"Las mujeres conducen la base social"
Entrevista con la socióloga y dirigenta peronista Virginia Franganillo
“Sin dudas que la crisis afecta a todos los trabajadores, pero en forma especial a las mujeres. Esto plantea la necesidad de políticas sociales específicas, sobre todo para las que fueron más afectadas como las jefas de hogar y las jóvenes”. La frase escrita por Virginia Franganillo y Mabel Bellucci en el año 1990 podría ser un fragmento de la propuesta que Franganillo junto a la comisión de cuidados del PJ acercó al gobierno y consiguió que Alberto Fernández en su discurso de asunción dijera algunas palabras nunca oídas en ese contexto: feminismo y cuidados.
Desde que fue creadora y primera presidenta del Consejo de la Mujer, en 1992, Franganillo insiste con lo mismo: la feminización de la pobreza, la necesidad de incluir la economía del cuidado y la perspectiva de género en todas las políticas públicas. Para hablar de estos temas se sube al Cohete.
— Cuando Alberto Fernández habló de cuidados en su discurso de asunción pensé en vos (Fernández dijo: “Pondremos especial énfasis en todas las cuestiones vinculadas al cuidado, fuente de muchas desigualdades, ya que la mayor parte del trabajo doméstico recae sobre las mujeres en Argentina”)
—El discurso del Presidente fue un hito para las mujeres. El único tema que no estaba en la agenda política se ha incorporado. Creo que fue muy importante y legitimador que fuéramos con la agenda del PJ como comisión. Con hacer una plataforma electoral no alcanza frente a una problemática clave. No digo que la plataforma no sea un desafío pero tenemos que hacer mucho más, decir claramente las políticas que proponemos, que se financian de esta manera, producen estos efectos económicos, y explicar la relación de los cuidados con los problemas más importantes de nuestro país: la pobreza, la indigencia, la desocupación. Y decir además claramente “¿Sabés qué? si aplicamos este plan te va a crecer la economía”. Para mi generación fue una cuestión central de la lucha de las mujeres desde el comienzo de la democracia pero nunca lo logramos, y el fracaso, porque fracasamos mucho, hace que hayamos llegado hasta acá con mucha experiencia y con la convicción de que este es el tiempo. Dijimos “esta vez la embocamos”, porque hay un movimiento de mujeres que pesa como pesa y hay un desastre social que lo legitima también.
—¿Es posible “embocarla” sin el peso del movimiento feminista?
—No, el principal motivo es que existen las mujeres en las calles.
—¿Y la recepción de la propuesta como fue?
—La recepción fue muy buena. La primera nota de Página 12 (Una agenda económica feminista, escrita junto a Lucía Cirmi Obón) en julio de este año en la sección Economía fue leída por les jóvenes y los dirigentes de nuestra generación que dicen que ahora entendieron lo del feminismo, ir desde la economía le dio poder al tema. Acababa de salir un estudio que mostraba que el efecto de un empleo en cuidados era más multiplicador que un empleo en la construcción. Fue interesante que referentes como Arroyo que hablaba de la construcción y el textil, empieza a hablar de la economía feminista como activador económico y generador de empleo. Nos fue mejor así que ir por los temas específicos: educación temprana, adultos mayores, etc. También hicimos campaña con las candidatas con este tema en el Conurbano, como la propuesta del PJ se difundió en todo el país muchas compañeras centraron la agenda de género en el tema de cuidados. Hay mucha esperanza con este gobierno, ese discurso inaugural, no parábamos de llorar...hay un sector muy amplio del activismo que siente que es ahora.
El viernes por la mañana se publicó en el Boletín Oficial la Ley 27532 que legisla sobre la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, una medición que permitirá cuantificar la magnitud y el aporte económico del trabajo doméstico y de cuidado. Allí se define al Trabajo doméstico y de cuidado no remunerado como “aquel que lleva a cabo toda persona humana que se encarga de planificar, organizar y/o ejecutar aquellas tareas que son necesarias para el funcionamiento cotidiano de su hogar, y los cuidados a otras personas del hogar (personas mayores, niños y niñas, personas con discapacidad y otros adultos dependientes) sin percibir remuneración alguna por su labor”. Esta ley es una de las tantas medidas que se espera que se realicen en sintonía con la jerarquización de la importancia de la economía el cuidado en la economía del país.
