Mafia Republic o exprimido de limón

El punto de anclaje de las mafias no es sólo la economía, sino también la política

 

¡Zu ‘Ntoni Macrì (literalmente: “el tío Antonio Macrì”): capobastone de Siderno, nació en 1904 en esa pequeña ciudad calabresa frente al mar Jonio.

 

 

Su carrera criminal comenzó en la década de 1920 con varios arrestos por portación ilegal de armas y agresiones varias. Con el fascismo –que proclamó a los cuatro vientos la derrota de las mafias–, salió de la cárcel en 1933 gracias a una amnistía. Pero vuelve a ella en 1937, a una colonia agrícola, por tres años y medio, por conducir una asociación criminal: la Onorata Società.

A los 40 años contaba con una carrera y una historia notable en la criminalidad organizada. Ya entonces ejercía un poder enorme. Se trataba de un mafioso de alto rango. Contaba con una afiliación doble: a la ‘Ndrangheta calabresa y a la Cosa Nostra siciliana.

Era uno de los símbolos de la omnipotencia y de la invencibilidad de la mala vida organizada en Calabria, junto con don Domenico Tripodo, apodado “Mico”, que había construido su centro de poder en la ciudad y en las áreas rurales alrededor de Reggio Calabria, y con Girolamo Piromalli, apodado “Mommo”, el boss más sofisticado de la Piana di Gioria Tauro, territorio extenso en el que se concentrarán por medio siglo los trabajos de la Autopista del Sol.

En esta organización tripartita, Don ‘Ntoni se ocupaba de varios rubros. Entre ellos era su tarea, por ejemplo, obligar a los terratenientes calabreses a usar a sus camorristi (esbirros) como guardianes de las plantaciones de olivos.

 

 

Representaba un poder ‘ndranghetista clásico. De hecho, cabe recordar que como fenómeno social, la mafia surge con la desintegración del sistema feudal. Esa desarticulación y la caída de los señores feudales determinó la emancipación de un número considerable de fuerzas económicas y sociales, entre ellas las criminales, que quedaron liberadas a sus propias potencias: desligadas de un poder superior que hasta ese momento las controlaba. Esas fuerzas criminales constituyeron nuevas clases sociales que en el Estado post-feudal –y luego en el Estado nacional– se articularon alrededor de la violencia privada. Pues bien, zzu ‘Ntoni tenía un ejército especializado en el ejercicio de la violencia privada. Gracias a él, se ocupaba también de imponer los precios de los limones en función de sus exigencias de comerciante hortifrutícola y mantenía también intereses en el sector de la compraventa de máquinas agrícolas y de la obra pública.

En 1958 se encontraba prófugo, buscado por las fuerzas policiales por homicidio. En 1961 fue acusado –injustamente, según la famiglia– de asociación ilícita. En 1967 estafó el Banco di Napoli –el mayor del Sur de Italia– con ayuda del director de la filial de Siderno. Rescato pocas etapas de un currículo sofisticado para enfatizar que Don ‘Ntoni, patriarca criminal cuyo poder se extendía a lo largo de toda la costa del Jonio, comandaba también la zona de Locri y hasta se ocupó de la formación del Siderno Group, más allá del océano: en Canadá.

Concentraba en sí mismo varios rasgos distintivos comunes a todos los capobastoni del sur de Italia: ejercicio de la violencia privada, estrechas amistades con políticos corruptos, absoluciones de parte de la Justicia por falta de pruebas y una gran capacidad de inserción en los sectores más lucrativos de la economía legal e ilegal. Don ‘Ntoni no dejó de lado ningún negocio de interés para el gran crimen organizado calabrés: desde la compraventa de los productos de la tierra hasta los contratos públicos para la construcción de infraestructura. Con algunas reservas: no respaldó ni la industria de los secuestros extorsivos ni el contrabando de drogas. En definitiva, Don ‘Ntoni era una expresión de ademanes atávicos, de la ‘ndrangheta tradicional, de una manera de hacer mafia que debía ser dejada de lado, relegada al pasado.

Para dar el salto de la tradición a la modernidad (sin que eso borrara la idiosincrasia tradicional) se desencadenó una faida. Esto es: una guerra de ‘ndrangheta. El 20 de enero de 1975, Don ‘Ntoni fue asesinado en su auto por cuatro hombres con ametralladoras. Durante un par de días, Siderno se congeló y 5000 personas participaron de los funerales del viejo capobastone, algunas llegadas desde Canadá. En tres años la faida cosechó 233 homicidios.

