UN PISTOLERO COBIJADO EN VARELA
Historia del ex Triple A que baleó a Pino Solanas por criticar la traición menemista
Dos meses después de declarar que “este carnaval no tiene nada que ver con el peronismo”, Fernando Pino Solanas vio a un par de tipos con narices de payaso y demás cotillón que se acercaban con armas cortas. Sintió los estruendos, ardores en las piernas y la caída al cemento del estacionamiento. Entre los estampidos oyó una frase repetida una decena de veces:
–Si no te callás la boca, la próxima es en la cabeza. Si no te callás la boca, la próxima es en la cabeza…
Con similar máscara de carnaval un tipo había encabezado la masacre de Pasco el 21 de marzo de 1975, cuando con quince encapuchados bajaron de ocho Falcon y Torino para arrasar con militantes de Lomas de Zamora y aledaños –uno tenía 16 años–, incluido el concejal Héctor Lencina, de la JP, líder de la oposición a Eduardo Duhalde. “Los balearon hasta que cayeron. Los colocaron juntos e hicieron estallar dos granadas que los hicieron volar a gran distancia”, relató la vecina Patricia Rodríguez en su libro sobre esa masacre.
Después el intendente fue anunciado en Quilmes, según le relató al autor de esta nota el vicepresidente del Concejo Deliberante, Constantino “Tino” Pérez, quien lo recibió junto al titular del Cuerpo, Indalecio “Bebe” Castro, hombre de diálogo con el ministro José López Rega y jefe en las sombras de la CNU que operaba en la zona sur. Apenas entró, el hombre bajo habló con humildad:
–Vengo a agradecerte, Bebe, lo que hicieron por mí. Estar en la intendencia se lo debo, en parte, a tus muchachos –dijo Duhalde.
Aún habría dos interposiciones judiciales para devolverle la Intendencia a Pedro Turner, cercano a la Tendencia Revolucionaria, a quien habían desplazado los sectores ortodoxos de Duhalde, Osvaldo Mércuri y otros.
Los “buenos muchachos” del "Bebe" Castro eran "Cicuta" Acosta, "Oveja" Goi y varios que habían participado de la emboscada de 1973 en Ezeiza, adonde habían ido como parte de la comisión receptora de Perón que en Quilmes presidió el intendente José Rivela e integraron tres concejales, dos miembros de CGT y tres de Juventud: Juan Ripa, Mario Piraíno y Jorge Dubchak, a quien le decían El Polaco.
Luego de que Dubchak fuera muerto en el horno de la UOM el 26 de julio de 1975 y de que los padrinos de ese sindicato se enfrentaran en la interna de gobierno, sus ex compinches optaron entre seguir a Lorenzo Miguel e Isabelita o apostar al golpe de Estado de la mano del gobernador bonaerense Victorio Calabró.
La primera de las vendettas fue el 12 de octubre en el restaurante Mi Estancia, entre Varela y Quilmes, donde la banda de Aníbal Gordon asesinó a Cicuta y a otro guardaespaldas de la UOM.
Según Ricardo Carpena y Claudio Jacquelin, en su libro El intocable (1994), esa interna se cargó a 16 de sus integrantes, que se mataron entre ellos.
Un sobreviviente de esas retaliaciones fue otro Polaco, Norberto Osvaldo Cipolat, que también transitó el sendero de las armas desde la extrema derecha irregular. Tanto que a finales de aquel 1975, cuando el Conurbano sur se incendió por la toma del batallón Viejobueno, este Polaco presumirá:
–De pasada, me puse a disposición del Ejército. Así me ligué este tiro en la pierna.
Reciclados
Los disparos que dieron en las extremidades inferiores de Solanas fueron media docena, de calibres 22 y 9 milímetros. Esa noche del 22 de mayo de 1991, al ser informado de que el Presidente Carlos Menem le enviaba a su médico para examinarlo, Pino lo hizo echar de la clínica. Siempre estuvo convencido de que los pistoleros respondían a la voluntad presidencial ya que el “callate la boca” estaba motivado en sus denuncias sobre los negocios con las Galerías Pacífico y la privatización de YPF.