—Estamos ya hablando de políticas de nueva generación, que quiere decir que hay que instalar o legitimar temas que no lo estaban. ¿Cuál fue la estrategia nuestra en la campaña? La estrategia fue proyectada desde un equipo amplio, compuesto de compañeras y compañeros con las que venimos trabajando hace muchos años, en el Observatorio de Género y Pobreza, pero también de distintas organizaciones y con distintas perspectivas, jóvenes y profesiones con mucha experiencia en políticas públicas y en la academia. El objetivo fue instalar el tema, teníamos como obligación instalar el tema de los cuidados. Porque no era un tema de la agenda. Se ha incorporado a la agenda política un tema que es fundamental para las mujeres y las diversidades, no hay destino para las mujeres si no resolvemos eso. Además creo que se va instalando la asociación no solo de género y cuidados, sino también la relación entre las cuestiones de género, los cuidados, la pobreza y la indigencia. Sobre todas estas cosas tenemos que seguir trabajando muchísimo en conceptualización, me parece que es una herramienta muy interesante la definición de cuidados. Para mi lo más interesante que se ha producido en el feminismo en los últimos años es la cuestión de los cuidados, de la división sexual del trabajo, de la Ley del Uso del Tiempo de las italianas. El tema de los cuidados hoy muestra de una enorme fecundidad teórica y práctica del feminismo. Ya en los 90 los informes internacionales decían que las mujeres nos habíamos incorporado al mundo del trabajo, al mundo público en general, pero la división sexual del trabajo estaba incólumne. ¿Las italiana qué decían? “Los varones no cambian, cambiemos las ciudades”. Pusieron a la sociedad a debatir el tema del uso del tiempo, a toda la intelectualidad, urbanistas, filósofas. La Argentina tiene muy buenos antecedentes en derechos sociales, hay dos leyes que no se cumplieron del breve periodo democrático 73-76, que fue la obligación de las empresas para el caso de que hubiera más de 50 trabajadoras de prestar servicios de cuidados; y, algo formidable, que fue la ley de jardines maternales zonales. Esa tradición de derechos sociales se pierde con la dictadura, nosotros nunca pudimos hacer cumplir esas leyes, parte importante de las primeras agendas del feminismo, tampoco en los 90, en el Consejo Nacional de la Mujer. Cada vez que teníamos un avance, había una crisis en la Argentina, trajimos la ley del Uso del Tiempo y vino la crisis de 2001. Y ahora si te ponés a pensar qué es lo que empuja todo, eso es sin duda las grandes movilizaciones de mujeres y el paro de las mujeres.
—¿El paro del 8M de 2017 es una inflexión respecto a la agenda de los cuidados?
