La Real Academia Española define desvariar como “delirar, decir locuras, despropósitos”. Este breve escrito ensayará la hipótesis de que la conducción de la principal fuerza de oposición atraviesa una etapa –taxativamente– de desvarío. Insisto, cuando propongo verificar esto en un sentido taxativo me refiero a que el término desvariar no está siendo utilizado de forma metafórica o eufemística. Desvariado. Literal.
Primero que nada es indudable que un calificativo tan severo merece una justificación acorde, solvente y responsable. Vamos pues.
La Secesión
Hoy día en nuestro país hay dos políticos que consideran la secesión de su terruño del resto de la República Argentina. El primero de ellos es el Nigel Phillips, gobernador (ilegítimo) de una parte de la provincia de Tierra del Fuego (las islas Malvinas). El otro es Alfredo Cornejo, ex gobernador de Mendoza y presidente de la UCR. Su compañera en la conducción de la coalición Juntos por el Cambio y presidenta del PRO, Patricia Bullrich, alguna vez dijo sentirse preocupada por supuestas actividades secesionistas de integrantes de la RAM mapuche: “Atrás de la RAM hay una organización inglesa que es su principal aportante. Lo tenemos absolutamente confirmado… ellos quieren sacar a determinadas personas que dicen que usurpan sus tierras que son extranjeros y por otro lado son financiados por un Estado que en Argentina… o por lo menos tiene cierto conflicto con nuestro país”. Hasta el momento la presidenta del PRO no se ha manifestado por los conflictos del presidente de la UCR respecto a la argentinidad de Mendoza. Que no haya confusión, no sorprende el derecho del ciudadano Alfredo Cornejo a manifestarse como le dé la gana. Pero Alfredo Cornejo no es el presidente de la “Ezquerra Republicana de Mendoza” o del “Partido Nacionalista Mendocino”, es el Presidente de la Unión Cívica Radical y de la conducción de lo que hasta hace meses era la coalición gobernante del Poder Ejecutivo de la República Argentina (toda entera).
La Carta Ética de la UCR establece entre otras cosas lo siguiente: “Respetar la soberanía de los Estados nacionales y evitar la ingerencia (sic) en sus asuntos internos, propendiendo al diálogo, la concordia, la cooperación y el intercambio entre los mismos. Ratificar la legítima e imprescriptible soberanía argentina sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes”. ¿Cómo es posible que las legítimas expresiones del ciudadano Cornejo en torno a la independencia de Mendoza sean compatibles con la agenda del presidente de un partido nacional que ha gobernado los destinos de la República Argentina en más de una oportunidad? ¿Cómo se puede llegar tan lejos? Más adelante ensayaremos alguna respuesta.
Fabián Gutierrez y Santiago Maldonado
A tan solo horas de que fuera encontrado el cuerpo brutalmente asesinado de Fabián Gutiérrez, la conducción de Juntos por el Cambio (es decir Cornejo, Bullrich y Maximiliano Ferraro) emitió un incendiario comunicado en el que calificaron un crimen del que fácticamente no conocían ninguna circunstancia como de “extrema gravedad institucional”, porque la víctima “confesó ante la Justicia haber sido testigo de los circuitos de corrupción del kirchnerismo”. Es conocido el revulsivo que estas declaraciones provocaron en el oficialismo y en buena parte de la misma oposición. Particularmente curiosa fue la “no defensa” que ensayó Bullrich frente a las críticas del Presidente Fernández: “Le recuerdo que Ud. fue uno de los primeros en vincular a nuestro gobierno con la desaparición de Maldonado”. Asume implícitamente la falta, pero le dice al otro que lo suyo fue peor.
¿Fue peor? En el caso de Santiago Maldonado el Ministerio de Seguridad resolvió no aplicar suspensiones preventivas a los efectivos de la Gendarmería Nacional que participaron del desalojo de los miembros de la comunidad mapuche Pu Lof Cushamen que cortaron la ruta 40. La orden del juez interviniente fue la de desalojar la ruta. Sin embargo, desconociendo esta instrucción, comenzaron a perseguir a los manifestantes por fuera de su área de jurisdicción, produciéndose en circunstancias que todavía no han sido aclaradas el ahogamiento de Santiago Maldonado. En diciembre de 2019 la Camara de Casación Penal ordenó la reapertura de la causa para averiguar entre otras cosas “si hubo abandono de personas u omisión de auxilio” por parte del personal de Gendarmería.
