Limpiar el sótano

 

Para el presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, Pablo Baca, la detención de Milagro Sala, quien lleva cuatro años privada de su libertad, no obedece a la comisión de delitos sino a la conveniencia política de sacar del medio a una lideresa opositora con capacidad de movilización contra el gobernador Gerardo Morales. También cuestiona la detención de una colaboradora de Milagro Sala, Pachila, madre de nueve hijos que recién la semana pasada consiguió la detención domiciliaria. Las escandalosas afirmaciones de la máxima autoridad judicial de Jujuy fueron grabadas por una amiga suya, quien entregó los audios a El Cohete a la Luna para su reproducción. Son los que se escuchan en esta nota. A esta necesaria limpieza del sótano de la democracia se refería el Presidente Alberto Fernández, al reflexionar sobre las relaciones promiscuas entre la política, los servicios de inteligencia y la Justicia.

 

Baca, desatado.

 

Los crímenes de Estado en Jujuy comenzaron a verse en clave de género desde la detención de Milagro Sala, en enero de 2016. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos inscribió su prisión arbitraria en su condición de mujer, lideresa social y dirigente de un movimiento de oposición al gobierno de Gerardo Morales. Con el tiempo, las persecuciones se ampliaron. Y en los últimos meses comenzaron a caer funcionarios de primeras líneas del Ejecutivo y empezaron a tocar al Poder Judicial denunciado por mujeres y varones cuyas voces en escala hacen pensar que la violencia en manada de Jujuy cobra las formas del Estado.

Pablo Baca hoy es presidente del Superior Tribunal de Justicia. La arquitectura que desplegó la persecución política sobre Milagro Sala. Un tribunal creado un día después de la primera asunción de Gerardo Morales, quien amplió su integración de 5 a 9 miembros, entre gallos y medianoche, en sesiones extraordinarias de la Legislatura. E incorporó a dos diputados radicales que votaron a favor de la ampliación, y 24 horas más tarde juraron como jueces del Superior. Uno de los diputados es Pablo Baca. Presidente de ese espacio desde el último mes de diciembre, hace una semana refrendó una condena a la dirigente de la Túpac Amaru a trece años de prisión que ahora será discutida para llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Entre 2018 y 2019, Baca mantuvo largas conversaciones con una jujeña que decidió grabarlo, y entregar el material a este medio. Varios de los diálogos privados ponen al descubierto las costuras del espacio público con rehenes humanos. Los diálogos ocurren antes de su ascenso a la presidencia del Superior. Cuando él era uno de los vocales. En ellos admite lo que a esta altura el mundo también sabe: que Milagro está presa porque ese bendito tribunal entiende que si ella está suelta es un peligro para el gobierno, no por sus delitos, sino para que no tengamos que volver al quilombo permanente, a los cortes, a la quema de gomas.

 

 

En 2019, una filtración desnudó en Brasil el acuerdo del ex juez Sergio Moro con el grupo de fiscales que investigaba la operación Lava Jato contra los dirigentes petistas. En estas conversaciones, el presidente del Superior Tribunal de Justicia protesta contra la figura del jefe de los fiscales de Jujuy, Sergio Lello Sanchez, por las presiones que ejerce sobre los jueces. Pero como Moro dice que el no quiere sancionarlo porque, finalmente, son parte del mismo equipo.

 

 

Lello.

 

 

 

Si todo esto lograra no normalizarse, las revelaciones de estos diálogos deberían hacer implosionar la escasa credibilidad de esa estructura jujeña. Pablo Baca mantiene varias conversaciones con su amiga cuando su Tribunal todavía no había resuelto el único caso que juzga a Milagro Sala por un supuesto desvío de fondos en la causa Pibes Villeros. Una de las conversaciones ocurre en el mes de agosto de 2019. El Tribunal se pronunció oficialmente sobre el caso recién en enero de 2020. Pero para aquel agosto, Baca tenía un veredicto acabado.