Sí, ese paso entre el Ni Una Menos y el Paro de las Mujeres fue una maravilla, del repudio a los efectos más brutales del patriarcado a la denuncia de cómo funciona el mismo, eso fue. Y no fue magia, se evidencio así una acumulación del movimiento de mujeres y los feminismos y se popularizó la economía feminista, la feminización de la pobreza como efecto de la división sexual del trabajo, intersindicales feministas, economía popular y feminismo, endeudamiento de las familias, neoliberalismo y feminismo, feminismos populares. Había una presencia de lo popular muy fuerte, un impacto sobre las organizaciones sindicales y sociales que fue muy rápido, de compañeras que empezaron a ser dirigentes, de legitimarse el papel de las mujeres en la base social —¡ahí envalentonadas!—, de las jóvenes que discutían la división sexual del trabajo, de una transversal muy masiva y diversa. Ahora, eso después traducirlo a un programa de política pública es un paso diferente. Decimos que estamos en la calle pero no en las decisiones institucionales, aunque somos un país en el que ya tenemos paridad en el ámbito de la representación legislativa y que tuvo una mujer presidenta en dos periodos. Hay una visión sobre la etapa que nos muestra que esta vez es de abajo para arriba. En el peronismo fundacional se reconoce la organización de mujeres como producto del impulso desde el Estado, y eso significa una politización masiva de mujeres. Hoy el movimiento feminista argentino es una referencia a nivel internacional y es diverso y plural. Lo que ha pasado durante estos 4 años de luchas y resistencias está tapizado por el feminismo, en la base social se ha potenciado la organización (que viene de la década ganada, que fue de incorporación de derechos) y el fortalecimiento de las identidades gracias al movimiento de mujeres y las diversidades. Hace unos días vinieron a casa las compañeras de Géneros en Lucha, ONG autónoma de mujeres integrantes del Programa Ellas Hacen, y me contaban la cantidad de cosas que hacen y les preguntaba cómo vivían con 7400 mangos. Me explicaron que con el Ellas Hacen tienen como contraprestaciones trabajos sociales y capacitaciones continuas y además producen y venden artesanías en las ferias de la economía popular para comprar carne para los comedores y a la noche cuidan viejitos y facturan con el monotributo social: o sea que tienen tres trabajos, ¡cuántas horas trabajan para sostener la vida de las más necesitados! Yo le diría al presidente: “invertir ahí abajo y dejá que gobiernen”. Creo que este gobierno va por ahí: de abajo para arriba. Y es interesante porque también economistas que no son heterodoxos explican que no va la teoría del derrame si no inyectar recursos en la base social, y nosotras decimos que la base social está conducida por las mujeres.
—¿Y en este contexto qué es posible hacer, teniendo en cuenta el discurso y las primeras señales de Alberto?
—Ese discurso no es un discurso solo que legitima, es un discurso que potencia e ilumina las distintas experiencias de las mujeres y diversidades que cuidamos, las reconoce. Y habilita y obliga a los aparatos del Estado y otras instituciones sociales. Nosotras hemos hecho una propuesta acotada en términos de cuidado, nuestra estrategia fue plantear los cuidados como reactivador de la economía y de resolución de la cuestión social. Planteamos algunas posibles políticas públicas. El campo del cuidado es muy amplio, de lo que se trata es de reconocer, remunerar y redistribuir lo que vienen haciendo las mujeres y ello involucra a muchos actores, por eso hablamos de pacto social de cuidados. Hicimos reuniones con equipos de gobierno y referentes pero también con otros actores, rescato la reunión con el secretario general de la CGT. En los movimientos sociales y los sindicatos es muy interesante como ha cambiado la agenda y eso se está reproduciendo en los aparatos del Estado en estos pocos días del nuevo gobierno. Entre todos los actores sociales tenemos que pensar la cuestión de los cuidados, que no es ni más ni menos que la sostenibilidad de la vida — cuidé a mis padres, a mis abuelos, a mis hijos, a amigos y nos cuidamos entre nosotras—. Los cuidados deben ser agenda del diálogo social. Hay una larga lucha para que el cuidado sean responsabilidad de todes, aunque nosotras estamos muy disponibles para cuidar, lo tenemos muy a mano. En esto la batalla cultural es fundamental, ¿cuál es la avanzada de la batalla cultural hoy? ¿está en el Estado? No, la batalla cultural está en la calle, adentro de los hogares, en las mesas de los bares. Ahora, que el presidente reconozca al movimiento de mujeres, al feminismo y a los cuidados como obstáculo para la igualdad es un motor que acelera.
