–¿Qué análisis podés hacer de todo lo que vimos en Guernica durante las últimas semanas?
–Me parece interesante remarcar que lo que hemos visto en Guernica no es una novedad. El desarraigo y la migración de las zonas rurales a los núcleos urbanos ha sido una constante en los últimos 70 años, debida a la falta de políticas y oportunidades por parte del Estado nacional para las zonas productivas. Y está bueno que este tema se haya instalado en la agenda para debatir. Sobre el caso puntual de Guernica, que es lo que conozco porque estuve en contacto con Teresa García (Ministra de Gobierno) y Andrés Larroque (Ministro de Desarrollo Comunitario), me consta que hubo un trabajo impresionante y que se agotaron todas las instancias para darle una salida mejor a muchas de las familias que estaban en esa situación de tener que ocupar un terreno porque no tienen ni tierra ni vivienda. Lamentablemente sobre el final primaron otros tipos de intereses políticos y económicos, que forzaron a que la instancia de negociación se tornara inviable. Y la Justicia finalmente tomó una decisión. Vivimos en un país republicano, muchos se rasgan las vestiduras hablando de instituciones y república pero cuando se toman estas decisiones son los primeros en salir a criticar. Lo más importante es que yo lo veo a Larroque que sigue en contacto diario con esas familias que estuvieron en Guernica, que necesitan el acompañamiento del Estado y que la provincia no los abandonó. Creo que el trabajo del Gobierno de la Provincia está haciendo en torno a Guernica es importantísimo, a diferencia de los últimos cuatro años donde literalmente no se generó ni un solo lote con servicios. Ni siquiera te hablo de viviendas, te hablo de lotes con servicios.
–¿Creés que las escenas del desalojo y las críticas recibidas van a terminar afectando la imagen del Gobierno?
–No creo que hayan dejado un saldo negativo. Lo que sí demostraron es que el Frente de Todos, tanto en el gobierno nacional como en el provincial, dejó atrás las mentiras de la oposición. Es evidente que el macrismo todavía no hizo autocrítica y cree que con formato de cobertura mediática, presencia en los sets televisivos y generando miedo, incertidumbre y mentiras va a lograr mejores resultados electorales que el año pasado, tratando de instalar que nuestro gobierno no respeta la Justicia, ni las instituciones, ni la propiedad privada. Todo eso quedó claramente demostrado que es mentira y como molesta, hay reacciones violentas. Obviamente siempre que se gobierna se pagan costos porque hay que tomar decisiones. Pero quedó muy claro que este gobierno respeta las instituciones y las decisiones de la Justicia, a pesar de haber agotado todas las instancias para evitar lo que tristemente sucedió.
–¿Qué es el proyecto de ley de Arraigo que venís impulsando en la Legislatura?
–Nosotros hace tiempo venimos pregonando un modelo diferente para una Argentina que muestra una hiperconcentración de la población en núcleos urbanos. Hay muchas tierras en manos de pocos y muchos de esos pocos provienen además de capitales extranjeros. Cada vez vemos cómo se consolida más el desarraigo en las zonas productivas del interior. Uno de los ejes centrales para promover el arraigo tiene que ver con el acceso a la tierra y a la vivienda. Para acceder a una vivienda urbana ya existen algunos programas que están en ejecución, como el Procrear por ejemplo. Pero lo que no tenemos es un modelo de acceso a la tierra y a la vivienda para producir que sea destinado para cooperativas o pequeños y medianos productores. En las últimas décadas en las zonas rurales se ha perdido la tradición de producir alimentos localmente. Tenemos una situación histórica en la Argentina donde los productos llegan a la góndola con un promedio de mil kilómetros cada uno. Y por supuesto ese costo lo asume el consumidor. Esto sumado a que el negocio de miles de familias, tambos y emprendimientos productivos, porcinos y frutihortícolas ha dejado de existir. Es imprescindible volver a un nuevo federalismo, promover el arraigo y que las comunidades puedan desarrollarse en su territorio.
–Y en términos concretos, ¿qué es puntualmente lo que se propone en esta iniciativa?
–Lo que plantea el proyecto de ley es un sistema de créditos hipotecarios para que los pequeños y medianos productores, cooperativas o agriculturas familiares puedan acceder a la tierra y a la construcción de vivienda para poder producir alimentos. Todo esto a partir de la enorme cantidad de tierras fiscales que existen en manos de la Nación, de las provincias y de los municipios. Este proyecto va de la mano con otro que también he presentado y que promueve la producción agroecológica para disminuir la aplicación de los agroquímicos tradicionales que tienen un efecto nocivo para la salud y el medioambiente. Esto ya no pasa por algo ideológico sino que el mundo está reclamando este tipo de alimentos. Y de esta manera vamos a poder garantizar producción local de alimentos saludables y a precios justos porque se va a evitar ese costo logístico impresionante.
