Una conquista de la calle

Eli Gómez Alcorta brindó una entrevista exclusiva con periodistas feministas de distintos medios

 

“¿Vas a dejar de ser abogada?”, le preguntó su hijo C. cuando le contó que a partir del 10 de diciembre iba a cambiar de trabajo e iba a trabajar más. Elizabeth Gómez Alcorta no nombró el cargo que iba a tener y lo preservó de todas las instancias protocolares, pero en la escuela las maestras no evitaron hablar del tema y le dijeron que su mamá iba a ser Ministra. Sin embargo, retuvo otra palabra. Cuando volvió de la escuela, confundido, le preguntó

—Mamá, ¿vas a ser Industria?

Eli se rió y le explicó que iba a ser Ministra, que esa era la palabra correcta para su cargo. C. estaba preocupado porque ya no va a defender más a Milagro Sala como abogada pero ella lo tranquilizó: “Milagro está muy contenta”.

Hace apenas una semana que se oficializó el anuncio y pasaron sólo cuatro días desde que el Presidente Alberto Fernández le tomó juramento. Es sábado por la mañana del primer fin de semana del nuevo gobierno y en su casa de Núñez, Eli recibe a un grupo de periodistas feministas que tienen una extensa lista de interrogantes ante la novedad del Ministerio inédito. Su perra, Berta —en homenaje a Rigoberta Menchú, la líder indígena guatemalteca—, corretea entre las mujeres que rodean la mesa. Eli ceba mates y habla con el mismo tono que expone cuando le toca hacer un alegato en un juicio: entre la parsimonia pedagógica y la contundencia militante. Se emociona cuando habla de las pibas con las que milita en la organización Vamos y también cuando nombra a las históricas. Además de facturas y bizcochitos, en la mesa están sus apuntes anotados en un cuadernito y unas hojas impresas subrayadas. En una de esas hojas se lee la palabra transversalidad. Se preparó para esta primera conversación pública igual que lo hace cuando le toca estar en los estrados.

—¿Por qué aceptaste?

—No es algo que yo busqué. Me imaginé que después de cuatro años de estar resistiendo iban a ser cuatro años en los que iba a poder relajarme. Realmente no busqué ningún cargo, no era mi intención volver a la función pública. Es algo que me sorprendió. Pero no dudé y dije que el desafío era enorme porque este Ministerio es una conquista del movimiento de mujeres y la diversidad, pero sobre todo es un ministerio que no solamente es una demanda, sino que es una conquista de las calles. Es un hecho histórico porque es una conquista y no solamente de estos últimos años sino de muchos años de luchas. Hubo una voluntad política de Alberto de jerarquizar y priorizar entre las políticas públicas, la políticas para erradicar las desigualdades y para crear una sociedad más igualitaria, más justa, con más derechos para todxs. La sensación es que es un Ministerio de Todes. Es como sucedió con el Ministerio de Trabajo, que también fue una conquista popular.

—¿Qué te planteó Alberto en la reunión que tuvieron?

—Me dijo que quería que fuera un ministerio amplio, dijo que pensemos políticas no solamente para las mujeres, cosa que me parece que es fundamental y que le gustaría pensar que cuando termine su mandato no quede normativa que no tenga perspectiva de género en la Argentina. Era la primera vez que estaba en un mano a mano y me resultó un tipo muy llano, muy cálido, cero protocolar.

—¿Cuáles van a ser las primeras medidas del Ministerio?