—La mención de Alberto al feminismo como movimiento necesario para el pacto social nos coloca en un lugar de poder para articular…
—Totalmente. Desde hace mucho desde el feminismo se viene planteando un nuevo contrato social. La propuesta de pacto social de Alberto Fernández nos animó a plantear que las políticas de cuidados deberían ser pacto del social. Es una política que desde la academia también se plantea cuando se propone a los cuidados como eje de un nuevo estado de bienestar. Así decidimos armar la Comisión de Cuidados en el PJ, con Ginés González, un ministro conocedor de esta problemática. El tema de cuidados es transversal a varios ministerios, una cosa es que los cuidados estén feminizados y otra cosa es que las políticas públicas pasen por un ministerio, exclusivamente. Acá es clave el Ministerio de Economía, Educación, Desarrollo Social, el Ministerio de las Mujeres Géneros y la Diversidad, y también el Ministerio de Salud, el Pami, Anses, Hábitat, Infraestructura y la Jefatura de Gabinete.
—¿Se está pensando un plan de cuidados, una red como en el modelo uruguayo?
—Yo creo que tiene que haber en una primera etapa coordinación de ministerios. Hasta ahora lo que sabemos es que va a haber una Dirección de Cuidados en Economía Popular; una Dirección de Cuidados en el nuevo Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad; y hay trascendidos de que va a haber en Economía, yo creo que además en Educación es muy interesante el equipo que se ha formado. La presidenta del Consejo de Política Social que coordina el Plan contra el Hambre ya ha planteado la coordinación con educación, salud, hábitat, hay una mujer en el Pami que también tiene un área de género, otra mujer como Ministra de Vivienda. Planteamos medidas progresivas, con una pata que tiene que ver con la reconversión laboral de programas sociales. Hicimos cálculos de lo que podría hacerse en materia de educación temprana, más de la mitad de los trabajos pueden ser tomados por trabajadoras de los programas sociales. Luego de 30 o 40 años de experiencias de militancia en los sectores populares te puedo asegurar que esas 800 mil mujeres de los planes sociales están requete capacitadas. No te digo solo con experiencia, sino además sobrecapacitadas. Este proceso de los planes sociales con formación en perspectiva de género, feminismo y de diversos saberes de la etapa kirchnerista ahora puede ser potenciado vía formas rápidas de reconversión. Pero puede tener viabilidad en trabajo formal si va de la mano de una política masiva de creación de servicios de cuidados por parte del Estado y de otros sectores. Un camino es que las políticas de promoción del empleo tengan como prioridad los cuidados. La OIT hace tiempo que plantea que los únicos empleos que crecerán son los de cuidados a nivel global. Si analizás la creación de programas masivos desde el 2001 hasta ahora (se generaron grandes programas de más de 1 millón) fundamentalmente son mujeres. Ahora, si no resolvés la cuestión de los cuidados los programas fracasan, muchas de esas mujeres vuelven a sus casas y pasan a vivir de changas, siguen en economía de subsistencia. Se habla de la manta corta, y es así, pero en la Argentina de definirse la política de erradicación de la pobreza y la indigencia comprendiendo el papel de las condiciones de género en la reproducción de la pobreza e invirtiendo en educación temprana y generación de empleo en las mujeres estaríamos resolviendo la infantilización y feminización de la pobreza. Es una sociedad con 60% de chicos pobres, es una vergüenza.
—Cuando se habla de cuidados es difícil hacerse entender porque es un concepto poco conocido...
