Tanto el gobierno saliente como el entrante aguardan con ansiedad la decisión del Fondo Monetario Internacional y de su mandante, The Real Donald. Dos semanas después de las elecciones primarias que sepultaron de votos adversos al Presidente Maurizio Macrì, su colega estadounidense y ex compañero de negocios y parrandas no ha dicho una palabra acerca de la situación argentina. Esto es particularmente significativo, tratándose de un tuiteador serial, que se saltea protocolos y jerarquías burocráticas para que el mundo sepa cuál es su pensamiento sobre cada tema, ocasión en la que también suelen enterarse los funcionarios de su gobierno a cargo de los temas en cuestión. Se diría que Donald Trump no da un dime, que es como se dice allí diez guitas, por la suerte del pibe de Franco.
El subibaja
Las PASO colocaron a los dos contendientes en posiciones inesperadas. Al perdedor le quedan más de cien días de mandato, pero ya es un fantasma sin poder, que masculla odio porque ni propios ni ajenos ya lo toman en serio. Quien lo derrotó carecerá de cualquier atributo formal durante los próximos dos meses. Pero en la cola para encontrarse con él se empujan hasta los hombres de negocios del WhatsApp cambiota. Como repite Alberto, él es sólo un candidato. Pero salvo Macrì y sus pocos devotos, nadie pone en duda que Fernández será el próximo Presidente, y todos actúan en consecuencia. La expresión arrobada de Beto Magnetto, junto a Fernando Henrique Cardoso y José Antonio Aranda, mientras Alberto decía casi todo lo que la audiencia del seminario organizado por el Grupo Clarín quería escuchar, ahorra explicaciones superfluas.
En la primera conversación telefónica, Fernández le pidió a Macrì que cuidara las reservas, tal como recomendó el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, quien se apresuró a comunicarse con el equipo del Frente de Todes, donde este ex alumno de Axel Kicillof tiene buenos contactos. Macrì a su vez le pidió que “calmara a los mercados”.
Alberto hizo su parte, lo cual motiva que ahora desde el gobierno se refieran al “dólar Alberto” y lo obliguen a aclarar que él no fija la cotización de la moneda. Macrì no cumplió con la suya.
El cuidado de las reservas no puede desasociarse del acuerdo stand-by con el FMI. En tres semanas, el organismo debería desembolsar la penúltima cuota, de 5.421 millones de dólares, y sólo restaría la última, de mil, coincidente con el traspaso de la presidencia. En el encuentro que la misión del Fondo mantuvo con Fernández antes de las PASO, el candidato y sus economistas Matías Kulfas y Cecilia Todesca Bocco expusieron ante Alejandro Werner (director del Fondo para el Hemisferio Occidental, que es como Estados Unidos llama a Subamérica) el inquietante paralelismo de las curvas de pagos del Fondo y de las divisas fugadas del país.
Werner es un argentino que se crió en el exilio mexicano de su padre, funcionario del equipo de José Gelbard en la CGE, y tiene más simpatía que comprensión por este país que fue el de su infancia.
El segundo diálogo telefónico ocurrió el domingo 18. Macrì llamó y agradeció la entrevista que Fernández concedió ese día a Clarín.
—Está muy bien. Pero lo que dijiste de renegociar con cada bonista no ayuda— comenzó.
Fernández se fastidió:
—Siempre hacés lo mismo. Querés pedir algo, pero empezás con un reproche.
—Es que insinúa la idea de un default.
—Parece que todavía no entendiste que el problema no somos nosotros sino ustedes.
—Pero ustedes tienen una historia.
—A tu gobierno le desconfían, no al nuestro, que todavía no empezó.
—Pero mucho depende de vos. Deberías aceptar la invitación del Citi y viajar a Nueva York para tranquilizar a los inversores— insistió Macrì.
