Argentina se piensa a sí misma
Retrato de un país, “Más allá del ritual”
"Desde tiempos inmemoriales, las comunidades siempre se formaron en torno a intereses y valores en común, una lengua, costumbres, religión o una historia compartida que vinculan a sus miembros y a la vez los diferencian de otras comunidades", dice Daniel Merle en el texto curatorial de la muestra Más allá del ritual, el retrato grupal en la fotografía argentina. Y sigue: "En el desarrollo de la fotografía en Buenos Aires a fines del siglo XIX y a lo largo de casi todo el siglo XX, las fotografías de estos grupos han servido para identificar y diferenciar a la gran cantidad de comunidades que fueron parte del proyecto moderno de país que en esa época conformó provisoriamente la idea que, tal vez, seguimos teniendo de la sociedad actual".
La muestra está expuesta en la galería Arte x Arte - Fundación Alfonso y Luz Castillo. Pero más allá de las virtudes formales que se podrían destacar de la selección de fotografías y dibujos que se exhiben, reunir un material de tan diversas épocas, estilos y contenidos bajo la sola idea conductora de la construcción social colectiva argentina, convierten a esta exposición en la más interesante y abarcadora que se haya visto en fotografía durante este año.
Hay cuatro capítulos y cuatro textos que le dan sentido a la muestra: Ceremonias y Encuentros; Escenarios Compartidos; Los Desafíos de la Tradición; y Somos Nosotros. Cada sección atraviesa tiempos y clases para bucear en la identidad nacional y vincular momentos individuales y políticos de nuestro país. Así, el famoso retrato de Roca en Choele-Choel de Antonio Pozzo realizado en 1879, se proyecta en el tiempo con la serie Familia y Doméstica de Sebastián Friedman, de 2001. Y un trabajo de 2006 sobre los desaparecidos, de Gustavo Germano, se potencia con la fotografía de integrantes de la dictadura sentados en el banquillo de los acusados, realizado por Res en Córdoba, en 2008.
Pero además conviven en esta exposición imágenes grupales con otras llenas de ausencia. Aunque, en ambos casos, uno comprende que se trata de hablar de lo mismo: la importancia que ha tenido y tiene lo colectivo en la construcción de identidad de la sociedad argentina. Es más, es ese vacío presente en algunas imágenes aquello que magnifica la dimensión de las fotografías grupales. Vaya como ejemplo la contraposición entre las maravillosas fotos de Claudio Divella del público del Teatro Colón y la fotografía de Gabriel Valansi del aula vacía de la Facultad de Arquitectura. Una y otra se magnifican. Presencias y ausencias que actúan como espejo de una sociedad argentina que se ha construido y deconstruido fluctuando entre las categorías de lo individual y de lo colectivo.
Como todo arte nacido de la burguesía, la fotografía se internó en el territorio de la expresión de un modo y con un lenguaje contradictorio. Porque, a pesar de lo áulico que resulta un aparato fotográfico manipulado por un operador individual, este instrumento se volvió rápidamente uno de los medios más eficaces para registrar el mundo y, como parte de él, los gestos de lo colectivo. De esto no se ha desligado, hasta hoy, la fotografía. Todo lo contrario. Valgan como muestra las millones de selfies que se toman diariamente, con teléfonos celulares, todo tipo de grupos de pertenencia. Y esta es otra de las reflexiones a las que nos conduce Merle con esta muestra. Desde las primeras fotografías de familia –primer colectivo de lo social– representadas en esta exposición por la serie de José Baleno de 1915 y por las fotografías del santafesino Fernando Paillet, hasta los ensayos más elaborados del siglo XX y XXI de los cuales esta exhibición rescata fotografías icónicas de Marcos López, Eduardo Carrera, Alejandro Lypszyc, Res y muchos otros, Merle deja claro que la relación entre la fotografía y lo colectivo no ha cesado de acrecentarse. En la Argentina hay muchos ejemplos históricos que apoyan esta idea. Para nombrar algunos podría citar los famosos trabajos de Grete Stern sobre mocovíes y tobas, el ensayo de Cristina Fraire sobre una comunidad criolla de la Pampa de Achala, el trabajo de Adriana Lestido sobre mujeres presas, el reciente trabajo Sueños Latinoamericanos de Martín Weber y tantos otros ensayos realizados por grandes fotógrafos de nuestro país a lo largo del tiempo. Todos trabajos de autor que contienen una gran dosis de ojo personal respecto de los problemas sociales que abordan, pero en los cuales las tensiones entre lo individual y lo colectivo son capaces de contagiarse y de fusionarse, para finalmente potenciarse.
Pero quizá haya también una similitud entre el fondo conceptual de esta muestra y los tiempos que corren. Porque si a primera vista la selección puede resultar extraña ya que en ella Merle hace convivir por igual retratos antiguos con fotografías modernas, ese mismo todo opera como un disparador hacia el presente y lleva directamente a las preguntas de cómo y cuál podría ser el retrato grupal de nuestra patria en nuestro tiempo. Y es aquí donde, similitudes aparte e ideologías de lado, en tiempos de la grieta, esta exposición aparece de alguna manera como un llamado a la realización del gran retrato argentino colectivo que todavía no pudimos realizar.
De este modo queda claro cómo el ritual del retrato colectivo puede encerrar las claves para entender una sociedad y un tiempo grupal mucho más amplio y complejo. Y esto vale, quizá también, como llamado de atención para los intentos de convertir a la fotografía en un objeto en sí mismo, en un arte introspectivo, donde el gesto conceptual supera al registro artístico del mundo y vuelve nula la capacidad política que posee esta disciplina. Valorar el poder testimonial que tiene la fotografía para explicar y entender el pasado, identificar nuestras costumbres y comprender nuestras diferentes maneras de ser o de razonar el presente, tiene un valor extra en un momento donde el plan individualista y expulsivo de todo prójimo se opone al que propone convertir lo colectivo en la base para la construcción de nuestro futuro.
Tal vez sea casualidad, pero la actitud curatorial de Daniel Merle tampoco prevalece aquí por sobre las obras ni los nombres de los artistas incluidos en la muestra. A diferencia de otros casos, el curador no es la estrella sino que opera solo para darle un ímpetu y un sentido más profundo a la muestra. De este modo queda sugerida, una vez más, y con delicadeza, la noción de lo grupal. Será por todo esto que está exposición resulta tan ligada a la actualidad. Como si hubiera sido parida mirando la idea de pacto social colectivo que acaba de ser propuesto como salida para la crisis y oprobio que hoy vive nuestra patria.
Datos de la muestra: Más allá del ritual, el retrato grupal en la fotografía argentina. Curador: Daniel Merle. Arte x Arte, Fundación Alfonso y Luz Castillo. Lavalleja 1062, Villa Crespo. Hasta el 27 de junio.
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