Mariana Gómez es víctima de un sistema policial-judicial que es represivo
“El 2 de octubre de 2017, Mariana Gómez no cometió ningún delito”, dijo el abogado Lisandro Teszkiewicz, en la conferencia de prensa que ocurrió el 19 de abril en el Centro Político Cultural El Hormiguero. Junto a él estuvieron Mariana Gómez, procesada por besar a su esposa, y Rocío Girat, la besada. La causa fue elevada a juicio oral y público y, por decisión de la defensa, se desarrollará frente a un tribunal colegiado. Por las costas del juicio, Mariana podría ser embargada por 30.000 pesos y la fuerza pública allanar la casa del matrimonio.
“Pibe, acá está prohibido fumar”, le había dicho ese lunes el oficial de la Policía de la Ciudad Jonathan Rojo a Mariana. Ella, como otrxs usuarixs del subte C, estaba guarecida de la lluvia en el domo de la estación Constitución del subterráneo y, como otrxs, fumaba. Sin embargo, de todas esas personas que estaban infringiendo la prohibición de fumar en espacios cerrados, el oficial Rojo fue directo a reprender a Mariana. ¿Por qué a ella? “Porque son mujeres y manifestaban su afecto en público”, expresó en la conferencia de prensa el abogado de la procesada.
Durante el proceso, la jueza María Dolores Fontbona de Pombo negó a la defensa varias pruebas. La primera es la declaración de Rocío Girat. En el auto de procesamiento el oficial Rojo citó una frase de Rocío como desencadenante de su actitud violenta hacia Mariana. Girat niega haberla dicho, pero la jueza no consideró necesario su testimonio. La segunda prueba negada es la posibilidad de hacer un peritaje médico que indique la gravedad de la lesión de otra oficial, de apellido Villarreal, endilgada a Mariana. (La pérdida de un pechón de pelo.)
Según el abogado de Mariana, el accionar de la jueza Fontbona de Pombo encaja con lo que se ha dado en llamar “la doctrina Chocobar o la doctrina Bullrich”; para Teszkiewicz “la palabra de las fuerzas de seguridad hace verdad sin importar lo que digan las pruebas”.
Con estas dos pruebas ausentes y el rechazo de las presentaciones por parte de la Cámara de Apelaciones de los amicus curiae (las organizaciones Colectivo para la Diversidad, 100% Diversidad y Derechos, la Asociación Pensamiento Penal y el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires), se declaró el procesamiento de Mariana Gómez por “resistencia a la autoridad y lesiones graves” el 9 de marzo de este año, justo un día después del Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans.
El pedido de absolución de Mariana Gómez fue parte de las exigencias que se presentaron en el documento leído en la plaza del Congreso el 8M. Por la misma causa también se realizaron sucesivos "besazos" en todo el pais.
Para Teszkiewicz, el procesamiento de Mariana tiene un cariz de disciplinamiento hacia la comunidad LGBTI. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la creciente violencia institucional hacia este grupo identitario en América Latina “tiene un impacto simbólico y envía un mensaje de terror generalizado a la comunidad LGBT e intersexual”. Debe recordarse que apenas semanas después de ser detenida Mariana, el Ministerio de Seguridad aprobó el denominado "Protocolo General de Actuación de Registros Personales y Detención para Personas Pertenecientes al Colectivo L.G.B.T", una desatinada medida en el marco del aumento de la violencia institucional y persecución gubernamental contra el colectivo LGTBIQ.
Como parte de los procedimientos de rutina cuando un causa es elevada a juicio, se notificó a Mariana Gómez que debía pagar 30.000 pesos por las costes y que, de no hacerlo, se procedería a realizar un embargo. Lo que a los ojos de la defensa resulta llamativo en la notificación que recibió Mariana es la línea que refiere a que “el Oficial de Justicia queda autorizado para allanar domicilio y hacer uso de la fuerza pública de ser necesario”.
Rocío y Mariana llegaron a vivir a Buenos Aires hace un año y medio. Escapaban de Olavarría, donde cada tanto Mariana debía cruzarse con quienes abusaron de ella durante su infancia. La pareja se conoció en el momento en que las dos contaban públicamente situaciones de abusos reiterados por parte de familiares durante sus infancias. Se casaron en 2016. Construyeron con paciencia un pequeño departamento dentro de la casa de los abuelos de Rocío. Ese domicilio, en el que viven dos personas de más de 80 años, es el que la policía está autorizada a “explotar”, según las palabras que usó Rocío en la conferencia de prensa. “Estamos viviendo un pánico familiar, a mis abuelos ya le explotaron la casa otras veces, ellos vivieron la dictadura. ¿Sabés el miedo que significa que te digan que en cualquier momento puede entrar la policía por la fuerza a tu casa?”, dijo muy emocionada Rocío.
Mariana fue tratada de “pibe” por un oficial de la Policía de la Ciudad y un trabajador de Metrovías, fue golpeada y humillada públicamente por ellos y por la oficial Villarreal, también de la Policía de la Ciudad. Luego, una vez trasladada, fue requisada desnuda. Mariana fue sorteando las diversas instancias judiciales sin que el Poder Judicial considerara que los funcionarios públicos pudieron haber actuado con ensañamiento y odio hacia Mariana por su condición de mujer y de lesbiana.
Con un retrato de Milagro Sala a sus espaldas, Rocío Girat dijo que “jamás le pediría ayuda a un yuta” y provocó un cimbronazo de aplausos en las más de cien personas concurrentes a la conferencia, la mayoría de ellas lesbianas, entre quienes se encontraban Vilma Ripoll, la pastora Gabriela Guerreros y diversas activistas feministas y lesbianas. Rocío refiere así a la frase que consta en el auto de procesamiento adjudicada por Rojo a Rocío pero que, como decíamos más arriba, ella no tuvo siquiera la posibilidad de negar.
“Está procesada por besar, y a quien estaba besando es a mí, y yo no estoy procesada”, agregó Rocío entre lágrimas e incentivó a lxs presentes a “googlear” a la jueza Fontbona de Pombo. ¿Por qué Rojo se ensaña con Mariana y no con Rocío? La procesada tiene una respuesta: “Porque soy mujer, lesbiana, cacho y pobre”. Por “cacho”, Mariana refiere a la expresión identitaria ligada por la heteronorma a lo “masculino”. Ser “cacho”, “chonga”, es lo que provoca el odio de Rojo y, luego, de todo el sistema judicial.
Rocío y Mariana pasan a diario por el lugar donde empezó hace más de medio año el ensañamiento del sistema policial y judicial. Ahí, en la estación Constitución, siguen trabajando el mismo policía y el mismo inspector de subterráneo que las discriminaron y violentaron. Ellos no escatiman miradas y gestos sobradores cuando las ven pasar. Por la celeridad con la que se ha desarrollado el proceso en esta causa, Teszkiewicz cree que en pocas semanas se establecerá la fecha del juicio, instancia en la que con seguridad habrá una contundente afluencia de activistas de Derechos Humanos, colectivos feministas, lesbianos y de las disidencias para responder en forma contundente al atropello del derecho de Mariana y Rocío de darse afecto sin ser agredidas.
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