Tal como lo había anunciado durante la campaña presidencial, Joseph Biden ha iniciado la recuperación del andamiaje de la institucionalidad multilateral golpeada fuertemente por su antecesor Donald Trump. Así, se ha reinsertado en el Acuerdo Climático de París, ha suspendido el retiro de su país de la Organización Mundial de la Salud, ha interrumpido la construcción del muro en su frontera con México, mantendrá el programa Acción Diferida para los llegados en la Infancia (DACA), que protege de la deportación a unos 650.000 indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, conocidos como "dreamers", entre otros. Estas acciones repercuten favorablemente en nuestra región.
Con respecto a la agenda regional, en particular, Biden, y algunos de sus portavoces, expresaron durante la campaña presidencial su desacuerdo con el nombramiento de Mauricio Claver-Carone a la presidencia del BID a pocos meses de la elección y anunciaron que se retomarían las relaciones con Cuba al nivel que las había dejado el Presidente Obama. Precisamente el nominado Secretario de Estado por Biden, Antony Blinken, fue el encargado de diseñar en 2015 el plan para eliminar las medidas de embargo, fomentar el turismo y fortalecer los vínculos políticos y financieros con Cuba.
Biden también ofreció 4.000 millones de dólares para contribuir a atacar las raíces de la migración procedente del Triángulo Centroamericano y consideró acciones en el tema medioambiental con el Brasil de Bolsonaro. Estos son, a grandes rasgos, los temas respecto de los cuales hizo referencia en lo que concierne a nuestra región.
Sorpresas
Sin embargo, hay otros sobre los cuales no hubo pronunciamientos durante la campaña. Uno de ellos se refiere a la continuidad del marco estratégico diseñado para la región, difundido en agosto de 2020. El documento aborda la “influencia maligna” de las relaciones con China, considerado un enemigo extra regional, así como la amenaza de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En ese sentido, cabe preguntarse si Biden continuará con las presiones a los países que intensifiquen sus relaciones económicas con China, si fortalecerá la doctrina Monroe, que el gobierno de Trump consideraba más vigente que nunca, o si retomará la estrategia definida en 2013 por el ex secretario de Estado John Kerry, quien consideraba que dicha Doctrina había quedado obsoleta.
Biden tampoco se había pronunciado sobre su posición con respecto a Venezuela, probablemente el tema más delicado de la región. Sin embargo, se esperaba un cambio de la estrategia instrumentada por el gobierno de Trump que ha fracasado rotundamente. Error. Poco antes que tomara posesión del Despacho Oval esa posibilidad fue dejada de lado. Ya sin ninguna representatividad institucional, sin respaldo político en su país, desconocido por la Unión Europea como Presidente encargado y con investigaciones por corrupción por un manejo irregular de activos de Venezuela en Estados Unidos que fueron adjudicados a su presidencia paralela en alianza con la Administración de Trump, el gobierno de Biden reconoció implícitamente a Juan Guaidó como Presidente encargado de Venezuela al extenderle una invitación a Carlos Vecchio, su embajador en Washington, a la toma de posesión en el Capitolio.
¿A las órdenes de Marcos Rubio?
Un día antes de que Biden asumiera la presidencia, el nominado como Secretario de Estado, Anthony Blinken, informó sobre la que será la política exterior de Estados Unidos frente a Venezuela durante una comparecencia ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Consultado por el senador republicano, Marcos Rubio, uno de los principales operadores políticos en el Congreso estadounidense contra Cuba y Venezuela, sobre si iba a negociar con el gobierno de Maduro, este le respondió que no y que estaba de acuerdo con las decisiones tomadas en la Administración Trump con respecto a ese país.
Para sorpresa inclusive de muchos opositores al régimen de Maduro, Blinken agregó: “Coincido con usted en relación a los pasos que hemos tomado hacia Venezuela en los años recientes, incluyendo el reconocimiento al señor Guaidó, a la Asamblea Nacional como la única institución democráticamente elegida en Venezuela, buscando aumentar la presión sobre el régimen dirigido por el brutal dictador Maduro, así como trabajar con algunos aliados”. ¿Se estaría refiriendo Blinken también a las sanciones económicas que afectan la población venezolana, a los atentados con drones explosivos a Maduro durante una ceremonia oficial, o a las incursiones armadas conjuntas de militares venezolanos que habían desertado y ex miembros de fuerzas especiales del ejército de Estados Unidos —entrenados en territorio colombiano— (Operación Gedeón) con el objetivo de capturar a Maduro y a otros dirigentes en mayo de 2020?