Es que con las metáforas carnestolendas que había publicado la revista Noticias desató la primera de tres querellas por parte de Menem. El 21 de mayo ratificó sus dichos ante el juzgado federal de Martín Irurzun. Al otro día fue al laboratorio Cine Color en Vicente López. Ya de noche, salió por el estacionamiento acompañado del músico Pablo Ziegler. Allí, además de los pistoleros, vio a otros dos hombres con walkie-talkies.
Pero debió esperar un mes y medio a que el juez Juan Carlos Tarcia se dignase a tomarle declaración, gracias a la insistencia de su abogado Julio Raffo. Por esa vía —deslizó— pudo saber que funcionarios cercanos al ministro del Interior Julio Mera Figueroa señalaron como autores del atentado a miembros de “la cueva ocho de la SIDE”.
Los Servicios
El Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE) nutrió o reclutó a mucha de la mano de obra de la extrema derecha conocida como Triple A, aunque no reconocieran ni un mismo origen ni idénticos intereses. Después del Golpe del ‘76, algunos –como "El Oveja" Goi– terminaron asesinados por los militares; otros –como Gordon– continuaron con la represión ilegal.
Varios se reciclarían en democracia. Uno de ellos, Francisco “Chicho” Basile, se postuló a concejal en 1985 por el FreJuLi que enfrentó al cafierismo, pero pronto negoció y obtuvo la Secretaría de Gobierno con el intendente Julio Carpinetti. Desde ese puesto, Cipolat fue contratado por Basile, que militaba con Felipe Romeo, fundador de la revista El Caudillo. Pronto se conocieron sus antecedentes paramilitares y debieron esconderse del Poder Judicial hasta 1989, cuando Duhalde llegó al gobierno. Desde entonces, Mércuri cobijó a varios ex CNU en la Legislatura provincial.
Hacia 1991, cuando Carpinetti buscaba ser reelecto para un tercer periodo, el Polaco Cipolat alegaba ser su jefe de seguridad municipal, aunque lo entendía a su modo. Según se publicó por entonces, fue a amedrentar a Jorge Díaz, director de El Bisturí, por el contenido de su revista. Como no lo encontró, ofendió a la hija, amenazó con ultrajarla y hasta “desaparecerla”.
Cipolat y Chicho pasarían a ser acusados por delitos de mayores dimensiones: el robo de naftas a YPF por medio de una pinchadura casera que produjo el estallido de un depósito en Dock Sud. En junio de 1991 fueron detenidos por asociación ilícita, defraudación al fisco, robo de combustible y tenencia de arma de guerra.
Al mes, en Claypole, cayó Leonardo Save, prófugo desde 1983. Integraba con Gordon y Raúl Guglielminetti el grupo de torturas del centro clandestino Automotores Orletti. En 2010 sería reconocido por la primera nieta recuperada, apropiada por Eduardo Ruffo: Carla Graciela Rutila Artés, quien también reconoció a César Enciso.
El quilmeño “Pino” Enciso había sido uno de los perpetradores de la masacre de Mi Estancia. Terminó siendo el yerno de Otto Paladino, jefe de la SIDE entre el interregno de Isabelita a Jorge Videla. Junto con Gordon, estuvo entre los que Guillermo Patricio Kelly denunció por su secuestro en 1983. Anduvo escondido hasta que Cipolat, indagado por el robo de nafta ante el juez federal Alberto Durán, confesó que ambos habían baleado a Solanas. Enciso se refugió en Brasil donde adoptó una nena para no ser extraditado. Hasta enero de 2011, cuando cayó detenido. El año pasado, enfermo, fue sacado de la cárcel de Ezeiza para ser internado en Quilmes, donde murió en el mes de la primavera previo a las elecciones.
Paredón y después
Hacia marzo de 2010 una veintena de organizaciones por Memoria, Verdad y Justicia en Varela emitieron un documento a 34 años del golpe en el que exigían “Justicia con los cómplices locales de la represión”, entre los que nombraron a “Norberto Osvaldo Cipolat (personal civil de Inteligencia que prestó servicios en el Batallón de Inteligencia 601 durante 1976 a 1983)”. El pedido de abrir los archivos municipales de la dictadura continuó por años.
