¡Ay Manuela!

Unidxs triunfaremos, desparramadxs ¿qué hacemos?

 

La desaparición de la derecha democrática en Brasil. Y el campo que se abre entre quienes defienden el sistema democrático y los que no. Manuela D Avila habla de uno de resultados que dejó la elección de Brasil, lo repite y lo recomienda. "El pecado original de nosotros, lo mas importante, es que no estuvimos unidos. La unidad es lo mas importante que podríamos haber hecho y no hicimos", dice. "Si uno hace la evaluación correcta de lo que estamos viviendo en el mundo, no podés permitirte que la gente se divida. No creo que los partidos de Brasil hayan estado divididos por mala onda. Creo que no teníamos noción de la fuerza del enemigo".

Manuela tiene 37 años. Fue candidata a vicepresidenta de Brasil en la fórmula encabezada por Fernando Haddad. Lleva puesta una babucha negra, remera negra y zapatillas. Pablo Gentili, secretario ejecutivo de CLACSO, la presentó en la clausura de los dos primeras jornadas del Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico. Dijo que la conoce desde que Manuela tenía 16 años y ya era un cuadro político. Y que sin duda será presidenta de Brasil. Ella dio una conferencia de prensa poco antes, arrolladora. Estaba con su hija pequeña, como lo hizo en campaña y en cada presentación. Aquí habla de ella, y de lo que significa para las mujeres el debilitamiento de las democracias. Del fin de todo lo que conocimos como mundo civilizado hasta ahora. De internet como un espacio de asamblea permanente, un ágora que el progresismo todavía piensa como herramienta de comunicación cuando en realidad es ahí donde funciona el mundo completo. Hay muchos aportes. Ella estuvo con Máximo Kirchner. Tal vez por eso, todo permite pensar claves urgentes para el escenario local.

Uno de los resultados de Brasil fue la desaparición de la idea de centro político. ¿Eso es una buena noticia para el PT? ¿No se trata de un problema para contrarrestar a Bolsonaro en el Congreso?

Mira, el problema más grave no es que ha desaparecido el centro, sino que no hay más una derecha democrática en Brasil. Y eso es lo mas grave que tenemos. Cuando uno cree que la disputa es entre izquierda y derecha, y la gente cree eso, y no se entiende que no es así. Esa no es la disputa mas grave, sino entre las personas que defienden la democracia, lo que hemos logrado con la Constitución y los que no están con la democracia.

Bolsonaro ascendió acompañado de factores de poder como las fuerzas armadas, los evangélicos, estructuras fuera de los partidos tradicionales.

Creo que los riesgos del debilitamiento de los estructuras democráticas no son sólo de parte de los sectores identificados como militares. En Brasil tuvimos un golpe y no tuvimos una intervención militar. Fue un golpe con aparente legalidad a partir de una relación entre el Congreso y el Poder Judicial. Eso es mucho mas nuevo. Hay muchos que hablan, que dicen que saben lo que va a ocurrir, pero yo particularmente sé muy poco, porque es muy imprevisible. ¿Se puede resistir? Se puede resistir si sabes que hay riesgo de algo específico: un sector militar, si sabes que ese será el camino, el instrumento para debilitar la democracia, pero en Brasil no puedes prever nada.

 

 

Álvaro García Linera dijo que cuando los sectores populares te votan en contra, hay deficiencias de tu gobierno. ¿Cuál fueron los errores que tuvieron tu candidatura y la de Haddad?

Creo que tenemos limites como tienen todos los partidos, todas las organizaciones y todos los procesos políticos. Pero creo que vivimos una crisis muy larga del capitalismo en el mundo. Y decir que la gente quiere el capitalismo por nuestros errores es creerse muy grande dentro de un sistema complejo. Hace cientos de años que la gente lucha. Mi partido (el Partido Comunista) tiene cien años en mi país. Lucha contra un sistema que es muy complejo. Que cambia todo el tiempo. Que cuando lo entendés, vuelve a cambiar. Pero eso es el capitalismo: un nudo que está cambiando todo el tiempo. Entonces, tenemos nuestros errores, pero lo que está pasando en el mundo es un giro histórico. ¿Teníamos cómo prever la dimensión de la crisis del capitalismo en 2004? Bueno, la academia decía: el capitalismo es un régimen en crisis. Y, claro, en ese sentido sí teníamos cómo preverla. ¿Pero existe la posibilidad de prever la dimensión que tuvo? No. No teníamos cómo. ¿Existe cómo prever que ellos ya no necesiten de esa apariencia de democracia que han construido desde el siglo pasado? No. No teníamos cómo. La gente decía que Trump no iba a vencer. Pues, venció. Por eso, creo que hemos tenido errores y hay que cambiar cosas, pero no creo que eso explique el proceso en Brasil.

¿Entonces?

