A cien metros del infierno
El brote en Villa Azul pone a prueba el esquema sanitario de la Provincia
La provincia de Buenos Aires atraviesa su primera prueba piloto. Una cancha de fútbol alojada en el interior de Villa Azul se usaba para jugar partidos durante la madrugada. Los partidos continuaron durante la cuarentena. Ahora es mencionada como punto de origen del primer brote por Covid-19 que puso a prueba el diseño del esquema sanitario preparado desde marzo. El jueves 21 de mayo el sistema de vigilancia del ministerio de Salud bonaerense detectó 8 casos positivos. El viernes 22 comenzó un operativo puerta a puerta con el dispositivo Detectar. Los casos pasaron de 8 a 53 entre el 22 y 23 de mayo; luego a 142 el 25 de mayo pero en los últimos días muestra una curva en descenso con 31, 23 y 15 nuevos casos.
El punto de tensión más importante todavía sigue siendo la irradiación afuera del barrio. Azul tiene unos 3.000 habitantes y está ubicada a unos cien metros de distancia de uno de los núcleos de pobreza estructural más grande de la Provincia: Villa Itatí, con entre 30 y 40.000 habitantes con tránsito de familias y circulación hacia uno y otro lado. Itatí era uno de los espacios más controlados por el sistema de Salud. Y uno de los lugares con más trabajo territorial de María Eugenia Vidal. Una curva de contagios dentro del barrio podía –y aún puede— desencadenar no sólo un drama sanitario, para quienes miran el territorio también podría agitar una escalada de conflicto social.
Por el nivel de brote, la Provincia decidió desplegar todas las agencias del Estado y poner en marcha un operativo novedoso. Lo llamó cerco comunitario. Un vallado que durante quince días sólo permite dos puntos de entrada y salida con un diseño en el que el barrio entero es tratado como caso sospechoso. La decisión no fue sencilla. Había que asegurar asistencia del Estado pero sobre todo consenso social. Ninguna población de 3.000 habitantes permanece aislada si la gente no quiere, dice Teresa García, ministra de Gobierno bonaerense. Pese al boicot mediático, la medida contó con el acuerdo de los habitantes del barrio y hoy parece una de las razones que explica por qué el ministro de salud Daniel Gollán dice que el brote está controlado.
“Yo digo que este es el lugar más injusto del mundo”, dice Jorge Ferraresi. “Una vereda está urbanizada con un montón de servicios, cloaca, gas, infraestructura social, y del otro lado no hay nada”. El intendente de Avellaneda no sabe si existen muchos lugares así. “El tercio de Villa Azul que está urbanizada es parte de Avellaneda, del otro lado es partido de Quilmes. “El 80 por ciento de la villa que corresponde a Avellaneda puede enfrentar el aislamiento dentro de su propia casa. En Quilmes, tenés que trasladar a la gente sí o sí. Con Mayra (Mendoza) vimos que esto avanzó de manera mucho más rápida del lado no urbanizado. Por eso era importante aislar Azul de manera que no se replique –dice— porque si se replicaba en Itatí, no tenés la posibilidad de dejar a la gente en el lugar”.
Ciudad de Buenos Aires demoró tres semanas en implementar el dispositivo del operativo Detectar en la Villa 31 que permitió iniciar la búsqueda activa de casa por casa. En Azul se abordó el brote inmediatamente. Revisar la experiencia, los 20 casos latentes de Itatí y los datos del resto de la Provincia permiten entender el mapa que mira el gobierno local y las razones por las que Axel Kicillof no quiere de ninguna manera que se reactive el movimiento entre Capital y Provincia: hoy analiza cuatro escenarios, dos de ellos con 200 muertes por día.
La invención de un modelo
Nicolás Kreplak es viceministro de Salud de la Provincia. Hasta la semana pasada, su equipo había desplegado operativos puerta a puerta en el barrio La Paz de Quilmes, también en Itatí. Y el jueves pasado hallaron el caso de Villa Azul cuando un grupo de personas se trasladó hasta Avellaneda a pedir un análisis. Salud detectó esos 8 casos. Y al día siguiente estuvo en el barrio.
“El viernes 22 encontramos muchos más sospechosos. Y eso no nos gustó”, dice. “Nos quedamos haciendo operativos sábado y domingo. Como los operativos son de búsqueda activa, no hay síntomas en la gente: se buscan al azar. No había urgencias para hacerlo el fin de semana, pero lo hicimos igual. Y vimos que los primeros 8 casos pasaron a 15; el sábado había más de 20. Y el domingo a la mañana teníamos una tasa de positividad de 70 a 80 por ciento con casos que se duplicaban cada dos días”.
