Catalogado como nocivo para la salud de los suizos —y por ende prohibido desde 2005 en el mercado helvético—, el pesticida profenofós inunda, sin embargo, campos y aguas brasileñas, producto de la actividad exportadora de la trasnacional Syngenta, con sede en Basilea.
En 2018, al menos 37 toneladas de ese insecticida del grupo de los organofosfatos fueron vendidas a Brasil, según documentos de exportación de la Oficina Federal de Medioambiente a los que tuvo acceso la ONG helvética Public Eye, activa en la denuncia de los comportamientos irresponsables de las transnacionales.
Contra la salud y el medioambiente
La venta del plaguicida en cuestión, que fuera desautorizado por la Unión Europea en 2015, está prohibida en el territorio suizo dado sus efectos contraindicados para la salud y el medioambiente. Extremadamente nefasto para los organismos acuáticos, pájaros, abejas, el profenofós es un potente neurotóxico que puede también afectar al desarrollo cerebral de los seres humanos, en particular de los niños, según fuentes científicas.
En una comunicación oficial de noviembre pasado, Baskut Tuncak, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre sustancias tóxicas y derechos humanos, solicitó a las autoridades suizas prohibir la exportación de dicho pesticida.
En diversas regiones del mundo es un químico muy cuestionado. El Manual de Plaguicidas de Centroamérica –editado por la Universidad de Costa Rica y el IRET— le atribuye efectos tóxicos agudos, crónicos y a largo plazo agresivos para el ser humano.
Brasil se ha convertido en uno de los mercados preferidos por la trasnacional suiza. Las regiones más golpeadas por dicho pesticida son los Estados de San Pablo y Minas Gerais. Según un estudio del Programa Gubernamental de protección del agua en ese país, los valores de profenofós detectados en el agua en 2018-2019 serían considerados impropios para el consumo en Suiza.
Ganancias astronómicas con pesticidas tóxicos
En un informe publicado en abril del año pasado, Public Eye denunciaba la amplitud de un comercio “tan secreto como lucrativo: el de los pesticidas extremadamente peligrosos”.
El mismo incorpora como referencia los datos de la Philips McDougall, una sociedad de análisis de mercado, que constituye una fuente de referencia, entre otros, para la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos de Norteamérica.
Y los cruza con la lista de 310 sustancias más peligrosas que amenazan la salud y el medioambiente, establecida por la Red de Acción en Plaguicidas (PAN, por las siglas del nombre inglés Pesticide Action Network).
Public Eye llega a la conclusión que ese mercado específico representó cerca de 22.000 millones de dólares en 2017, como resultado de 1,8 millones de toneladas de sustancias activas que alimentaron las ventas. Dos tercios de ese total son vendidos a países en desarrollo o emergentes, según la ONG suiza.
Aunque Syngenta hace gala de sus esfuerzos de innovación y durabilidad, enfatiza Public Eye, la comercialización de productos extremadamente peligrosos hace a la esencia de sus transacciones y beneficios. 15 de los 32 pesticidas que figuran en la lista negra del PAN, constituyen productos “vedettes” de Syngenta. Lo que le representa negocios por 3.900 millones de dólares, según cálculos de dicha ONG. Quien subraya que “la multinacional aprovecha de las debilidades de la reglamentación en países como Brasil, la Argentina o India” para continuar a vender sus tóxicos más rentables, muchos de los cuales ya han sido prohibidos tanto en el mercado helvético como en el de la Unión Europea.
Criterios claros, lista de tóxicos en espera
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegaron a la conclusión de que los pesticidas “reconocidos por presentar niveles altos de riesgos agudos o crónicos para la salud o el medio ambiente –designados como extremadamente peligrosos o Highly Hazardous Pesticides—, deben ser retirados del mercado y reemplazados por alternativas más seguras”.
Si bien ya en 2006 se establecieron criterios claros para identificar dichos químicos nocivos, hasta el momento no se logró establecer una lista clara y excluyente. Las trabas de las grandes multinacionales químicas y las debilidades de muchos Estados (o sus representantes) explican la falta de una voluntad política efectiva para aplicar los criterios.
Esa realidad llevó a la Red de Acción en Plaguicidas a evaluar cerca de 1000 sustancias presentes en el mercado. En base a las referencias de las agencias de la ONU e introduciendo otros índices complementarios —como la toxicidad para las abejas o las perturbaciones endocrinas—, esa plataforma elaboró una lista de 310 pesticidas peligrosos.
La cuestión es retirarlos del mercado.
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