Alerta: oxígeno
Medidas para asegurar la provisión de un insumo crítico
Los tubos de los hospitales que antes se llenaban una vez a la semana, hoy se llenan cada dos días. La provisión de oxígeno medicinal se ha convertido en un bien tan preciado como el agua. A comienzos de esta semana, el viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, encendió la alarma. Confirmó que el consumo de oxígeno se triplicó en cada uno de los hospitales y pidió que haya mayor producción. “En este momento la demanda de oxígeno está entre dos o tres veces más que el momento del mayor consumo del año pasado”, agregó luego la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti.
Es uno de los insumos que más ha preocupado al gobierno nacional a partir de la primera ola del Covid-19. Por tal motivo, desde abril de 2020 existe una mesa de oxígeno entre el Estado y el sector privado. En los últimos días, el jefe de gabinete Santiago Cafiero, junto a Vizzotti y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, encabezaron una reunión con representantes de las principales compañías proveedoras de la Argentina. Están concentradas en un oligopolio que maneja el mercado en un mapa que cuenta con empresas intermedias y pymes en la producción y la distribución.
El encuentro fue con carácter urgente: sin oxígeno, las camas de terapia de intensiva no tienen razón de ser.
Tres son las multinacionales que manejan la fabricación de oxígeno en Argentina: Air Liquide –posee cinco establecimientos productores–, Indura –una empresa del grupo Air Products– y Linde –que cuenta con la red de distribución más grande de América Latina–.
El cuadro de situación trazado en la mesa de oxígeno fue el siguiente:
- Que el sector trabaje al máximo de su capacidad productiva.
- En lo que respecta al oxígeno líquido –el utilizado para salud–, direccionar toda la oferta para el sistema sanitario por encima al destinado a la industria. Todo el oxígeno que se produce hoy en la Argentina, en efecto, tiene como prioridad abastecer hospitales, clínicas y centros de salud.
- Se asumió un creciente número de casos en los grandes centros urbanos de todo el país de manera simultánea y en muy corto plazo. El alto crecimiento sobrepasó las capacidades instaladas de las empresas productoras y generó un alto consumo actual.
- Se habló de la posibilidad de aumentar importaciones. En este caso, las empresas se comprometieron a estructurar demandas de importación en países limítrofes que tienen algunos excedentes para completar la oferta local.
- Las empresas tendrán que pedir autorización previa para poder exportar, similar a lo que el año pasado se hizo con insumos como el alcohol en gel o con los barbijos quirúrgicos.
- El Estado monitoreará diariamente el precio del oxígeno y que las empresas garanticen el normal abastecimiento.
- La dificultad actual se encuentra en la imposibilidad de expandir la producción, que ya se encuentra en su nivel máximo, y además garantizar la logística y distribución, donde intervienen otras empresas intermediarias. Por eso es que el gobierno nacional impulsa y acompaña la instalación de plantas concentradoras en distintos puntos del país para descomprimir la demanda.
- Las cifras demuestran que antes de marzo de 2020 el consumo de oxígeno en los hospitales y clínicas era de 125 toneladas diarias y hoy, en pleno pico de la pandemia, creció hasta las 330 toneladas por día. Para satisfacer esta demanda, las empresas deben duplicar su producción, y no todas tienen la capacidad para hacerlo.
Ahora bien, ¿está faltando el oxígeno en la Argentina? ¿Qué tensiones existen con los empresarios del sector?
Una primera respuesta la acerca Enio García, jefe de asesores del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. “Por ahora no está faltando, lo que ocurre es que los tubos se están reponiendo más despacio. En este sentido, estamos tratando de expandirlos, porque la demanda es muy alta”.
En el contexto actual, según marcaron especialistas de salud a El Cohete a la Luna, el oxígeno medicinal es un insumo crítico en la atención de los pacientes internados. A la hospitalización de casos graves, el impacto de la segunda ola de Covid-19 ha sumado la internación de pacientes moderados que mayoritariamente reciben el tratamiento con máscara reservorio y cánula nasal de alto flujo de oxígeno (CAFO), ambas de gran consumo. Lo que preocupa a los funcionarios son las dificultades en la provisión y distribución del mismo. Uno de ellos, en diálogo directo con hospitales públicos, dijo a este medio: “Esta segunda ola es sumamente agresiva. Los pacientes están requiriendo mayores cantidades de oxígeno, o por máscara o en la intubación. Esto el año pasado no lo vimos”.