La tasa de positividad es un dato importante. Según el ministerio de Salud de Nación, el testeo se realiza de acuerdo a la definición de caso sospecho de las autoridades sanitarias locales, pero el número de casos a testear depende de un parámetro de la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo a ese parámetro, el número de corte sugerido es 10 por ciento. Es decir, si de cada 100 testeos, 10 por ciento es positivo, el número de personas que se evalúa es correcto. Y el virus está controlado. Pero si de cada 100 testeos, más de 10 por ciento es positivo, el dato indica que la situación está en expansión.
El testeo en Azul con 80 por ciento de positividad y casos duplicando cada dos días mostró un panorama de brote en expansión. Y activó el aislamiento. “Con los testeos y viendo que había una cantidad de contagios tan grande cada día –sigue Kreplak—, consideramos que había que interpretar a todos los vecinos como contactos estrechos: tenían el mismo tipo de vida social, estaba la canchita, pero también los comedores, la circulación de la gente en la calle. Con los contactos estrechos lo que se hace en todos los casos es lo mismo. Pasa en los hospitales con los médicos: cuando un cirujano es positivo, el resto de los cirujanos del servicio se aísla por contacto estrecho a esperar a ver si tienen síntomas. Acá había que hacer lo mismo. No es lo mismo aislar a un grupo de médicos, a un vecino o a un barrio entero. En un edificio, el aislamiento en un departamento es socorrido por el departamento de al lado. Si aislás todo el edificio tenés que asegurar alimentos y la asistencia necesaria. El caso de Azul implicaba activar mecanismos parecidos”.
El lugar
Inmediatamente se desplegó la asistencia del Estado. Estuvieron Mayra Mendoza y Ferraresi; Daniel Arroyo de Desarrollo Social de Nación, el Cuervo Andres Larroque de Provincia. Las primeras líneas de Salud bonaerense. Seguridad. Axel Kicillof, Máximo Kirchner. Y Cristina monitoreó con llamados a los intendentes.
“Con Mayra decidimos hacer el aislamiento social, que era una decisión complicada –dice Ferraresi— porque no había experiencias y teníamos que tener apoyo social, pero además apoyo muy fuerte del gobierno porque requiere de asistencia permanente y fuerte”. Comenzaron a ver que el virus avanzaba de manera mucho más rápido del lado no urbanizado. “Y a eso agregale que hay gente que podía hacer el aislamiento en su casa y otra que tenía que ir al sistema de salud, y eso provoca ocupación de camas y evaluación permanente acerca de cuándo queda saturado el sistema de salud. En estos días estuvimos resolviendo cuestiones de todo tipo, sanitarias, pañales, toallas femeninas, medicamentos, traslados de gente a diálisis”.
Hubo gestiones ante Enacom para obtener tarjetas de conexión a Internet. Un operativo de alimentos gestado desde La Garganta Poderosa, entrega de materiales de limpieza, entrega de pan, pollo, carne. Certificados de trabajo a quienes lo necesitaban. Y en ese rodeo para el sostén de todo lo que hace al espacio doméstico, un acuerdo con el Banco Provincia para instalar cajero móvil.
La carencia estructural
Azul tiene deficiencias estructurales desde hace años. Avellaneda logró urbanizar su parte de territorio hasta 2015. Quilmes no avanzó en su cuota de urbanización. El Barba Gutiérrez no lo hizo. El cocinero Martiniano Molina imaginó un único proyecto de desarrollo que era un micro de turismo en las villas. El gobierno de Vidal, por añadidura, dejó además sin financiación a Avellaneda para terminar su parte de las obras. Y del barrio de enfrente se llevó los datos de muchos de los vecinos y vecinas que encontraron sus nombres robados en los listados de aportes a la campaña electoral. El lugar tiene deficiencias sanitarias y de acceso a agua potable. En ese contexto, un cajero es una herramienta sanitaria.
En el Barrio Carlos Mugica de la ex Villa 31 de Ciudad, un cajero aparece como foco de la primera irradiación. Y ahora es un fantasma de preocupación entre los vecinos de uno y otro lado. En Azul e Itatí los cajeros están todos juntos en un radio de dos cuadras. En los accesos hay pocos supermercados con tarjetas y dentro de los barrios las tarjetas no sirven en almacenes y locales donde no hay aparatos con posnet.
El viernes a la tarde caía la curva en Azul, no había datos de letalidad y continuaba el consenso en el barrio. Sin embargo, los datos de Itatí comenzaban a preocupar. A una semana del inicio del brote en Azul, con números regulares, el jueves encontraron 75 casos sospechosos de los que 20 dieron positivo. Por los números, no se evaluaba un cierre generalizado del barrio, pero sí mantener el Detectar durante el fin de semana y desplegar logística de alimentos. Allí asoma el problema del miedo al contagio más allá de las tramas territoriales.
