EL CAPITAL NO SABE DE CUIDADOS
Las prepotencia patronal exhibida en en el tren Sarmiento refleja lo que pasa en el mundo laboral argentino
Fue noticia el colapso del servicio del Ferrocarril Sarmiento. Días atrás Trenes Argentinos había anunciado que 400 trabajadores dieron positivo al coronavirus en las líneas ferroviarias del AMBA. Sesenta ferrucas del Sarmiento dieron positivo de Covid-19 y 130 debieron ser aislados por haber mantenido un “contacto estrecho” o ser casos sospechosos, lo cual forzó la suspensión del servicio. En vez de llorar sobre la leche derramada, busquemos soluciones.
Cómo frenar el coronavirus
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) propone aplicar protocolos de seguridad y salud a nivel de empresa, en base al diálogo entre empleadores y trabajadores, que permitan un retorno al trabajo seguro y saludable y que actúen como una barrera frente a posibles nuevos brotes de contagio.
Los Comités Mixtos de Salud y Seguridad existen en todo el mundo. Son un ámbito de privilegio para el diálogo bilateral de patrones y empleados y resultan un freno a las injusticias que suceden en todos los países. Sin embargo, en la Argentina son apenas la excepción a la regla. No existen, salvo en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Los pocos constituidos son boicoteados por las patronales pese a haber sido incorporados en convenios colectivos. Tal es la resistencia, que no se convocan ni aún en situaciones de excepción como la actual pandemia. Si se hubiesen activado protocolos de un Comité Mixto como correspondería, la cantidad de contagios en control de trenes hubiera sido infinitamente menor y no colapsaba el transporte ferroviario del Oeste. Fácil de entender, difícil de lograr.
Qué hacer con la vuelta a la actividad
¿De qué sirve clausurar un local si en la vuelta al trabajo las condiciones en que se desempeña la actividad son las mismas? ¿Cómo conseguir una adecuada participación de todos sin una estricta prevención de riesgos basada en el estrecho conocimiento de causas, efectos y lugares? ¿Cómo conseguir la disciplina social y laboral necesaria para aislar el virus?
Los trabajadores, en especial los considerados esenciales, debemos bregar para que la seguridad y la salud laboral estén en el centro de las prioridades en tiempos de pandemia. Debemos hacernos a la idea de que el lugar de trabajo ya no volverá a ser el mismo. Cada empresa, cada sector, se ha convertido en un escenario donde se libran batallas decisivas contra la pandemia.
Es lamentable el caso de Montagne Outdoors, fábrica de mochilas, carpas, ropa, donde trabajan unas 400 personas. La empresa, que no tenía actividad encuadrada como esencial en la primera cuarentena, cerró sus puertas el 20 de marzo durante un mes. El primer sector en volver a trabajar fueron unos 10 trabajadores de mantenimiento, con la idea de acondicionar la empresa para el distanciamiento en la producción entre máquina y máquina, poner alcohol en gel en lugares estratégicos y otros arreglos menores.
En la semana del 10 al 15 de mayo ya trabajaban en Montagne unos 25 obreros de mantenimiento y se agregaron unos 30 costureros. En esa etapa fueron corroborados por el Sindicato Argentino de Manufacturas de Cuero 16 casos positivos. Se ingresaba por la puerta lateral de la fábrica, donde se les tomaba la fiebre y se los rociaba con alcohol rebajado. Todos se cambiaban amontonados en el mismo pequeño vestuario. Nadie pensó el protocolo ni por dos minutos. El contagio se propagó rápidamente y a la semana siguiente el sindicato exigió el cierre de la planta. Catorce días después se volvió a abrir y saltaron 4 casos más. Todo igual, pero peor.
Para los propietarios y administradores, la salud laboral debe considerarse como una inversión fundamental para proteger el propio capital, a los trabajadores y a sus familias, para asegurar la continuidad de sus compañías.
En el caso del Sarmiento, la representación gremial impuso cambios significativos ante el colapso del servicio. Un compañero que haya tenido contacto con uno que dio positivo y haya dado negativo al ser hisopado, a los pocos días tenía que volver a trabajar. Sin embargo, el planteo que hacen los médicos es que los síntomas aparecen a partir del quinto o sexto día, que se debería mantener un aislamiento por un mínimo de diez días. Lo que intentaba implementar ese protocolo era que una vez que hubieran pasado tres o cuatro días volvieras a trabajar.
