EL PODER DE LOS SIN PODER
Un monstruo grande pisa fuerte en las redes sociales, la Big Data desmitificada por un ensayo de Luciano Galup
Ni el boludeo obsesivo del milenial frente a la pantalla ni el monstruo apocalíptico del Big Brother que todo lo controla, la relación entre redes sociales y política se problematiza en tiempos electorales toda vez que se minimiza, agiganta o extrapola a situaciones histórica y geográficamente diversas. Los súbditos de Su Graciosa Majestad aterrorizados porque se les iba a llenar la británica isla de bárbaros si no votaban el Brexit, o la masa brasileña votando a Bolsonaro para que sus niñitos no fueran adoctrinados como travestis en las escuelas bolcheviques de Lula, no se alejan demasiado del cuco narco y motochorro o de La Cámpora saliendo a la caza de la comunidad judía en estas pampas si triunfa FF. La crucial diferencia reside en la repercusión que esas fake news o cadenas de Twitter o WhatsApp tienen en la población. Al mismo tiempo, la eficacia del método varía con el tiempo: no es lo mismo la demonización de Aníbal Fernández como asesino efedrínico en 2015, los fantasmas agitados en 2017, que la heladera vacía de 2019. Sin ir más lejos, el magro rating televisivo obtenido por la entrevista en que Alberto Fernández planchó vuelta y vuelta a Joaquín Morales Solá en su propio programa en el cable del grupo Clarín, obtuvo una mayor y espontánea resonancia en las redes, más que durante la transmisión propiamente dicha. Lejos de ser instancias mecánicamente manipulables, credibilidad y verosimilitud resultan variables asociadas al momento histórico.
Cuota de sensatez que aporta el comunicólogo de la UBA Luciano Galup (Buenos Aires, 1978) al encarar posibilidades y limitaciones por su costado más lejano a la evidencia, acaso el de mayor oscuridad: la Big Data. Aquel conglomerado de información que resulta en algoritmos que segmentan a la población en función de sus emociones, preferencias, hábitos, costumbres, modalidades asociativas, que en su conjunto supuestamente determinan conductas de consumo mercantil y electoral, aún de posicionamiento ideológico. Fenómeno sociológico aferrado a la tecnología y asociado al sistema de medios de difusión convencionales, la dinámica digital desplegada en el ecosistema online se convierte cada día más en factor indisociable de toda estrategia política. Ciencia en ciernes o técnica auxiliar de una sistemática establecida, nace vieja allí donde porta las taras de donde proviene: la sociología estadística y el marketing, al tiempo que encierra el germen de lo que vendrá; de los alcances de la comunicación digital es más lo que se anhela que lo que se comprueba.
Parámetros que son desplegados por Galup en Big Data & Política, su libro debut, que desde la tapa anuncia recurrir “de los relatos a los datos” en la faena de “persuadir en la era de las redes sociales”. Encuadra su análisis a partir de los conceptos básicos que incluyen emisor y receptor. Alerta sobre los primeros que, en política, “durante décadas se acostumbraron a ser escuchados pero no a escuchar, sino también a quienes piensan que las redes sociales son una forma de democracia directa y que podemos tener democracia sin partidos políticos”. En tanto a los segundos —nosotros, los plebeyos—, subraya que la buena información sobre los asuntos públicos, obviamente, sirve a fin de obtener “mejores y mayor cantidad de herramientas para definir sus acciones”, siendo esta la tarea de los comunicadores. Dispositivo precisamente dedicado a generar política, que “es el único poder de los que no tienen poder. La política tiene que articular derechos. Los más vulnerables necesitan de la política para no seguir perdiendo. Para no perder definitivamente”.
Por lo tanto, el análisis acude a revisar la inicialmente exitosa experiencia del equipo de Cambiemos, que inauguró la herramienta en el diseño de su estrategia electoral, para lo cual entrevista al responsable de área, al tiempo que repasa las tácticas relevadas en la observación y trabajo de campo. Compara tales acciones con las implementadas durante las campañas que incorporaron al feminismo en la agenda, con especial hincapié en Ni Una Menos y en la movida por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, tanto en los desarrollos espontáneos como en los operativos de trolls llevados a cabo por los sectores adversos. En esa línea traza puntos de continuidad y divergencia con la primavera árabe, el crecimiento de Podemos en España, el pastiche llevado a cabo en Brasil, la estafa de Cambridge Analytica con Facebook, los desarrollos del equipo de Piñeyra en Chile, en fin, la experiencia recabada por expertos, testigos y protagonistas.
Volumen, velocidad, variedad y veracidad pasan a constituir para Galup las características que caracterizan a la Big Data y la tornan reconocible al investigador. A partir de tal modelo metodológico se sistematiza un artefacto del que se desprenden tanto condiciones como propiedades, encuadres, parámetros y capas de interacción. Categorías sólidas aunque provisorias, como todo rigor exige, capaces de contrastar observaciones por fuera de la fragilidad de la observación propia del sentido común: “Las sociedades no se ‘derechizan’ por consumir noticias falsas, sino que consumen noticias falsas porque se corren hacia posiciones extremas debido a una multiplicidad de motivos mucho más compleja y profunda que la información falsa que circula”. Correr el hecho político del fenómeno del consumo para situarlo en un universo de creciente amplitud en el que resultaría plausible detectar otras determinantes, constituye un paso fundamental que dimensiona los acontecimientos de tal manera que los extrae del inmovilismo para instalarlos en una nueva esfera donde la acción política no sólo es necesaria; es, además, posible.
FICHA TÉCNICA
Big Data & Política
Luciano Galup
Buenos Aires, 2019
188 páginas
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