El Ministerio está pensado en tres grandes ejes: por un lado, una línea central en todo lo que son abordajes de políticas contra la violencia por razones de género. Acá es clave centralmente el cumplimiento de la Ley 26.485 en materia de prevención, asistencia, fortalecimiento de acceso a la justicia y protección, en clave de política pública. Por otra parte también vamos a pensar en otras intersecciones, que tienen que ver con ciertos colectivos con otras vulnerabilidades: mujeres indígenas, en contextos de encierro, rurales. Una segunda línea rectora es políticas de igualdad y políticas de diversidad sexual, que creo que en eso es donde estamos más atrás en términos de políticas de Estado. Cuando pensamos políticas de igualdad pensamos primero sistema de cuidados. Y acá es importante decir que esta va a ser una política que vamos a trabajar inter-ministerialmente. Hay que pensar un mapeo nacional de cuidado que no existe todavía en la Argentina. La tercera pata es trabajar en capacitación, formación y políticas culturales. La Ley Micaela es competencia primaria del nuevo Ministerio, y también pensar ahí políticas culturales de transformación. No solamente formar y capacitar la administración pública en perspectiva de género y diversidad, sino también formar formadores.

—¿Cómo se va a trabajar con el sistema de cuidados?

—El sistema de cuidados hay que empezar a trabajarlo ya. Ya es ya. Es, sin lugar a dudas, el eje central de todas las desigualdades que tenemos en todos los espacios. Hay que pensar en una ley en el marco del sistema de cuidados y después coordinar, porque las desigualdades tienen impacto en el sistema político, de salud, en el trabajo. Y por otro lado, hay que darse una política pública central en términos de diversidad sexual, hay que pensar políticas de promoción y de protección, y hay que trabajar en el mundo del trabajo y la diversidad.

Hay una tarea que es central, que es poder demostrar que hay una fuerte inequidad en la distribución de las tareas de cuidados y todas las que estamos acá lo sabemos en carne propia. Hay un trabajo que es visibilizar esto. A mí me da mucha bronca cuando se habla de los ni-ni, la franja etaria de los jóvenes y adolescentes y ahí yo digo "¡no, las mujeres no son ni-ni!". Las pibas, las adolescentes, las jóvenes están cuidando a los hermanitos, están cuidando a la abuela, porque eso se repite e invisibilizás doblemente. Las pibas no son ni-ni, sí están haciendo.

Hablo de la piba que para que la madre salga a laburar se queda cuidando a todos los hermanitos, que dejó la escuela porque alguien se tenía que quedar y que era una adolescente de 14 años o la que mantiene el hogar haciendo otras… Hay que pensar un plan nacional de cuidados. Hay que profesionalizar las tareas de cuidado, hay que pensar un plan que piense por un lado de manera comunitaria, por otro lado en términos de la participación privada y la participación estatal cómo hacemos para empezar a redistribuir de otra forma estas tareas para que no recaigan solamente en nosotras.

—¿Esta Ley Nacional de Cuidados se va a presentar en extraordinarias?

—No. Primero hay un trabajo enorme para ver qué es lo que hay, porque no es la misma situación en las diferentes provincias, ni en centros urbanos. Nosotras cuando hablamos de sistema de cuidados sabemos qué es. Salgamos de nuestros núcleos más reducidos, les decimos sistema de cuidados y no tienen la menor idea de lo que estamos hablando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Va a ser un ministerio en el que se cumpla con el cupo laboral trans más allá de que todavía no hay una ley nacional?

—Nosotras vamos a asegurar el cupo laboral trans en el Ministerio y vamos a trabajar para que antes de que exista esa ley —que sabemos que va a ser una de las prioridades— podamos articular con otros ministerios que empiecen a incorporar personas trans en la administración pública aunque no exista el mandato legal. También vamos a trabajar con algunos ejes puntuales en términos de diversidad: prevención de violencia institucional, trabajar por espacios de salud inclusiva y mundo del trabajo.

 

 

Del INAM al Ministerio feminista

La transición formal para la flamante Ministra comenzó el lunes 9, cuando se juntó con Fabiana Túñez después de mandarle un mensaje el sábado. Fue con su equipo y un listado de preguntas a las que la ex funcionaria de Cambiemos respondió. También les entregó informes de gestión.