La reactivación productiva con un trabajo digno que concilie la contención del virus y la recuperación económica es un objetivo que solo puede lograrse con la participación de los trabajadores, ya que las compañías solo han demostrado en todo el mundo su interés por priorizar la ganancia. En el colapso de la Línea Sarmiento, los delegados dijeron que “la actitud de la empresa en relación a los contagios es malísma. Nosotros los empujamos a realizar guardias mínimas para evitar los contagios entre los trabajadores. Dividíamos el sector en dos. Un grupo iba una guardia, y el otro grupo a la siguiente. Eso hacía que si un compañero de una guardia se contagiaba no tenía contacto con la otra guardia, lo que nos permitía asegurar la circulación de los trenes. En este último control, la empresa se vio desbordada porque tuvo que activar el protocolo por la cantidad de contagios entre los compañeros. Al activar su propio protocolo elaborado por el servicio médico de la empresa, se quedó sin personal. Ahora los delegados exigen (hasta ahora la empresa viene cumpliendo), que se haga un segundo hisopado antes de que el trabajador se reincorpore, es decir, tiene que volver con un hisopado con resultado negativo”. Un punto de vista razonable que tardó demasiado en ser atendido.
Cada trabajo es un mundo
En la mayoría de los variados e infinitos lugares de trabajo hay escaso cuidado por la proximidad física entre las personas y por la propia higiene personal, como en las líneas de producción de las grandes fábricas, los vestuarios de sanatorios o lugares de descanso de conductores, vigiladores o guardas del ferrocarril. Las grandes superficies de venta, por ejemplo, someten a sus asalariados a una presión para trabajar en condiciones límite de salud e ignoran los síntomas de aviso del Covid-19.
Las compañías de servicios, en especial las de limpieza a contraturno o mantenimiento, tienen lugares remotos de descanso en edificios y galpones donde se comparte el mate o cabecea un sueño en los descansos: son costumbres que hoy no se llevan con el virus. Los supuestos custodios de la cuarentena hacen escalas técnicas a bordo de patrulleros, que llevan termos y galletitas en el baúl y comparten a la vista de todos, abandonando tapabocas y máscaras.
Desde el Espacio Intersindical Salud Trabajo y Participación de los Trabajadores se realizó una encuesta sobre Normativas de Seguridad en Contexto Covid-19 en 1.200 casos de 160 establecimientos para cotejar los presupuestos puntuales con una realidad más amplia. Apoyados en la experiencia gremial de los integrantes de la Intersindical pudimos comprobar que la realidad está lejos de la política pública sanitaria. Las medidas de seguridad no están garantizadas por los empleadores, ya sean del ámbito público o privado.
Se detectaron varias fallas elementales: insuficiente provisión de artículos de limpieza, dificultades para sostener el distanciamiento social en el trabajo, desconocimiento total o parcial del protocolo ante compañeros con síntomas y/o diagnóstico confirmado. Se registró escasa capacitación e información sobre medidas de prevención. Casi no entregan tapabocas, que son autoprovistos por los trabajadores. Podríamos seguir con el listado, pero aquí interesa que pudo comprobarse que es mayor la garantía de cumplimiento de normativas y menor el contagio en los lugares de trabajo donde hay Comités de Salud y Seguridad que organicen la vida interna de los empleos.
La única verdad es la realidad
Para un buen diagnóstico que ayude a tender un cerco sobre el coronavirus hasta la llegada de la(s) vacuna(s), urge que se centralicen los informes nacionales por provincia y por actividad y las causas del rechazo de las ART. Esta información es pública por ley pero no se publica, una muestra del manejo discrecional de una millonada de pesos que se pierden en el submundo de los dineros dudosos. Las ART recaudan unos 11.500 millones y solo pagan (y no con plata de ellos sino de un fondo fiduciario) unos 500 millones, una fabulosa fuente de ingresos que no tributa a la sociedad derechos acordes a lo recaudado ni a sus ganancias. Las ART y la Superintendencia de Riesgos de Trabajo están ausentes. Deben asumir un rol decisivo en la salida de la pandemia con la capacitación, inspectores y presencia en los lugares de trabajo más allá de los afiches que repartieron para que los empleadores peguen en los lugares de trabajo.
Montagne no estaba autorizada para abrir: a la hora de los primeros contagios no era una empresa esencial, luego declaró ser “fábrica de barbijos”. Un hecho de fuerte tenor delictivo fue la obligación de trabajar que imponía a sus empleados pese a que la actividad no era esencial. Desde el mes de abril paga lo que quiere, no existe un acuerdo con el sindicato por el 223 bis pese a lo cual recibe del Estado un 50% del salario, que en muchos casos es lo único que paga.