 

 

 

 

 

Que la dejen salir

En un diálogo del 30 de agosto de 2019, Baca parece ofuscado. Al día siguiente tenía que concurrir a una acordada en el Superior Tribunal por el caso Milagro. Su interlocutora lo invitaba a otro evento. Él no sabía cuánto iba a demorar con Milagro, un caso que, dice, me tiene seco las bolas.

 

 

 

Milagro en el Penal el Alto Comedero, 2017.

 

 

—Yo iba a ir mañana, pero no puedo —dice—. Me han puesto una reunión de acuerdo para las 10 con este quilombo de la Milagro. ¡Que ya me tiene seca las bolas, la Milagro!

Y agrega:

—Voy a estar metido en ese quilombo. ¡Por qué no lo suelta ya a la Milagro, y se dejan de joder! ¡Qué tanto!

—Porque tu jefe no quiere.

Dice su interlocutora. Y ríe.

—Los jueces no se ubican —replica él—. Ella ya no es lo que era. Una jueza del Superior anda diciendo: Yo no quiero ser la responsable que salga ésta y tengamos que volver al quilombo permanente, a los cortes, quema de gomas. Que la suelte las Naciones Unidas, la Corte, yo no la suelto. ¿No se dan cuenta que el problema era la plata que tenía? Sin esa plata, ya no...

—Ya no hace nada —agrega la voz.

—Acá, no le importa a nadie, están todos conformes.

La sentencia de la semana pasada terminó de cerrar ese ciclo. El caso Milagro es una papa caliente en Jujuy. Baca confirmó la condena de Pibes Villeros, y ahora las defensas se apuran para apelar a la Corte. Aquella jueza sólo anticipó un movimiento del que entonces él se espantaba. Finalmente también él se sacó el tema de encima para que lo resuelva la Corte.

 

 

Así sea.

 

 

 

Los muertos son de los otros

Desde 2016, el Poder Judicial tiene dos instrumentos bajo el mando de Morales. Un Ministerio Público de la Acusación, la superestructura de fiscales encabezada por Lello Sanchez. Y el Superior Tribunal de Justicia. En diciembre de 2015, el STJ quedó con mayoría automática a favor del partido de gobierno. Con los dos diputados radicales, ingresó otro radical, Federico Francisco Otaola, a un espacio presidido durante los cuatro años siguientes por Clara Langhe de Falcone, Titina, otra radical y otrora abogada de Morales.

Langhe de Falcone es conocida en la historia de Milagro. Abuela del hijo del primer juez que detuvo a Milagro durante la protesta del acampe, nunca ocultó el carácter personal de la persecución. Siempre dijo que Milagro debía estar detenida porque la sociedad lo quería. Y la última vez que lo dijo fue en el mes de diciembre de 2019. Para entonces había cambiado el gobierno nacional. Titina dijo: No vamos a permitir que (Milagro) quede libre esperando que quede firme su sentencia, creo que la sociedad no lo va a permitir porque no quiere volver a lo que se ha vivido.

El STJ emitió un comunicado para despegarse. Titina renunció. En su lugar entró Baca, que en estos diálogos señala que su antecesora era la que aconsejaba a Morales, y que además lo hacía mal.

 

 

Clara Langhe de Falcone, Titina.

 

 

El diálogo siempre es del mismo día, agosto de 2019.

—Tienen que cuidarse —dice la interlocutora—, porque después son ustedes los veladores de los muertos.

—¡¿Que?! —pregunta él y no termina de entender.

—Los veladores de los muertos —insiste ella—: todo lo que haga mal el juzgado, termina llegando al Superior.

—¡Llega! ¡Claro que llega! —dice Baca—. Llega como la mierda.

Y agrega:

—Llega, y después tenés que estar acomodando, cosas difíciles de acomodar.

Y ella:

—Gerardo tendría que escuchar mejor...

—La escucha a la Vieja que no entiende mucho —dice Baca—. A la Vieja Falcone, has visto.

—Que no entiende ñaca.

