Testimonio del alegato de Memoria Activa, durante el juicio al encubrimiento del atentado
Lunes 12 de marzo de 2018.
Comodoro Py 2002 Subsuelo
Sala AMIA
10 horas
Tribunal Oral Federal Nro 2
Comienza el alegato de Memoria Activa
La sala está llena. El doctor Gorini preside la audiencia, a su lado están sentados los jueces Perilli y Costabel.
La sala se divide con un tabique imaginario, del lado izquierdo estamos los querellantes, es decir, los que debiéramos ser los acusadores del proceso. Del otro lado los acusados.
Detrás del blíndex, el público.
Me siento en la primera fila junto a nuestro abogado, detrás de él se sienta Adriana Reisfeld, la presidente de Memoria Activa. Estamos nerviosos. Nada en la causa AMIA ha sido fácil. Tardamos 15 años desde el inicio de esta causa para finalmente llegar a esta instancia, si, 15 años. Y muchos se deben preguntar: ¿están sentados del otro lado los que pusieron la bomba y volaron la AMIA?: NO. Y entonces?
La sala se divide con un tabique imaginario, del lado izquierdo estamos nosotros, del otro lado están los imputados.
Nada en la causa AMIA ha sido fácil. De los que estamos sentados de este lado, en realidad no todos acusamos, algunas de las querellas son casi infiltradas, una especie de borderline. Así es el caso de la querella AMIA-DAIA, se sientan de este lado pero su lucha está del otro, es como una puesta en escena que va resquebrajando el tabique.
También de este lado, precisamente sentado a mi lado, está el emisario del Ministro de Justicia: un tal Inchausti, que entre sonrisas y suspiros atraviesa solemnemente la jornada, sin rechistar, sin saludar, sin hablar, a sabiendas del papelón que hicieron con el alegato de la querella del Estado intentando salvar a los ex fiscales Mullen y Barbaccia por el sólo hecho de ser amigos del Ministro Garavano.
Como puede verse, de este lado del tabique también se cuecen habas. Del otro lado se escuchan murmullos, se sienten incomodidades, se cambian de lugar, entran, salen.
“Es obligación del Estado proveer verdad y justicia, y también de investigar con seriedad. Y el Estado violó esa obligación causando un daño tan grande, que cabe pensar que es irreparable. Y eso es trágico”. (Textual del doctor Borda, durante la audiencia.)
13 imputados. Nos privaron del derecho de tener verdad y justicia. No fue por ineptitud, como nos quieren hacen creer. No fue por desidia ni por falta de recursos, ni por falta de conocimientos. La participación que tuvieron fue dolosa porque fueron actos deliberados.
Todo el accionar delictivo de los imputados se sintetiza principalmente en el pago ilegal con fondos del Estado a un imputado, para que mintiera en su declaración contra culpables falsos y el desvío de la pista que vinculaba con el atentado a un allegado a la familia Menem. En esas operaciones participaron de manera activa el ex juez Juan José Galeano, los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, el ex presidente Menem, el ex Secretario de Inteligencia Hugo Anzorreguy y el ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, entre otros, quienes construyeron, con todos sus delitos vistos en contexto, “una maniobra global de encubrimiento”.
Nosotros, familiares de las víctimas del terror del 18 de julio de 1994, sentadas de este lado. 13 acusados, más sus abogados, todos ellos sentados del otro lado del tabique.
Un tabique difícil de ver pero fácil de percibir. Porque de este lado estamos nosotros y del otro están ellos.
Ellos que fueron unos privilegiados, porque pudieron elegir. Elegir qué querían ser y hacer con sus vidas. Jueces, fiscales, presidentes; todas personas que han elegido una carrera y un futuro para ellos mismos.
No quiero hacer un paralelismo preguntándome qué elección nos llevó a todos los que colmamos esta sala a no pasar por la puerta de Pasteur 633, ese día, hace ya más de 23 años. Quiero detenerme en quienes estamos aquí hoy, cargando a nuestras espaldas algo que no elegimos, algo de lo que nunca quisimos ser parte. Las víctimas del atentado y los familiares que estamos sentados en esta sala, no elegimos. No elegimos ser parte de esta cara de la vida. De esa expresión horrible que tiene el presente cuando toma una decisión sin consultar.
Y, sin embargo, en esta sala sí están aquellos que eligieron. Que eligieron encubrir. Que eligieron construir una mentira sobre la verdad. Eligieron desaparecer pruebas, destruir elementos, inculpar inocentes. Eligieron el camino más fácil porque tenían, desde el poder, garantizada la impunidad, y entonces lograron lo que parecía imposible: dañar lo que ya estaba roto.
Difícilmente este juicio sane las heridas que tenemos en el alma, el cuerpo y la democracia, pero tiene la posibilidad de la reparación. La justicia cuando es justa repara.
Van a ser audiencias difíciles de escuchar, tenemos mucho para decir, mucho para contar, pruebas para mostrar. Mientras nuestro abogado habla, pienso: Cuánta basura reciclada. El doctor Rodrigo Borda es más elegante y lo llama “menemismo vintage”.
Y ellos siguen de ese lado del tabique y nosotros de éste, y detrás de todos los amigos, los abrazos, nuestras dibujantes, nuestros compañeros de lucha y por esto también el tabique crece y crece.
Y mientras todo esto ocurre y el tabique se hace más y más grande, pienso que vale la pena el esfuerzo y el tiempo, y qué bueno sería que tengamos un poco de justicia. Y entonces, ahí en medio de la sala, se me aparece el rostro sonriente de Andrés que me hace recordar algo que alguien escribió una vez: “El arquitecto Andrés Malamud fue hallado muerto bajo los escombros de la AMIA. Con un lápiz y una libreta entre sus manos, con la imagen de su sonrisa limpia y buenaza seguirá denunciando aquel insulto a la vida”.
Diana Wassner – MEMORIA ACTIVA
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