—Es un concepto relativamente nuevo y tenemos mucho para hacer. Hemos avanzado tanto en materia de recuperación de derechos sin embargo esto falta. Cuando los dirigentes me decían que era caro, que es imposible porque los servicios de salud y de educación se descentralizaron yo les respondía que una vez se levantó Sarmiento y dijo “acá hay educación universal”, y ¿saben qué? Sarmiento puso educación desde sala maternal. Una vez vino Perón y dijo “acá las universidades son públicas”. Y después vinieron Néstor y Cristina y dijeron “acá se recuperan derechos”. Bueno, seguramente que el Ministerio de Educación este tema lo va a tomar, tienen un gran mandato, Adriana Puiggrós, por ejemplo, Graciela Morgade, grandes compañeras. Además, el Ministerio de las Mujeres tiene que intervenir principalmente en tener el mapa de cuidados del país, que tiene que ser interactivo. Los trabajos de investigación de Eleonor Faur te hacen dar cuenta de que no hay oferta de espacios de primera infancia y eso define que tampoco demanda. Las mujeres parten de la naturalización de esa falta, van por lograr un salario para bancar la familia, le piden a la vecina que cuide a los chicos, además en los sectores populares las mujeres tienen miedo a que los niños sean maltratados. En el caso de Desarrollo Social, en la emergencia la lucha contra el hambre es la prioridad y las mujeres son mediadoras reforzando sus tareas diversas de cuidados. Hay voluntad política para que progresivamente esa modalidad de política social se abra a otras. Nuestras propuestas planteaban que había que reforzar la AUH para las mujeres que no tienen ingresos, financiar el trabajo de las organizaciones que cumplían una función clave en adicciones, abuso infantil, cuidados en términos más amplios y algunas medidas más. Hasta hace muy poco solamente las feministas hablábamos de la cuestión de género en la pobreza, eso está cambiando. Las que cuidan son las mujeres, las que no trabajan por cuidar son las mujeres, las relaciones de género reproducen socialmente la pobreza en los sectores populares. Más de 30 años atrás había trabajos de Dawn que decían que la pobreza tenía que ver con las mujeres cabeza de familia que no trabajaban, es elemental, Watson. Si hay empleo para esa mujer y cuidados para esos niños vos rompés la reproducción social de la pobreza, esa es la visión que tenemos desde el feminismo hace muchos años. Cuando en los niños y niñas hay más pobres que clase media la pobreza tiene que estar en el centro, no en la periferia. Vamos en ese camino.
Virginia es una militante política que lagrimea cuando recuerda su trabajo con el ex Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Floreal Ferrara.“Fue lo más parecido a una revolución”, recuerda. Virginia es socióloga, proviene de una familia gastronómica de la zona de Balcarce, en la Provincia de Buenos Aires, es feminista y peronista de toda la vida, fue Presidenta del Consejo Nacional de la Mujer, Presidenta del Parlamento de las Mujeres de la Legislatura Porteña, Coordinadora del Observatorio Género y Pobreza Argentina y muchísimo más. Milita cuidado, aborto, paridad y con la experiencia acumulada asegura que “cuando la política viene a responder necesidades muy sentidas con mucha lucha detrás , todos los planetas se juntan”.
—¿Y ahora se alinean?
—Yo creo que todos los planetas se van a ir alineando si somos capaces de cruzar todo el tiempo la grieta entre la retórica y las políticas. Es la primera vez que tenemos un movimiento de mujeres —que tiene tantos años como la democracia—, tenemos algo impensado que es este proceso social del feminismo. Tenemos un gobierno que volvió no después de 18 años si no de 4 años, los errores y aciertos espero que nos coloquen en un lugar superador. Un buen resumen es la frase de Cristina que después resignificaron: “para volver hay que volver mejor”, y luego: “para volver mejor hay que volver feminista”.
—Volvimos para ser mujeres…
—Eso fue genial. No nos quedemos con las frases, las políticas deben reestructurar las condiciones de género prioritariamente en las que sufren pobreza. Sabemos que es difícil pero no imposible. La política pública hay que construirla, hicimos un diálogo entre actores y nos dimos cuenta de que nadie había pensado una política pública sobre este tema. Hoy hay que armar una política pública y tiene que haber en todos los ministerios una coordinación permanente y vamos a ver cómo se va armando en este país, no somos Uruguay, no podemos trasladar esa experiencia, no solamente por la escala.
—Hay como 50 proyectos de ley relativos a cuidados, ¿cómo repercute esto?
—Todo eso lo potencia. Yo iría por ir generando política pública y sobre la base de esa política pública legislar puntualmente. Había propuestas como la de Mónica Macha, de reunir todos los proyectos y convocar a todxs, no alcanzamos a hacer esa actividad, pero como comisión estamos pensando y ampliando y vamos por la creación de una red muy amplia de periodistas, científicas, académicas, los movimientos sociales, el territorio, las políticas. Poner toda la fuerza que tiene la Argentina en este proceso de incorporación de derechos.
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