Noemí Viera es una de las habitantes de Itatí que impulsó aquellas denuncias por aportantes truchos. Hoy no para de contactar vecinos de uno y otro lado. No sabe a ciencia cierta lo que pasa, pero está convencida de que el virus está, y el escenario es complicado. “La realidad es que dentro del barrio no se cumplía estrictamente el aislamiento —dice—, muchas familias dependen de los puntos solidarios de Quilmes, desde el plato de comida diario, hasta los roperos comunitarios, se viene el frío y es muy típico comenzar con las donaciones para los más chicos. Por otro lado, el personal esencial que trabaja en Ciudad, personal de limpieza, personal de salud, es lo más probable que así haya llegado el virus al barrio, ya que nadie de acá viaja al exterior. Sabemos que hay familias que dieron positivo en Azul y estuvieron en contacto con gente que vive en Itatí, sabemos que un nene de 6 años que dio positivo estaba en contactos con abuelos, abuelas, tíos, tías del barrio. Cada caso acá se tiene que multiplicar por 15 más o menos pensando en las familias numerosas que no cumplieron estrictamente el aislamiento. A ese escenario se suman necesidades que aumentan con el correr de los días”.
Lo que vendrá
Esa es la zona que concentra la situación más complicada hasta ahora. Salud monitorea otros espacios como La Matanza con entre 20 y 30 casos que están dispersos en el territorio. Y el programa Detectar se replica en siete municipios.
Teresa García explica: “Seguimos la situación epidemiológica con la mirada puesta en el Conurbano y especialmente en los barrios vulnerables, que es donde hoy hay más riesgo de contagio debido a la precariedad y ahora a la estacionalidad del invierno”, dice. “Se ha implementado el programa Detectar en Quilmes, Lanús, San Martín, Merlo, Morón y Moreno. La metodología es una encuesta clínica sobre síntomas. Si hay síntomas, hacemos hisopado en el tráiler de salud. Y si es positivo se evalúa: si la persona vive con su familia en un lugar chico se le pregunta si prefiere estar aislado o aislarse en su casa, para evitar que circule y el contagio se haga masivo. Este peinado casa por casa para detectar si hay casos, tratarlos y aislarlos es una acción anticipatoria: actuar antes de que ocurra y se viralice. No solo tenemos casos hoy en el primero, segundo y tercer cordón o con riesgos. En estos días apareció un brote en Bahía Blanca a partir de una planta eólica, en Lobos por un velorio y la semana pasada en San Antonio de Areco con 17 casos. En muchos municipios van apareciendo pequeñas manchitas o pocos casos, hay que mirarlos y lo estamos haciendo para evitar la circulación en estos lugares”.
Esta semana hubo aumentos de 300 casos por día, un tercio correspondió a Azul. El resto es un número constante que va mostrando un aumento respecto de las semanas anteriores. Ese incremento aparece ligado fundamentalmente a la movilidad hacia Ciudad de Buenos Aires. Las zonas de crecimiento son los bordes que lindan con la Ciudad: Avellaneda, Lanús y Quilmes y San Isidro y Vicente López. Es decir, la apertura de comercios y liberación en Ciudad de Buenos Aires tuvo impacto en la Provincia. Si ese escenario se hubiese prolongado durante 20 días más, Buenos Aires se hubiese trasformado en un infierno. El ministerio de Salud le entregó a Axel cuatro modelos con proyecciones de datos que tienen como punto en común la relación con la movilidad en la Ciudad de Buenos Aires.
El escenario 1 es el peor: muestra la proyección con relajamiento del aislamiento social en Ciudad y en Provincia. En ese escenario se observa un pico en 20 días con 200 muertes por día. Y sin ningún tipo de intervención, en 4 meses tendrían un pico con más de 600.000 infectados.
El escenario 2 es de aislamiento en la Provincia y relajamiento en Ciudad. Es el escenario de la semana previa a la última conferencia de Alberto Fernández. El pico se demoraría, y pasaría de 20 a 40 días con números de letalidad y virulencia como el primer escenario: 200 muertos por día con los mismos números aproximados del primer escenario pero con un pico que llegaría un mes mas tarde.
El tercer escenario y el cuarto no tienen picos. El tercero es de aislamiento en Ciudad y en Buenos Aires con pequeñas elevaciones y menos muertes.
El cuarto escenario repite aislamiento de ambos lados pero incluye políticas de vigilancia activas como los dispositivos de testeos. Ese escenario no tiene picos y apagaría los brotes. Es el escenario al que busca sostener la provincia con una cuarentena que entiende que ya no tendrá picos.
Es cierto que todo esto se mueve a diario porque los datos cambian todo el tiempo. Pero no todo parece variar. No está claro que pueda abrirse la circulación y volver a cerrarse sin efectos. Las curvas son de evolución exponencial. Si algo se va de las manos, lo que se va también es exponencial. Y lo que viene puede ser un infierno.
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