El teatro de la “nueva normalidad”
A falta de la vacuna salvadora, el castigado mundo del espectáculo apela al ingenio
La indeseable pandemia dejó sin trabajo a Pablo Echarri y a Guillermo Francella, pero también a todos los boleteros y a los más esforzados luchadores del teatro independiente. Sin embargo, frente al abismo, todos se prepararon para un salto posible. A falta de la vacuna salvadora el castigado mundo del espectáculo se inyectaron poderosas dosis de streaming y desde escenarios aparentes salieron a ponerle el cuerpo a una pelea desigual. En los recientes 90 días se programaron infinidad de funciones virtuales, desde el Cervantes y La Plaza a Timbre 4, del San Martín a La Máscara y Microteatro; se vendieron abonos anticipados (Pague ahora, disfrute más adelante, decía una de las promociones); se realizaron ficciones de hasta 8 capítulos (por ejemplo Terapia en cuarentena, escrita por Marcelo Camaño con Carola Reyna, Coco Silly, Luciano Cáceres, Mercedes Funes y Violeta Urtizberea, entre otros) en la que al elenco no solo le tocó interpretar sino que se la debió ingeniar para maquillarse y peinarse, adecuar el vestuario con lo que había en el placard y además autoiluminarse y filmarse con teléfonos celulares; se organizaron concursos como el de Argentores por los cien años de la radio y el de obras cortas del Cervantes, que tuvo una respuesta fenomenal, más de 900 obras; salas oficiales y privadas apelaron a sus archivos de obras filmadas y los que disponían habilitaron su canal de YouTube como para no sentir que estaban ausente en la cartelera. Y hasta se patentó, probablemente para siempre, el sistema de la gorra virtual, pero eso sí —no vengan con pijoterías— a partir de 200 pesos.
Sí, es cierto, y positivo: nadie se quedó quieto. Eso no impidió que la paralización de actividades pusiera al rojo vivo la situación de centros culturales, clubes de música, espacios de circo, talleres de enseñanza artística, espacios cooperativos que ya desde antes de la cuarentena, y entre otras cosas producto del estado de orfandad económica en que los había colocado los cuatro años del macrismo, tenían serias dificultades para cumplir con las obligaciones del mes, desde alquileres a los servicios. Pese a las gestiones, nunca obtuvieron la compensación de una tarifa diferenciada de luz y gas.
En estos meses el aislamiento obligatorio que mandó a todos a sus casas impidió el estreno de 328 espectáculos y generó la suspensión de 375 funciones, así como hizo naufragar más de medio centenar de giras (Fuente: Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica- APDEA). Esta entidad solicitó un ingreso de emergencia, calculado entre la cantidad de funciones no realizadas, la ocupación promedio de las salas y el valor de las entradas. Desde sectores privados y gremiales se movilizaron gigantescas sumas de dinero para intentar que la actividad no se hunda por completo, pero, es lógico, nada es suficiente. La Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (SAGAI) y la Sociedad Argentina de Autores (Argentores) están en la micro, asistiendo, de a uno, a los profesionales más desprotegidos y en la macro, en la incesante lucha por lograr que, de una vez, Netflix y plataformas similares comiencen a liquidar derechos autorales. Con un enorme porcentaje de desocupación en su nómina societaria, la Asociación Argentina de Actores ayudó con lo que pudo, en especial para que los afiliados pudieran seguir utilizando la obra social. En parecida dirección se movió la Asociación Argentina de Teatros Independientes (ARTEI) y Espacios Escénicos Autónomos (Escenas) representantes de las más de 400 pequeños y medianos lugares de actuación. Lo que movilizó el Estado nacional no fue menor, desde la implementación del ingreso de emergencia que subsidia la mitad de los sueldos de grandes empresas pasando por los importantes aportes que, en forma de programas especiales, pusieron a circular Cultura de la Nación y Cultura de la Ciudad, el Fondo Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Teatro, Proteatro. El Instituto de Cine anticipó pagos a rodajes no iniciados y reforzó subsidios a sindicatos y obras sociales que para que sus afiliados no se vieran privados de sus coberturas de salud.