Aludía a la carta del banco transnacional que El Cohete publicó hace una semana y que el candidato ni se molestó en responder. Que un Presidente haga lobby ante su sucesor en favor de un banco extranjero es un escalón más bajo en la degradación a la que el PRO ha sometido al país. Fernández no le tiene demasiada paciencia a Macrì.
—Cortala y cuidá las reservas, que por ahora es tu responsabilidad— le respondió.
Macrì, jefe de campaña
Macrì no la va a cortar, sino todo lo contrario. Su voluntad de cuidar las reservas está por demostrarse. Por momentos actúa como si buscara todo lo contrario, sólo que en forma gradual, de modo que su descenso coincida con la cuenta regresiva de su mandato, sin nuevos saltos. El jueves, en el foro de Clarín, mejoró el tono de su conferencia de prensa del lunes 12, pero su contenido fue idéntico. Dijo que él asumía la opinión expresada en las urnas sobre sus tres años y medio de gobierno, pero que el kirchnerismo no podía hacerse el distraído de sus doce años, que no generarían confianza, e insistió en reclamar que CFK hablara, como si alguien lo hubiera investido de autoridad para decidir sobre la estrategia electoral de los vencedores. Agregó que el poder debe ejercerse con honestidad y salud mental, otra forma de decir que Cristina es chorra y loca. Las acusaciones a la ex Presidente y el control del dólar son las únicas herramientas que conoce. Y ninguna le da resultado.
Como el gobierno no da puntada sin nudo, un WhatsApp atribuido al Instituto Patria (que lo desmintió) recomendó “no hacer prensa y moderar el tono de nuestra comunicación” para atraer al “elector indeciso que nos acompañó en las PASO”, que tiene “una serie de prejuicios sobre nosotrxs que el gobierno ha logrado instalar a lo largo de los últimos años”.
Nada de esto les sirvió hace dos semanas, ni les servirá dentro de dos meses. El veredicto social ya ha sido pronunciado. La cuestión es atinar a que los costos para la sociedad sean lo menos devastadores posibles.
El gobierno saliente procura involucrar al entrante en los compromisos que está dispuesto a firmar con el Fondo. Lo mismo intentó el FMI en 1989 cuando Carlos Menem era recién Presidente electo y faltaban seis meses para que asumiera. Menem se negó entonces, como Alberto ahora. Pero al asumir, el candidato de la revolución productiva y el salariazo siguió el programa que le planteaban los acreedores externos y se embarcó en el remate a precio vil del capital social acumulado por generaciones de argentinos en las empresas estatales. Es difícil imaginar que Les Fernández caigan en la misma trampa. Pero que se la tenderán, no puede haber ninguna duda.
El último intento provino del flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, quien intentó comprometer al Frente de Todes, anunciando grandes coincidencias. Para evitar distorsiones, Fernández dispuso que luego de la reunión, de la que no participó Kulfas, que está de vacaciones, sino Guillermo Nielsen, se emitiera un comunicado escrito. Lo redactó Todesca Bocco, lo supervisó Santiago Cafiero y le dio la aprobación final el propio candidato. Tal como Fernández le había planteado a Macrì, el comunicado puntualizó que el gobierno no había cumplido con los cuatro objetivos fundamentales acordados con el FMI:
- trayectoria decreciente de la deuda pública,
- reducción de la inflación,
- recuperación del crecimiento y
- generación de empleo para combatir la pobreza.
También consideró "particularmente preocupante la pasividad del organismo frente a la caída de las reservas y los mencionados incumplimientos". Además, el texto escrito señaló:
- el nivel decreciente de las reservas internacionales que desde el último desembolso del FMI se redujeron en más de U$S 9.000 millones.
- el impacto negativo de los sucesivos procesos devaluatorios sobre la inflación (en particular en el rubro de alimentos y otros bienes de primera necesidad),
- las medidas fiscales inconsultas con las provincias y las referidas al sector petrolero,
- la falta de un paquete de medidas con la magnitud y el direccionamiento necesario para recuperar el crecimiento de la economía.
