Terrorismo Social
Una frase de Alberto vale más que mil terroristas sociales: “Entre los jubilados y los bancos, elijo a los jubilados"
Hace muchos años que me dedico a trabajar temas de seguridad social y a lo largo de todos ellos siempre he escuchado algunas voces que sostenían la alocada teoría de que los beneficiarios de la seguridad social eran los responsables de las crisis recurrentes vividas por nuestro país. Dicho de otra manera, para esta gente los gobiernos que ellos despectivamente llaman “populistas” distribuyen dinero entre la gente “pobre”, y ese dinero “regalado” es el causante la siguiente crisis. Sin embargo, paradójicamente, los gobiernos que deben afrontar estas crisis son los que comparten esa visión y no precisamente los que llevan a cabo el criticado “despilfarro populista”. Es más, no existe un solo caso en el mundo que haya logrado un standard de vida razonable siguiendo las teorías restrictivas que pregonan los agoreros de las crisis. Basta imaginar cómo seria nuestra vida si acaso encontraran un solo ejemplo y lo difundieran a los cuatro vientos, mañana tarde y noche, machacando una y otra vez. Es más, en alguna ocasión le preguntaron a José Luis Espert, representante fiel de estas ideas, dónde habían funcionado, y muy suelto de cuerpo espetó que podían mencionarse los casos de Perú y Chile. Sintiendo sincero respeto por los hermanos peruanos y chilenos creo que, en materia de seguridad social, no son el mejor ejemplo a seguir.
Pero últimamente he notado un fenómeno inédito. Han aparecido ciertos personajes, no ya con las ideas neoliberales clásicas, sino fanáticos, racistas y mentirosos que inundan algunos medios de comunicación, con mensajes disparatados. Hace algún tiempo Roberto Cachanosky difundió un informe con un cuadro detallado consignando que la Argentina cuenta con 19.123.232 “beneficiarios de planes sociales”, como él los llama, incluyendo allí diversas figuras como los empleados públicos (nótese que en este rubro, como en el tango cambalache con la Biblia junto al calefón, debe considerarse desde el Presidente de la Republica, las Fuerzas Armadas y de seguridad, los jueces y fiscales, la Corte Suprema, los intendentes, los gobernadores, los docentes, los médicos de los hospitales), a los jubilados, los pensionados, a la copa de leche que toman los chicos en las escuelas, las pensiones por discapacidad, los premios Nobel, los campeones olímpicos, los Héroes de Malvinas, el seguro de desempleo, las asignaciones familiares y lo más insólito: los monotributistas sociales, que en vez de cobrar un beneficio pagan una contribución. Creo que se olvidó, aunque no inocentemente, de los contratistas del Estado incluyendo a las consultoras económicas y de los bancos que succionan como nadie recursos públicos a través de la “bicicleta financiera”.
Pero ahora también han aparecido dos nuevos personajes, el primero, Diego Álzaga Unzué, recomienda por Twitter: “Un minuto épico de Manuel Adorni, analista económico, cadena nacional desde hoy hasta las elecciones para que todos entiendan cómo hay que hacer para tener un País en serio”. Qué dice ese tal Adorni en Involucrados, programa que se trasmite por América: "Veintitrés millones de tipos cobran un cheque del estado y hay 8 millones que se desloman laburando”. Este señor Adorni ha superado en su locura a Cachanosky —y hay que ganarle a Cachanosky—, ¿o será que en 15 días Macri otorgó 4 millones de planes sociales y no nos enteramos? Parece un delirio que uno debería dejar pasar, en el entendimiento de que se dicen tantas cosas por televisión que una más no importaría; pero creo que en este caso hay que estar alerta porque la derecha en retirada siempre tiene un plan.
No sé si la idea es hacer el trabajo sucio para los fondos buitre, para el FMI o para los acreedores externos, pero por algo lo hacen. Nadie se inmola profesionalmente diciendo y repitiendo gratis tantas inexactitudes. Pareciera ser que intentan condicionar de alguna manera al próximo gobierno, o bien darle argumentos a los que quieren extorsionar a nuestro país.
Vamos a poner las cosas en su lugar, explicando cuantos planes sociales hay en la Argentina. El total de planes sociales otorgados por el Ministerio de Desarrollo Social alcanza a algo más de 450.000 personas: “Hacemos Futuro” con alrededor de 250.000 beneficiarios, y “Proyectos Productivos Comunitarios” que alcanza a otros 200.000 personas. Cada uno cobra $8.000 mensuales, si no me creen busquen los datos en los reportes estadísticos de Desarrollo Social y verán que así los explican.
