Ni desarrollo, ni crecimiento
El Foro de Convergencia Empresaria ante la inédita oportunidad de hacer negocios en el estancamiento
Esta semana, los principales medios y portales del país dieron cuenta de una nueva declaración del Foro de Convergencia Empresaria, que se titula: “Argentina frente a una inédita oportunidad”
“Los principales empresarios del país dieron un fuerte apoyo al acuerdo del Gobierno con el FMI”, opinó Infobae. “Fuerte respaldo del Foro de Convergencia Empresarial al acuerdo del Gobierno con el FMI”, tituló La Nación. “Los empresarios respaldan el acuerdo con el FMI, pero advierten sobre el aumento de los impuestos”, acotó Clarín.
La declaración de apoyo emitida tiene un significado político relevante, ya que importantes fracciones del empresariado manifiestan públicamente su alineamiento con la decisión del gobierno de firmar un acuerdo brutal con el FMI.
La oportunidad inédita: el ajuste
A pesar de su brevedad, el texto del Foro contiene una serie de elementos que nos parecen relevantes para entender la coyuntura actual, y pensar los desafíos para un gobierno alternativo.
Comienza sosteniendo que el programa acordado con el FMI garantiza “la cobertura de las necesidades financieras del gobierno nacional hasta finales de 2019”, cosa que no es cierta. Analistas serios varían en sus estimaciones sobre un eventual faltante de entre 10.000 y 25.000 millones de dólares, a pesar de las últimas piruetas negociadoras y los adelantos y expansiones del crédito otorgado por el organismo. La continuidad de la venta libre de dólares al 3% más rico de la sociedad –considerada un derecho sagrado por el gobierno nacional— introduce un elemento importante de incertidumbre sobre la cuantía de fondos requeridos para cerrar la cuenta financiera de 2019. Recordemos que este 3% fue capaz de convencer a una parte importante de la sociedad de que vivía bajo un “cepo” cuando el kirchnerismo sólo restringió esta puerta a la fuga de capitales.
Continúa diciendo la declaración que “las medidas dadas a conocer por la actual gestión, tienen como objetivo dar previsibilidad tanto al conjunto de la sociedad como a los inversores”. La única previsibilidad que se le está dando a la sociedad es la de una severa y extensa recesión, acompañada por crecientes quiebras empresarias, desocupación que está por superar el 10% de la Población Económicamente Activa, altísimo nivel de los precios de la canasta básica, los servicios públicos y el transporte, y contracción continua y acumulativa del mercado interno acompañada por la abstención del Estado de intervenir para revertir o al menos mitigar la situación.
Por otra parte, no se entiende a qué inversores se refiere el Foro, ya que el Presupuesto Nacional prevé una caída del 10% del gran agregado macroeconómico de la inversión para 2019. Quizás piensen en los fondos de inversión que vienen especulando en el mercado cambiario con gran éxito durante los dos últimos años y medio.
El Foro destaca el “respaldo del mundo a la Argentina que le da la posibilidad de atacar los problemas estructurales de desequilibrio fiscal y persistencia de altas tasas de inflación”. Como es tradicional en la derecha local, el mundo es Estados Unidos y Europa del Norte. En cuanto a resolver los problemas estructurales, no hay nada de eso, ya que esos problemas se resuelven en serio logrando mucha mayor eficiencia en la recaudación tributaria y fortaleciendo la producción de riqueza, ítems que no figuran en la agenda de Cambiemos, y menos aún en lo acordado con el FMI.
Advierten que “el camino a transitar para lograr este objetivo es duro y difícil pero imprescindible. La alternativa de no emprenderlo o que fracase por la falta de acuerdo político es muchísimo peor”. Duro y difícil es el panorama para la mayoría de la población, pero no para los sectores de altos ingresos agrupados en el Foro, que han sido la niña mimada del gobierno de Macri y que continúan aprovechando las reducciones impositivas y la redistribución regresiva del ingreso, que se profundizará en 2019. Sobre lo “muchísimo peor” que nos aguardaría si fracasara el acuerdo político para que se apruebe el presupuesto ajustador, seguramente tiene que ver con escenarios particulares del sector representado por el Foro, que apuesta con todo a la continuidad de su gobierno y teme a la irrupción de actores sociales alternativos. Muchísimo peor sería para el Foro una ruptura del acuerdo con el FMI. Muchísimo peor sería, por ejemplo, un desentendimiento de la administración norteamericana.
Como un consejo prudente que da alguien que mira desde afuera, consideran que “también es importante que en este difícil contexto tanto las organizaciones sindicales como las no gubernamentales se comprometan con el fin de mantener la paz social”. Para el Foro, de la paz social se tienen que ocupar los que se van a tener que bancar el fuerte deterioro de sus condiciones de vida. Ningún papel de responsabilidad, desde esa mirada, le corresponde a quienes tienen todo el acceso al poder y a la toma de las principales decisiones gubernamentales.