- el compromiso de cumplir con "las obligaciones y los contratos vigentes, en el marco de un modelo económico alternativo", y dijo que estaba trabajando en ese programa económico "que permita recuperar el crecimiento, el empleo y las exportaciones".
Diálogo y tranquilidad, sí, pero no para aplicar las condicionalidades que reclama el Fondo, como la liquidación del sistema previsional, la privatización de los bancos públicos y la precarización del empleo, con el pretexto de las nuevas tecnologías.
El Grupo de las 6 Cámaras Patronales decidió contratar economistas para "hacerle el plan" al candidato. Entre los nombres que consideraron están los de Rodolfo Santángelo y Emmanuel Álvarez Agis. También se proponen controlar la gira a Estados Unidos (que según Nielsen, Alberto no hará antes de asumir la presidencia). Para ello cuentan con Martín Pérez Redrado.
La Doctrina Gardel
Macrì no ha terminado de asimilar el “palazo” que dice haber recibido el domingo 11, y piensa en revertir ese resultado en octubre. No vale la pena rebatirlo, mejor aplicarle la Doctrina Gardel: “No avivés nunca a un otario, dejalo que siga gil”.
En todo caso, serán sus conmilitones los que deban trepar el muro de negación que rodea al Presidente. El miércoles 14, el Hada Buena; su jefe, Horacio Rodríguez Larreta, y Rogelio Frigerio le plantearon al Presidente que debía prescindir del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y del jefe de gabinete de ministros, Marcos Peña Braun, y abrir una negociación con los gobernadores peronistas. Peña Braun se puso de pie y salió.
—Los dejo hablar tranquilos— dijo sin que se le moviera un músculo de la cara.
Macrì asintió y acordaron que Frigerio sería el reemplazante de Peña Braun. En lugar de Dujovne, quien estaba recluido con un ataque de pánico y comía sin interrupción, se analizaron dos nombres: el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, Luciano Laspina, y el ministro de Economía Bonaerense, Hernán Lacunza, quien descansaba con su familia en Río Negro y fue el elegido. Este episodio ubica dentro de un marco racional los fogonazos disparados por la heroína cívica libertadora Elisa Carrió, contra aquellos miembros del gobierno que difundieron informaciones falsas e hicieron tambalear al Presidente y quienes se fueron a esquiar.
Luego de tres días de proximidad con Carrió, que ningún medio reflejó, según la queja de la agraciada, Macrì recibió al trío con un balde de agua helada: Lacunza asumiría en Hacienda porque Dujovne era irrecuperable, pero Peña Braun seguiría a su lado hasta la última hora. Si la clave del resultado fue la economía, no era lógico responsabilizar al jefe de gabinete, argumentó, sin recordar la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, en la que Peña Braun arrojó desde la roca Tarpeya al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger y su política de metas de inflación.
Durante la semana, Macrì incluso dijo en público que quienes le apuntan a Peña Braun, quieren acertarle a él y que prescindir de ese escudo sería ofrecerse al ataque desguarnecido.
Es probable que tenga razón, aunque a esta altura es irrelevante lo que diga o haga. Después de tres años y medio de desastre económico, social y político, no hay forma de reparar el daño en los tres meses y medio que quedan. La eliminación del IVA sobre los consumos esenciales tiene una intención electoralista pero dirigida sólo al núcleo duro del PRO. Una investigación de la Fundación Germán Abdala publicada por BaeNegocios estableció que el 87 % del plan de alivio del Gobierno está destinado a las clases media y alta.
El congelamiento de tarifas de los combustibles líquidos no tiene muchas chances de sostenerse, ante los recursos presentados ante la Corte Suprema por las provincias petroleras, que pierden por partida doble: la parte proporcional de las regalías que deberían percibir y la coparticipación federal de los impuestos que el Estado Nacional deja de transferirles.
