Un macho rudo en problemas

El individualismo machista y prepotente que Trump encarna pierde aceite

 

La guerra comercial en la que se embarca alegremente Donald Trump afecta también a un ícono del excepcionalismo norteamericano: la motocicleta Harley-Davidson. En represalia por las tarifas a las importaciones de acero y aluminio, la Unión Europea contempla obstaculizar la exportación de motocicletas Harley-Davidson, símbolo del individualismo machista y prepotente que Trump encarna. El año pasado el 40% de las motos producidas en Estados Unidos se exportaron. La excelente página periodística de Nueva York Quarz Obsession abordó con ese motivo la historia de los cambios de la industria y el trabajo que llevaron a la situación actual, donde las represalias chinas pueden ser más graves que las europeas.

 

 

La marca comercial surge de los apellidos de William S. Harley y Arthur Davidson, hijos de inmigrantes nacidos a fines del siglo XIX en el núcleo industrial de Milwaukee, Wisconsin. Típica historia de su tiempo, comenzaron probando con un motorcito para bicicleta en el patio de una casa que tuvieron listo en 1903. Tres años después comenzaron la producción. Fuera de las ciudades de la costa Este, el transporte era una pesadilla. Los trenes y tranvías no eran confiables, los caballos no eran prácticos y además de ser caros ocupaban mucho espacio y sólo los ricos podían permitirse un auto, que sólo funcionaba bien en los escasos caminos pavimentados. Para quienes necesitaban cubrir grandes distancias sobre pésimos caminos las duras Harley-Davidson fueron la solución, porque podían hasta trepar colinas escarpadas y recorrer centenares de kilómetros.

En 1908 entregaron las primeras motos a la policía, que sigue prefiriendo esa marca. Como política comercial contra la competencia, HD creó clubes de fanáticos que organizaban motocicleteadas festivas. En 1912 comenzó la exportación a las Fuerzas Armadas de Japón y de Estados Unidos, que las usó en la invasión a México. En la década de 1930 las ventas a Japón atenuaron el impacto de la Gran Depresión, que favoreció la expansión de HD porque bajó el precio de la nafta y dejó a mucha gente sin nada que hacer, vacío en el que proliferaron los clubes de motociclistas. Con la Segunda Guerra tuvieron que agregar turnos de trabajo para satisfacer la demanda interna y de los aliados. Al terminar la guerra, muchos ex soldados siguieron usando las HD, que también fueron adoptadas por grupos violentos y delictivos, que asociaron a la moto con la imagen del antisocial que Marlon Brando encarnó en la película El salvaje de 1953, y la búsqueda de un nuevo sueño americano que encarnaron Dennis Hopper y Peter Fonda en Easy Rider de 1969.

Pero en 1955 el primer productor mundial era Honda, que dejó a lado el cuero negro y los machos rudos y basó su marketing en elegantes chicas de sociedad con collares de perlas. Sobre la misma huella siguieron Yamaha y Kawasaki y las máquinas más pequeñas. Durante la década de 1970 el nieto de uno de los fundadores, Willie G. Davidson, contraatacó: la publicidad vendió la imagen del antisocial a pacíficos odontólogos y contadores, que el fin de semana se vestían de cuero, pulían sus cromados e introducían modificaciones caseras a los modelos de serie. En el bicentenario de la independencia de 1976 la compañía comenzó a experimentar con el patrioterismo y lanzó su modelo Liberty, con la leyenda “Nacido Libre” e incluso un modelo celebrando al bando sureño de la guerra civil. El nacionalismo se afirmó en la lucha contra la competencia japonesa, acusada por otro nieto, John Davidson, de vender por debajo de sus costos de producción, y en 1982 la empresa ganó un juicio por dumping, a raíz del cual el presidente Ronald Reagan impuso tarifas a las importaciones. Esto incrementó tanto las ventas y las ganancias, que HD pidió al gobierno que eliminara las tarifas. Al hacerlo, Reagan se jactó de que el obrero de su país no eran menos que ninguno y advirtió contra el riesgo de una guerra comercial. En 1990 el modelo retro Silver Fatboy fue un gran éxito y en 1991 Arnold Schwarzenegger lo montó en Terminator 2. El folklore popular pretende que Fatboy era el apócope de “Fatman” y “Little Boy,” el nombre de las bombas atómicas arrojadas sobre Nagasaki e Hiroshima, cosa que la empresa negó.

Con esa particular combinación de patrioterismo y globalización, cuenta Quarz Obsession, HD fue uno de los pocos sobrevivientes industriales desde las primeras décadas del siglo XX, gracias a sus ventas en Japón y Australia y sus fábricas en Brasil y la India.

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