Y ríe. ¿De qué ríe Baca con tantas ganas?

 

 

 

 

La ley a medida

El jefe de los fiscales Lello Sanchez es autor de la reforma del ministerio de la Acusación y responsable de ponerlo en funciones. Para la reforma tomó el modelo de Santa Fe pero donde esa provincia establecía como límite un período de cuatro años de mandato, él fijó un mandato sin limite. Baca confirma que la Ley del ministerio le otorga a Lello facultades abusivas. Y que es una Ley creada a su medida.

—¿Cómo un fiscal puede tener condiciones de juez? —quiere saber ella.

—La Ley que creó el Ministerio de la Acusación es excesiva —dice Baca—. La escribió Lello a la medida de sí mismo. Lello, que es Jefe de la Acusación, amigo de Alvarado Velloso, hizo una ley para sí mismo. ¿Has visto cuando alguien escribe una Ley dándote todo? Tenés derecho a poner cada cosa, lo querés, y lo ponés.

Y otra vez se muere de risa. Una risa caliente. Excitada.

 

 

 

Hay equipo

Esa ley a medida hizo de Lello un tipo abusivo. Este año, un grupo de diputadas de Jujuy creó un Observatorio con perspectiva de género que comenzó a recibir lentamente denuncias contra funcionarios de la administración pública que estaban atomizadas, pero habían comenzado a moverse meses antes. La semana pasada declaró ante el Observatorio una secretaria penal del Ministerio Público de la Acusación. Agustina Aramayo trabajaba directamente con Lello Sanchez, que la persiguió durante los últimos tres años y medio, la cambió una decena de veces de dependencia, en un conflicto que ella sitúa como comienzo el día que él le muestra una foto con ella en la marcha del Ni una Menos del 8 de marzo de 2016 en Jujuy. Agustina acompañaba a su hermana en silla de ruedas. Ahí empezó un calvario. Lello llegó a constituirse en único integrante de una Junta Médica el día que ella solicitó una licencia de reposo obligatorio por probable pérdida de un embarazo. Lello redujo los 30 días a 5, y Agustina, contó en la Legislatura, perdió el embarazo.

 

 

Agustina (izq), entrevistada.

 

 

El caso de Milagro es distinto. Pero Lello tomó la dirección de una cadena de 16 causas enmarañadas para hacer de su prisión, con idas y vueltas a la cárcel, alambres de púas en la domiciliaria y vigilancia suplementaria, una pesadilla de tormentos.

Baca en esos diálogos lo defiende, de forma extraña. Dice que juega bien su papel de fiscal porque quiere que todo sea peor. El problema para el magistrado es corporativo: Lello presiona a los jueces.

—Pero, ¡eso rompe la razón misma de la ley! —dice su interlocutora.

—Hay un exceso. Hay que ponerlo en caja al Lello, un poco con el Superior Tribunal. Yo no quiero. Todos quieren ponerlo en caja, sometido al Superior. Pero yo no puedo dejar que lo maltraten mucho porque —dice— es del equipo.

(...)

—La Laura Lamas (jueza del STJ), quiere ponerlo en caja.

—Tiene errores de principiantes —dice ella.

—Si —dice él—. Y abusos. La ley es abusiva. Y él es un tipo que... A ver, como fiscal anda bien porque exagera, quiere que todo sea lo peor. Pero se mete a presionar a los jueces, habla por teléfono, busca a uno, a otro, tratando de que las cosas sean como quiere.

 

 

 

 

Anda a prenderle una vela a los santos

Su amiga finalmente le da un consejo.

—Tenés que prenderle algo a los santos para que no te llegue la causa.

—Yo me hubiese corrido de entrada —dice él—. Y que Milagro me recuse, así no tengo problema.

 

 

 

 

 

¿No está la firma de Milagro?