En los permisos personales, que son declaraciones juradas, apretaban a los trabajadores para que se inscribieran como esenciales. Varios compañeros fueron demorados en estaciones de trenes por la policía porque no coincidía el trabajo declarado con lo que decía el permiso. La cantidad de enfermos por Covid-19 podría ser mayor; a varios no les dieron los certificados de los tests y la ART no quería hacerse cargo de la enfermedad profesional. Esa es la brutal verdad en el mundo del trabajo argentino.
Cómo cambiar la realidad
No hay dudas que debe ratificarse con una Ley de Covid-19 la inclusión en el listado de las enfermedades profesionales. De 72.786 casos que había a principios de julio solo 10.098 fueron reconocidos como enfermedad profesional, apenas el 13,87% de los afectados fue cubierto por ART pese a que el promedio de incapacidad laboral temporaria fue de casi un mes por persona.
Debería promulgarse una Ley de comités mixtos de salud y seguridad de alcance nacional para todas las empresas, con integración de las disciplinas necesarias para generar un enfoque inclusivo y de género, independientemente de la posterior adaptación en las negociaciones colectivas. Si el sector o la empresa cuentan con un servicio específico puede incorporarse alguno de sus miembros en el equipo bipartito. Es necesaria la capacitación continua y puntual acerca de los principios básicos sobre las normativas de bioseguridad en los lugares de trabajo, siempre dentro del marco de las políticas públicas.
Necesitamos herramientas para que la población trabajadora pueda sortear la voracidad empresarial. Este Comité deberá generar un plan de trabajo para el retorno a los lugares sostenido con medidas posibles de implementar, siempre con la mirada y conocimiento de los trabajadores.
Que se aplique lo que pide la OIT
La Organización Internacional del Trabajo sugiere un plan de 10 pasos::
- Establecer un equipo bipartito para organizar el retorno al trabajo;
- Decidir quién regresa al trabajo y cómo;
- Adoptar medidas de ingeniería y organizacionales;
- Adoptar medidas de limpieza y desinfección de forma regular;
- Promover medidas de higiene personal;
- Proveer equipos de protección personal y velar por su uso;
- Vigilar la salud de las personas trabajadoras;
- Considerar los factores de riesgo psicosocial y otros riesgos;
- Revisar y actualizar los planes de emergencia y evacuación;
- Monitorear y actualizar las medidas de prevención y control.
Que se aplique la ley: el artículo 19 del Convenio 155 de OIT establece que “las legislaciones nacionales deben prever la cooperación de los trabajadores en el cumplimiento de las obligaciones que incumben al empleador", y además añade que tal cooperación "en el ámbito de la seguridad e higiene del trabajo debe ser liderada por los representantes de los trabajadores”. El artículo 12.1 de la Recomendación 164 de OIT establece que “las medidas adoptadas para favorecer la cooperación deberían incluir el nombramiento de delegados de seguridad de los trabajadores, comités obreros de seguridad e higiene, comités paritarios de seguridad e higiene o ambos a la vez.”
En el documento presentado por la OIT a nivel mundial el 23 de marzo de 2020 titulado “Las normas de la OIT y el Covid-19 (coronavirus)”, se estableció que “será esencial instaurar un clima de confianza mediante el diálogo social y el tripartismo para aplicar de manera efectiva las medidas destinadas a enfrentar el brote de Covid-19 y sus repercusiones”. Señala que “el diálogo social a nivel de las empresas es esencial, porque los trabajadores necesitan ser informados y consultados y saber cuáles van a ser las repercusiones sobre sus propias condiciones de empleo y qué medidas pueden tomar por su propia protección y cómo pueden contribuir a contener esas repercusiones”.
Las consecuencias de la prepotencia patronal se exhibieron en el tren Sarmiento y son el reflejo de lo que pasa en el mundo laboral argentino. “Lo que está haciendo la empresa con el servicio de pasajeros es criminal. Si hubiesen activado los protocolos en tiempo y forma como correspondía, no hubiésemos tenido la cantidad de contagios que hubo en control de trenes. Hay supervisores internos que atentan contra el servicio y es algo que nosotros estamos en contra porque los que viajan en el tren son nuestros familiares, vecinos y compañeros trabajadores. Entendemos que ante una cancelación de servicios puede haber una aglomeración de personas que implicaría mayores exposiciones al contagio. En ese sentido, lo que hace la empresa es criminal”. Eso lo dicen los que están adentro y saben de qué hablan.
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