Con la modernización y con la emigración, varias ‘ndrine calabresas empezaron a hacer negocios no ya en Calabria sino en la propia capital italiana, Roma, y en el resto del país. Hoy en día la ‘ndrangheta tradicional ha sido copada por empresarios-gangsters jóvenes y agresivos, muchas veces con doctorados conseguidos en universidades privadas. Algunos de sus negocios legales giran alrededor de restaurantes, bares, pizzerías y de empresas que se ocupan de la distribución de productos alimenticios a gran escala. Otros negocios privilegiados son las sociedades inmobiliarias, los grupos financieros, la salud privada, supermercados y concesionarias de autos, la obra pública y la gestión de residuos. Secuestros, extorsiones, lavado de dinero, usura, contratos públicos para la construcción de infraestructura. Negocios tratados todos con una gestión empresarial. Negocios que permiten lavar el dinero que entra con el tráfico de drogas. Lo legal lava lo ilegal. Y Roma es uno de los lugares privilegiados para el lavado, que se lleva a cabo a través de sociedades (con cuentas en Suiza u otros paraísos fiscales) a nombre de testaferros.

Las estadísticas de las autoridades judiciales italianas indican que la fuente más importante de las inversiones de las sociedades criminales calabresas organizadas (en Italia y en el mundo) está constituida por el tráfico de estupefacientes. Hoy en día la ‘ndrangheta funciona como un cartel más (de distribución), relacionada con los latinoamericanos, y se ocupa del tráfico de estupefacientes en Europa, sobre todo de la cocaína, a través de figuras de narcotraficantes internacionales. Estamos hablando de una red criminal de altísimo nivel. Pruebas: el 6 de julio de 2013 Roberto Pannunzi, originario de Siderno (Calabria), es detenido en Colombia. Los investigadores italianos lo han considerado como uno de los eslabones de unión entre la ‘ndrangheta y el cartel de Medellín. Tenía la capacidad de exportar hasta dos toneladas de cocaína al mes desde Sudamérica hasta Europa. “Conocido como el ‘príncipe del narcotráfico’, está relacionado con la ‘ndrina Macrì”. (http://www.repubblica.it/cronaca/2013/07/06/news/colombia_arrestato_roberto_pannunzi_il_boss_della_ndrangheta-62481776/).

La mafia, históricamente, es el poder organizado de la violencia privada (nunca episódica, nunca individual, siempre estratégica) y de los negocios (ilegales al principio que van progresivamente legalizándose). Los mafiosos son especialistas en el ejercicio de la violencia, pero también expertos en relaciones sociales y económicas. Podemos reconocer a un mafioso en aquel que establece relaciones (de cualquier índole que sea) con los poderes que deberían reprimirlo, separarlo de la sociedad, enjuiciarlo, mantenerlo a distancia (jueces, policías, funcionarios públicos, abogados, etc.). Violencia e intereses económicos constituyen el nudo constructivo de toda organización mafiosa. De hecho ha sucedido en distintas partes del mundo que una forma de violencia privada se volvió una forma organizada y duradera de poder, incluso operando en contra de las leyes del Estado. “Por más que pueda parecer sorprendente, los mafiosos calabreses, nacidos en Calabria o de inmigrantes calabreses, establecieron vínculos con empresarios, abogados, dirigentes, administradores locales, alcaldes, consejeros y asesores municipales; según distintas investigaciones, un número siempre más grande de políticos resulta elegido con los votos (acumulados) por los ‘ndranghetistas” (E. Ciconte, F. Forgione, I. Sales, Atlante delle mafie, vol. II, p. 18).

La peculiaridad argentina es que esa racionalidad de violencia privada más negocios se sitúa al lado de aquélla de los organismos públicos. Es más: se radicó (es bueno usar las palabras justas) en el Estado. El punto de anclaje de las mafias no es sólo la economía, sino también la política. La radicación se produce cuando la violencia privada ya no controla un territorio sino cuando es capaz de desarrollar actividades económicas y políticas que se relacionan con las actividades económicas y políticas propias del Estado. Pruebas recientes: el jueves 30 de agosto en la Argentina se hizo una enorme marcha en defensa de la Educación libre, emancipadora, laica, popular, gratuita y feminista. Medio millón de trabajadorxs –no sólo del sector docente– marchó bajo la lluvia, a pesar del viento y con una temperatura de 3 grados. La respuesta gubernamental no se hizo esperar y fue (una vez más) violenta. El Ministerio de Educación suspendió unilateralmente una reunión paritaria que estaba convocada para el día 31. Además cesantearon a casi 600 trabajadorxs del Ministerio de Agroindustria, medida acompañada por la represión a cargo de infantería y Policía Federal. Esta misma racionalidad se puso en acto el año pasado, cuando como contragolpe de la multitudinaria marcha del 9 de julio, el gobierno mandó reprimir y cesantear a lxs trabajadorxs de PEPSICO. La respuesta del gobierno a la movilización popular es la sanción. Donde se pueda, a como dé lugar. Un emergente es un emergente. Dos, en cambio, permiten adivinar una tendencia. La que está contenida en la ideología de la violencia del gobierno de la Alianza Cambiemos. Esa que ejerce también al anunciar el cierre o la fusión de varios ministerios (entre ellos el de Salud, Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Cultura), amenazando con la pérdida de innumerable cantidad de puestos de trabajo.

Luchar contra la racionalidad mafiosa en la Argentina significa luchar por un país más civil, más seguro y más justo para las grandes mayorías populares.

 

  • Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET.
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