En medio del drama, se registró un milagroso nacimiento. El ex Cine Arte y ex Buenos Aires Mon Amour (BAMA) fue reequipado a nuevo, a cargo de tres socios pertenecientes al mundo del audiovisual y hasta cambió de marca. El ahora Cine Arte Lumiere, cerrado igual que todos, ofrece funciones virtuales con estreno cada jueves. Lo cierto es que no todos tienen espaldas suficientes para un parate tan prolongado. Ahí, entonces, entran los valiosos recursos de la solidaridad. Un grupo llamado “Artistas Solidarios”, al frente del cual está el actor especialista en improvisación Fabio “Mosquito” Sancineto, ayuda a colegas con el envío de bolsones de comida y artículos de primera necesidad.
El protocolo a escena
En días recientes la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET, representante de unos 180 asociados en el país) y la Fundación Huésped (en la persona de la doctora Florencia Cahn) elaboraron un programa de tres etapas cuyo objetivo principal es la reanudación de actividades. La etapa número 1, de pre-apertura, incluye labores sin público, tareas de pre-producción y producción escénica (preparación de escenografía y vestuario), ensayos y realizaciones vía streaming. La segunda etapa prevé apertura de salas con ingreso limitado, posteriores habilitaciones progresivas a partir de 50 por ciento de la capacidad, hasta 75 por ciento y luego, más del 75 por ciento. La estación final se denomina de “nueva normalidad” establece modificaciones de horarios, diferentes patrones de ventilación e higiene e incluye, en algún momento, el uso completo de las instalaciones, aunque cumpliendo requisitos sanitarios. En un documento de 14 hojas de extensión prevé procedimientos novedosos que, sin duda, vendrán a cambiar costumbres arraigadas de la actividad:
- Entre el escenario y la primera fila de butacas se dispondrá, de una distancia de, por lo menos, un metro y medio.
- El inicio de la actividad con público será “con aforo limitado, con una concurrencia inicial equivalente a la mitad de la sala".
- No debe haber dos personas sentadas, una al lado de la otra, ni tampoco adelante o atrás.
- Las entradas se venderán con nombre y apellido de los compradores. Si hubiera más de una función se evitará que público saliente y entrante mantengan contacto. A la entrada de la sala, personal autorizado tomará la temperatura de cada asistente, que sí o sí deberán tener colocado tapaboca. El público deberá exhibir una declaración jurada de salud.
- Actores y actrices, músicas y músicos, mayores de 60 años podrán ejercer sus tareas, pero cumpliendo con todas las medidas de prevención.
El distanciamiento físico también regirá para algunas clases de puestas en escena, por lo que es probable que producciones musicales o textos que demanden movimientos de conjunto no podrán desarrollarse por el momento. Otro artículo (que conmoverá a las dos tradicionales máscaras del arte teatral, las que identifican al drama y a la comedia) señala: “Para las escenas que requieran mayor cercanía podrá utilizarse una máscara oficial”. Es posible que la legendaria atracción del teatro y del cine como hechos colectivos podrían padecer si los vademecum se ponen muy inflexibles. Hollywood volvió a poner en marcha a su maquinaria industrial, pero también desde allí llegan preguntas que no tienen respuestas claras todavía. ¿Se podrán seguir filmando escenas de sexo, de escenas colectivas, de besos, besazos y besitos o para estos clásicos del séptimo arte regirá, inexorable, el distanciamiento social?
Palabra de promotores
Casi tres meses después de haber colocado en la marquesina del Multiteatro Comafi, en Corrientes al 1200, un cartelón que decía “Bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”, el impreso con semejante declaración de principios tuvo esta semana una intervención de carácter esperanzador: “Falta menos”, agrega una franja. El empresario Carlos Rottemberg también contó esta semana por qué en marzo pasado anticipó que la temporada teatral 2020 tenía debut y despedida. “De todo el movimiento teatral en un año, el 80 por ciento de los espectadores concurren en el semestre abril- septiembre. Sólo un 20 por ciento lo hace en el semestre octubre-marzo, período fundamentalmente sostenido por las temporadas de verano de Mar del Plata y Carlos Paz. Entre abril y septiembre no solo se presenta lo fuerte de la cartelera porteña, sino que en ese mismo lapso se desarrolla todo el teatro independiente, la programación de los teatros públicos, las giras nacionales por provincias, más el plus generado por las vacaciones de invierno. Cuando algo como esta pandemia afecta a esos seis meses, para la industria la consecuencia es irrecuperable”.