Creo sí que hay que mirar las debilidades de nuestro campo político en el mundo para proponer un salida estructural para una crisis que es estructural. Es eso. ¿Por qué frente a una crisis del capitalismo la gente se agarra de más capitalismo? ¿O de un capitalismo más cruel? ¿Puedes decir que es una responsabilidad nuestra, de Brasil, que la gente tenga el sueño de consumir? Es una responsabilidad de una cultura. Ahí está Gramsci para decirlo. Es una construcción de hegemonía, lo que hacen con la cultura, con los sueños. La gente sueña con tener más, no me importa el otro, me importa soñar con una zapatilla de una marca específica. Hay muchos elementos que están en disputa en la crisis.

En esa línea, ¿dónde queda la idea de Estado de derecho? ¿Existe aún? ¿Adónde va?

Uno de los cambios que enfrentamos es que, en realidad, todo lo que hemos construido como humanidad se ha acabado. No sólo en cuanto al campo político, sino a todo lo que conocemos desde la Revolución Francesa. Y no lo digo yo. Lo dice un conjunto de intelectuales, marxistas, no marxistas, progresistas. Hasta acá teníamos un espacio público común, un ágora común. Cosas que no se discutían. Las instituciones. Los mismos derechos. Los partidos. La democracia. La realidad. Podías decir: la tele dice que hay una invasión y yo digo que es una ocupación, pero nadie dudaba que alguien entró a un espacio. Ya no es así. No tenemos más una gramática común. Creo que eso estamos viviendo en Brasil. Yo lo viví. Me preguntan: ¿Fue una elección con cosas morales? No es simple responderlo. Las cosas no son como eran hasta las elecciones pasadas. Se rompió algo que todos habíamos creído con la construcción de aquellas instituciones. Lo que nosotras, las mujeres, llamamos empatía. Eso se rompió. Y creo que también explica que las mujeres estemos mas movilizadas.

 

Foto: Luis Angeletti

 

Estuvieron las fake news, las iglesias. ¿Pero cuál fue la responsabilidad de la izquierda en la emergencia del fenómeno de Brasil?

Puedo hablar de miles de cosas, pero siempre hay una más importante. El pecado original de nosotros, lo mas importante, es que no estuvimos unidos. La unidad es lo mas importante que podríamos haber hecho y no hicimos. Creo que al final de la segunda vuelta, la gente —el pueblo— ha tenido una capacidad más clara que los dirigentes, oyendo las criticas, intentando establecer diálogos con el pueblo. Lo hicieron de manera independiente, estuvieron en la calle, en la lucha. Entonces para mí ese es el camino, ese ese el error y la salida.

¿Cuál puede ser el aporte del paradigma emancipador del movimiento de mujeres?

No creo en ningún proyecto de desarrollo nacional que no hable de mujeres. Y soy comunista, tengo en el centro de lo que creo el proyecto nacional de desarrollo, esa es mi vida, pero no creo que no pueda existir un proyecto de desarrollo que no hable para las mujeres. Porque la necesidad del Estado en una sociedad como la nuestra es de las mujeres. Ustedes (a los hombres) se van al trabajo y no saben dónde están sus hijos. Toda la gente se impresiona con mi hija en la campaña. Yo preguntaría a los hombres que están acá dónde están sus hijos ahora, porque cada hombre sólo, sin su hijo en edad de mi hija, tiene atrás una mujer o la abuela o madre que está allí. Las personas me preguntan: ¿Tenés marido? Lo tengo, y es maravilloso. Pero divido la cosas con él, no le doy todas las cosas. No es por eso que lucho. No lucho por un nuevo hombre, sino por una sociedad distinta. ¿Y por qué digo esto? ¿Cómo vas a cambiar la sociedad sino tenés a la gente mas afectada luchando contigo? Y es una cuestión específica de las mujeres. Así como en Brasil, existe una específica cuestión racial. Y eso es el centro de la desigualdad en mi país. Yo nací en una sociedad de clases, pero hay particularidades: las mujeres trabajadoras son distintas a los hombres trabajadores. Un hombre trabajador no pierde el empleo porque se queda embarazada. En mi país, 50 por ciento de las mujeres madres no tienen trabajo en el primer año de sus hijos. ¿Me van a decir que es una cuestión menor? ¿Cómo? ¿Menor para quién? Menor para las personas que tienen con quién dejar a sus hijos: los hombres. Entonces tenemos que poner esto en el centro y hablar sobre cosas reales. Y la realidad es esa. No hablo del caso argentino porque lo que hicieron acá en la calle fue tremendo. Fue un movimiento popular gigantesco, pero incluso a veces creo puede quedar en una caja. Nosotras solo podemos hablar de nuestro cuerpo, de violencia sobre las mujeres, y aborto. Y no es así. Es una parte importante pero muy pequeña. Queremos hablar de trabajo, de educación, de salud, de industria y de todas las cosas donde no estamos porque vivimos en una sociedad machista.

