A degüello

Comodoro Py y el peligro de naturalizar los operadores judiciales

“El sistema no castiga a sus hombres: los premia. No encarcela a sus verdugos: los mantiene”
“Quién mató a Rosendo”. Rodolfo Walsh

 

 

La feria judicial de invierno y la campaña electoral de alguna manera congelaron la actividad judicial. Sin embargo, los escasos movimientos que registran los tribunales confirman dos dimensiones que vengo señalando desde hace tiempo: 1) Ningún dirigente explica qué hacer seriamente con el sistema judicial y: 2) Los ciudadanos naturalizamos un escenario que poco tiene que ver con la apuesta democrática.

La campaña electoral es pobre en términos conceptuales y lo poco que se dice tiene que ver con la cuestión económica. El lado institucional, que la mayoría de los economistas prestigiosos considera decisivo para cualquier programa, permanece en el olvido. Salvo los fuegos artificiales que iluminan los dos lados de la grieta, la sospecha general es el puente que une a ambas veredas.

A punto tal eso es así que el fiscal de los Cuadernos Carlos Stornelli firmó un pedido de investigación que incluye al Presidente Mauricio Macri y a algunos funcionarios públicos, sobre aspectos vinculados a contratos de concesión de autopistas, y muy pocos dirigentes repararon en los hechos que identificó. Eso se debe a que para un sector se trata de una maniobra de Stornelli relacionada con su delicada situación procesal en Dolores en el caso D'Alessio, y para otros de una lectura que hace Comodoro Py sobre posibles resultados de las próximas elecciones.

Algo similar pasó en la Justicia bonaerense. Mientras jueces y fiscales le creyeron al barra Bebote Álvarez y le concedieron el arresto domiciliario debido a su colaboración en la causa “Independiente”, los Moyano dicen cada vez que pueden que se trata de una maniobra de los servicios de inteligencia.

Las causas tienen, en definitiva, una dimensión procesal y una de especulación que lleva a regresiones infinitas que solo alimentan el desprestigio general.

La dirigencia política permanece como simple espectadora del clima de sospecha, aún cuando tiene un poderoso indicador para intervenir. Según una encuesta reciente del ministerio de Justicia, la imagen negativa del Poder Judicial asciende al 71 %.

Es que los ciudadanos perciben la crisis.

Cuando presentó su libro, Elisa Carrió dijo que “si fuese vicepresidente de Macri y veo entrar a Angelici a Olivos, lo degüello”. Si una referente clave de Cambiemos tiene naturalizado de ese modo la existencia de operadores de todo calibre en la Justicia, ¿qué queda para las demás personas?

De hecho, ¿qué queda para las demás personas si tampoco se percibe un interés institucional real, firme y concreto para conocer a fondo la trama del caso D'Alessio? Preguntas obvias como: ¿a quién respondía? ¿por qué dijo lo que dijo en el momento de su detención? y ¿qué hacía en la playa de Pinamar con Stornelli?, permanecen sin respuesta clara y, lo peor de todo, no se sabe si el Estado de verdad quiere responderlas.

Mientras tanto, los ciudadanos debemos conformarnos con las protestas de la defensa de Cristina Kirchner que quiere ir rápido a juicio oral en la causa de los Cuadernos para conseguir justicia, con las protestas del escritor Centeno enojado porque le parece injusta su situación procesal y con las objeciones del bolsero José López que a la hora de criticar la investigación del juez Claudio Bonadio señala que no organizó ninguna asociación ilícita.

Indiferencia social, indiferencia ciudadana, instituciones contaminadas con intereses singulares y en medio de todo ello la vida colectiva. Nos preguntamos por qué el cantante Pepo manejaba por las rutas argentinas bebiendo vodka. Algunas de las causas residen en estos problemas que parecen lejanos, pero que tenemos demasiado cerca.

 

 

* #DosJusticias
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