El miércoles 11 de diciembre a las 9 de la mañana Eli ya estaba en las oficinas de Entre Ríos 181 donde funcionaba el ex Instituto Nacional de las Mujeres (INAM). Saludó a cada uno y cada una de les trabajadores para presentarse ella, su equipo y llevarles tranquilidad ante el cambio de gestión. “Sabemos que los cambios de gestión generan altísimos niveles de angustia. La idea era decirles que ningún trabajador, ninguna trabajadora, se va a quedar sin trabajo”, dijo la Ministra. La recorrida siguió en el edificio de Paseo Colón donde funciona la línea 144, que también dependía del INAM. Hasta ahora son 260 trabajadores que estarán bajo esta órbita, de los cuales 130 pertenecen a la línea de atención.

El Ministerio contará con dos grandes secretarías: una de políticas contra la violencia por razones de género, que estará a cargo de Josefina Kelly, y una Secretaría de políticas de igualdad y diversidad, en manos de Cecilia “Checha” Merchán. Además el Ministerio tendrá una Subsecretaría de formación, investigación y políticas culturales para la igualdad que comandará Diana Broggi.

Aunque el equipo del Eli todavía no está designado de manera oficial ni tampoco cerrado, la Ministra está trabajando con expertas como Lara González Carvajal, Laurana Malacalza, Carolina Varsky, Alba Rueda, Pilar Escalante, Vicky Gallo, Andrea Mallimaci, Caro Garber, Sabrina Roth y Martha Linares. También la socióloga Dora Barrancos, con quien Eli se juntó en su primera jornada laboral, estará muy cerca y presidirá el Consejo Asesor del Ministerio. Esta primera semana de trabajo Eli también tuvo reuniones con la titular del INADI Victoria Donda, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza, la diputada Mónica Macha, el diputado Leo Grosso, la responsable de Aysa Malena Galmarini y la diputada Cristina Álvarez Rodríguez.

—¿En qué se va a diferenciar tu gestión de la de Túñez?

—En todo. El INAM tenía como función pura y exclusiva pensar o implementar un plan nacional de acción para la violencia en el marco de la Ley 26.485. Y además no tenía capacidad ni siquiera para la tarea específica. El Plan Nacional de Acción que tuvo del 2016 al 2019, tenía un presupuesto cuando se anunció que era de 750 millones de pesos y recibió el INAM más o menos el 10 o 12 por ciento de eso. Lo que estaba previsto para llevar adelante no se pudo llevar adelante por una cuestión presupuestaria, desfinanciamiento y la restricción presupuestaria que hubo en todos los ámbitos del Estado.

—Durante estos años de macrismo muchas de las políticas relacionadas a los temas de género fueron enfocadas desde una perspectiva securitaria. ¿Cómo cambiar ese paradigma punitivista que se instaló?

—No solo eso, sino además se propuso la reforma de la denuncia por violencia de género como acción pública. En principio ya les puedo asegurar que con Sabina Frederic y con el equipo del Ministerio de Seguridad compartimos una visión bastante parecida sobre el tema. Vamos a reunirnos en breve con ella. El punitivismo en estos años tiene como una paradoja que para mí es bastante perversa. Por un lado, desde eso trae alguna solución, pero a la vez trae al Poder Judicial que es absolutamente machista y que es refractario a las demandas reales que es cuando tiene que actuar efectivamente. Entonces te ponen una trampa que además lo que hace centralmente es que te deja nuevamente más vulnerable porque es el propio Estado el que efectivamente después te vuelve a revictimizar. Entonces, por un lado te instalan que hay que denunciar, que la solución es el sistema penal, cuando sabemos que el sistema penal llega cuando ya te mataron, cuando ya te violaron, cuando ya te abusaron, es decir que no previene. Entonces eso es pura y exclusivamente un palo en la cabeza, pero no restituye ningún derecho.

—Entonces, ¿cómo salir desde el Estado de la trampa punitiva?

