató solamente de contraponer argumentos religiosos a debates sobre los derechos, sino que también amplió los márgenes del debate: la alianza entre el punitivismo y el patriarcado fue enunciada como una de las estructuras a quebrar con la conquista del derecho.
“Le ruego a los compañeros varones que se abstengan de votar en contra de los derechos de las mujeres. Es un derecho humano decidir sobre su cuerpo, ¿de qué lado de la historia querrán ser recordados?”, con estas palabras el senador Matías Rodríguez propuso otra línea de ruptura dentro del debate, llevando la atención a los sujetos del derecho: mujeres, lesbianas, no binaries, varones trans y todas aquellas identidades que se engloban en las personas con capacidad de gestar; pero también reconociendo el lugar de enunciación como varón, una línea argumentativa que incentivó Pino Solanas en su intervención de 2018: el respeto por el derecho a la autonomía y el goce.
Casi seis horas después de que comenzara el debate, se sumaron más definiciones esperadas. Una de ellas fue la de la senadora de Entre Rios por la UCR, Stella Maris Olalla, quien comenzó su discurso hablando de salud y de derechos humanos. “Las estadísticas que nos llegan son preocupantes, en la capital y las provincias, estamos tratando de reducir las muertes y las consecuencias gravísimas de las mujeres que acuden en la clandestinidad, que es absolutamente insegura para resolver el problema de los embarazos. Se trata de una cuestión de derecho”, dijo en su intervención, definiendo su postura a favor del proyecto. Más adelante la neuquina Lucila Crexell, hija y nieta de los senadores Luz y Elías Sapag, hizo lo mismo: “No cambié mis creencias personales, cambié el enfoque desde el cual debe ser abordado: la estrategia punitiva fracasó”, dijo, afirmando que la legalización del aborto es una cuestión de salud pública, derechos humanos y justicia social. Y la última gran definición fue la de Sergio Leavy, senador salteño que era uno de los indecisos en el pronóstico de la jornada. “Odio el aborto. Pero me di cuenta de que la ley no obliga a abortar, y me di cuenta de que no se trata de mí”, dijo. Fuentes del Senado contaron que revirtió su postura luego de conversar con uno de sus pares. Su intervención confirmó el resultado de la sesión, los votos estaban. Alrededor del mismo horario, las pioneras Dora Barrancos, Nelly Minyersky y Martha Rosenberg entraban juntas al Senado. Afuera, la calle bailaba para aguantar las horas de espera.
Los cierres de cada bloque tuvieron 25 minutos asignados por orador. El primero en la lista, Weretilneck, quien motivó las modificaciones en la promulgación que Durango había solicitado al principio, usó el tiempo de su exposición para argumentar a favor de la legalización del aborto tomando como ejemplo las cifras de acceso a protocolos ILE en su provincia, Río Negro; y luego confirmó que apoyaría el proyecto. Juan Carlos Romero, su par de la provincia de Salta, ratificó su postura en contra. Silvia Elías de Pérez, tucumana, una de las más fervientes militantes en contra de la ley también hizo su gracia. La siguieron Luis Naidenoff y Anabel Fernández Sagasti, ambos a favor. Para aquel momento, Cristina ya había retomado su rol dentro del recinto. “Lo más fácil es seguir mirando hacia otro lado”, dijo Fernández Sagasti, quien fue una parte importante de la articulación de los últimos días con sus colegas. “Pero las mujeres abortamos, ya lo decidimos, sea penalizado o no”, continuó. Abortan las universitarias, abortan las profesionales, abortan las trabajadoras, nuestras madres y abuelas; enumeró, y agregó “gracias al debate social, nuestras madres y abuelas hoy nos cuentan cómo decidieron en su momento abortar”. En una intervención que cruzó las historias de varias generaciones, la senadora hizo una síntesis de los discursos de senadores y senadoras compañeras: la última intervención a favor luego de más de dos años de debate social, dos en cada cámara y décadas de tejer con paciencia el consenso. La meta, la única, ya estaba cantada. Juan José Mayans fue el senador que cerró el debate, argumentando su postura ya conocida y fervorosa en contra al derecho a decidir. Aún repicaba la gran frase de Fernández Sagasti. En la calle cantan que se va a caer. "No se va a caer, lo vamos a voltear, y ya se tambalea".
Finalmente, a las 4:12 de la madrugada, doce horas después del comienzo del debate, Cristina lo confirmó. Con 38 votos a favor, se aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Argentina. La calle rugió y lloró, pero de alegría. El anteúltimo día de 2020 la Argentina se dio un final a la altura de sus diciembres. Las pibas lo prometieron, lo garantizaron, lo confirmaron, lo aseguraron: ahora es ley.
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