PROTOCOLOS RESPONSABLES

La peste verde en el Delta del Paraná y la importancia de los protocolos para el turismo

 

Peste verde suena a oxímoron, una contradicción en sí misma, ya que lo verde es en la actualidad casi sinónimo de vida. Sin embargo, una peste verde apareció en las aguas del Delta del Paraná y más recientemente llegó a Puerto Madero.

En el delta, donde la población no sólo se baña en los cursos de agua sino que capta el agua de los ríos para utilizar en los hogares, el asombro inicial se transformó en honda preocupación, algo atenuada por el reparto de agua potable por parte de chatas de Aysa, la empresa de agua bonaerense.

Los análisis de las cianobacterias se demoraron más de una semana ya que la Provincia quedó devastada luego de la gestión macrista y la pandemia tronchó la disminuida capacidad profesional del laboratorio. Después de conocido el resultado de los análisis, el Municipio de Tigre emitió un comunicado explicando de manera clara los distintos niveles de riesgo involucrados según la variable (en el tiempo) presencia de esas bacterias y las implicancias prácticas de los mismos. A la semana siguiente, luego del aumento de los caudales de agua en el delta, las algas quedaron debajo de la superficie, el riesgo desapareció (por ahora) y la población siguió preparándose para la temporada turística que se avecina.

Como señalan renombrados analistas, las pestes del siglo XXI son manifestaciones de la crisis civilizatoria en que está inmersa la sociedad humana planetaria y que por más vacunas que se inventen reaparecerán una y otra vez, de distintas formas, poniendo en riesgo la vida humana. Por supuesto existen varios otros prestigiosos, además de Bolsonaro y Trump, que opinan distinto.

Por ello quiero dejar en claro que de aquí en adelante mis apreciaciones basadas en la hipótesis de las pestes como manifestaciones de la crisis civilizatoria indican que los que apreciamos la vida –de nosotros y del prójimo– debemos aplicar de aquí en más el principio de precaución, adoptando medidas de conducta personal y social acordes con ello, de manera que nuestras vidas sigan activas.

Al respecto, cabe señalar que el Municipio de Tigre se propuso y logró hace tres meses la vuelta a la actividad del remo deportivo, suspendida cuando el cierre de los clubes a inicios de la pandemia. Para ello, entre las autoridades y la institución que nuclea a los remeros, se hizo un protocolo de cumplimiento del distanciamiento social, se autorizó a que los remeros sólo hagan el deporte individualmente y se dispuso un sistema de turnos previos para la salida de botes para evitar el encuentro de cercanía, mientras se mantuvo cerrado el vestuario y las duchas. Los marineros que se ocupan de sacar, entrar y guardar los botes tenían alcohol en gel para que los remeros se encargaran de higienizar a éstos de ida y vuelta del río.

Ese protocolo resultó eficaz y permitió que los remeros de una treintena de clubes de Tigre pudieran volver a la actividad deportiva, con los consabidos beneficios a la salud física, mental y espiritual que ella conlleva. Y que volviera a su vigencia esta actividad deportiva tan tradicional en el Tigre, sus ríos e islas, señalando cierta esperanza de reactivación de otras actividades vitales.

Con respecto a la actividad turística en el Tigre (y otras basadas en el Delta como la actividad pesquera artesanal), la temporada veraniega que se avecina es muy prometedora, ahora con turismo local. Advertimos al respecto que, para evitar tropiezos, es necesario de manera urgente formular protocolos para las diversas modalidades de turismo de manera que puedan realizarse adaptadas a la época de pandemia, con estándares de seguridad elevados que no expongan a innecesarios contagios a visitantes y prestadores; es decir que sean sostenibles en el tiempo, garantizando una temporada exitosa que ayude a aliviar la significativa merma de ingresos de pobladores isleños existente desde marzo de este año. Para ello habrá que privilegiar la calidad de los servicios (basados en las personas prestadoras) antes que la cantidad de visitantes, los que estarán condicionados por la necesidad del distanciamiento aconsejado entre unos y otros.

Muy probablemente el Municipio pueda formular rápidamente, junto con el Consejo Asesor de Pobladores Isleños (CAPI) y los prestadores turísticos, dichos protocolos para que la temporada turística comience cuanto antes con el máximo de garantías para todos los actores involucrados.

Ello le permitiría a Tigre captar la ventaja de su localización de cercanía a la metrópolis, con base en recursos naturales privilegiados y población escasa y dispersa, todo lo cual constituye un conjunto de condiciones óptimas para ser aprovechadas por pobladores urbanos ávidos de relajarse un poco después de un año de tantas dificultades y restricciones originadas con la pandemia.

En suma y de validez para demás localidades, la necesidad de implementar protocolos responsables que garanticen el máximo de seguridad para todos es de carácter urgente para que más actividades puedan llevarse a cabo, mejorando las condiciones económicas y sociales tan deterioradas por los meses de pandemia. A tal efecto, tanto las autoridades competentes como los actores de dichas actividades deben tomar la iniciativa de formular esos protocolos no de manera formal sino con la máxima responsabilidad para que la actividad pueda prosperar y brindar sostenidamente los beneficios a todos los involucrados.

 

 

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