Seguramente este es el párrafo dirigido al gobierno y al propio FMI: “El equilibrio fiscal debe lograrse principalmente mediante una reducción del gasto improductivo nacional, provincial y municipal, encarando una reforma administrativa del sector público que permita reducir la asfixiante presión impositiva sobre empresas e individuos. Aumentar los impuestos a los sectores más dinámicos de la economía, capaces de crear valor y generar empleo genuino para mantener privilegios y estructuras empresarias públicas obsoletas, es insostenible en las presentes circunstancias”. Otra vez el mito de la reforma del Estado, desentendiéndose del fracaso del mercado para generar dinámicas productivas que ofrezcan trabajo masivo en regiones económicamente débiles de la Argentina. Y la advertencia que realizan apunta contra el principio básico de la tributación: que el aporte al fisco sea –al menos— proporcional a la riqueza de los contribuyentes. En el mundo del neoliberalismo periférico, lo que debe estar blindada es la ganancia. A pesar de que no se haya podido demostrar que la alta rentabilidad genere una lluvia de inversiones siempre es un buen argumento para negarle recursos al Estado.
“La solución a esta situación que arrastramos desde hace años tendrá mayores probabilidades de éxito cuanto mayor consenso se logre entre los distintos partidos políticos, los representantes sindicales y los empresarios”, señala el Foro. Es decir que la caída de los ingresos de la mayoría de la población y la adaptación del Presupuesto Público para transformarlo en una máquina recaudatoria para pagar intereses al capital financiero global, debería ser la base del consenso público. En nuestros términos: un programa ruinoso, inconsistente y que no genera ninguna base para la acumulación productiva debe ser apoyado por partidos políticos y sindicatos… porque a los grandes empresarios les parece un buen camino económico.
Ya terminando, vuelven con un tópico tradicional de la derecha local: “Estamos ante una nueva oportunidad de encarar la corrección de los problemas estructurales que han originado los inaceptables niveles de pobreza que aquejan al país, y contamos con el apoyo del mundo para hacerlo”. La corrección de los problemas estructurales sería una fuerte contracción del gasto público, si es posible echando empleados a la calle. Eso generaría, vaya a saber por qué mecanismo mágico, la salida capitalista exitosa, el progreso y la prosperidad. Los “niveles inaceptables de pobreza” no vendrían de las calamitosas políticas neoliberales que sistemáticamente apoyaron a lo largo de los últimos cuarenta y dos años, sino de la persistencia de un Estado que aún no desmontó del todo los elementos de protección social que lo caracterizaron.
Lo notable es que en el Foro están representados sectores del agro-negocio, de la banca, de la exportación y el comercio más concentrado, que no son grandes generadores de empleo. Lo principal del entramado económico que sostiene millones de puestos de trabajo no está representado por este poderoso grupo de presión. Es decir que la prosperidad que pueden lograr los miembros del Foro no se transforma automáticamente en mejoría para el resto de la sociedad.
Llama también la atención la reiteración de la expresión “contamos con el apoyo del mundo”. Pareciera que contar con ese apoyo, aunque sea para mutilar un parte del tejido productivo nacional, resulta siempre positivo y estimulante.
Una trayectoria coherente
Resulta llamativo que un presupuesto que especialistas de diverso signo ideológico encuentran inconsistente, destinado a sostener un ajuste improbable diseñado para tratar de evitar una posible caída en default, sea considerado por gente tan poderosa e informada como una “inédita oportunidad” para el país. Seguramente avizoran algo no dicho detrás del feísimo horizonte de 2019.
Caída del salario real acumulada desde 2015 del 20%, desempleo en cifras no vistas desde los '90, altísima tasa de quiebras, endeudamiento masivo para sostener los gastos corrientes de la población… ¿Qué tipo de oportunidad inédita se estaría configurando con el precario acuerdo con el Fondo?
Hace décadas que la derecha económica argentina viene amagando con que —si la dejan—, va a construir un país moderno, productivo y eficiente, sin crisis y con crecimiento estable.
Raúl Alfonsín los invitó, en su momento, a constituir una “Alianza entre la Democracia y la Producción”. La idea subyacente era comprometer al alto empresariado con la supervivencia de las instituciones democráticas, ofreciéndole un marco previsible para que invirtiera y acumulara. El fracaso fue estrepitoso. Si bien los grandes empresarios no apoyaron los levantamientos militares –entre otras cosas porque los protagonizaban los imprevisibles carapintadas—, no apostaron a la inversión productiva en democracia, persistiendo con sus prácticas rentistas a costa del Estado, y volteando finalmente a los radicales.
