Y que dos y dos son tres
En el Reino del Revés pronuncian una nueva condena contra Milagro Sala
A mediados de diciembre de 2016, cuando Milagro promediaba los once meses de su detención preventiva, aún no le habían dictado ninguna condena, ni la Comisión ni la Corte Interamericana habían emitido las resoluciones a su favor, no había habido ningún intento de suicidio de parte de ella y el país comenzaba a desmoronarse lenta y persistentemente, a la par que nuestra Patria Grande se sumía en las aguas turbias de un proyecto neoliberal que acababa de arrasar a Dilma, que iba por Venezuela y por todo proyecto o huella de las políticas populares que habían marcado a la región en el comienzo de este siglo XXI; en la provincia de Jujuy, el bloque de diputados y diputadas oficialistas presentaron un proyecto de ley para que se lleve a cabo una consulta popular al pueblo jujeño para que se vote si Milagro Sala debía o no continuar en prisión preventiva.
Fue en aquel momento que recordé la canción de María Elena Walsh, El Reino del Revés, que tanto escuché en mi infancia y enuncié que el realismo mágico de la política jujeña nos llevaba a una trágica y absurda lógica jurídica que se ensañaba con el cuerpo de Milagro.
Difícil era saber en aquel momento, la capacidad que efectivamente tenía el poder político en Jujuy para llevarnos a lugares inverosímiles y lograr la adhesión de operadores judiciales que ataviados de racismo, ignorancia, temor y complacencia fueron capaces en estos tres años y medio de dictar resoluciones y sentencias que integrarán los anales de la infamia del derecho.
El pasado miércoles, el Tribunal Oral Criminal N° 1 de Jujuy dictó una nueva condena contra Milagro, en lo que fue el sexto juicio seguido en su contra.
Luego de la condena por los huevos que les tiraron militantes sociales a Gerardo Morales en 2009; la condena contravencional por manifestarse públicamente en el acampe en diciembre de 2015 y enero de 2016; las absoluciones en los juicios conocidos como “las Bombachas” y “la balacera de Azopardo”; se llegó a la condena de 13 años de prisión por considerar que la Organización barrial Túpac Amaru era una asociación ilícita y Milagro era su jefa. Sin embargo, la faena no estaba terminada.
Con menos prensa que los otros juicios, asistimos a un nuevo debate oral de una causa ignominiosa, que concluyó con otra sentencia condenatoria, esta vez a 4 años de prisión.
En julio de 2006 hubo un enfrentamiento entre dos grupos en el Ministerio de Infraestructura de Jujuy en horas de la noche. Por un lado se encontraban militantes de ATE, entre los que se encontraba Milagro, y por el otro de la CCC, entre los que estaba Cristian Arias –conocido como Luca—, en aquel momento yerno del Perro Santillán.
Se produjo una riña e integrantes de ambos grupos sufrieron lesiones. Ese mismo día la policía consultó a Arias si quería presentar una denuncia. Arias dijo que eso se resolvería de otro modo, en la calle, con movilizaciones. Sin embargo, a los pocos días presentó una denuncia penal; el cuerpo médico judicial hizo un informe sobre las lesiones que poseía, que en aquel momento entendieron como leves y que tendrían 25 días de curación.
Arias no hizo ninguna otra presentación en la causa. Se llevaron adelante algunas medidas de prueba, y en el año 2009 el entonces juez declaró prescripta la acción y archivó la causa.
Pero en el mundo del revés, un ladrón es vigilante y otro es juez, y Pullen Llermanos logró lo impensable: que una persona –de apellido Maidana— que dice haber sido víctima de aquella riña en el 2006, que no denunció esos hechos en aquel momento ni se presentó a declarar mientras las actuaciones estuvieron abiertas; diez años después de que la causa haya prescripto y fuese archivada, estando detenido cumpliendo condena por un delito contra la integridad sexual, se presentara en forma espontánea y mágica ante él. Nunca se explicó cómo sabía Maidana que Pullen Llermanos era el juez que debía tramitar en una causa que estaba archivada y en la que nunca había intervenido antes. En aquella ocasión pidió que le redactasen un escrito —gentilmente una empleada lo habría hecho— en el que expresó que quería saber qué pasó con su causa. En virtud de eso, el juez le tomó una declaración donde narró lo que sucedió aquella noche en el Ministerio de Infraestructura y allí por primera vez se menciona a Milagro como autora directa de las lesiones.
Con aquella declaración testimonial (¿?) el juez, interviniendo en una causa prescripta, comienza a tomar una serie de medidas, libra oficios, ordena a un Comisario que haga amplias tareas de investigación para establecer datos e informes de las personas que estaban 10 años atrás el día de los hechos en el Ministerio de Infraestructura; asombrosamente, a las 10:25 del mismo día en que se libró el oficio a la policía, las tareas de inteligencia fueron realizadas: se encontró abundante información, nombres, apellidos de al menos siete personas y tres números de teléfonos que habría usado 10 años antes un Ministro; además de agregar información de color sobre lo que habría sucedido aquella noche de 2006. La increíble eficacia de aquel miembro de la fuerza policial jujeña hizo que para las 10:25 de esa mañana, no solo estuviesen hechas las tareas de inteligencia sino que además se confeccionase el informe y presentase en la mesa de entradas del juzgado.
Pero las cosas en este proceso siguieron siendo cuasi mágicas, más propias de la fe que del derecho. Pullen Llermanos resolvió declarar la nulidad de oficio de la prescripción de la causa dictada en año 2009, cambiar la calificación jurídica –de lesiones leves a lesiones graves agravadas por la premeditación de dos o más personas— y luego llamar a indagatoria a Milagro, a meses de cumplirse los diez años de los hechos.
“Coincidamos todos por favor, que no vamos a volver a ver una causa como esta en toda nuestra carrera como trabajadores del Derecho, o eso esperamos”, dijeron en el alegato Paloma Álvarez Carrera y Ariel Ruarte quienes oficiaron de abogades defensores de Milagro.
Lo cierto es que salvo este fantasmagórico testigo/victima, ninguno de los testigos que prestaron declaración testimonial en el juicio vio qué fue lo que sucedió en aquella riña. Recordemos que Luca Arias fallece al poco tiempo, en razón de una leucemia.
Podría abundar, a riesgo de aburrir, que las lesiones de Arias por la que fue condenada Milagro se trataron de una supuesta marca que le habría quedado por cinco puntos de sutura en la nariz; pero Arias no fue al médico luego de que se constataran las lesiones esos primeros días, ni hay registro de aquella cicatriz. Todo lo cual tampoco implicaría jurídicamente que nos encontremos ante lesiones graves, como lo sabe cualquier persona que haya pasado por alguna Facultad de Derecho.
En el reino del revés pueden aparecer 1.530 chimpancés que si miras no los ves; será por eso que también pueden aparecer razones, pruebas, hechos, barrios, polideportivos, viviendas, escuelas, organización, y tampoco ser vistos.
Pero, en cualquier otro reino, incluso en el del revés, el tamaño y la dimensión de la dignidad que emerge del poder popular no se puede negar ni con miles de condenas.
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