Las apariencias engañan

Fernández y Martín Guzmán fueron quienes plantearon que la provincia de Buenos Aires defaulteara

 

Quien se haya guiado por los títulos y las notas de la prensa comercial y de sesgo ideológico cree que mientras el tranquilo presidente Alberto Fernández y su moderado ministro de Economía, Martín Guzmán, mostraban en Europa el rostro sensato y amigable con los mercados e intentaban renegociar la deuda externa en términos razonables, el descontrolado gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, azuzado por la temperamental vicepresidenta CFK, ponía en riesgo la operación en forma irresponsable, bordeando del default por un vencimiento de apenas 250 millones de dólares, que primero dijo que no estaba en condiciones de cumplir y luego pagó sin chistar cuando sus irreales contrapropuestas fueron rechazadas por los acreedores.

La realidad es opuesta. Fueron Fernández y Guzmán quienes decidieron que, para asegurar el éxito de la negociación global de la deuda pública argentina, era necesario que Kicillof no pagara y se produjera el default. El gobierno nacional había anunciado desde que asumió que el 31 de marzo presentaría su oferta a los acreedores. En el mes y medio transcurrido hubo algunos vencimientos, no muy voluminosos y casi todos en moneda nacional, que se pagaron en plazo. Entretanto la deuda en pesos se fue reperfilando, un neologismo para no hablar de reestructuración, mediante colocaciones a tasas más bajas, acordes con la situación financiera internacional. El vencimiento bonaerense del 26 de enero complicó el panorama, porque no se trataba sólo de intereses, sino que era el cierre del capital del título BP21. Guzmán declaró públicamente que la Nación no ayudaría a Buenos Aires, porque otras provincias demandarían lo mismo y el Tesoro Nacional no está en condiciones de responder.

No había tiempo para una restructuración general, porque para llamar a asamblea el bono BP21 requiere 35 días, de modo que sólo era posible posponerlo, pagarlo o proponer no una quita sino un cambio de condiciones, cosa permitida por el contrato. La primera propuesta fue una espera hasta mayo, de modo que la negociación nacional concluyera antes. Pero no consiguió la aprobación del 75% de los bonistas que se requerían. La segunda propuesta fue adelantar el 30% del pago del capital, y postergar el resto hasta mayo.

El presidente estuvo en contacto telefónico con el gobernador e incluso desde Israel dijo públicamente que avalaba las sucesivas ofertas que presentó a los acreedores. Pero tampoco en este caso se consiguió el porcentaje requerido. Fernández le pidió a Kicillof que identificara públicamente al Fondo Fidelity, que bloqueó la operación, cuando se hizo evidente que era intencional. El bono estaba disperso entre 200 titulares, la mayoría pequeños, con 100.000 dólares cada uno, y el deudor no sabe ni cuántos ni quiénes son, lo que obliga a un trabajo hormiga para identificarlos y negociar de a uno. Un comité del 20% de los bonistas aseguraba que podría traccionar a otro 20%. Pero, según la metáfora de un negociador bonaerense, es como una paritaria a los gritos en una cancha de fútbol. Desde el principio el gobierno supo que Fidelity era el principal acreedor, con una tenencia que se estimaba entre el 16 y el 21%. Cuando detectó que estaba comprando a otros tenedores y presionándolos para que no acordaran, fue indudable la intención de bloqueo.

Con quien discutió Fernández fue con Guzmán, durante la etapa alemana del viaje, porque el ministro de Economía planteaba como única opción no pagar y permitir el default de Buenos Aires. El presidente le explicó la dimensión política que percibía:

-Están planteando una contraposición nuestra con Axel y Cristina, que no podemos permitir. Hay que cambiar la decisión y pagar. Sólo podemos avanzar con Cristina.

Guzmán lo admitió a regañadientes.

 

 

No al albertismo

El presidente también está molesto con algunos espontáneos que quieren crear un albertismo que contribuiría a esa fisura. Por ejemplo, el intendente de Hurlingham, Juanchi Zabaleta, quien por inquina hacia La Cámpora, operó publicaciones que señalan al jefe de gabinete Santiago Cafiero y/o al ministro de la Obras Públicas Gabriel Katopodis como posibles candidatos bonaerenses para 2023. Fernández desdeña esas especulaciones y asegura que no cuentan con su respaldo. Por el contrario, repite a quien quiera oírlo que su frase clave de la campaña electoral (Con Cristina sola no alcanza, sin Cristina no se puede) sigue siendo válida hoy y no dejará de serlo durante todo su mandato.

