Propuesta ante el avance de Covid-19
Las estrategias de distintos países y las lecciones que podrían aplicarse en la Argentina
En abril escribí una propuesta para intentar mitigar los efectos catastróficos de la pandemia que atravesamos y percibiendo que la estrategia del Ministerio de Salud de la nación era errónea o al menos insuficiente. Sintiéndome parte del proyecto político que hoy se lleva adelante en el país y con el objetivo de que dicha propuesta no fuera utilizada como herramienta contra el gobierno nacional por aquellos que sistemáticamente han destruido al país, intenté que la misma llegara a estamentos del gobierno sin hacerla pública. Esta propuesta consistía en incrementar las capacidades de testeo y rastreo como elemento central, sumado a cambiar el concepto de caso sospechoso ampliándolo a todo contacto con caso confirmado más allá de que presentara síntomas y a toda persona que manifestara un síntoma compatible con la Covid-19. A esto se sumaba el incorporar a las organizaciones sociales que ya tienen una fuerte presencia en los barrios para montar el operativo y la logística. El objetivo de esta propuesta era poder ir abriendo las actividades del país, sin que aumentara la circulación del virus a niveles incontrolables y de esa manera poder llegar al tiempo en que se pudiera obtener la inmunidad comunitaria por medio de una vacuna con un número bajo de muertes.
Desde el Ministerio de Salud se consideró que esta no era la solución y se decidió desde el principio no intentar contener la pandemia de forma activa, solamente retrasarla para fortalecer el sistema de salud. Es decir esperar los enfermos en la mejor condición posible, pero no evitar que se enfermen. Teniendo en cuenta que un confinamiento estricto no puede durar meses, era de esperar que en algún momento la circulación del virus aumentara. Pero por más que se fortaleciera el sistema de salud, era previsible que aun mejorando la atención que recibieran, muchos iban a morir y muchos iban a quedar con problemas de salud crónicos.
Al momento que hice la propuesta se realizaban 2000 test diarios con un porcentaje de positividad del 5%. Desde entonces hasta ahora ha corrido mucha agua bajo el puente. En los últimos 20 días /cinco meses después) se han realizado entre 15 y 28.000 tests de detección del virus por día con una positividad promedio del 45 %. El índice de positividad no varió cuando se realizaron 15.000 tests respecto a cuando se realizaron 28.000, lo cual es un indicio claro de que el virus está en expansión y que está claramente sub detectado. Italia en su peor momento en el mes de abril tenía un índice de positividad del 27%.
Frente a esta situación dramática, no se ven salidas viables que realmente puedan contener la pandemia y evitar muertes cuantiosas. Todas las propuestas que están circulando, teniendo en cuenta el estadio de circulación del virus en todo el país, no permiten proyectar que vayan a tener un desenlace positivo.
Frente a la desesperación de ver que la situación sanitaria se ha salido de cauces es que me siento en la obligación de hacer público este tema y plantear la discusión de las diferentes alternativas, si es que las hay.
En abril planteé que teniendo la ventaja de contar con la experiencia de otros países se podía trazar una estrategia basada en esa experiencia, sumando nuestras propias características. Esa oportunidad a mi juicio se perdió y lamentablemente lo realizado hasta hoy condiciona mucho las posibilidades de realizar lo que considero la única salida que eventualmente puede contener la situación desde el punto de vista sanitario.
Frente una circulación masiva del virus en todo el país, la única forma de poder tomar acciones efectivas para contenerlo, es crear un escenario similar al que teníamos hace 4 ó 5 meses, para luego intentar contenerlo a partir de testeos y rastreos. Para lograr ese escenario el único camino posible desde el punto de vista técnico es que haya una cuarentena absoluta en todo el país por 20 días. Pero esta cuarentena no tiene que pensarse como fin en sí mismo, de forma tal que la vayamos prolongando. Tiene que servir 1) para bajar la circulación del virus a una escala manejable; 2) generar la logística para poder realizar 100.000 test diarios y montar todos los equipos de rastreos.
Realizar muchos tests de por sí puede ser totalmente inútil si no hay rastreos, y por otro lado los rastreos pueden no servir si el resultado de los tests tienen una demora mayor a 24 horas. Por eso es necesario montar toda la estructura e involucrar a la población a través de las organizaciones sociales, parroquias o cualquier institución con inserción en el territorio, así como la participación de las instituciones nacionales con despliegue territorial, como el Ejército. Si embargo la verdadera dificultad de implementar un plan como este es política. A mucha gente le ha costado mucho sobrellevar estas medidas de aislamiento (en gran medida porque no tenían un final, ni había una estrategia clara asociada). Desde el punto de vista político, la pandemia ha sido utilizada como herramienta de desgaste al gobierno nacional. En estas condiciones para tener alguna oportunidad de que haya una respuesta positiva por parte de la población a un confinamiento absoluto, serían necesario construir el consenso político sobre la misma, con la premisa clara que sería por un tiempo limitado (el tiempo del ciclo del virus) y con el objetivo de poder implementar la estrategia de rastreos.
