Sobre mi madre, la Queca
Hugo Kofman despide a su madre, figura fundamental del movimiento de derechos humanos
Aunque debería decir Sobre Nuestra Madre, porque así lo siente la militancia, que en Santa Fe la despidió con los mismos cánticos que la saludaban en cada acto: Madres de la Plaza, el Pueblo las Abraza. A lo que ella respondía, por el micrófono: Y las Madres de la Plaza abrazamos a este pueblo que lucha por sus derechos. No solo los 24 de marzo, sino en cada lucha gremial, social, estudiantil, de piqueteros, de inundados.
Luego decía algo así: Venimos en nombre de nuestros 30.000 hijos, que si no hubieran sido asesinados estarían hoy con ustedes, porque lucharon por un país con Justicia e Igualdad.
Con un lenguaje sencillo ella cumplía con uno de los objetivos que se habían propuesto las Madres: ser el puente entre la generación de sus hijos, con la nueva juventud, a la que le habían ocultado la historia. Así también socializaba la maternidad, al traer al presente no solo a su propio hijo, sino a todos, tal como lo había aprendido junto a Hebe y María del Rosario. Aunque en 2001 se separó de la asociación nacional.
A Queca le tocó afrontar la desaparición de Jorge en Tucumán en 1975, a lo cual llegó con una clara conciencia política. Como Directora de Escuela en Concordia había apoyado la formación de la CTERA, y luego de hecho había sido ganada por mi hermano como simpatizante de su organización, que proponía la Liberación Nacional y Social. Naturalmente entonces reivindicó la lucha de los 30.000 revolucionarios, de quienes se sentía orgullosa madre de uno de ellos. Los ex presos políticos la amaban, y los jóvenes descubrían un país oculto y rebelde en las innumerables charlas que daba en las escuelas y en sus vibrantes discursos de los 24 de marzo. A los jóvenes les decía que los militantes de los '70 lo dieron todo sin pedir nada a cambio. Así cultivó la idea de una militancia desinteresada y comprometida, como la de su propio hijo.
Conoció a Evo Morales en Bolivia cuando aún era dirigente del sindicato cocalero y viajó con otras Madres a muchos países, llevando el reclamo de Justicia que en Argentina estuvo proscripto y luego negado por las leyes de impunidad. Acompañó la Carpa Blanca Docente, la gira nacional de los Chicos del Pueblo, y no hubo lucha popular en la que no participara. Además de no faltar a la Plaza y a los juicios a los genocidas, cuando Néstor Kirchner tomó la histórica decisión política de hacerlos posibles. A los 90 años, testimonió con total entereza en el Juicio por su hijo en Tucumán.
La lucha de Queca trascendió por lejos los ámbitos de Concordia, su filial de Madres de origen, y la de Santa Fe a la que se incorporó en los años 80. Las persecuciones e insultos de la derecha le dieron más fuerza, y nunca pudieron con su sonrisa amorosa y su palabra certera que llegó al corazón de miles de argentinos y argentinas.
Hoy Queca ya es bandera de la lucha popular.
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