Para cumplir con el pago, el 31 de enero Kicillof colocó letras del tesoro provincial por 9.300 millones de pesos, con los cuales compró los dólares para pagar parte de los 15.000 que vencían. El resultado final no fue malo financieramente, porque implicó pesificar 2/3 de esa deuda, y además fue un anticipo de lo que puede ocurrirle a Guzmán el mes próximo. Fidelity cobró unos 80 millones de dólares de ese pago, con los que compró bonos nacionales con vencimiento el año próximo y que se suman a los 2.000 millones que ya tenía. Frente a la posibilidad de que se oponga a cualquier acuerdo nacional, Fernández retomó la idea inicial y anunció que, en tal caso, la Argentina irá al default. Un funcionario del equipo económico que no es Guzmán, pero que se reúne con él en la cita semanal de la mesa económica del gabinete (que incluye al presidente del Banco Central, Miguel Pesce; a la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont; al ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas; a la vicejefa de gabinete Cecilia Todesca Bocco, entre otrs) llegó a decir que “hay vida después del default”. El gobierno no lo busca, conoce sus consecuencias negativas, hará lo posible por evitarlo. Lo posible, pero no más.

Según el cronograma anunciado por el Ministerio de Economía, la semana próxima se elegirá a los bancos encargados de identificar a los tenedores de la deuda argentina y los montos correspondientes; llegará a la Argentina la misión de FMI, ya purgada de los funcionarios que compatieron con Macrì la responsabilidad del barril sin fondo argentino; y el propio Guzmán presentará ante la Asamblea Legislativa los lineamientos del Análisis de Sostenibilidad de la deuda. En lo que queda de este mes, se contratará a los agentes de distribución y asesores financieros que negociarán con los tenedores de la deuda y recogerán sus comentarios. La oferta se presentará en la segunda semana de marzo, que podrá aceptarse hasta la cuarta.

 

 

La última gira

La gira presidencial por Israel, El Vaticano, Italia, Alemania, España y Francia, buscó reunir el apoyo de aquellos países que disintieron con la manga ancha del FMI ante el gobierno de Maurizio Macrì, aduciendo que no podría cumplir con los compromisos. Pese a ello, el Fondo abrió la bolsa, por decisión del principal accionista, que es el gobierno de los Estados Unidos. El actual objetivo es que el propio FMI diga que la deuda en las condiciones pactadas es insostenible, y esto avale la negociación con los acreedores privados.

En el Vaticano, nada hubo más elocuente que las sonrisas del jefe de la Ciudad Estado, junto a Guzmán, Kristalina Georgieva y Joseph Stiglitz, ante la mirada complacida de Alicia Bárcena y Enrique Iglesias, los celestinos del encuentro.

 

 

 

 

Allí el Papa repitió palabras pronunciadas 29 años antes por Juan Pablo II: “No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables”. También postuló “modalidades de reducción, dilación o extinción de la deuda, compatibles con el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y el progreso”. Reforzó así el rol al que su institución aspira desde la caída del comunismo, como dique de contención a la barbarie neoliberal, lo cual ha convertido a su jefe en el ídolo de la raleada izquierda europea. No obstante, el presidente anunció que enviaría al Congreso un proyecto de derogación de la clandestinidad del aborto y el Episcopado argentino declaró su oposición. Esto señala un saludable apartamiento del modo de relacionamiento de legitimación recíproca que sucesivos gobiernos han mantenido con la institución líder en el mercado de la fe. La serie de declaraciones y gacetillas de ambas partes son una demostración de la maestría comunicacional de la Santa Sede, que conformó así a propios y extraños. Lo que no trascendió es el contenido del diálogo de Alberto con el secretario de Estado Pietro Parolin, que fue quien planteó la cuestión extra económica.

-La Iglesia no está de acuerdo con el aborto- dijo el prelado.

-Lo sé, y tampoco coincide con los planteos de San Agustín y Santo Tomás- lo sorprendió Fernández, quien durante cinco años dictó en la Facultad de Derecho de la UBA la materia El aborto, reflexiones sobre la conveniencia de su punibilidad. Usted me dirá que ambos santos son aristotélicos. Pero también son Padres de la Iglesia- agregó el mandatario.

-Pero la ciencia evolucionó desde entonces-adujo Parolin.

