25 años parada en el mismo lugar
Estoy parada en el mismo lugar pero no soy la misma. Envejecí. Sonreí, amé, amo, sonrío
No escucho el estallido, no estaba ahí, pero escucho la muerte que sobrevoló al estallido. Siento la muerte. Huelo la muerte. Un miedo incontrolable se apodera de mí. Y sigo ahí parada aunque me pasó la vida pero nada en la vida logró mitigar ese miedo.
El miedo tiene que ver con la muerte, con el dolor, con el dolor por la muerte, con el dolor de todas las otras muertes que se juntan en esta.
Estoy parada frente al silencio mortal de la muerte. Estoy parada frente al edificio de AMIA desde el 18 de julio de 1994.
Estoy parada en el mismo lugar que hace 25 años, frente a mis dos bebés. Una me pregunta cómo va a hacer papá para ver si se le rompieron los anteojos. La otra se tapa las orejas, no quiere escuchar.
Yo sigo parada en el mismo lugar y tampoco quiero escuchar. No quiero ver. No quiero pensar, y mucho menos quiero enfrentarme a la vida que me espera, a la vida que nos espera a las tres. A la vida que les esperaba a los Reisfeld aún sin conocerlos; a la vida que les esperaba a los Lew; a los Chiesa, a los Galarraga, a la vida que nos esperaba a todos.
Estoy parada en el mismo lugar pero no soy la misma. Envejecí. Sonreí, amé, amo, sonrío.
Sigo parada en el mismo lugar y también sigo parada aquí, en esta plaza, en mi plaza, en nuestra plaza, en la plaza que tomó el sentido de la lucha. De la lucha por verdad y justicia.
La causa AMIA también sigue parada en el mismo lugar que hace 25 años, en la misma foja. Hasta hoy, 25 años después, no hay una sola persona que haya sido juzgada y condenada por el atentado. Aún hoy seguimos sin saber cómo, quiénes ni por qué volaron la AMIA.
Hoy hace 25 años, comenzaba una de las bolas de nieve judiciales más ensombrecidas de la historia de nuestro país. Una gigantesca maraña de mentiras y encubrimientos realizados y/o amparados por los diferentes poderes del Estado de antes y de ahora.
La causa principal AMIA, la que trata sobre el atentado propiamente dicho, sigue el derrotero de la impunidad más absoluta. Los vaivenes políticos, las soberbias personales, los secretos de la mal llamada inteligencia, la ambición desmedida, las complicidades, la avaricia, la gula de algunos, la pereza de otros, la indiferencia por los muertos y la crueldad de tantos han contribuido a que hoy, 25 años después, siga cayendo sobre las espaldas de los familiares de las víctimas la responsabilidad de perseguir verdad y justicia. Responsabilidad que deberían ostentar los gobiernos. No alcanza con burbujas de ilusión cerca de cada aniversario, no es necesario hacer leyes a la medida de la causa AMIA, sólo es necesario investigar con seriedad, con voluntad, con constancia.
Por otro lado, la unidad fiscal AMIA, la UFI, hoy, 25 años después, se encuentra paralizada. No hemos recibido un solo informe de avance y de gestión desde la penosa asunción del nuevo fiscal Sebastián Basso hace algunos meses. Decimos penosa porque Basso es sobrino de la ex camarista Riva Aramayo, participante de las maniobras de encubrimiento en esta causa precisamente. Sabemos que ser sobrino no es delito, pero ¿es necesario poner a una persona que puede tener aunque sea un 0.001 por ciento de parcialidad? ¿No es la causa AMIA una causa demasiado maltratada, demasiado ensuciada, como para que se generen nuevas sospechas? Obviamente impugnaremos esta designación, nuevamente somos las víctimas las que tenemos que poner los puntos sobre las íes.
Del mismo modo, la Unidad de Investigaciones AMIA del Ministerio de Justicia, a la que al asumir Macri le dieron un rango de Secretaría de Estado y pusieron a cargo al radical Cimadevilla, hoy casi desmembrada pasó a la órbita de Mariano Fridman, antes abogado de la querella AMIA/DAIA ahora devino en encargado del programa Verdad y Justicia, todos buenos muchachos.
Queda clarísimo que mintieron cuando plantearon que hacían esto porque querían buscar justicia, lo hicieron porque negociaron puestos entre las distintas facciones de gobierno. Pero les salió un poco mal, no contaron con que esta Unidad iba a trabajar en la querella del juicio por el encubrimiento de manera seria. Entonces los borraron de un plumazo. El propio Cimadevilla es quien denunció en su momento el intento por parte del ministro de Justicia German Garavano, de encubrir la responsabilidad de los ex fiscales Mullen y Barbaccia en el encubrimiento de la investigación del atentado.
El gobierno de Macri, a través de su Ministro de Justicia intentó no sólo cerrar la causa AMIA sino salvar a los imputados, amigos del poder, en el juicio por encubrimiento. En 2017 ordenó a sus abogados querellantes que dejaran de trabajar para obtener justicia, hecho que fue denunciado por la abogada de la querella contratada por el Ministerio y también públicamente por nosotros. En igual sentido la querella AMIA/DAIA, en consonancia con su accionar cómplice y encubridor a lo largo de estos 25 años, tampoco acusó a los ex fiscales, hoy condenados.
El Grupo GERARD comenzó a realizar un trabajo de desclasificación de documentos de inteligencia, que aún no arroja resultados para la investigación. Aún falta mucho por desclasificar, es una deuda que el Estado sigo manteniendo. Los archivos no se han abierto en su totalidad. Los pocos avances que hubo respecto de las leyes de inteligencia retrocedieron notoriamente durante esta última gestión.