–Para fortalecer las economías regionales hace falta tener buenas conexiones. ¿Se van a mejorar las rutas?
–Nuestro planteo no se reduce solamente a un proyecto de ley. Nosotros planteamos un sentido absoluto de la organización de la Argentina y de la provincia en este formato, de volver a incentivar el desarrollo de las comunidades en las zonas productivas del interior. Todo programa de gobierno tiene que estar orientado a promover ese modelo: caminos rurales, rutas, autopistas, recuperación ferroviaria, nuevas universidades, conectividad, agua y cloacas. Todo lo necesario para que el que vive en una comunidad del interior pueda tener garantizadas las condiciones para el desarrollo.
–Vos que fuiste intendente ocho años, ¿cómo explicás el fenómeno de los que dejan su pueblo y van a la ciudad?
–Eso se debe a la falta de oportunidad laboral. Y es una cuestión estructural. Hay un estudio que hizo la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca que muestra que desde 1950 hasta hoy en todos los municipios del interior de la provincia de Buenos Aires la población ha ido disminuyendo. O sea que el desarraigo se ha ido consolidando en los últimos 70 años. Cuando vemos situaciones como las de Guernica o Entre Ríos no son novedades, son una consecuencia de aquello. Resulta fundamental que trabajemos en cambiar la lógica de organización de la Argentina para que las condiciones de vida en cualquier comunidad sean completas e integrales.
–La propuesta que planteás parece muy buena. ¿Pero es posible llevarla adelante?
- Sí. Absolutamente es posible. Cuando asumí la intendencia de San Antonio de Areco teníamos un informe de la Universidad Nacional de La Plata que advertía sobre los riesgos del desarraigo que se estaba viviendo en San Antonio de Areco. En ocho años logramos garantizar el acceso a la educación pública desde los 45 días de niños y niñas, incluyendo las localidades rurales, a partir de un programa de jardines maternales municipales. Y también incluyendo la educación universitaria, porque la última universidad nacional que se creó en Argentina es la de San Antonio de Areco. Otro dato: el desarraigo no solamente es del que se va. También está el desarraigo del que se queda pero sin poder acceder a ningún tipo de oportunidades: se queda sin poder laburar y sin poder estudiar.
–Con esto que marcás imagino los profesionales que se perdió Areco y las familias que quedaron separadas.
–Totalmente. En la Argentina se ha vivido una fragmentación en el último siglo. Esta es una realidad que está absolutamente probada y que se sigue probando. Nosotros en 1980 teníamos 400.000 explotaciones productivas con 30 millones de habitantes. En cambio 30 años después tenemos menos de la mitad de las explotaciones productivas de aquella época y 45 millones de habitantes. Es decir que ha avanzado un modelo de producción primaria, de monocultivo, que es solamente para el consumo animal. Y hemos creado una Argentina donde 6 de cada 10 pibes y pibas tienen problemas de hambre y de pobreza. ¿Cómo se explica esto si hay un mito de que producimos alimentos para 400 millones de personas? La verdad es que ese es un falso mito y tenemos el 70% de la población viviendo en el 0,5% de la superficie del país. Y en los 2.300 municipios que tiene la Argentina, el 98% tiene menos de 100.000 habitantes. O sea que en el 2% de la superficie de los municipios de la Argentina se concentra el grueso de la población. Es una locura.
–¿Qué sentís cuando ves al propio Presidente Alberto Fernández salir a destacar e impulsar tu proyecto?
–Me parece fundamental. Porque cuando la Vicepresidenta habla de convocar a un gran acuerdo nacional nosotros estamos convencidos de que el centro de debate para acordar con los sectores en cuestiones que pueden tener distintas miradas y aportes pero que son indiscutibles, es justamente volver a organizarnos de manera federal. Volver a generar este modelo de que las comunidades puedan arraigarse con desarrollo en sus territorios a partir de una Argentina que produce alimentos y energía, que son los recursos que el mundo más va a demandar en el siglo XXI. Podemos ser un actor destacado a nivel geopolítico y además generar las condiciones para garantizar el desarrollo interno a las familias argentinas. Nada mejor que el propio Presidente de la Nación ponga el tema en agenda y que podamos debatirlo, a pesar de la resistencia que tenemos del macrismo que ni siquiera teniendo mayoría y todas las posibilidades de avanzar en un proyecto de ley, porque tiene mayoría en el Senado, se ausenta de las reuniones de comisión donde tratamos el proyecto a las que si asistieron por ejemplo representantes de la Sociedad Rural y de la Federación Agraria. Evidentemente a la oposición no le interesa avanzar en este tipo de propuestas.
* Entrevista publicada en lanoticia1.com
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