Ezequiel Campa tiene una larga trayectoria que incluye series, películas, publicidades y novelas como Guapas, Todos Contra Juan y Mi Hermano es un Clon. Pero a sus 43 años, su carrera alcanzó su punto máximo gracias a Dicky Del Solar, un personaje que creó para ridiculizar a algunas de las cosas que rodean al mundo del rugby, y que se volvió viral: “Es mi momento de mayor exposición”.
—¿Cómo nació Dicky?
—En 2017 fui a San Isidro a hacer unos trámites y vi que los árboles tenían un listón amarillo atado, representando al color del Vaticano. Justo en el Senado se estaba empezando a debatir la legalización del aborto. Esa era la forma en la que la gente de la zona se manifestaba en contra. Yo conozco bien a esa sociedad, todo lo que es la religiosidad hipócrita y berreta que manejan, y me pareció gracioso hacer el personaje de un rugbier en contra del aborto, con su chomba y demás. Y empezó así, después creció. Ahora es una especie de opinólogo que no entiende nada: clasista, xenófobo, homofóbico, todo lo malo y terrible que puedas encontrar en una persona. Lo que más bronca me da es que siguen apareciendo noticias que hacen que me quede corto.
—¿Qué reflexión hacés sobre lo de Fernando Báez?
—Me la venía venir y no me sorprendió. Fue horrible, muy doloroso. Yo estuve en contacto con la familia, con los compañeros, además. No hay palabras. Lamentablemente era algo que yo sabía que iba a pasar, ya venían creciendo los casos. La semana anterior en Uruguay un rugbier le había roto la mandíbula a otro con una piña desde atrás.
—¿Sentís que ahí creció más tu personaje?
—Claramente tuvo una exposición que no tenía. Ya venía creciendo igual, pero con lo de Fernando explotó. En 2018 hice una obra que se llamaba Dicky Del Solar, hablemos de valores. Era algo más de nicho, lo que me gustaba era que había mucha gente que no distinguía si era algo real o sólo un personaje.
—Ya sabemos cómo es el vínculo de Dicky Del Solar con el rugby. ¿Cómo es el de Ezequiel Campa?
—En aquel momento, nulo. Jugué en el CASI durante más de diez años. Terminé muy asqueado y decepcionado de la gente, sobre todo de los mayores, porque los pibes a esa edad son adolescentes y si de arriba viene caca vas a ser caca también. Me fui asqueado con la hipocresía de los entrenadores, de los padres: el club, el honor, el compañerismo, todo ese verso que en la práctica no existe. Es puro bla bla y después: “Pateale la cabeza y si podés pisale un ojo”. Eso entre otras miles de cosas: el machismo, la homofobia, toda una cosa clasista horrible. Cuando me fui, el rugby empezó a cambiar: el try empezó a valer cinco puntos, que saque el line que pateó afuera en el penal. Pero por estas cosas de hacer el juego más televisivo y dinámico, se transformó en una porquería. Como veedor soy de la época de Hugo Porta.
—¿Hay falsos valores en el rugby?
—Siempre hay que aclarar que hay buena gente y que el deporte es sano, etcétera. Pero es muy hipócrita, porque habla mucho del compañerismo, del tercer tiempo y es el único deporte en el que yo veo que los violentos son los jugadores y hacen desastres afuera de la cancha. En la sociedad está la violencia, pero vos no ves a un equipo de fútbol entero pegándole a un pibe en un boliche. Eventualmente a uno no le llamaría la atención: rugbiers, están entrenados, queriendo irse a jugar afuera, están re cebados, son jóvenes, se agarran a piñas y uno diría: “Bueno, son trogloditas”. Pero estos pibes que contaminan el deporte también están metidos en esta pavada de los valores e ir a misa los domingos. Todo bien: agarrate a trompadas, pero no me vengas con los valores y que se salvaron del avión que se cayó en la Cordillera porque eran compañeros. Encima, la forma en la que pegan tiene que ver con la cultura, con cómo son ideológicamente: el más fuerte le pega al más débil, el más poderoso al menos, siempre a traición, siempre por atrás, nunca en igualdad de condiciones. Eso es el calco de cómo es ese estrato social.
—¿Te hicieron bullying?
—Yo jugaba en el CASI y hoy en día me escriben ex compañeros que nunca más vi, para decirme que a ellos les pasaba todo lo que describo. Son funcionamientos muy clasistas, muy discriminadores: el que no es de la zona es un negro, el que el padre no jugaba al rugby no es rugbier y eso te lo hacen sentir en el día a día. Hay grupitos, hay odio, hay bullying, todo lo que se te ocurra. Sobre todo en estos clubes que no son de barrio, ni de laburante. Es lo que yo viví en esa época. No creo que haya cambiado. Andá a hablar con el hijo de un portero en San Isidro al que le dieron ganas de ir a jugar al rugby, preguntale cómo lo trató el resto de los pibes en el equipo. Andá a preguntarle qué les pasó a los que jugaban en clubes de barrio y se pasaron al CASI.
—¿Cómo te tratan los rugbiers?
—Me escriben a diario, agradeciéndome porque se cagan de risa, porque conocen a Dickys Del Solar en sus clubes y me piden que siga. Lo que pasa es que en los clubes hay muchos, como me sucedía a mí en su momento, que aman al rugby y no está mal, aman el deporte, entrenar y jugar, y necesitan que los Dickys Del Solar dejen de existir. Muy de vez en cuando aparece un imbécil que no entendió nada y que es imposible explicarle que porque uno haga un rugbier, no todos son así. Es como decirle a un actor que hace de abogado: “Pero, che, no son todos los abogados así”. Y, no, imbécil: estoy haciendo a este abogado en particular.
—¿Buscás dar un mensaje con Dicky?
—No. (Piensa.) Emmm… Entiendo lo que preguntás. (Piensa más.) A mí me gusta que la gente se ría, ese es mi objetivo. El contenido, la forma y si hay algo detrás de eso que sea contestatario me parece muy importante, pero mi idea es que sea gracioso. Si no, por más contenido que tenga, no va a ser comedia. Lo bueno es que la risa es una emoción. Cuando te reís te estás emocionando y el mensaje te llega de una manera más profunda que a una persona que está cerrada. Vos te reíste, te abriste y después te entra el mensaje.
—¿Te gusta algún otro deporte?
—Juego al fútbol desde que dejé el rugby. Estaba jugando con la Selección Argentina de artistas, que se llama Los Gauchos, de la que forman parte varios artistas: el Turco Naim, Emmanuel Horvilleur, entre otros. Somos varios que jugamos los martes y los jueves. Tuve la suerte de jugar el año pasado en cancha de Independiente con el Rolfi Montenegro. Yo soy hincha del Rojo y fue un gusto que me pude dar.
—¿Qué es lo que más te gusta de todo lo que hiciste?
—A mí lo que más me gusta es no hacer nada. (Risas.) Lo mío es la comedia, por más que haya hecho drama y participé en películas de tono dramático, siempre me gustó más la comedia, el stand-up. Lógicamente que con el stand-up tengo más horas de vuelo, hace 15 años que no paro y me siento más cómodo. En la tele uno acumula experiencia más a cuentagotas, nunca tuve una posibilidad de tener un papel importante o una continuidad.
—Notón, viejo, gracias.
—Cualquier cosa avísame y lo único que te pido es que no pongas ninguna barbaridad, sino te voy a buscar con el Toro Williams, je.
Publicado en el diario Olé
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