 

 

Se habló del boicot comunicacional. Vos venís del campo de la comunicación. ¿Cuál es el desafío a corto plazo en Argentina para no sufrir lo mismo?

La prensa tiene una responsabilidad en lo que estamos viviendo, y explica parte de Bolsonaro. No porque lo apoyaron sino porque dijeron que la política no es necesaria. Decir que todos los políticos son ladrones. Decir que la crisis es porque los Estados son grandes y la gente tiene derechos. O que hay que sacarle el Estado a los pueblos y dejarlo para los bancos. Y esa disputa cultural explica algo de esto. Pero en el proceso electoral de Brasil, la prensa tradicional por primera vez no tuvo ningún, o casi ninguna, influencia. Y creo que no estamos entendiendo el problema. Creemos que internet sólo es una plataforma de comunicación, y no es eso. Y creo que eso es parte de las razones por las que perdimos. Creer que yo como periodista puedo producir contenido, ponerlo en la tele y establecer una comunicación, de uno a varios, como sucede desde hace miles de años, ya no va. No sabemos cómo pasó, pero hasta ahora una persona contaba y otros leían. O veían. Internet no es sólo eso. Es una asamblea popular permanente. Es eso. No es sólo comunicación. Es una nueva etapa de la civilización. La gente está ahí. Y habla ahí. Habla, habla, deconstruye la empatía, primero con la apatía y el odio. Con la crisis económica, la gente está ahí y gran parte de nosotros estamos afuera. Y creemos que estamos afuera de una herramienta de comunicación. Pero no: estamos afuera de la asamblea popular del pueblo. Es como hablar detrás de un pared. ¿Cómo hacés para saber qué pasa con la gente si tenes una pared de por medio? No lo ves. ¿Cómo sabes lo que está haciendo, si estás afuera? Hace diez años que la derecha está organizada en internet. Ahora han creado cosas nuevas como WhatsApp. Imagina: ¿cuál es el sueño de un periodista? La credibilidad. Y nadie tiene mas credibilidad que mi mamá: por eso digo que ya no estamos en la misma gramática, en el mismo espacio público, en boca de todas las mamás. Me pasó.

A ver.

Habían dicho que yo tenía tatuada la panza. Y yo decía: Mira soy yo, lo que dijeron del tatuaje es falso, soy yo, mira, el tatuaje no está. Y me respondían: No, pero mi mamá me dijo que sí. Y yo: pero, oye, soy yo. Y luego decían: ¿pero quién eres tú frente a mi madre? O frente a mi abuela, o mi novio. Una persona que tiene tu teléfono es porque supone una relación especial. WhatsApp es eso. Es la evolución del Facebook. Puedes mediar en Facebook, pero no en mi teléfono. Así, producen información en asamblea permanente, decidiendo, haciendo, cambiando, y después ponen al teléfono de tu mamá. Es increíble lo que han hecho.

¿Qué lecciones deja esto para nuestro 2019?

Primero, no se si va pasar aquí, pero es decirles que lo que hemos vivido, ya no está. La justicia, ya no está. La ley, ya no está. Dijeron que la prensa iba a sacar a Bolsonaro, no lo logró. Dijeron que los partidos tradicionales tenían tiempo de aire y dinero para la tele y que él no tenía dinero. Y no pasó. Entonces, todo lo que sabíamos hasta ahora, lo que yo nombro como la previsibilidad del proceso con pactos comunes, no pasó en Brasil. Ni con la Justicia. Ni con la prensa. E incluso con cosas que habíamos luchado como izquierda. Imagínate: un tipo de extrema derecha se ha erigido con 30 segundos de televisión y sin dinero, o por lo menos formalmente sin dinero. No estoy hablando de fake news. Él dice a la gente por qué crees en O Globo. Yo intento decir: Mirá lo que dice la tele, pero resulta que la gente me dice: ¿Pero no eran ustedes los que nos dijeron que la tele miente? Claro, pero no te estaba diciendo que miente para discutir cosas básicas como la existencia del hombre. O que la tierra es redonda, como sucede y no es un chiste. Eso es lo mas importante. Lo segundo es que tenemos que estar unidos y movilizados. Si uno tiene la evaluación correcta de lo que estamos viviendo, no permite que la gente se divida. No creo que los partidos de Brasil hayan estado divididos por mala onda. Creo que no teníamos noción de la fuerza del enemigo. Yo conozco a mis compañeros. ¡Los conozco! Sé que tienen compromiso con mi pueblo, con la gente, tenemos diferencias, pero hay compromiso. Pero la gente no tenía convicción de la fuerza de ellos. De todo lo que pueden hacer porque creían que había una previsibilidad. Por eso creo que la unidad es clave para tener victorias y para hacerlas es clave saber que ya no está lo que hemos vivido hasta ayer.

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