En septiembre de 2010 Cipolat protagonizó un altercado en el Concejo Deliberante al amenazar y pretender golpear al edil Jorge Arellano, opuesto al pejotismo.
Una década después, Arellano respondió la consulta de El Cohete: “Cipolat venía al Deliberante de la mano del concejal Colombi. Y siempre con una actitud amenazante hacia mí. Tal vez porque tenía datos de inteligencia en donde figuraría que yo era un militante de izquierda; por mi pasado en el armado del Frente del Sur que llevó a Pino Solanas como candidato en la Capital”.
A pesar de que la afrenta al edil motivó el repudio de la comunidad a través de la prensa y fue llevado a la Legislatura por el senador Daniel Expósito, Cipolat siguió cobrando de la democracia. Al menos hasta que Guillermo Ñañez, director de Derechos Humanos de la Municipalidad desde 2008, fue consultado. “Era culata de Colombi y se ponía a gastar a los concejales. Me preguntaron y dije que no podía estar ahí alguien vinculado a la derecha antidemocrática”, recordó para El Cohete.
Cipolat se las arregló para seguir bajo el ala de Omar Colombi, quien había obtenido su banca por el partido de Francisco De Narváez, triunfador provincial en 2009. Siguieron juntos cuando, desde 2012, Colombi se fue al incipiente Frente Renovador de Sergio Massa y cuando hacia 2015 promovió la candidatura a gobernador de Martín Insaurralde.
Consultado para esta nota, Colombi defendió a Cipolat: “Hay gente que es prejuiciosa con la gente que ha estado presa. Yo creo que si el hombre se equivocó y pagó su culpa debe tener una oportunidad. Además, yo lo conozco desde la época de la Intendencia de Carpinetti. ¿Cómo no iba a darle una mano a un compañero? Este hombre es un buenazo, usted viera. Hasta ha formado pareja, eh”, dijo desde su local en Brown entre Bocuzzi y Perón, del centro varelense, en el que prepara su campaña con los macristas de base peronista Monzó-Frigerio.
Carpinetti no pudo ser consultado ya que agoniza en terapia intensiva a causa del coronavirus.
¿Qué hace ahora?
Si es por viejos compañeros, quien debería dar algunas respuestas es Jorge De Rosa, concejal entre 1991 y 1995, actual vicepresidente del PJ en Varela e histórico dirigente del gremio municipal. Allí Cipolat es chofer y da seguridad como sereno en el camping del Sindicato de Trabajadores Municipales de Varela (STMFV).
De Rosa se encumbró como secretario de Acción Política en la Federación de Sindicatos de Trabajadores Municipales de la Provincia de Buenos Aires. Su puesto en el STMFV lo ocupa Darío Norberto D'Aquino, quien también supo ser concejal (tercero en la lista). Ambos dirigentes desde hace décadas son delegados al Congreso sindical.
A pesar de su breve tiempo a la sombra, Cipolat llegó a los 66 años con relativa impunidad. Tanta que ya no le importa exhibirse y sube sus fotos a las redes, aunque con una leve deformación en su apellido para no ser bien identificado: “CipolaK” escribe, con irónica K. Así aparece en varias publicaciones.
Sin embargo, el sitio Dateas no reconoce ese apellido mientras sí registra 267 Cipolat. Uno de ellos, Norberto Osvaldo, CUIT 20-11455039-7 no tiene homónimos en el padrón de la AFIP. El DNI de ese CUIT también coincide con el padrón de Florencio Varela. En el orden 417 figura este justicialista nacido en 1954 que en su Facebook, antes que su foto, había colocado un video de Juan Domingo Perón, aquel en el que refiere a que al enemigo no hay que darle ni Justicia.
A diferencia de las Abuelas que ven morir a los represores sumidos en el silencio, esta vez fue la víctima quien partió, no sin antes dejar su marca en el sicario. Es una pena que Cipolat no haya respondido a la requisitoria de El Cohete para preguntarle si conocía el origen de ese video tan usado por los antiperonistas. Vale informarlo a las generaciones que desconocen la frase “la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud”, a las que quizá se les escape la paradoja de que tal tramo corresponde a un largometraje filmado nada menos que por Fernando Pino Solanas.
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