A comienzos de 2018, el juez Isidoro Cruz detuvo y liberó treinta y seis horas más tarde al ex gobernador Eduardo Fellner. Su detención también se hizo en el marco de las causas de Milagro. Baca no era presidente STJ. Sino uno de los vocales. En aquella época, en diálogo con su amiga habla de Feller y de Milagro pensándolos como parte de algo que define como un mecanismo, con muchas certezas pero con un problema porque la justicia técnica aún no se ha expedido.

En este caso, su interlocutora pregunta si alguna vez vio un papel que pruebe algo en relación a una participación de Milagro. Él duda, titubea, y queda en el aire. Como Titina, también dice: Toda la sociedad lo sabía.

—Lo que se ve desde afuera es que esto estaba claro —dice él—: la plata venía de Nación, a la Milagro. Y no había capacidad para controlar. Vos podes meter preso a todo el Tribunal de Cuentas, a todos los intendentes, a Fellner, a todos, que sí cometieron una falta: no parar eso.

 

 

Otra era.

 

 

—¿Pero, vos viste la firma de la Milagro Sala en los papeles?

—No, pero bueno... —dice él.

—No está la firma de la Milagro Sala.

—Pero toda la cooperativa, digamos... Eh.. Eso... No te... Todos los cooperativistas, todos los que manejaban la guita, todos, la señalan a ella como la jefa, toda la sociedad jujeña sabe quién daba las ordenes.

Y dice:

—Que venía la guita, y venía un poco para eso, para que Ésta, un poco la gaste, haga demagogia y otro poco haga política. Para eso venía.

 

 

 

 

Ya se dijo que parte de este caso se investigó en el juicio de Pibes Villeros con condena en noviembre de 2018. El mantuvo antes de la condena que el STJ revisó a comienzos de 2020. La defensa de Milagro no discute que había dinero porque eso no es un delito. La Túpac recibía dinero de Nación que pasaba por los controles administrativos de la provincia y municipios para realizar viviendas. La defensa sostiene que la causa no pudo probar un sólo caso de desvío de fondos, que el Tribunal impidió un peritaje de obras y que el único perito que era del ejecutivo declaró que no había visto todas las obras. Pero como dice Netflix con Nisman, en aquella charla de 2018 ya estaba listo el poroteo.

 

 

Ella no se llevó la guita

Baca también dice otra cosa: el principal responsable de la provincia era Fellner. Y la guita no se la llevó ella, creo yo.

 

 

 

 

Lello no necesita una morgue

Isidoro Cruz y Lello se vuelven centro de otro tramo de la charla. Están hablando todavía de Fellner:

—Fue un papelón esto del juez Cruz. Un papelón, este tipo, meterlo preso, después soltarlo. Una incapacidad para fundamentar esa decisión. Notable.

 

 

Isidoro Cruz.

 

 

—Vos sabes que el mayor papelón lo ha hecho el fiscal —dice su amiga.

—También, el fiscal ¡es un papelón! Lello, un papelonazo.

—Lello, (el fiscal del caso Diego) Cussel.

—Ya sé. Lello anduvo como principal responsable.

—Vos porque no lo queres al pobre Lello —dice ella.

—Lello está metido en veinte quilombos, al pedo. Es un tonto. No entiende nada.

Y sigue:

—Tiene una lucha a brazo partido con el Poder Judicial para quedarse con la morgue, con la Cámara Gesell. Eso es lo que menos necesita. En estos momentos, necesita terminar con estos juicios. Y no hace falta morgue, porque no es un accidente de tránsito. Y listo, es lo que tiene que hacer. Cumple su función, contratar contadores, ciertos tipos de informática que le permitan organizar mejor la información.

 

 

 

 

 

La Pachila

Pachila, el Diablito y Cacho, al cabo de largos meses de encierro, recuperaron la libertad en 2017, hasta que el Tribunal en lo Criminal N 3 de Jujuy, que los juzgó y condenó sin pruebas, dispuso otra detención en el Penal de Alto Comedero el mismo día de la sentencia de Pibes Villeros, el 14 de enero de 2019, escribió en estas páginas Eduardo Tavani. Pachila tiene nueve hijos. Y esa prisión preocupó a sus compañeros, comenzaron a turnarse para barajar como podían garantizar horas de atención para esos niños y niñas.