-Evolucionó a favor de San Agustín y Santo Tomás, quienes planteaban que el alma recién se formaba a los 90 o 120 días del embarazo, porque a partir de ese momento comenzaban a sentirse los movimientos del feto por la maduración del sistema nervioso.

Ante la incomodidad del sacerdote, Fernández le propuso:

-No toquemos más el tema.

San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino.

 

 

 

De Merkel a Guaidó

En Berlín, Angela Merkel preguntó qué necesitaba la Argentina:

-Que el FMI declare que la deuda argentina es insostenible y que Alemania apoye una quita a los tenedores de los bonos.

Merkel consultó con su sherpa en el G20, Lars-Hendrik Röller, que estuvo sentado junto a ella en la comida que duró más de dos horas. La canciller aceptó el pedido sobre el Fondo Monetario. Más tarde, Röller se comunicó con Guzmán y le dijo que la canciller accedió a ambos pedidos.

Durante el resto de la reunión, interrogó a Fernández sobre la situación de Latinoamérica, donde la Argentina es percibida como una isla de fortaleza institucional. Esa conversación se repitió país por país, con eje en la situación de Venezuela, donde los europeos no saben bien cómo retroceder del reconocimiento que dieron al bastardo venezolano de Estados Unidos, Juan Guaidó, quien se autoproclamó presidente por encabezar una asamblea en la que dijo haber recibido votos por WhatsApp y contó con el apoyo de legisladores suplentes. Alberto sostuvo que no hay otra salida que el diálogo entre las partes a través del Grupo de Contacto, que impulsó la Unión Europea, con el apoyo de España, Portugal, Italia, Francia, Alemania, el Reino Unido, los Países Bajos, Suecia, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Costa Rica, y advirtió contra el riesgo de que en año electoral, Estados Unidos coloque el caso venezolano en el centro de la agenda. El ministro europeo de Relaciones Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, le propuso a Fernández que la Argentina y México se sumaran al Grupo. En la audiencia con Pedro Sánchez, el presidente español confió la preocupación por el posible acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Gran Bretaña post Brexit y dijo que eso tornaba urgente avanzar en el acuerdo entre el Mercosur y Europa.

-De acuerdo, siempre que superemos las asimetrías entre ambos bloques. Vos me invitás a bailar el tango y yo acepto, pero por ahora estamos en terapia intensiva. Hablemos de nuevo cuando salgamos- le respondió.

En su visita a Israel, el premier Bibi Netanyahu dijo que sabía que el actual presidente argentino se había opuesto a la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán y que eso merecía su ayuda.

En sucesivas reuniones, Fernández les planteó la misma pregunta a Netanyahu, a su principal opositor Benny Gantz y al presidente Reuven Rivlin:

-Dos ex embajadores israelíes en la Argentina dijeron que ustedes identificaron y mataron a los autores del atentado a la AMIA. Sería una gran ayuda para nosotros si nos ampliaran esa información.

Cada uno contestó algo distinto.

-No lo sabía. Voy a averiguar- dijo Gantz, un general del Ejército que fue jefe del Estado Mayor Conjunto.

Netanyahu tomó nota y prometió responder.

-Tengo que consultar con inteligencia, porque no puedo revelar la fuente- dijo el presidente Rivlin.

Netanyahu  se comprometió a interceder por el caso argentino ante el presidente de Estados Unidos, y por lo que trasciende, cumplió con lo prometido. Al recibir las cartas credenciales del embajador Jorge Arguello, Trump le dijo que quería conocer a Alberto y que podían contar con su apoyo en el FMI.

Ese es el paso previo para plantear alargamiento de plazos y quitas de capital y/o intereses a los tenedores de bonos argentinos, un terreno en el que los acreedores privados y la organización multilateral tienen muchas coincidencias pero también algunas discrepancias, que está por verse si la Argentina podrá usar a su favor.

Un dato significativo es que Netanyahu corrió de todas las actividades en los festejos por la liberación de Auschwitz a los representantes de la DAIA y la AMIA, aunque conviene no descorchar antes de tiempo: fueron los servicios israelíes los que alimentaron la disparatada denuncia de Natalio Alberto Nisman. Además, el principal aportante a los esfuerzos proselitistas de Netanyahu y de Trump, el empresario de casinos Sheldon Adelson, financió en forma generosa e ilegal al ex fiscal. Adelson es socio del principal fondo buitre, Elliot Management, de Paul Singer, y juntos financiaron la Fuerza de Tareas Argentina, que se encargó de difamar al gobierno argentino de CFK.

 

 

 

 

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