Llama la atención que, en estos días, el reclamo por los salarios docentes se haya convertido también en una bandera de ciertos sectores del pensamiento liberal conservador que, entre otras cosas, toman como objeto de estudio al campo educativo.
Tal es el caso del estudio de la Universidad privada de Belgrano difundido por los medios hegemónicos, que muestra que los salarios docentes de la Argentina se ubican en penúltimo lugar entre 37 países de la OCDE. Se trata de un estudio que, además, ha sido considerado y analizado, entre otros, por el economista y columnista de los diarios La Nación y Clarín, Alieto Guadagni.
Bajo la bandera del reclamo por los salarios docentes, se ocultan otras intenciones que tienen más que ver con la idea de avanzar en la privatización y mercantilización del sistema educativo en la Argentina y en el mundo.
El estudio de referencia viene a ser como una especie de “pruebas PISA de los salarios docentes”. Ya que es la OCDE el organismo encargado de realizar este ranking, tomando el “patrón dólar” como el criterio de referencia para establecer una “tabla de posiciones”, sin tener en cuenta las diferencias y particularidades entre los países respecto a:
- el tipo de gobierno,
- las condiciones laborales diferenciales,
- los procesos de lucha y sindicalización de la docencia,
- las características y estructuras de los sistemas educativos,
- el tipo de puestos de trabajo,
- el porcentaje de educación estatal y privada, entre otros.
Además, una real valoración de los salarios no debe hacerse sobre el supuesto de la imparcialidad y universalidad del “patrón dólar”, sino respecto al poder adquisitivo que el salario docente tiene en cada país.
La otra falacia en la que se asienta el análisis reduccionista del economista Guadagni radica en la relación “cantidad de docentes por alumno” que establece. En una apresurada cuenta divide la cantidad de alumnos por los cargos docentes y llega a la conclusión de que hay 12 estudiantes por docente en la Argentina; sin tener en cuenta que cuando se habla de “cargos docentes”, además de los educadores frente a alumnos, allí también se incluyen los equipos directivos, tutores, secretarias, preceptorías, bibliotecarios, asistentes o auxiliares, equipo pedagógicos, entre otros. Tampoco considera ciertas modalidades como la ruralidad o la educación especial, o la cantidad de escuelas que tienen jornadas simples, completas o extendidas, en las que evidentemente la relación docente/alumno tiene otras condiciones y particularidades.
En su alegato, Guadagni se queja de las políticas llevadas a cabo en los último años, diciendo que en lugar de aumentar los salarios, los gobiernos han creado muchos cargos. Lo que, desde nuestra perspectiva gremial, ha sido un logro de la lucha docente para tener cada vez mejores condiciones de trabajo para la enseñanza y el aprendizaje en las escuelas. La salida, para este economista dedicado a estudiar el campo educativo, va por el lado de la restricción y segregación. Al respecto, plantea que hay que ser más rigurosos y estrictos en la formación de los docentes y tratar de que sólo ingresen “los mejores” a las universidades. Con una mirada excluyente, no piensa a la educación superior como un derecho para los diversos sectores y desconoce, en su análisis, la existencia de los Institutos Superiores de Formación Docente en esta función esencial del Sistema Educativo en la Argentina.
El otro eje por el que incursiona el investigador de la Universidad privada de Belgrano es la denostación de la escuela pública y el ataque a los reclamos que realizan los docentes a través de medidas de fuerza. En este sentido, dice que las familias eligen sacar a sus hijos de la escuela pública para anotarlos en la privada. Y en su desvarío argumenta que, independientemente de la condición socioeconómica de las familias, la calidad de la educación privada es mejor por el solo hecho de tener más días de clases. Se sabe que numerosos estudios realizados en distintas partes del mundo demuestran que los resultados educativos no se definen por “escuela pública o privada” sino, fundamentalmente, por la condición social de las familias. Lo de Guadagni es, sencillamente, una nota de campaña en favor del proceso de privatización que se quiere profundizar en nuestro país y a escala global.
Cierra su análisis diciendo que lo que falta hoy en la Argentina es “un Sarmiento”, tratando de graficar la idea de que se necesitan políticas educativas serias para realizar verdaderas transformaciones en la educación. Pero en una especie de sincericidio ideológico, Guadagni remata la nota diciendo: “Las reformas se hacen de arriba para abajo”.
Desde CTERA le respondemos que no. Las verdaderas reformas educativas se construyen desde abajo, con el debate y la participación de los docentes, los estudiantes, las familias, las comunidades, los representantes políticos y las organizaciones gremiales. Ese es el camino democrático de las reformas y ese es el camino que quiere transitar CTERA en la defensa de la educación pública.
[1] Secretario de Educación de CTERA
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