—Hay que desarticular esa mirada punitivista con acciones concretas para la prevención, para la escucha y pensar nuevos modos de intervención. Cuando pensamos fortalecimiento de acceso a la Justicia, que vamos a trabajar con el equipo de Marcela Losardo, tiene que ver con quitar esta mirada de que acceso a la Justicia es acceso a la jurisdicción. Esto de te pongo un abogado y vas a denunciar. Entonces, hay que pensar otros modos de poder pensar cómo se puede acceder a la justicia en términos de reparación, en términos de protección que no sea a partir de la jurisdicción.

—¿Cómo le explicarías a alguien que no milita, que no está dentro de los feminismos, por qué es importante tener un ministerio de estas características?

—Tenemos la tarea pedagógica de la explicación a todos y todas, no solamente a las mujeres. En principio es central explicar y exhibir las desigualdades en las que vivimos. Jerarquizar estas políticas es tomar en cuenta estas desigualdades que son estructurales. No se puedan cambiar ni en un gobierno, ni en un período corto histórico. Y para poder empezar a achicar esas desigualdades y esa brecha se necesitan políticas de Estado. Y las políticas de Estado no pueden ser solamente de un ministerio. Nosotras pensamos no solamente en políticas contra las violencias por razones de género —que pueden ser cuestiones propias de nuestro Ministerio— sino que para poder empezar a achicar esa brecha hay que transversalizar con todos los ministerios. Entonces es esa jerarquización lo que va a posibilitar poder articular con una serie de ministerios. Esta semana voy a tener tres reuniones con tres Ministros.

—Vos hablabas de que te interesa el desarrollo territorial. ¿Cómo te imaginás eso en la práctica? ¿Abriendo sedes? 

—Alberto lo dijo en todos lados: que efectivamente tengamos políticas federales. Vamos a trabajar en un nuevo Plan Nacional de Acción, Prevención y Erradicación y empezar un nuevo proceso para crear un nuevo plan que sea realista en términos de la posibilidad del presupuesto y de acciones concretas y va a ser co-participativo y esa participación tiene que ser federal. Una clave de eso es el Consejo Federal, que ya existía en el marco del INAM y que nosotros a partir de la semana que viene vamos a reimpulsar, porque una cosa era en el marco de un Instituto y otra es ahora en el marco de un ministerio que vamos a trabajar con los y las gobernadoras. Eso nos va a permitir trabajar muy coordinadamente. Por otro lado, pensar la prevención como clave del plan nacional, pero que cualquier política nacional de abordaje integral tiene que tener como base central un laburo comunitario territorial. Y para eso entendemos que vamos a tener que articular muy fuertemente con los gobiernos locales.

 

 

Feminismo popular antineoliberal

Eli dice que hace varias semanas hace un gran esfuerzo por recordar cuándo fue el punto de inflexión en su vida en donde se “autopercibió” feminista. Sin embargo no puede recordarlo porque cree que desde que tiene uso de razón reconoció esas injusticias atravesadas por el género. La enojaba muchísimo cuando veía a su mamá después de una larga jornada laboral, cocinar, planchar y “servirle” a su marido. Sin embargo, ella no las crió ni a su hermana ni a ella para que repliquen ese mandato. Siempre la conmovieron las injusticias, las desigualdades, y para ella, la de género es parte de las causas por las que peleó como abogada. Ser feminista es parte de su identidad.

¿Cuál fue el rol que cumplieron los feminismos en estos años de macrismo? ¿Cómo caracterizas al feminismo? 