—Hoy largaron a dos minas, dos laderas de ella —dice la mujer—. El (juez Gastón) Mercau las largó, por falta de mérito.

—¿Falta de merito?

—¡Y las tuvo nueve meses en cana!

—Puede ser que tengamos una ahí... Había una tal Pachila o algo así, que tiene nueve hijos. ¡Pero tiene nueve hijos! ¡Pero suéltenla! ¡Como la van a tener presa! Dejala ir.

 

 

 

Pachila. Foto: Cosecha Roja.

 

 

 

La teoría y la risa

Durante las conversaciones, el presidente del Superior Tribunal piensa en voz alta. Habla. Reflexiona. Hace teoría. Ríe. Ríe raro. Como si no quisiera reír. Pregunta cuál es el límite entre una asociación ilícita y la participación de alguien en una banda. "¿Si alguien cobra 20.000 pesos no es parte de la asociación, y si tiene una 4x4 sí?" En tanto, comienza a pensar otras alternativas jurídicas. Tal vez, dice, esto es empleo ilegal. Y otra vez, esa cosa compleja: también acá se mata de risa.

 

 

 

 

Que largue a la Tullia

Cuando comenzó 2019, el horno no estaba para bollos. Baca parece preocupado por las encuestas. Gerardo Morales estaba en caída, era el comienzo del año electoral. Algo de todo eso parecía coletazos de la crisis nacional, pero también había algo propio. Subía la imagen negativa por corrupción, y Morales en vez de trabajar estaba en pleno idilio con Tullia Snopek.

En ese contexto, el juez le pregunta a su interlocutora si Morales habrá recibido los datos negativos de las encuestas. Ella dice que no. Que al parecer nadie quiere mostrárselos. Y el juez insiste que tienen que hacerlo.

—¡Pero hay que decirle que va mal con las encuestas! Le va a venir bien para que terminemos con el temita este del amor. ¡La dulzura no combate la sed!

 

 

En campaña.

 

 

 

 

La manada

La semana pasada, El Cohete a Luna dijo que la extensión de la prisión de Milagro Sala en el tiempo iba a trasformar a los presos políticos en presos políticos de este gobierno. En la entrevista con el director de El Cohete, Alberto Fernández dijo que el futuro de Milagro estaba en manos de la Justicia. Horacio Verbitsky le recordó que la Justicia de Jujuy no es exactamente justicia porque está en manos de un tribunal trucho manejado por Gerardo Morales.

 

 

Alberto y Horacio.

 

 

Baca hoy dirige ese ámbito con una lógica parecida a la obediencia debida, de la que se desmarca como puede, acaso yendo también él contra la ley, y por eso le sale esa risa mortífera.

Además de juez, es escritor. Tiene un cuento con un narrador que hace todo tipo de peripecias durante un viaje a la frontera de Jujuy y Bolivia para conseguir papeles de un cadáver, y cumplir con la voluntad de su entierro. Durante el viaje, se detiene en un hotel. Y enciende una tele.

"Me tiré vestido —escribió Baca—. Pasaban una película de un circo. Una mujer, a la que llamaban La reina de la cumbia, contestaba a la pregunta: ¿Lo amas?, diciendo: ‘Hemos sido felices’. Después aclaraba: ‘Nada es para siempre’. A continuación hacía el amor con el hombre que la había interrogado. ‘Nadie puede quedarse en algún lugar sin terminar igual que los que viven en ese lugar’, decía un anciano al hombre que había hecho el amor con la mujer. Me impresionó esa frase —sigue el juez en el cuento— y sin motivo me puse a pensar cómo sería yo mismo si tuviera que permanecer en ese pueblito para siempre".

Tal vez ya lo sabe.

 

* Agustina Frontera colaboró con esta nota en la edición de los audios y el cuidado de la mujer denunciante.

 

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