La riqueza se esconde en guaridas fiscales y detrás de maniobras complejas y estructuras sofisticadas, pero la desigualdad oculta brota por los poros de la sociedad argentina.
¿Hay peor lugar que las cárceles para el distanciamiento obligatorio? Tres penitenciarios infectados. Decenas de reclusos, aislados en forma preventiva. Dos muertos por la represión. La primera semana de otra curva ascendente.
Así como no se puede transitar libremente por el país por el coronavirus, hay que limitar de igual manera las operaciones con divisas y obligar a que se emplee el peso, nuestra moneda, como bien de cambio y de ahorro.
La pandemia reveló la ineficacia en el cuidado del derecho a la vida y la salud que tiene el modelo promovido por la arquitectura financiera internacional del liberalismo actual.
La batalla de un pueblo de la provincia de Buenos Aires para cobrarle a los grandes contribuyentes adelanta los embates de los próximos sesenta días en Nación.
El fracaso de los modelos orientados a las exportaciones y al endeudamiento abre la posibilidad de sustituirlo por otro orientado al salario y la inversión pública estatal, como primer paso hacia el desarrollo.
Está en juego algo más grande que la derrota de un virus: el fin de una civilización y de la vida humana. Frente a esta enormidad, lo último que se puede perder es la esperanza de un cambio.
Como si se hubiera contagiado con el virus del kirchnerismo, Clarín y La Nación levantaron el blindaje que protegía a Rodríguez Larreta, a quien ahora descubren autoritario y ladrón.
Vicky Montenegro, nieta recuperada, escribe la historia de la pérdida, encuentro y reconstrucción de su identidad, en un libro que bien podría leerse en las escuelas secundarias.
Solo el 31% de las mujeres en barrios populares de Argentina tiene un trabajo con ingresos y para el 34% la ocupación más relevante corresponde a tareas fijas en el hogar ,y sin sueldo.
Doce funcionarias, legisladoras, activistas feministas, expertas y representantes de las organizaciones de la sociedad civil responden a la pregunta en búsqueda de una respuesta colectiva.
La pandemia demuestra que la salud de la humanidad depende de la salud de la Tierra, sostienen 500 organizaciones ambientalistas y ecologistas de todo el mundo.
El cierre de escuelas abrió aislamientos múltiples. No todos los pibes viven. No es cuestión de computadoras. Sino nuevas formas de vinculación pedagógica para que el nuevo mundo virtual cierre con lxs chicxs adentro.
Usar herramientas existentes y poner a disposición de los Estados la tecnología para tomar más y mejores decisiones mejora la calidad e intensidad de la vida democrática.
Doblemente golpeada por los efectos del Covid-19 y del confinamiento, aplicado en sus muy diversas modalidades, Europa se interroga hoy cómo será mañana.
La pandemia parece haber adelantado la distopía del fin del trabajo y emergen discursos para darle la estocada final a la sociedad de trabajo cultivada en la posguerra.