LA POLÍTICA EN TIEMPOS DE PANDEMIA
La incompatibilidad entre la democracia y la infinita concentración de riqueza en pocas manos
Desde los orígenes de la memoria, los fenómenos que desestabilizan el orden imperante y conducen a la desintegración social han sido objeto de inquietud. Con el correr del tiempo, los relatos sobre catástrofes naturales, pestes y guerras derivaron en una reflexión sobre fenómenos que, siendo inherentes a la propia organización social, han provocado turbulencias y desintegración social.
Poco a poco el rumor de una incompatibilidad entre la concentración del poder económico y la participación ciudadana en el manejo de la “cosa pública” fue tomando volumen hasta convertirse, hace 1.900 años, en una música atronadora. Por ese entonces, Plutarco advertía a sus compatriotas griegos que la desigualdad entre ricos y pobres era la enfermedad más antigua y letal que había aquejado a las repúblicas. Al identificar a la lógica del poder económico como un factor disruptivo de la estabilidad de las instituciones políticas, Plutarco contribuyo a descarnar una grieta originaria, inherente a la vida en sociedad y basada en la dinámica de la concentración del poder económico.
Mucha tinta y sangre corrió desde entonces. La búsqueda de un orden político capaz de legitimar al poder económico derivó en la adopción de regímenes políticos basados en la democracia representativa. El funcionamiento de las instituciones democráticas y el voto popular habrían de consagrar al Interés General por encima de intereses sectoriales en pugna, neutralizando así los desequilibrios sociales provocados por la acumulación de poder económico. Sin embargo, los ciclos económicos inherentes al capitalismo: expansión, crisis, recesión y eventuales guerras, habrían de profundizar la grieta entre el poder económico y su legitimidad política. En 1941 Louis D. Brandeis, Juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, habría de sintetizar el problema: “Podemos tener democracia en este país, o podemos tener una enorme concentración de riqueza en pocas manos, pero no podemos tener las dos cosas al mismo tiempo” ( R. Nader, www.4president.org 25 6 2000).
Dos décadas después, la acumulación del capital en los Estados Unidos entraba en una nueva fase de expansión global caracterizada por una creciente maximización de ganancias y concentración del poder en todos los ámbitos de la vida social: económico, político, y cultural. Un capitalismo monopólico global comenzó a desparramarse por el planeta, integrando progresivamente a los sistemas de producción y a las finanzas mundiales e incorporando a regiones y países con sistemas políticos e ideologías diferentes. Esta expansión global fue posible gracias al monopolio de una tecnología de punta asociada a una industria de guerra en perpetuo estado de combustión. Esto último impactó sobre la estructura institucional norteamericana, afectando la legitimidad de las instituciones políticas e impulsando la emergencia de una estructura administrativa basada en la seguridad nacional. Sobre este andamiaje se montó un dispositivo institucional más amplio con ramificaciones en la sociedad civil, que en otras notas hemos definido como un Estado en las Sombras.
En esta fase del capitalismo, la grieta originaria ha salido progresivamente a la intemperie y se ha irradiado al resto del mundo. La violencia pasó entonces a dominar la escena política mundial. La ocupación militar de países y regiones, la militarización de la política económica, los golpes blandos, el lawfare y las revoluciones de colores han estado a la orden del día. En un contexto de crecientes desequilibrios económicos y sociales, la pérdida de autonomía de los Estados nacionales frente al poder adquirido por los monopolios ha contribuido a intensificar conflictos sociales y geopolíticos en distintas partes del planeta. La difusión descontrolada de armamento nuclear y biológico ha creado las condiciones para que un conflicto de índole secundaria derive en un estallido militar de consecuencias imprevisibles para la vida humana en el planeta.
A este mundo llegó la pandemia, y sus cimbronazos han afectado tanto a la economía y a las finanzas globales como a los conflictos geopolíticos y a las instituciones de diversos países tanto del centro como de la periferia. El descalabro sanitario ha acelerado los enfrentamientos dentro de las élites políticas, desnudando con rapidez meteórica el grado de fragilidad de las instituciones existentes. En el contexto de una crisis sistémica, la movilización en demanda de participación y control de gestión abre una ventana por la que los ciudadanos de a pie pueden hacer escuchar su voz e impactar colectivamente sobre la realidad política.