Cuando se corta el chorro
En marzo de 1989, ante un reclamo público de Eduardo Angeloz, Raúl Alfonsín despidió al ministro de Economía Juan Sourrouille, sin impedir por ello ni la hiperinflación ni la derrota electoral. “El 6 de febrero nos pasaron por arriba. Los últimos diez días de enero tuvimos señales claras de que una gran cantidad de empresas, algunas de ellas multinacionales, se volcaban al dólar en masa. Hubo una que compró 700 palos en un día y saltó todo. José Luis Machinea tiene que cerrar la ventanilla del Banco Central y no vender más dólares, porque si los dejaba dos días más se llevaban hasta los sillones”, recordó el ex viceministro de Economía Adolfo Canitrot en una entrevista para mi libro La educación presidencial.
Machinea denunció que, en una reunión en Washington, un banquero reclamó delante de 40 ó 50 personas los intereses atrasados, porque el peronismo sostenía que permitir que la Argentina no pagara los intereses era financiar la campaña radical. Asoció este reclamo con el consejo del asesor del justicialismo, Domingo Cavallo, de destruir el plan Primavera atacando el financiamiento externo que lo sostenía.
A fin de febrero, el Banco Mundial suspendió los desembolsos de créditos pendientes. La conducta de los acreedores externos transmitió un mensaje clarísimo. No les preocupaba que ganaran Angeloz o Menem, sino hacerles entender a los dos la única política que admitirían. Se iniciaba la hiperinflación. El dólar, que costaba 17 australes en febrero, llegó a 50 a la caída de Sourrouille, a 100 en vísperas de las elecciones, a 200 una semana después, a 600 sobre la asunción de Menem, con la fabulosa transferencia de ingresos correspondiente. Ya no se trataba de cobrar los intereses. El plan elaborado por Henry Kissinger apuntaba al capital, por medio del canje de deuda por activos estatales.
El final de Fernando De la Rúa fue muy parecido. Luego del blindaje y del megacanje, de las leyes de déficit cero y de intangibilidad de los depósitos, de la reducción de 13% en sueldos estatales y jubilaciones, del ajuste sobre el ajuste, de los pagarés garantizados con la recaudación impositiva, el desbande se inició en diciembre de 2001, cuando el FMI negó la entrega de una cuota prevista de 1.264 millones de dólares.
Por supuesto, cada momento tiene su especificidad y su contexto y podrían señalarse muchas diferencias. Pero tal como en 1989 y en 2001, hoy sólo el FMI financia a la Argentina. Lo que el Fondo decida dependerá de cuántos amigos del Presidente Trump todavía estén atascados con su bicicleta financiera en el lodo de la política argentina, que hace dos semanas se puso más negro y espeso de lo que todos ellos imaginaban.
Desde el diálogo de Werner y Fernández, se fugaron cerca de 9.000 millones de dólares entregados por el Fondo, en infracción a su propia normativa. Si el prestamista no transfiere la próxima cuota de 5.421 millones, el gobierno de Macrì se evapora. Si la recibe, Macrì la utilizará para financiar la fuga de los que aún no han salido del pantano. Los deseos de Alberto tienen tan poca incidencia como los de Macrì en la toma de decisiones del Fondo.
Werner volvió el sábado 24 a Buenos Aires, junto con el encargado de la Argentina en el Fondo, Roberto Cardarelli. El gobierno dejó trascender que esto implicaba la aprobación de la quinta auditoría del acuerdo stand-by, sobre el cumplimiento de las metas fiscales del segundo trimestre. Pero el Fondo lo desmintió: eso quedará para otro momento. Ahora vienen a verificar in situ los efectos del último tsunami, para lo cual no sólo hablarán con el gobierno, sino también con la oposición. Más que nunca, la decisión será política.
