Don Federico y Gardel
La música que escuché mientras escribía
Una de las salidas familiares de la infancia era la visita a la casa de Santos Lugares que Ernesto Sábato y su familia compartían con Don Federico. Fue el primer viejo hermoso que conocí. Me intrigaban su piel dura y de arrugas muy profundas, sus manos grandes y huesudas y una voz dulce, que heredó su hija. Como hablaba raro y a su hija la llamaban Marinette, creía que Don Federico era francés.
Sábato y Matilde tenían dos hijos, Jorge Federico, que tenía cuatro años más que yo, y Marito, tres menos, casi la misma edad que mi hermana Alicia. Marinette se encargaba de que no hiciéramos grandes desastres, mientras los grandes hablaban de sus cosas. Además de la casa de Santos Lugares, algunos veranos pasamos un par de semanas con ellos en la casa que Don Federico tenía en El Pantanillo, bien al oeste de Córdoba. Le decíamos La tapera.
El gran personaje era Sábato, a quien Don Federico protegía. Mi hermana, que es la memoriosa de la familia, dice que el viejo le permitió a Sábato construir su casa en parte del terreno mientras él se quedaba en la casa vieja de siempre. También se acuerda que Don Federico y Marinette tenían una perra salchicha que se llamaba Frida. En El Pantanillo había un caballo blanco al que llamaban Califa.
Siempre lamenté haberme enterado muchos años después que aquel viejo amable había sido el gran pionero del cine argentino, Federico Valle, quien llegó a Buenos Aires en 1911, después de haber trabajado en París con los hermanos Lumiere y con Melies. También me llevó décadas saber que Jorge Federico Sábato antes de ser ministro de Alfonsín realizó alguna de las investigaciones fundamentales sobre el agro pampeano y la formación de la oligarquía argentina. Es triste constatar que podemos pasar por la vida con tan escasa conciencia de las cosas que importan.
Estos recuerdos inconexos afloraron la noche del debate en Santa Fe, donde Alberto Fernández parecía Gardel ante el Presidente de cartón que se despedía con pena y sin gloria. Ahora te cuento por qué.
Por asociación libre, busqué los tangos del cantor nacional. Y allí me topé con varios cortos filmados hace ahora 89 años, en octubre de 1930, en el estudio que Don Federico tenía en la calle México al 800, con la dirección de Eduardo Morera. En uno de ellos hay una referencia que no logro escuchar bien al golpe ocurrido un mes antes, mencionado como revolucionario. Estos cortos de Gardel están entre los primeros videoclips filmados en el mundo, así como El Apostol y El Mono Relojero, dibujados por el ilustrador de Crítica, Quirino Cristiani, se consideran los primeros dibujos animados del mundo, también producidos por Valle. Así lo cuenta Cristiani, quien también revela que Valle no era francés sino italiano, igual que él. Produjo largos, medios y cortos, argumentales y documentales y, durante décadas un noticiario semanal, del que una parte de quemó y otra fue comprada por un fabricante de peines porque Valle no tenía para comer.
No te voy a repetir lo que leí en otro lado, pero te pongo el link para que lo veas si te interesa. También hay una explicación sobre la técnica de estos clips.
Antes de cada tango, Gardel habla con los autores o quienes lo acompañan: entre ellos Celedonio Flores, Francisco Canaro y un muy joven Enrique Santos Discépolo, que cuenta la génesis de Yira Yira. Allí explica que se trata de la historia de un hombre bueno, que después de 40 años descubre que los seres humanos son fieras. Discepolín sólo tenía 29 en ese momento. El diálogo con Pirincho es una caricatura desopilante, en la que Gardel ladea el cuerpo y tuerce la boca, imitando con exactitud los dibujos que Sábat le dedicaría tres décadas después. En Arrabal Amargo la escenografía evoca las diagonales del expresionismo alemán, que también impresionaron tanto a Hitchcock.
La Argentina se sumía en la depresión de los años '30, tan parecida a lo que viviríamos nueve décadas más tarde, aunque entonces aún no se había implantado el control de cambios y no se conocía la combinación letal de estancamiento con inflación. Recién Macrì lo hizo.
Como esto puede tener gusto a poco, siguen mezcladas con estos mismos temas otras versiones de Gardel, tomadas de sus películas para la Paramount de Estados Unidos, entre ellas Rubias de New York, que disputa la cumbre de la incorrección política con Viejo Smoking, Tomo y Obligo y Canchero. También podés encontrar la romántica Cuando tu no estás, que Alfredo Le Pera le plagió a María Elena Walsh, con toda razón porque es bellísima.
En cada aniversario de Medellín, el cine más humilde de mi pueblo de la provincia de Buenos Aires pasaba en continuado las películas de Gardel y, de acuerdo al aplausómetro, rebobinaba y repetía las canciones. Le decíamos la piojera, estaba al lado del bar billares Tokyo y sólo íbamos una vez por año, en junio.
Ahora la tenés más fácil, porque podés repetirlas todas las veces que se te ocurra con un solo clic. Cuando lo hagas, levantá tu copa y brindá a la memoria de Don Federico.
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