Blinken añadió que “algunas de las cosas que podemos hacer mejor es alinear nuestra estrategia de sanciones para hacerlas más efectivas para que el régimen sufra verdaderamente las consecuencias de las mismas, aumentar el apoyo humanitario en vista de la grave crisis que padecen sus ciudadanos, así como los países vecinos que reciben a los migrantes de ese país”. Y le dijo, además: “Una de las cosas que realmente me gustaría hacer, si soy confirmado, es venir y hablar con ustedes en esta comisión porque necesitamos una política efectiva que pueda restaurar la democracia en Venezuela, empezando por elecciones libres y justas”. Así Blinken habría dejado claro que la administración demócrata continuará la política instrumentada por la administración de Donald Trump durante los últimos cuatro años, la cual derivó en la ruptura total de relaciones diplomáticas en enero de 2019, después de que Washington reconociera a Guaidó como Presidente.
La presión del Parlamento Europeo
Al día siguiente de la asunción presidencial de Biden, el Parlamento Europeo emitió una Resolución en la que exhorta a las otras instituciones de la Unión Europea y a los países del bloque a que reconozcan a la Asamblea Nacional elegida en Venezuela en 2015 “y al legítimo presidente interino Juan Guaidó”. El problema es que el período de su mandato ya caducó y el 5 de enero asumieron los representantes de una nueva Asamblea Nacional elegidos el 6 de diciembre de 2020.
Si bien la Unión Europea desconoció el resultado de las elecciones legislativas realizadas en aquella oportunidad, tampoco reconoce a la denominada “Comisión Delegada” creada a fines de diciembre por Guaidó, días antes de que culminara el mandato de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición. Dicha Comisión Delegada, que carece de poder real, “funcionará por videoconferencias hasta que se realicen elecciones presidenciales y parlamentarias libres en el año 2021, prorrogable por un año”, según reglas establecidas como quien fija las normas de un club social.
Congruentemente con el objetivo de la Comisión Delegada, la Resolución del Parlamento Europeo, que no tiene carácter vinculante, señala que la “única solución” a la crisis en Venezuela debe incluir “elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales y locales que sean creíbles, inclusivas, libres, justas y transparentes” y le pide al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, que coopere con Estados Unidos y el Grupo de Lima. La Eurocámara es la única institución de la Unión Europea que reconoce a Guaidó como presidente encargado de Venezuela, pues el resto considera difícil mantener el apoyo a un presidente interino que controla escasos, o ningún resorte de poder.
A pesar de su apoyo a Guaidó, el Parlamento Europeo no pudo evitar hacer una exhortación a “la legítima Asamblea Nacional” y a su presidente Juan Guaidó para asegurar la transparencia total en el uso de fondos debido a las denuncias de corrupción antes señaladas.
Ensayar intermediaciones
La crisis en Venezuela y su solución se han convertido en uno de los temas más complejos en el tablero internacional. China y Rusia reconocen a Maduro como presidente de Venezuela y esta es una realidad que tendría que ser tomada en cuenta durante las negociaciones. Maduro no tiene ninguna intención de convocar a elecciones bajo términos que no sean los que están en la Constitución. Cualquier acercamiento a un diálogo político debería considerar este elemento, tal como lo reconoció el Grupo de Contacto Internacional en 2019.
En cualquier caso, los gestores de una negociación deben ser aceptados como interlocutores por las partes en disputa. La Unión Europea, o algunos de sus miembros, al no haber reconocido los resultados de la Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre pasado, pero tampoco a Guaidó como “Presidente encargado” por carecer de representatividad institucional y de respaldo político, se perfilan como potenciales facilitadores, salvo que sucumbieran a las presiones del Parlamento Europeo. El Grupo de Lima, en cambio, es visto por el régimen de Maduro de manera muy ligada al gobierno de Trump.
En la crisis institucional que atraviesa Venezuela, las fuerzas de la oposición no pueden eximirse de su responsabilidad. Negarse a participar en los procesos electorales es dejar libre el terreno al Gobierno que quieren reemplazar. Muchos de sus representantes esperan que las soluciones vengan desde fuera mientras ellos reciben cuantiosas donaciones que los desmotivan a luchar en los espacios que se ofrecen en su propio país.
Diego Arria, ex embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, opositor y crítico del chavismo, considera que en su país “no hay oposición, sino muchas posiciones que obedecen a los intereses de un grupo limitado de partidos y por eso es que no hemos salido de esta situación... La única vez que estuvieron unidos fue en 2015 cuando la oposición ganó las elecciones en la Asamblea Nacional. Pero para los partidos la unidad de la oposición no es importante como un instrumento de rescate de la libertad, sino solo para fines electorales”.
Por su discurso conciliador, y respetuoso de la diversidad, muchos habíamos considerado que Biden podría haber sido una figura que contribuiría a darle una salida a la grave situación económica, social, política, institucional y humanitaria en Venezuela. Pero todo parece indicar que seguirá la estrategia de Trump. Si continúa con ella, cometerá un grave error y solo logrará agudizar los problemas que afligen a ese país.
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