La única ventaja de la Argentina, gobierne quien gobierne, es que la magnitud del préstamo es tal, que un fallido del gran deudor arrastraría a la institución, cosa que no necesariamente preocupa a Trump y al ala derecha del partido Republicano, que abominan de los organismos multilaterales, sobre todo aquellos que implican desembolsos del Tesoro.
Proximidad
Peña Braun comenzó a preparar spots con vistas a octubre, de inverosímil optimismo. La idea es una campaña de proximidad. Buen slogan, pero de imposible realización. Hace mucho que Macrì no puede continuar sus experimentos sobre seres vivos sin recibir una lección sobre el habla de los argentinos, como se decía antes de la emergencia del lenguaje inclusivo. Hasta para escuchar la monserga eclesiástica en el Te Deum del 25 de mayo, necesita vaciar la Plaza de Mayo, vallarla y saturarla de policías. Desde que rechazó el desdoblamiento electoral que le propusieron Rodríguez Larreta y Vidal, Macrì debió resignarse a que lo escondieran en cualquier actividad proselitista e incluso en las boletas. La gobernadora y los intendentes oficialistas tomaron cursos acelerados de origami, para doblarlas de modo que costara encontrar la efigie y el nombre del Presidente. Esto se acentuará ahora hasta el 27 de octubre.
Le tomó dos semanas la convocatoria a un acto en la Plaza de Mayo, donde reiteró las consignas estereotipadas que sólo convencen a un núcleo duro entusiasta que coreó su expresión de deseos: "Mauricio no se va". Hasta la señal de cable del Grupo Clarín destacó que el presidente estaba acompañado únicamente por su esposa, con quien compartió un desborde emocional. Desde el balcón, al que salieron, hasta la pirámide, la manifestación era abigarrada. Macrì agradeció al cielo y hasta mostró que sabe persignarse. Pero desde el escrutinio del 11 de agosto sólo le queda encomendarse a un todopoderoso ser conjetural. La algarada del sábado no es más que la fiesta de despedida que el barrio norte le dió a su presidente.
El Hada Buena perdió ante Axel por mayor diferencia que la que hubo entre Fernández y Macrì. Esto indica que también la gobernadora bonaerense fue repudiada por el electorado y que el desdoblamiento no hubiera atenuado la hecatombe. La situación provincial está al borde del descontrol, como lo indica el acuartelamiento policial en Almirante Brown.
Para colmo, en la provincia de Buenos Aires no hay balotaje. La ilusión de Macrì es capturar las voluntades de quienes no votaron en las primarias y de quienes lo hicieron por las otras fórmulas que participaron. Aún si lo lograra, para ilusionarse con una segunda vuelta en noviembre necesitaría que mermara el apoyo al Frente de Todes. Pero si los guarismos de agosto se cotejan con el total de votos válidos emitidos (es decir, considerando también los blancos y nulos), los FF pasarían del 50%. En Buenos Aires no hay dos rondas, sino una, de modo que la noche del 27 de octubre, Kicillof ya será el gobernador electo. Su campaña, en un autito destartalado y sin presupuesto de publicidad, concretó la proximidad que Vidal anhela pero no puede practicar, y es la versión contemporánea de la histórica consigna “Con la tiza y el carbón, lo traemos a Perón”. Ahora es el turno de los intendentes de desmarcarse tanto de Macrì como de Vidal. Incluso uno de ellos, de íntima relación con el Presidente, ha abierto contacto con quienes gobernarán a partir de diciembre. Para Macrì y Vidal el juego terminó.
Los socios radicales ponen la mayor distancia posible con ambos apestados y no parece demasiado probable que la sociedad continúe más allá de la presidencia de Macrì. La única aspiración razonable del PRO es retener la alcaldía porteña, donde se detendría la desbandada. Pero ni eso es seguro. Su gobernador se puso a disposición de Alberto, en un mensaje transmitido por el ejecutivo de uno de los mayores conglomerados locales.
—Que me llame si quiere hablar conmigo —se limitó a replicar el candidato.
La música que escuché mientras escribía esta nota
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