En el menemismo, cuando tuvieron todo el poder, prefirieron ser socios menores de empresas extranjeras en negocios monopólicos, o contratistas privilegiados del Estado, o importadores y financistas.
Refunfuñaron mientras ganaban mucha plata durante el kirchnerismo, jurándose que no volvería más, como si hubieran pasado por la dictadura del proletariado.
Los documentos del Foro previos a la asunción de Macri están pletóricos de pedidos (baja de impuestos, desregulaciones, aperturas comerciales y financieras) que fueron sistemáticamente atendidos por el actual Presidente, con los resultados económicos esperpénticos que están a la vista de toda la sociedad.
Diagnóstico
Las grandes empresas cumplen una función muy importante en el capitalismo actual, y las élites económicas están pasando por un momento de poder global incomparable. Es decir, que son cruciales en términos de protagonizar –o no— procesos virtuosos de acumulación de capacidades productivas.
Debido al retroceso de cuatro décadas, la Argentina perdió hace rato una vocación fuerte por el desarrollo. Después de la dictadura cívico-militar, reapareció una idea bastante más modesta, la del crecimiento económico que no implica desarrollo, sino simplemente ampliación de la producción sin cambio cualitativo ni en lo productivo ni en lo social e institucional.
Cristina Kirchner insistió reiteradamente en la propuesta de “crecimiento con inclusión” durante su gestión. Sin embargo, ese proyecto fue y es rechazado por la cúpula empresaria local, que no duda en calificarlo de “chavizante”.
Pero entonces, ¿qué proponen, qué ofrecen a la sociedad?
La novedad que aporta esta dirigencia empresaria 2018, muy pauperizada intelectualmente, es que ya tampoco importa el crecimiento económico. Entre otras cosas, porque no parece dispuesta a invertir ni siquiera bajo este, su gobierno.
No trae sus cuantiosos recursos fugados a lo largo de décadas, no arriesga, no se “tira a la pileta” de una fuerte expansión productiva – para la cual hay que ser organizados, contar con un Estado eficiente, e invertir.
Llegan, luego de dos años y medio de un gobierno que reflejó con precisión sus demandas, a un cuadro gravísimo en lo financiero, que deviene en un acuerdo contractivo con el FMI, y lo apoyan con entusiasmo y reclamando el sometimiento de todo el cuerpo social, especialmente de sus víctimas, como si fuera un proyecto venturoso para el país.
Ya en otros documentos mostraron que no tenían un proyecto atractivo para la sociedad, sino simplemente buscaban ampliar los márgenes de su rentabilidad, a costa del ingreso de otros actores sociales, y de las propias arcas del Estado.
El presupuesto 2019, en síntesis, consiste en comprimir todos los gastos socialmente útiles, para expandir las partidas dedicadas al gasto más inútil imaginable: el pago de intereses por una deuda que se incrementó irresponsablemente y que se gastó, entre otras razones, para cubrir los dos puntos del PBI que se les regalaron todos estos años a los socios corporativos del gobierno y para venderle dólares a fondos extranjeros y fuertes inversores locales.
El liderazgo social que ejercen estos sectores poderosos se utiliza exclusivamente en convencer al resto de la sociedad que los intereses empresarios son sus propios intereses. Y en ciertos casos lo logran, pero sin cumplir su parte del juego para consolidar su poder social: comportarse como empresarios capitalistas, e invertir.
Queda así constituido un juego económico perfectamente sintetizado por el geógrafo David Harvey como característico del capitalismo actual: acumulación por desposesión. Los poderosos incrementarán sus beneficios no por producir más, sino por despojar a otros sectores de ingresos y bienes. En ese esquema, el crecimiento es lo de menos, y el desarrollo, un concepto absolutamente perimido.
La carencia de una élite económica con vocación de acumulación productiva es de por sí un problema grave para cualquier país subdesarrollado. Adicionalmente la carencia por parte de esta élite de nociones de responsabilidad mínima por el resto de la sociedad, agrega peligros fuertes para la convivencia social.
Pero el abierto apoyo público a fórmulas de austeridad fracasadas, a Presupuestos Públicos fantasiosos, inservibles para lanzar la economía al crecimiento, y disruptivos socialmente, muestra un extravío intelectual mayúsculo, y el alejamiento completo de cualquier idea que se vincule a lo “nacional”.
No advierten siquiera que es un gesto de hostilidad hacia la población que vive en el territorio en el que acumulan su riqueza. Es un empresariado que viene realizando –como quien no quiere la cosa— lucha de clases contra la mayoría de la sociedad, que sólo pretende que la dejen vivir. Será conveniente que este nuevo despropósito económico que el Foro apoya con tanta determinación no genere una catástrofe social demasiado grave. Porque el próximo “que se vayan todos” puede terminar excediendo el límite de los fusibles políticos encargados de implementar la “inédita oportunidad” para el poder económico.
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