A FUEGO LENTO

La música que escuché mientras escribía

 

A muchos lectores ya debo tenerlos aburridos con Bach, Fred Astaire, Tony Bennett y Pantaleón. En cuestión de gustos está todo escrito. También te hice escuchar varias veces a Horacio Salgán, otro que integra el podio de los grandísimos del tango.

La semana pasada un colaborador del Cohete me mandó un recorte que no conocía: la Filarmónica de Berlín interpetando A fuego lento, con la batuta del venezolano Gustavo Dudamel.

 

 

 

 

 

Conocía las versiones de Salgán que dirigió Barenboim en el Obelisco con orquesta sinfónica.

 

 

 

 

Y también el concierto del propio Salgán en el teatro Cervantes con la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, creada durante el primer peronismo. En el bandoneón alcancé a divisar a Néstor Marconi, que es una palabra mayor del tango.

 

 

 

 

Pero no resisto la tentación de repetir el Concierto del Lago, una de las escasas oportunidades en que fue posible escuchar a Salgán solo en el piano, sin orquesta, quinteto ni De Lío. Lo registró en un grabador a casette el Mono Juan Carlos Fontana, en el verano de 1991, a la vista del Planetario. Fontana se lo pasó a Daniel Godfrid, que lo hizo llegar al Cohete. 

 

 

 

 

Y aquí algo más raro todavía: Salgán improvisando entre amigos una versión extraordinaria de Fuimos, donde se permite todas las audacias que reprimía en el estudio de grabación.

 

 

 

 

Vamos a volver sobre Salgán, porque es inagotable.

 

 

 

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