Geopolítica, monopolios tecnológicos y protesta social
La titular de la agencia federal a cargo de las elecciones el próximo mes de noviembre confirmó esta semana que existe una alta probabilidad de que los resultados electorales no se conozcan de inmediato y advirtió a la población sobre la información que circula por Internet, pues la misma podría ser falsa e impulsada por Rusia u otros intereses foráneos para afectar al resultado electoral (zerohedge.com 11 8 2020). Paralelamente, una directiva reciente del Director del Counterintelligence and Security Center del Office of the Director of National Intelligence, ha advertido a la población que Rusia busca el triunfo de Donald Trump en las elecciones y está tomando medidas para que esto ocurra. Al mismo tiempo, se advierte que China e Irán influyen de manera similar para que Joe Biden, candidato de los demócratas, triunfe en las elecciones (bloomberg.com 7 8 2020, zerohedge.com 8 8 2020) Así, desde distintas áreas del Estado se impulsa un clima de creciente tensión geopolítica, destinado a perdurar independientemente de cual sea el resultado electoral.
Trump sigue en parte este guion, intensificado su ofensiva contra China con el objetivo de movilizar a sus seguidores políticos. La guerra de tarifas se ha transformado en una guerra tecnológica que busca, entre otras cosas, cortar el abastecimiento a China de chips de computadoras o semiconductores, indispensables para todo tipo de equipamiento militar, desde el más simple al más complejo. Un puñado de corporaciones norteamericanas controla la producción mundial de estos chips. China depende estrechamente de su importación, para lo cual invierte más dinero del que gasta en la importación de petróleo. (economist.com 1 12 2018).
Recientemente Trump intensificó el bloqueo, amenazando con severas sanciones económicas a la empresa taiwanesa TSMC si continuaba con los envíos a China. TSMC es el principal proveedor de chips a China. Esta medida y el envío a Taiwán de un alto representante norteamericano han elevado la tensión, llevando a China a acuartelar fuerzas frente a Taiwán, acusando al mismo tiempo a Estados Unidos de interferencia en sus asuntos soberanos. En respuesta, Trump ha enviado dos aviones de combate de B-2 (stealth bombers) para proteger a Taiwán (zerohedge.com 4, 9 y 13/ 8 2020).
Mientras Trump busca desarticular el comercio tecnológico con China, un puñado de monopolios tecnológicos norteamericanos busca aumentar su penetración en la economía y las finanzas chinas e intenta comprar los activos globales de la empresa china TikTok, acusada por Trump de espionaje y conminada a salir del país. Según la CIA no hay evidencia de su supuesto espionaje para el gobierno chino, sin embargo TikTok ha facultado información de sus usuarios a distintos departamentos de policía norteamericanos (reuters.com 9 7 2020, zerohedge.com 4, 8, 11/ 8 2020).
Entre los demócratas prolifera el retiro estrepitoso de apoyo moral, financiero, digital y social a personas, empresas o entidades mediáticas consideradas inaceptables por cuestiones raciales (cancel culture), a la vez que los sectores más progresistas, que se oponen al establishment del partido, avanzan con triunfos electorales en varias primarias importantes. Paralelamente, grupos minoritarios identificados con Antifa han provocado disturbios violentos en distintas ciudades. El Procurador General William Barr ha definido recientemente a Antifa como “bolcheviques que han querido derrocar al Presidente Trump desde el primer día que este asumió, impulsando su juicio político en el Congreso” (foxnews.com 9 8 2020, zerohedge.com 10 8 2020). Sin embargo, por ese entonces Antifa no existía en el horizonte y el juicio fue promovido por altos funcionarios de los organismos de inteligencia que son actualmente investigados por el propio William Barr, acusados de falsear la evidencia utilizada por las autoridades demócratas para iniciar el juicio político.
Mientras tanto, se acentúa la desconexión entre una economía en recesión y la creciente concentración del poder financiero de un puñado de corporaciones tecnológicas. La pandemia, a su vez, continua con su avance arrollador. En este contexto convulsionado la militarización de la seguridad interna emerge a la luz del día y distintas versiones del fascismo parecen impregnar al establishment político de los dos partidos que se enfrentarán en las próximas elecciones.