En diciembre pasado, Roberto Bisogno atravesó uno de sus mayores dolores como empresario teatral. Tuvo que cerrar las puertas del teatro La Comedia, en Rodríguez Peña al 1.000, porque su explotación se le había vuelto económicamente inviable. En febrero, luego de la renuncia de Sebastián Blutrach, asumió como presidente de AADET, en donde ocupaba el cargo de primer vocal. Desde entonces, dice, “estamos todos al pie del cañón, tratando de que vuelva el teatro lo antes posible”. La mayor parte de sus actividades desde entonces tuvieron que ver con la posibilidad de obtener del Estado y para el sector una ayuda extraordinaria (que calcula en unos 2.000 millones de pesos), una asistencia a tasa cero y un período de gracia importante para la devolución para lo que aguarda un inminente encuentro con el jefe de gabinete Santiago Cafiero. “Mientras tanto –apunta Bisogno–, la efectivización del programa Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP) vino muy bien”. Se manifiesta conforme con el protocolo armado en colaboración con Huésped, “aunque está lleno de limitaciones, pero así será nuestra vida. En todo el mundo las restricciones son las mismas. Habrá que ver de qué manera el virus se interpone ante lo artístico. Tal vez, en principio volverán los unipersonales, los espectáculos de stand-up y si la pieza gira alrededor de una pareja, no sé, sus protagonistas deberían ser convivientes en la vida real”. Nos reímos ante la perspectiva. Puede ser una alentadora noticia para las varias parejas formadas en el ambiente artístico.
Sebastián Blutrach ejerce sus tareas en doble comando. Sigue siendo el propietario del teatro Picadero y codirige el Nacional Cervantes. Sabe de la existencia del protocolo (“Va a ser la referencia principal para una reapertura posible. Es un resumen de lo mejor que fuimos viendo de los protocolos internacionales”, explica) y está al tanto del movimiento teatral en modo virtual. “Más allá de los streamings antiguos veo que se comienzan a hacer algunos vivos, desde las casas o en estudios. También en los teatros. Anoche, en el Picadero, hicimos un tributo a Queen con Germán Trippel. Algunas cosas funcionan, la gente acompaña. Obviamente no compensa, pensando en la actividad en vivo, pero está bien que se vayan dando pequeños pasos. En algunos casos puntuales les resulta atractivo, no tanto por lo comercial sino por la posibilidad de ser visto por mucha gente”. Respecto al Cervantes Blutrach reconoce con tristeza que "en este 2020 el teatro permanecerá cerrado. Lo aprovecharemos para realizar algunos arreglos en el escenario, para avanzar en licitaciones que venían postergadas y por supuesto, para preparar el año que viene”.
A Bisogno le parece muy interesante la metodología de la gorra virtual. “Me gustó como lo están llevando adelante Timbre 4 y El Tinglado. Y la oferta gratuita de La Plaza: aunque no tenga impacto económico, sirve para fidelizar a tu público. Hay que tomarlo como un entretenimiento válido para el mientras tanto, como para decir, no me olvido del teatro y que el teatro no se olvida del público”. Entre otras tareas le tocará próximamente debatir con Argentores y con SADAIC una distribución equitativa del esquema de costos del streaming.
Rottemberg sigue pensando en abrir salas, de las más pequeñas a las más grandes, siempre bajo los protocolos sanitarios, pero no más allá de septiembre, “no tanto para salvar la actividad desde lo económico, sino para lo que llamo adelantar el miedo de la gente a volver a pisar una sala de espectáculos. Si esperamos al verano, eso afectaría no solo a las temporadas de Mar del Plata o Carlos Paz, sino incluso a la temporada 2021”. Blutrach tiene noticias frescas de España, donde su mamá Ana Jelín y su socia Liliana Morán tienen una sala. “Allá se están planteando la reapertura de salas, todas con limitación de aforos; se anunció que se hacía el festival de teatro de Mérida y en unos días el Teatro del Canal es el primero que abre en Madrid con un festival de danza”, informa. Bisogno piensa cuándo y cuánta gente volverá a los teatros, actividad en la que, afirma, “con restricciones en la capacidad total seguramente trabajaremos a pérdida”.
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