—Los feminismos han sido un motor central de la resistencia en estos cuatro años, un motor clave. Creo que parte de esa resistencia viene de la economía popular y de los movimientos sociales y, por otro lado, de los feminismos. Han sido quienes han sostenido caliente la calle. Que el primer paro al macrismo se lo hayamos hecho nosotras es algo realmente simbólico. Es un hecho político, pero también marca cuál era la línea base que nosotros estamos poniendo. El feminismo popular es clara e intrínsecamente anti-neoliberal. Además, en todos estos años de tremendo ajuste que vivimos, también fuimos nosotras las que tuvimos un impacto diferencial que nos ha dejado y estamos hoy más precarizadas en nuestras vidas en general. Y creo que parte de la potencia que tiene el movimiento en general es esto. Se ha hecho imposible de invisibilizar, imposible de no escuchar, para cualquiera, de cualquier sector.

Sin embargo, en el proceso de cierre de listas no tuvo ese reconocimiento como actor o actriz política.

—No, totalmente. Los feminismos tienen una particularidad, porque tampoco es que el movimiento de mujeres tiene una representación política, porque también es un movimiento dinámico, heterogéneo, líquido, por decirlo de alguna forma. Creo que eso es lo que tiene de maravilloso. La potencia es que rebalsa por cualquier lado.

—De los acontecimientos feministas que disputaron sentidos y también las calles en los últimos años, ¿cuál fue el que más te interpeló como feminista, como abogada, como militante?

Ni Una Menos. La idea de "no nos maten más" es un reclamo radical. Porque en definitiva, cuando una lo piensa, nos están matando a una por día. Y con los travesticidios para exactamente lo mismo. Entonces ahí hay algo de una radicalidad que nadie, por más conservador, machista y misógino, vengas del sector que vengas, de la clase social de la que vengas, con la experiencia personal y tengas la edad que tengas, se puede negar a pedir que no nos maten más. Es una demanda radical de la vida y creo que además se liga en esto que nosotras siempre… efectivamente el feminismo es un proyecto civilizatorio, porque ponemos en el centro la vida. Si vos hacés luz de ahí lo podés pensar en cualquiera de los ámbitos de la vida, es lo que efectivamente pensamos que podemos transformar.

—Además de un Ministerio específico como saldo de estos años, pasamos a tener feministas gobernando, feministas en distintos espacios de la administración pública con cargos jerárquicos…

—Un desafío clave es poder demostrar que nosotras podemos hacer política de otra manera. Y eso es un desafío enorme y hermoso. Hay algunas lógicas de la política tradicional que no solamente no tenemos que repetir sino que tenemos que repudiar; pensamos un ministerio de puertas abiertas y sobre todo de redes. Todas laburamos a través de las redes, en la familia, para que nos cuiden los pibes, entre las amigas, entonces, nosotras queremos pensar que podemos replicar esos modos de construcción que nosotras tenemos en la política.

¿Qué lugar van a tener las pibas en el Ministerio?

—Estamos pensando mucho en una clave que para mí es muy importante, que es la clave de la escucha. En general en la política se escucha poco. Y nosotras veníamos pensando primero en este Consejo Asesor del que hablábamos antes, de lo importante que es escuchar a aquellas que han sido históricas y en el mismo sentido la escucha hacia las pibas, que son dos vértices que solamente pueden enriquecerlo. El anuncio de ayer de Maca Sánchez en el Instituto de la Juventud viene en ese sentido y me alegró doblemente, como fanática de San Lorenzo. Así como dijimos antes que el movimiento de mujeres es algo que no se puede invisibilizar más, creo que las pibas están en la misma clave.

Las pibas me conmueven, hay algo de la potencia y de la irreverencia de ellas que me conmueve. Y ahí hay una reserva masiva. Las históricas son una minoría que pelearon en condiciones adversas, adversísimas, solas, en un mundo de la política horrible. Entonces digo, nosotras las de mi generación estamos mejor y lo que hay abajo es una reserva inmensa, que son las que efectivamente van a transformar. No se tienen que deconstruir para construir, sino que ya son inmensas.

Una de las demandas que protagonizaron las pibas tiene que ver con el aborto legal. El Presidente dijo que iba a mandar su propio proyecto, ¿2020 será el año del aborto legal en Argentina?