Argentina: la vacuna y el rol del empresariado nacional
Esta semana un rayo de luz ha iluminado las turbulencias políticas ayudando a definir quién es quién y cuál es su juego en esta emergencia nacional.
Un Macri derrumbado en las playas de Saint Tropez convocó esta semana a sus huestes a sabotear en el Congreso y en el Poder Judicial cualquier intento de reforma judicial. Paralelamente, Rodríguez Larreta sumó a Marcos Peña para que lo asesore en su campaña presidencial (letrap.com.ar 11 8 2020) y el macrismo se prepara para festejar el aniversario del fallecimiento del General San Martín con manifestaciones callejeras contra la cuarentena y la “infectocracia”. Al mismo tiempo, los contagios y las muertes aumentan imparables y colapsa el sistema de salud en el norte del país.
En este contexto, el gobierno anunció esta semana la producción de la vacuna contra el Covid-19 del grupo Oxford/AztraZeneca por el laboratorio nacional mAbxcience. Esto implica un reconocimiento a la excelencia científica y tecnológica del país en un rubro de importancia estratégica y asegura la disponibilidad inmediata de la vacuna ni bien la misma sea aprobada. Constituye así un éxito político y diplomático y brinda una esperanza a una población que, si bien sigue inmersa en una situación económica muy difícil y siente el agobio del largo encierro, aun confía en la política seguida por el gobierno para combatir al virus.
Hay, sin embargo algo más: esta ocasión ha permitido proyectar al primer plano de la escena política una conducta empresaria que es la antítesis de la que han seguido hasta ahora los grupos empresarios que dominan monopólicamente sectores claves de la economía. Hugo Sigman, titular junto con su esposa, Silvia Gold, del holding Insud, propietario del laboratorio mAbxience, ha dicho que empezarán a producir la vacuna inmediatamente, antes de que la misma sea aprobada. La empresa asumirá los costos en la eventualidad de que la vacuna no sea aprobada y no se pueda vender. Asimismo, el laboratorio suspenderá toda otra producción en marcha durante estos meses, para evitar una posible contaminación. La vacuna se venderá, si es aprobada, a un precio de entre 3 y 4 dólares, algo que contrasta con las cifras que esperan ganar los grandes laboratorios involucrados también en la producción de otras vacunas para el Covid-19.
Esta disposición a asumir una pérdida considerable y a contentarse con ganancias módicas para colaborar ante una emergencia nacional contrasta con la angurria de los mega empresarios del país, incapaces de ofrecer nada a cambio de los subsidios, exenciones impositivas, pago de salarios, moratorias de viejas deudas y otros beneficios que exigen al Estado para capear la brutal recesión económica. Contrasta con las ganancias especulativas aprovechando las brechas en los tipos de cambio y la posibilidad de sobrefacturar importaciones, prácticas comunes en determinados sectores empresarios. Contrasta también con las ganancias extraordinarias de los bancos, sustituyendo el otorgamiento de crédito a tasas razonables por la especulación con la bomba de las LELIQs y los pases, que gracias a la emisión del BCRA representan hoy el 107% de la base monetaria. Estas letras y pases están hoy colocadas a tasas del 38 y 19% respectivamente y han acumulado intereses por $380.000 millones. Todo una friolera, en momentos en que el gobierno no tiene más remedio que seguir emitiendo para mantener el precario andamiaje de subsidios, IFEs, salarios, etc., que desembolsa cada mes para que la economía y el país no exploten en plena cuarentena.
La pandemia ha contribuido a desnudar no sólo la enorme desigualdad económica y social, sino también la fragilidad de una estructura institucional sometida constantemente al embate de los sectores económicos más poderosos. Sin embargo, también brinda la oportunidad para exigir “más sacrificios” a los mega empresarios angurrientos de poder y para organizar y movilizar a los sectores sociales excluidos. De esta forma se podrán impulsar los cambios de política económica necesarios para que la post-pandemia no reproduzca la matriz productiva y las relaciones de poder que engendraron el caos actual.
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