NUNCA TE OLVIDES DEL SPUTNIK
Enterate por qué Putin le puso ese nombre a la vacuna y pasá un buen rato
Apenas arrancó esta pandemia a muchos se les dio por revisar otros casos similares en la historia de la humanidad, como la peste negra y la gripe española. Y justo cuando parecía que ese revisionismo histórico en pantuflas se había apagado, apareció Vladimir Putin, letal como un karateka, para retornarnos a los tiempos de la Guerra Fría, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética se disputaban la hegemonía en la Tierra, el espacio y también las pantallas de cine, la gran caja de resonancia de dos mundos en colisión.
Del hecho de que Putin haya bautizado Sputnik a su proyecto de vacuna se desprende que los rusos, aún a tres décadas del fin de su proyecto socialista, siguen reclamando su parte del crédito en la aventura espacial. Y lo mismo les corresponde en la historia del cine de ciencia-ficción, sobre todo en la especialidad de las películas sobre viajes al espacio.
Para cuando comenzó la carrera espacial, la Unión Soviética ya había producido algunas cuantas películas sobre el tema. Fue en 1959, apenas dos años después del lanzamiento del Sputnik, que se estrenó Nebo zovyot (traducción aproximada: El cielo llama), una encantadora cinta que será protagonista de una de las anécdotas más divertidas del cine durante la Guerra Fría.
Una expedición soviética llega a una estación espacial. Su gran referente es un importante ingeniero inspirado en el patriarca de la cosmonáutica rusa, el físico Konstantin Tsiolkovski. Al poco tiempo llegan en otra nave dos astronautas que vienen del mundo capitalista y son alojados con la hospitalidad propia de los hombres de ciencia. Resulta ser que ambas misiones persiguen el mismo objetivo de llegar a Marte, con la diferencia de que los capitalistas no medirán riesgos con tal de llegar primero y salen a las apuradas, y en el colmo de su codicia informan a la Tierra del inminente éxito de la misión, aunque lejos esté de ser así.
La noticia despierta al voraz monstruo capitalista y pronto se empiezan a vender terrenitos en Marte, pero lo que no saben es que algo salió mal y que los dos astronautas están a la deriva. Los colegas soviéticos no dudarán en ir al rescate en su nave llamada Patria, aunque esto signifique renunciar al sueño de visitar el Planeta Rojo. Y así nacerá entre ambos bandos la camaradería, el lado profundamente espiritual que representó para los soviéticos la aventura espacial. Tras un acto heroico, todos vuelven a casa sanos y salvos, al dulce hogar que los recibirá con cánticos y flores bajo la diadema protectora de la bandera roja.
Y ahora sí que arranca la historia de cómo Nebo zoyvot, toda una joya del cine espacial soviético con su primorosa estética futurista y pletórica de símbolos propagandísticos, va a llegar las salas de los Estados Unidos en plena Guerra Fría.
Resulta que en Estados Unidos estaba Roger Corman, el increíblemente prolífico productor y director, dueño de un talento imbatible para interpretar el gusto del público de su país. De algún modo Corman se las arregló para cruzar el telón de acero y visitar la URSS y volverse a casa con los derechos de varias películas de ciencia-ficción, entre ellas Nebo zoyvot, la cual lo sorprendió por la calidad de sus efectos especiales. Antes de partir, el productor yanqui puso al tanto a los soviéticos de que para poder estrenarla en su país iba a tener que disimular todo tipo de propaganda, lo cual se consideró más que entendible.
Otro de las virtudes de Corman era su ojo implacable para los nuevos talentos: Martin Scorsese, Joe Dante y John Sayles tuvieron sus primeros laburitos con él. La fatigosa tarea de desguazar, re ensamblar y en definitiva americanizar Nebo zoyvot le sería encargada a un joven de 20 años, que con buen tino firmaría el engendro con el seudónimo de Thomas Colchart. El título elegido sería Batlle Beyond The Sun, Batalla más allá del sol para el mundo hispano parlante.
El trabajo del joven Colchart consistió en borrar cualquier cosa que hiciera referencia al origen soviético del film; desde los símbolos hasta las escenas en que los hombres se saludan a los besos, porque suponemos que a los estadounidenses no les iba a agradar ver a sus astronautas besándose. Entre las imágenes eliminadas había una en la que aparece exhibido nuestro querido Sputnik, pequeño y orgulloso como pieza de museo. Tal acto de extirpación justifica sesenta años después cualquier chicaneada del karateka Putin.
Para ampliar la franja de espectadores (sobre todo para los fanáticos del cine clase B), se le añadió al final y sin ningún criterio narrativo una de las más horrorosas escenas en la historia del cine de género: dos criaturas extraterrestres en épica batalla, una con aspecto de vagina con dientes y otra como un sapo decapitado con un pene como brazo.
El argumento es más o menos el mismo que el anterior, aunque visiblemente entorpecido por los doblajes en inglés y por una voz en off esmerada en emparchar los evidentes huecos en la narración. En defensa de este experimento, hay que decir que la flamante Battle Beyond The Sun no fastidia con ninguna arenga política a esta altura innecesaria, ya que sus objetivos son claramente distintos a su predecesora.
Hay que decir que este experimento no es excepcional en la historia del cine, y de hecho otras películas soviéticas pasaron por este proceso de americanización,. Y también corresponde decir que esta es apenas una anécdota en las carreras de Corman y del joven director Colchart.
Corman, a sus noventa y tantos años, es toda una leyenda viviente del cine independiente con una cosecha descomunal de películas con algunos puntos altísimos como sus adaptaciones de los cuentos de Edgar Allan Poe. Venerado por los fanáticos del cine de género, tuvo otras aventuras interesantes como su visita a la Argentina en los años '80 para producir algunas películas, experiencia imborrable para quienes estuvieron cerca.
Más acá en el tiempo, en 2008, aquel aprendiz de seudónimo Thomas Colchart también tuvo su experiencia rioplatense que terminó siendo la que es acaso su peor película, incluso más desafortunada que Batlle Beyond The Sun. De todos modos, entre los casi cincuenta años que separan una con otra pudo darse el gusto de hacer algunas cosas interesantes como las tres partes de El padrino y Apocalypse Now, por sólo nombrar algunas.
Podría darse que Francis Ford Coppola deba inyectarse esa vacuna con la que Putin pretende poner las cosas en su lugar. Tal vez allí vez recuerde la vez en la que excluyó al Sputnik de su primera película.
FICHA COMPLETA
Título original: Nebo zoyvot – Battle beyond the sun / URSS / 1959 / Duración 77 min. / COLOR / Dirección: Mikhail Karyukov, Aleksandr Kozyr, Thomas Colchart / Guion: Aleksey Sazonov, Mikhail Karyukov / Música: Yuli Meitus, Carmine Coppola / Fotografía: Nikolay Kulchitskiy
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