La asociación no podía ser más arbitraria. Flor Alcaraz estaba hablando de la jornada mundial por el aborto legal, seguro y gratuito, y me hizo acordar de Miguel de Molina, por el color de la marea que se inició en Buenos Aires y ya es un fenómeno mundial.
Verde que te quiero verde, dije, con la absoluta seguridad con que se profieren las peores burradas, porque el gran coplista malagueño nunca cantó ese poema de su amigo Federico García Lorca. Y pregunté a mis compañeros si conocían a Miguel de Molina.
Pese a mi error, Nico Esquivel no tardó más de un minuto en encontrar en su pantalla lo que sonaba en mi memoria, la impresionante Ojos verdes, que podés escuchar en este recordatorio de un divo incomparable, en tres versiones: una grabada en su esplendor, las otras, ya con más de 80 años, pero con el mismo o mayor sentimiento y sin desafinar.
Era homosexual, se paseaba con un clavel en la oreja, usaba pantalones ajustadísimos y se cosía unas blusas extravagantes, con volados y lunares ostentosos. Por eso, y por haber cantado para las tropas republicanas durante la Guerra Civil, la dictadura lo forzó a exiliarse. Llegó a la Argentina en 1942, pero el régimen de Franco presionó para que lo expulsaran. Luego de unos años en México, volvió a Buenos Aires, ya protegido por Evita, y vivió sin ser molestado en la Argentina peronista. Aquí filmó la película autobiográfica Esta es mi vida, dirigida en 1952 por Roman Vignoly Barreto, sobre un guión del propio Molina.
Él, personalmente, eligió para actuar en la película a una adolescente que cantaba y bailaba en el teatro Colón. Esta es mi vida fue el debut cinematográfico de Egle Martin, la Catalina que va a la fuente, ya deslumbrante con apenas 15 años.
Miguel de Molina nunca quiso volver a España más que en forma esporádica y vivió en Buenos Aires hasta su muerte en 1993, con algunas visitas a México y Estados Unidos. En el tramo final de la entrevista habla de su relación con Eva Perón. "Yo la comprendía a ella y ella me comprendía a mi", dice. También lee una conmovedora copla que escribió a su amada Buenos Aires, donde poco después fue enterrado, envuelto en las banderas de España y de la Argentina, que le dio el amor negado por su patria.
Su historia inspiró la muy exitosa película Las cosas del querer, pero la hicieron sin su consentimiento, con datos que él denunció como falsos y sin pagarle un centavo, que al final mucho necesitaba.
"Hay que llorar, las lágrimas alivian muchas cosas", dice sobre el cierre de la entrevista que la televisión española le hizo en Buenos Aires poco antes de su muerte.
Que lo disfrutes.
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