Clinton y Bush no perdonaron a sus respectivos Triacas
Norman Thomas Di Giovanni era el traductor de Borges en inglés, por lo cual pasaba largos meses del año en Buenos Aires. Durante uno de esos viajes, Di Giovanni abrumó al escritor con anécdotas de personas de otros países. Borges zafó con una frase que puede hacer carrera: “Si, los extranjeros son rarísimos”, contestó.
En 1993, Bill Clinton designó a una mujer como Procuradora General, un cargo que en Estados Unidos equivale a Ministro de Justicia. Zoe Baird tenía títulos suficientes para eso. Licenciada en Ciencias Políticas, Comunicación y Políticas Públicas en la Universidad de Berkeley, había sido una de las abogadas del anterior presidente demócrata, Jimmy Carter y alta ejecutiva de General Electric. Pero no pudo ser, porque se reveló que Baird había contratado a una niñera y un chofer que habían inmigrado ilegalmente a Estados Unidos. La propia candidata retiró su postulación en medio de un escándalo de proporciones, alegando que se cometía una injusticia.
En 2001 le pasó algo similar al presidente republicano W. Bush. Al asumir en 2001 designó como Ministra de Trabajo a Linda Chávez. Igual que Baird, Chávez declinó su postulación cuando se supo que su empleada doméstica era una inmigrante ilegal de Guatemala. Dijo que siempre había ayudado a las personas en dificultades. Le paseaba el perro, lavaba su la ropa y cuidaba de sus hijos “a cambio un poco de dinero”.
Aquí la única reacción oficial fue un tweet del vocero de Triaca, Santiago Cosimano: “Llama la atención que esta denuncia de prensa ocurra luego de que se anuncie un proceso de auditorías muy profundas en los sindicatos. A Heredia le habían ofrecido la indemnización correspondiente”. Y nada más.
Tiene razón Borges, los extranjeros son rarísimos.
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