— Alberto no solamente lo dijo en la campaña sino que lo dijo en el debate presidencial cuando estaba pidiendo su voto, por decir de alguna forma. Ahí claramente se va a trabajar en clave de salud pública. Esta semana con la firma del protocolo ILE, que también fue un hecho fundamental, que a dos días de asumir esté sucediendo... Estuvimos hablando algunas cosas con Ginés. La idea es poder sentarnos a pensar cuándo es el momento. En lo personal, intentaremos juntarnos en breve, poner fecha ya a una reunión con la Campaña nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Más allá de la idea de Alberto, que anunció un proyecto propio que obviamente tendría la potencia del proyecto del Poder Ejecutivo, hay un recorrido de estos 14 años de campaña que es ineludible.

A veces se los explico a las pibas con las que milito, la importancia que tiene pensar, era impensable que para un Presidente –o una Presidenta– sea una de sus banderas. Eso es algo que es transformador real. Y que tiene una potencia que es ineludible.

—Hablaste muchas veces del trabajo en territorio. En estos años hubo un abandono del territorio por parte del Estado y avanzaron sectores fundamentalistas, antiderechos. ¿Cómo se vuelve a recuperar el territorio?

—Creo que lo decía Alberto Binder, estábamos en una reunión por un tema de seguridad y dijo: “Nosotros los argentinos y las argentinas no somos conscientes de que tenemos Estado en todos lados”. Cuando una va a otros países de la región, el Estado no existe. Nosotros podemos reclamar más, mejor Estado, un Estado más eficiente, pero vos, a donde vayas, el Estado está. Entonces creo que no hay ningún tipo de competencia, de lucha contra cualquier tipo de organizaciones de la sociedad civil, sean religiosas, lo que nosotros tenemos que asegurar es promoción de derechos. Y la promoción de derechos no entra en competencia con las organizaciones. Lo que ha pasado en los últimos años es que hemos tenido un Estado que se achicó, que se desfinanció, que se volvió obviamente más ineficiente, y que se ha corrido de ciertas políticas. Entonces, lo que uno tiene que pensar es en esa clave, que es el mejor Estado, más eficiente, y eso siempre implica más derechos. Después, cuando pensamos en la autonomía que queremos alcanzar, la pensamos para todas, no para las que piensan o sienten igual que nosotras. Si no seríamos un Estado autoritario. Y nosotros creemos en la autonomía justamente para que cada una y cada uno pueda elegir. Así que después estarán sus elecciones morales, religiosas, que además tienen que ser ampliamente respetadas por todas e incluso por quienes no están de acuerdo.

 

 

—¿Qué impacto creés que pueda tener el Ministerio en particular y el gobierno a nivel regional cuando tenemos en la frontera una dictadura?

—Creo que el gobierno que tenemos ahora tiene un impacto en la región. Es muy importante en la región que hayamos ganado un espacio de resistencia sobre todo en el Cono Sur, porque también tenemos a México y a otros países con los que vamos a poder pensar qué sigue en disputa la región. Creo que el Ministerio en ese sentido va en la misma clave. Ayer me junté con Florence Raes, que es la representante de Naciones Unidas, de ONU mujeres para la Argentina, y ella me decía algo que yo sabía, pero es distinto que te lo diga alguien: que Argentina históricamente lidera la agenda internacional en materia de mujeres. Entonces ella decía el impacto que iba a tener esto, que ya era un país, ella me decía “ustedes y Uruguay fueron siempre los que lideraron, Europa viene atrás”. Porque también damos por sentado algunas cosas que está bueno ponerlas en valor. Entonces también creo que el impacto va a tener que ver más con el proyecto del gobierno que en particular, pero creo que se viene un momento en muchos países de mucho retroceso y que igual está en disputa. No es que hoy exista un modelo hegemónico en Latinoamérica.

 

 

fotos: Daniela Amdan
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