“Si tenemos respiradores pero no tenemos oxígeno, no sirve de nada”, precisó Kreplak. En ese sentido, confirmó que el gobierno de Axel Kicillof “compró máquinas nuevas que fabrican oxígeno y a la vez pusimos a funcionar unas que desde hace 20 años estaban abandonadas”. Por ahora, esa provisión sólo alcanza para llenar tubos de oxígeno para los centros de salud.
Lo que quieren evitar en el Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA) es un escenario de colapso como los que se vieron en Perú o Manaos, donde empezó a faltar el oxígeno y cundió la desesperación en la población para conseguirlo. En esta zona el 78% de los internados en unidades de terapia intensiva necesitaron ventilación mecánica, según un relevamiento oficial del 10 de abril. La estadística tiende a crecer.
En algunas regiones el panorama es crítico. El director de la Clínica Comunidad de Ensenada, Juan Manuel de Rosas, declaró en las últimas horas que, ante la falta de reposición del insumo, sólo le quedan 48 horas de oxígeno en su terapia intensiva. Según precisó, un tubo de oxígeno cuesta alrededor de 3.000 pesos y dura 40 minutos. A su vez, un paciente Covid-19, en un tratamiento estándar, cuesta 120.000 pesos, monto en el que se incluyen los descartables, el equipo protector, los medicamentos, el oxígeno y el recurso humano.
Fue en Ensenada que se instaló la primera planta de oxígeno de la región en manos del Estado. La misma fue diseñada para abastecer 48 camas del Polideportivo municipal, capaces de atender pacientes con un cuadro moderado. Además, la provincia de Buenos Aires acaba de recibir los primeros 300 concentradores de oxígeno: se trata de dispositivos eléctricos que dan asistencia respiratoria a personas que están con baja saturación de aire.
Todo es parte de un plan de contingencia para ampliar la producción desde el sector público, que incrementó un 330% su consumo durante abril en los hospitales de Buenos Aires. Los números respecto al oxígeno se completan con la instalación, en las próximas semanas, de 17 plantas móviles en las Unidades de Pronta Atención (UPAs). Ya se han habilitado las plantas en el Hospital San Roque de Gonnet y en el Isidoro Iriarte de Quilmes, que volvió a estar activa el año pasado. A estas medidas se suma la compra de 2.000 tubos para fortalecer el stock en los hospitales.
“El tema es la escala. La de Ensenada es una planta muy pequeña en relación a lo que producen las tres grandes empresas que manejan el mercado. No provee grandes cantidades de oxígeno. Por ahora, lo que está produciendo el Estado es muy marginal. El abastecimiento, que depende en un 95% de proveedores privados, lo tenemos garantizado pero, de manera preventiva, el gobierno lanzó un plan para ampliar la producción desde el sector público. Hoy alcanza un 5 por ciento de la provisión, teniendo en cuenta que cuando asumimos no había producción pública”, dijo una funcionaria del Ministerio de Desarrollo Productivo El Cohete a la Luna.
Antes de que llegara la pandemia a la Argentina, el país contaba con 18,8 respiradores cada 100.000 habitantes, según datos proporcionados por el Ministerio de Salud de la Nación. Durante 2020 invirtió 42.000 millones de pesos destinados a la expansión del sistema de salud y sumó más de 4.000 respiradores a nivel nacional. Según indicaron fuentes de la cartera de Salud provincial, se entregaron hasta ahora 1.277 respiradores en los distritos bonaerenses. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima hoy que uno de cada cinco infectados con Covid-19 requiere oxígeno a concentraciones mayores que las que se encuentran en el ambiente para sobrevivir. La segunda ola ha evidenciado que la Argentina todavía está lejos de poder respirar tranquila con uno de los insumos más acuciantes en las primeras líneas de combate contra el virus.
Tal como ocurre con otras materias primas de las industrias científicas, la demanda de oxígeno y su distribución desnudó un sistema de salud que sigue en un inquietante nivel de dependencia respecto del sector privado. Lejos está su producción de estar en coordinación con universidades nacionales, como ha ocurrido con otros insumos como la de ventiladores de transición, en manos de la Universidad Nacional de Rosario. Y de experiencias como la de La Pampa, que desde 2004 abastece a toda la provincia y constituye un ejemplo nacional en la producción pública de oxígeno medicinal. En las últimas semanas pusieron en marcha la sexta planta, que triplicó su producción para seguir creciendo en su autonomía.
Un modelo de soberanía que es tan sólo un oasis en el desierto.
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