Y para ocultar todo este encubrimiento, el gobierno muestra una constante actividad nacional e internacional, solo de efecto simbólico.
No alcanza con burbujas de ilusión, como es el caso del “juicio en ausencia” que el gobierno está impulsando, casualmente en consonancia con el 25 aniversario. “Casualmente” los familiares de las víctimas no fuimos consultados y “casualmente” ningún grupo está de acuerdo. Casualmente sólo a la DAIA le parece maravilloso.
Una idea más sencilla podría ser, antes que pensar en herramientas excepcionales o instrumentos legales ad hoc, restablecer la confianza perdida en nuestras instituciones. El juicio en ausencia es, por lo menos, un instrumento riesgoso, en cualquier caso.
Ahora, teniendo en cuenta la triste historia institucional de la causa AMIA y la forma en que se ha manipulado políticamente el caso, ese riesgo inherente a esa figura se multiplica en magnitudes inadmisibles.
Los atajos procesales en la causa AMIA fueron siempre utilizados para fraguar resultados y desviar la investigación. Esto fue lo que hicieron Menem, Galeano, Mullen y Barbaccia, entre otros. El Estado debería extremar los recaudos para restablecer la credibilidad y la confianza en nuestras instituciones. Sin esta credibilidad, cualquier resultado del proceso judicial será cuestionado y cuestionable. Con mucha más razón si se pretende recurrir, una vez más, a herramientas excepcionales.
No es aventurado pensar ahora que el gobierno pretende utilizar el juicio en ausencia para cerrar la causa AMIA para siempre.
Desde hace 25 años que se quiere cerrar la causa AMIA para siempre. Por esta razón es que inventaron culpables falsos, por esta razón omitieron investigar pistas, por esta razón es que ocurrió el encubrimiento.
Casi 20 años tardó la Justicia argentina en dictar una sentencia contra los responsables del encubrimiento. El pasado 3 de mayo los jueces del Tribunal Oral Federal 2, Jorge Gorini, Karina Perilli y Néstor Costabel presentaron los fundamentos de su veredicto.
Los jueces dieron por probados los delitos que se juzgaron y reconocieron que todos los condenados formaron parte de una amplia maniobra encubridora que selló la impunidad en la causa. Además hicieron hincapié en que estos delitos deben ser considerados como “graves violaciones a los derechos humanos” por su conexidad con el atentado a la AMIA y la negación del derecho a la verdad ocasionada.
Celebramos que el tribunal haya dado por probados los delitos que desde hace años venimos denunciando y que reconozca que, en conjunto, formaron parte de un encubrimiento planificado y deliberado. Es positivo también que los haya considerado “graves violaciones a los derechos humanos”. No obstante no acordamos ni con las explicaciones respecto a las absoluciones ni con las condenas, que consideramos bajas.
Son inadmisibles las absoluciones de algunos de los imputados, fundamentalmente las de aquellos sin los cuales las maniobras de encubrimiento no hubieran sido posibles. Nos referimos al ex Presidente Carlos Menem, al ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, al ex comisario Jorge Fino Palacios, al ex espía de la Sala Patria Patricio Finnen.
El TOF 2 podría haber dictado una sentencia ejemplar y no lo hizo. Perdió su oportunidad y no estuvo a la altura de las circunstancias. Como si necesitase quedar bien o salvar a algunos, negociar condenas y absoluciones con otros, ceder a presiones y terminar de una vez con el tema.
Para los familiares de las víctimas el veredicto representa una vulneración de nuestro derecho a la verdad y a la justicia, y lo apelaremos. Los jueces perdieron una oportunidad fundamental de hacer historia en la causa AMIA. Si bien no es nuestro rol ni nuestra responsabilidad como familiares, parece que la historia la tendremos que seguir haciendo nosotros.
Nosotros fuimos los que tuvimos que recurrir a la justicia internacional por la imposibilidad de encontrar justicia en nuestro país. Hoy, 20 años después, esperamos un informe de fondo que llevará al Estado argentino ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica.
25 años del asesinato de nuestros familiares y amigos. 25 años de tristezas, de luchas, de emociones, de enojos, de frustraciones, de denuncias, de reclamos, de dolor.
Una vez más, 25 años después, seguimos exigiendo verdad y justicia. Es nuestro derecho y es la obligación del Estado argentino proveerlas.
25 años. 25 años que nos encuentran parados aquí. En esta plaza. Acompañados. Rodeados de una calidez que nos impulsa y nos ayuda a seguir. Gracias a todos ustedes por hacer que nuestras vidas sean mucho mejores. Gracias por apoyarnos y acompañarnos siempre. Gracias por permitirnos llorar en sus abrazos. Gracias a aquellos periodistas que visibilizaron nuestra lucha y no están dispuestos a mentir. Gracias por el apoyo incondicional que recibimos del CELS, de Amnesty. Gracias a las Abuelas y Madres por marcarnos el camino. Gracias a los maravillosos y comprometidos abogados que tuvimos y tenemos. Gracias compañeros y amigos de Memoria Activa por poner el cuerpo, el tiempo, la garra, la constancia, el pensamiento crítico, el acompañamiento. Gracias a todos por ayudarnos a que nuestra lucha, esta lucha de todos, tenga sentido.
Le seguiremos apostando a la vida, a la verdad y a la justicia.
Justicia, justicia perseguiremos.
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