Este consenso político no debería hacerse de arriba hacia abajo (desde la presidencia hacia el territorio), sino que cada gobernador debería poder acordarla en una reunión con todos los intendentes de su provincia, que son los que están en el territorio y están viviendo el dramatismo de la situación. Esos intendentes deberán tener una activa participación en la organización y armado de la logística en cada municipio para poder hacer el testeo y rastreo.
Si miramos la situación de la pandemia en el mundo hoy, tenemos más elementos para sostener lo que decíamos en abril. A continuación agrego algunos ejemplos de la situación de distintos países que han optado por diferentes estrategias:
Confinamiento fuerte inicial (obligatorio o sugerido por las autoridades) acompañado por testeos y rastreos masivos con confinamientos parciales cuando se encontraba circulación comunitaria en un área determinada.
El ejemplo de Senegal es a destacar. Con la experiencia previa del brote de Ébola que sufrió en 2014, cuando la OMS dio la alerta de pandemia, puso medidas de restricción y en ese periodo armó un sistema de testeo y rastreo eficiente. Organizo laboratorios móviles con la capacidad de hacer testeos entregando los resultados en menos de 24 horas y en caso de necesidad a las pocas horas. Senegal no estaba preparado para atender en los hospitales las consecuencias de una pandemia y se adelantó a esa situación.
Confinamientos, a veces caóticos y largos o a destiempo, pero sin priorizar una estrategia de testeos y rastreos
Entre estos países, los europeos impusieron confinamientos estrictos cuando la situación estaba fuera de control. A partir de estos confinamientos pudieron bajar la circulación del virus y haciendo testeos y rastreos mantenerlo controlado. El caso de Italia es el más claro. Impuso el confinamiento cuando la situación sanitaria estaba fuera de control. A partir de ese confinamiento, bajó la circulación del virus, lo que permitió que realizando 100.000 test diarios y un rastreo riguroso pudiera controlar la situación. En la segunda ola que comienza en Europa es el que mejor está a partir de esa estrategia. Francia y el Reino Unido están realizando un gran número de tests, pero los resultados en algunos casos demoran hasta 7 días con lo que es imposible hacer un rastreo eficiente, y como consecuencia el número de casos aumenta y aumentarán las muertes. En el caso de España no se han armado la logística para realizar rastreos en forma extensa y hoy al igual que Francia está teniendo 10.000 casos y más de 100 muertos cada día.
Por último, tenemos también una tercera estrategia y es la que llevó adelante Suecia, que optó por no hacer confinamientos y apuntó a obtener una inmunidad comunitaria de forma natural y no por medio de una vacuna. Para ello se planteó aislar solamente a las personas de riesgo y dejar que los demás grupos poblacionales se infectaran. Los datos de Suecia son los siguientes: 10 millones de habitantes, 86.505 casos y 5.846 muertes. Esta estrategia en la Argentina vuelve a ponerse sobre el tapete por parte de los anti cuarentena. Si comparamos los resultados con los obtenidos por los otros países nórdicos, vemos que tiene una mortalidad 6 veces mayor en relación al número de habitantes. ¿Qué pasaría si se aplicara esa estrategia en países en donde la mayoría de los hogares son multietarios (en Suecia son muy pocos)? Imaginemos Vietnam, con 90 millones de habitantes aplicando la receta sueca. Si proyectamos los datos de Suecia obtendríamos que hubieran muerto no menos de 55.000 personas, pero como en Vietnam los hogares multietarios son habituales y el sistema de salud no es como el sueco, seguramente hubieran muerto el doble de esa cifra. Aplicando el sistema de confinamiento inicial, seguido de confinamientos localizados, acompañado siempre por testeos y rastreos masivos, en Vietnam solo murieron 35. Hubieran muerto tres mil veces más personas para alcanzar una inmunidad comunitaria que ni sabemos si Suecia alcanzó. Los estudios que hay hasta el momento, suponiendo un umbral optimista de inmunidad comunitaria del 50%, traducirían en Francia entre 100.000 y 450.000 muertes, y en Estados Unidos entre 500.000 y 2.100.000.
La experiencia mundial de estos seis meses nos pone frente a una clara disyuntiva. O dejamos que las muertes sigan aumentando y como ocurrió en Estados Unidos el periodo crítico se prolongue, en la medida que el interior del país recién está comenzando a sufrir la pandemia, o somos capaces de evitar ese desenlace haciendo un esfuerzo conjunto que nos lleve a un estricto confinamiento por un lapso acotado, acompañado de una estrategia clara de detección y rastreo masivos a la espera de contar con una vacuna que nos permita acceder a una inmunidad comunitaria. Encarar esta tarea no garantiza el éxito, pero quizás sea la única alternativa a esperar sentado la muerte de miles de personas.
* Biólogo especializado en inmunología. Docente e investigador en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Trabaja en el desarrollo de medicamentos por biotecnología. Ex secretario adjunto del gremio de docentes universitarios de 1986 a 1992.
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