Ahora bien, ¿qué pasa con la Asignación Universal por Hijo? Este beneficio lo perciben 2.208.411 personas, por un total de 3.923.040 hijos. ¿Se acuerdan cuando nos decían que las chicas se embarazaban para cobrar la AUH? Viendo los datos me parece que se cae un mito, ya que el promedio no alcanza a dos hijos por mamá. La prestación es de $ 2.652 por hijo, que se cobra el 80% al mes es decir $ 2121,6 y el 20% restante —es decir $ 539,40— en un solo pago al verificar el cumplimiento de las condicionalidades requeridas. Este plan se financia con las ganancias financieras obtenidas de la colocación del dinero del FGS, es decir que lo paga el propio sistema.
¿Qué pasa con el Plan de Inclusión Jubilatoria, despectivamente llamada por los adláteres del neoliberalismo como la jubilación del Ama de Casa o la Moratoria o la jubilación sin aportes o con pocos aportes? Este plan tiene como origen la Ley 25994 y la reglamentación de la Ley 24476, y ambas han aplicado un plan de facilidades de pago existente previsto en la Ley 25865 que prevé el régimen de monotributo, usado a destajo por profesionales, comerciantes, consultores, periodistas, empleados públicos y privados con el objeto de regularización de deudas en aportes. Por ende, cada persona que se jubiló haciendo uso de dicho plan lo abonó integralmente. Pero además, el sistema previsional fue y es financiado por impuestos, especialmente el IVA, en consecuencia cada uno de nosotros cuando compramos cualquier producto ayudamos a financiar el sistema y eso incluye a los y las beneficiarias del plan de inclusión jubilatoria. Por lo tanto, cada una de estas jubilaciones no solo fueron otorgadas con aportes realizados, sino que con doble aporte por el pago del aporte legal y por impuestos.
Sobre estos tres ítems puede llegar a discutirse si tienen o no algún financiamiento del Tesoro, toda vez que las asignaciones familiares son financiadas con las contribuciones del empleador y las jubilaciones y pensiones, que responden al cumplimiento de una ley y por ende no pueden ser considerados planes sociales. Todos estos beneficios forman parte de un concepto mucho más abarcativo, cual es la Seguridad Social.
Las grandes mentiras
Les voy a dar una muy mala noticia a los delirantes del neoliberalismo: nuestro país se encuentra entre los países con Índice de desarrollo Humano “muy Alto”, ubicándose en el número 58 dentro de 189 países, y es uno de los países que, producto del ajuste macrista, gasta menos en materia de seguridad social. Es más, nuestro país hermano Chile, presentado como paradigma exitoso de las privatizaciones, precisamente por haber privatizado su sistema previsional, gasta una mayor proporción de su PBI en subsidios respecto de la Argentina, que supuestamente “despilfarra” sus recursos.
Otra de las grandes mentiras que repiten hasta el cansancio estos xenófobos sociales es que en la Argentina realizan aportes a la seguridad social sólo 8 millones de personas. Les recomiendo que lean el informe emitido por Desarrollo Social para el primer trimestre de 2019, donde podrán encontrar que en la Argentina aportan a la seguridad social 14 millones de personas (nótese que Macri hizo lo imposible para bajar este número, duplicando la tasa de desocupación), distribuidas de la siguiente forma:
- En el Sistema Nacional (SIJP) 9.373.716
- En los regímenes Provinciales y Municipales 3,1 millones
- En las cajas profesionales 800.000.
En otras palabras, estamos frente a otro mito que se cae: en la Argentina de hoy, las estadísticas oficiales indican que existen 14 millones de compatriotas que todos los días salen a trabajar. Debería darles vergüenza decir tantas mentiras, pero más vergüenza debería darles a los periodistas que, mientras estos personajes plantean el racismo social, mueven la cabeza como esos perritos chinos que alguna vez estuvieron de moda en los autos de Buenos Aires.
Llegado aquí y viendo no sólo la magnitud de los disparates que intentan instalar sino también viviendo las atrocidades que intentan imponer con estas mismas interesadas ideas (las mismas que trataron de imponerse en las dictaduras recurrentes que padecimos), vale preguntarse por qué ahora el neoliberalismo en pleno sale desbocado a imponer este terrorismo social. Si bien en épocas democráticas (Menem, De la Rúa, Cavallo) estas ideas se impusieron y nos llevaron al caos, parecería ser que no aprendimos, ya que con Macri vuelve a repetirse el mismo ciclo nefasto: neoliberalismo, ajuste, palos, hambre y caos. Y la pregunta se erige más fuerte: ¿por qué ahora? No creo en las casualidades, así que me permito pensar que hay que estar atentos.
Por suerte una frase de Alberto Fernández vale más que mil terroristas sociales: “Entre los jubilados y los bancos, yo elijo a los jubilados”.
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