Inflación, tipo de cambio y pacto social
Los movimientos bruscos en el tipo de cambio explican el incremento de los precios.
La economía, como disciplina que estudia la forma de funcionamiento del sistema capitalista de producción, tiene como objetivo final la interpretación de los determinantes que operan sobre las variables que afectan el bienestar de la población; típicamente el nivel de producción, de empleo, de salarios reales, etc.
La variación del nivel general de precios no afecta directamente ese bienestar, pero sí puede hacerlo a través de sus efectos sobre las variables mencionadas anteriormente. Por ejemplo, una tasa de inflación elevada podría complicar el cálculo económico, quitando previsibilidad a los retornos de la inversión y por lo tanto deteriorando la capacidad de una economía de ir incrementando su nivel de productividad.
No existe evidencia concluyente que vincule negativamente la inflación y el crecimiento del producto, es decir, no necesariamente un país con menor inflación tiende a crecer más que un país con mayor inflación. Sin embargo, lo que sí se verifica es que los procesos de alta inflación tienen consecuencias negativas sobre el nivel de actividad económica (ver tabla de períodos históricos para el caso de Argentina). Por lo tanto, la política económica debiera incluir entre sus objetivos la observancia de una tasa de inflación controlada, lo cual, va de suyo, se facilita a partir de incrementos bajos del nivel general de precios.
Las causas de la inflación
La visión tradicional sobre el fenómeno de la inflación persistente asume que este se produce a partir de un exceso de demanda sobre la capacidad de producción de una economía en un momento dado. En general la responsabilidad se le atribuye al gasto del gobierno, particularmente si este es financiado con emisión monetaria por parte del Banco Central.
En su versión más moderna, el exceso de demanda deriva de una tasa de interés demasiado baja, lo que genera una excesiva expansión del crédito; mientras que en su versión mas rudimentaria, pero con gran cantidad de adeptos en la Argentina, una mayor cantidad de dinero a la demandada por el público es lo que termina forzando un incremento en el nivel general de precios para alcanzar un equilibrio en el mercado de bienes y servicios. A su vez, para estos últimos el Banco Central puede controlar la oferta monetaria total a través de sus operaciones sobre la base monetaria. Por ese motivo, para quienes suscriben esta interpretación la inflación siempre será responsabilidad del Banco Central por haber convalidado una expansión monetaria imprudente o por no haber implementado una contracción suficiente.
Los datos recientes sobre el funcionamiento de la economía argentina demuestran las dificultades que tienen estas teorías para compatibilizar sus resultados con la realidad. La relación entre la base monetaria y la inflación no muestra un patrón que pueda explicar la dinámica de aumento de los precios. Pero peor aún, una economía con exceso de demanda debería presentar altos niveles de utilización de la capacidad productiva. Sin embargo, durante los últimos años convivieron una inflación creciente y una disminución en el nivel de utilización de la capacidad instalada.
Las interpretaciones del fenómeno inflacionario que ponen el acento en el incremento de los costos presentan mayor afinidad con los datos disponibles. Particularmente, hay dos factores que inciden significativamente en el fenómeno inflacionario argentino. El primero tiene que ver con una depreciación persistente de la moneda doméstica, la cual, a su vez, presenta saltos periódicos que aceleran el ritmo de incremento de los precios. El segundo está relacionado con la puja distributiva entre empresarios y asalariados, la cual se manifiesta en incrementos nominales de precios y demandas salariales, que si bien pueden tener efectos moderados (dependiendo el momento que se analice) en términos del poder adquisitivo de los trabajadores, contribuyen fuertemente a aumentar la nominalidad de la economía. A continuación se muestra la evolución de los salarios privados registrados, el tipo de cambio oficial y el IPC de la Ciudad de Buenos Aires desde Julio de 2012 (mes donde comienza a publicarse el IPCBA), conjuntamente con el resultado de un modelo econométrico sencillo que vincula la evolución de la inflación con los salarios y el tipo de cambio oficial. En el gráfico que sigue se puede observar la similitud de la estimación obtenida con la inflación efectivamente registrada durante el período.
Desdoblamiento cambiario y pacto social
Si el fenómeno inflacionario está explicado fundamentalmente a partir del incremento en los costos de producción, en donde juegan un papel determinante los movimientos del tipo de cambio nominal y la puja distributiva, la política antiinflacionaria debiera tener en cuenta estos factores.
El desdoblamiento cambiario, tal como rige actualmente en la Argentina, impide que todos los agentes puedan acceder a las divisas al mismo tipo de cambio. Tanto los importadores como los exportadores de bienes que también se comercian dentro del país acceden a un tipo de cambio más bajo que aquellos agentes que demandan divisas para turismo o para atesoramiento. Esto contribuye a relajar la necesidad de depreciar el tipo de cambio oficial, el cual tiene una incidencia directa sobre los precios internos. A fines de 2015 el ex ministro Prat Gay había argumentado que los precios ya estaban fijados al dólar blue o informal, y por lo tanto el levantamiento del cepo no tendría un efecto relevante sobre los precios. Ese diagnóstico rápidamente se demostró equivocado, y la medida tuvo como consecuencia un salto brusco de la inflación en 2016. Ya para ese entonces parecía evidente que la dinámica inflacionaria no seguía los movimientos del tipo de cambio informal cuya brecha con el dólar oficial había presentado fuertes altibajos en el período 2012-2015. Como se puede ver en el gráfico que se presenta a continuación, los movimientos bruscos en el tipo de cambio oficial, y no en la brecha, son los que explican el aumento en el ritmo de incremento de los precios.
Conjuntamente con una política de estabilización del tipo de cambio nominal, la otra herramienta necesaria para la política antiinflacionaria tiene que ver con el acuerdo de precios y salarios entre trabajadores y empresarios, en donde el Estado juega un papel fundamental en el logro de consensos a través de los diferentes instrumentos a su alcance (v.g. políticas de ingresos, impositivas, comerciales, etc.). La libre determinación de las condiciones de negociación de cada rama de la actividad económica, sin un acuerdo general que los contenga, puede derivar en soluciones del tipo de las observadas en el pasado reciente, donde los empresarios conceden aumentos salariales nominalmente importantes pero al mismo tiempo incrementan los precios de sus productos de forma similar o superior.
En el contexto actual, un proceso de desinflación, sostenido a partir de una política que asuma como válidas las premisas mencionadas, muy probablemente tenga como consecuencia, en una primera etapa, una apreciación del tipo de cambio real, habida cuenta de la necesidad de ir recuperando los salarios para apuntalar el crecimiento económico. El nivel históricamente elevado del tipo de cambio real actual podría amortiguar los efectos sobre la competitividad de la producción local. No obstante, adicionalmente se podrían utilizar otras herramientas complementarias en caso de que la apreciación tenga un impacto sensible sobre determinados sectores.
La tarea que tiene por delante el nuevo gobierno presenta enormes dificultades, dado el estado actual de la economía argentina, fundamentalmente en lo que tiene que ver con los compromisos de deuda en moneda extranjera con acreedores privados y con el FMI. En buena hora las nuevas autoridades han manifestado su rechazo a la reiteración de políticas económicas basadas en el paradigma neoliberal, como las utilizadas para combatir la inflación durante el gobierno de Mauricio Macri, entendiendo que estas suponen un empeoramiento de las condiciones de vida de la población y, a su vez, han mostrado una absoluta falta de eficacia para tratar el problema inflacionario.
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