Aquella determinación de Bullrich resultaba completamente incomprensible a la luz de lo que establecen las leyes, antecedentes de su propio gobierno, la experiencia internacional comparada, el sentido común y las buenas prácticas gubernamentales. ¿Qué explicación dio el gobierno? La Ministra afirmó ante dos Comisiones del Senado: “No los vamos a separar preventivamente, porque consideramos que no corresponde hacerlo hasta tanto la Justicia dé un veredicto respecto al tema”. La suspensión preventiva es un trámite administrativo que solo tiene sentido si es previo al “veredicto de la justicia”. No causa al suspendido ningún perjuicio laboral, salarial, previsional ni mancha su legajo.
La “Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas”, que tiene rango constitucional, establece en el inciso 4 del artículo 12 que los Estados Parte“deberán garantizar que las personas de las que se supone que han cometido un delito de desaparición forzada no estén en condiciones de influir en el curso de las investigaciones”. Es decir que la mera posibilidad de una desaparición en el marco del accionar de fuerzas estatales (stricto sensu lo que ocurrió al menos mientras no aparecía el cuerpo de Maldonado), requería la suspensión administrativa o preventiva porque es lo que la Ley manda. Aparentemente el Ministerio de Seguridad conocía la importancia de este instrumento. En abril de 2016 un informe de prensa del propio Ministerio de Seguridad daba cuenta que con motivo del ingreso de drogas a la fiesta “Time Warp” en Costa Salguero, dicho Ministerio suspendió preventivamente a seis efectivos de Prefectura Naval.
¿Qué observamos en la experiencia internacional? Una de las instituciones policiales más respetada del planeta, la Real Policía Montada de Canadá, considera que “la suspensión no es en sí misma una sanción disciplinaria. Las suspensiones son medidas preventivas creadas para proteger la integridad de la Real Policía Montada de Canadá (RPMC) y las investigaciones pendientes que originaron dicha medida”.
El único denominador común entre los casos Maldonado y Gutiérrez es el inapropiado accionar de Bullrich.
Exceso y desmesura
¿Cómo es posible que ante un conflicto interjurisdiccional por una obra de infraestructura el presidente de un partido nacional centenario menee el asunto de la secesión de una provincia? ¿Cómo es posible que se trate de sacar rédito político de un brutal asesinato? En definitiva: ¿cómo es posible que la conducción política de la principal fuerza de oposición haya llegado a un nivel tal de exceso y desmesura?
Quiero ser completamente sincero con el lector. Me siento mucho más seguro con el diagnóstico que con la causa de la “patología”. De manera que lo siguiente no es más que un ensayo o aproximación, una conjetura. Es claro que tras la derrota electoral de fines de 2019 y las circunstancias que la desencadenaron, se produjo una previsible crisis de identidad en la ex coalición oficialista. Asimismo, el paso del tiempo y el accionar de la Justicia han ido consolidando dos tendencias: alumbrar el saldo económico y social (desastroso) de la gestión de Cambiemos y el presunto poco valor por el respeto al estado de derecho y los valores republicanos que ejercieron muchos de sus integrantes.
Partimos del supuesto de que Bullrich, Cornejo y Ferraro no están clínicamente locos. ¿Y por qué el exceso y la insensatez? El historiador Yuval Harari examina una funcionalidad en el desvarío político: “Si la lealtad política se mide a través de la creencia en una historia verídica, cualquiera puede fingir tal lealtad. Pero creer historias ridículas y extravagantes exige un costo mayor y, por ende, es una mejor señal de lealtad”. La “historia verídica” de Cambiemos se torna crecientemente indefendible e insostenible. Ante un fracaso tan notorio en el campo de la gestión pública, sumado a un atropello cada vez más evidente realizado sobre las instituciones, a la ortodoxia de la conducción de ese espacio solo le queda apelar a una creciente oferta de excesos y disparates para preservar una identidad corporativa y la fidelización de al menos una parte de sus representados. Mientras tanto, los sectores críticos y moderados de ese mismo espacio se debaten entre “quedar pegados” y pagar los costos de tener que ser aquiescentes a tanta desmesura, o romper y arrancar fragmentados el difícil camino de otra construcción política. Muchos de ellos, que también fueron víctimas de esos atropellos, quizás deban considerar más profundamente dónde quieren quedar parados.
* Docente Universidad Nacional de Quilmes
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