Escribo estas líneas desde Puebla, en el México de la transición presidencial. Se acaban de reunir los presidentes (actual y electo) y les preguntan por la reciente liberación de la maestra rural de Chiapas, Elba Esther Gordillo, que pasó 5 años y 11 meses en prisión. La dirigente sindical, absuelta de delincuencia organizada y lavado de dinero, había dicho: “Recuperé mi libertad y la Reforma Educativa se cayó”. Peña Nieto responde que el gobierno respeta los derechos políticos de la maestra pero que habrá de seguir instrumentando la reforma educativa. López Obrador afirma que no van a intervenir en los asuntos internos de los sindicatos, que van a promover que se respete la libertad de los trabajadores, y que en su momento van a presentar las iniciativas “para cancelar la reforma educativa (que) va a ser sustituida por otra reforma que va a tener en consideración el punto de vista de maestros y padres de familia”.
Un periodista declara: “Me atreví a defender a los maestros de México, a decir que la reforma educativa no era una reforma educativa, y que me parecía aberrante que en nuestro país, en lugar de perseguir a quienes teníamos que perseguir, miráramos a los profesores como a los peores delincuentes del mundo”.
Pienso en la gobernadora Vidal, en nuestros maestros, en Roberto Baradel, en la educación y las universidades de Argentina, y en el plan común del neoliberalismo en América Latina.
Las grietas del espejo
Me cuentan que el hotel colonial en el que me hospedo, hasta 1935 llamado “del Jardín”, fue el único lugar de la ciudad controlada por los largos brazos de Porfirio Díaz, que en la noche del 14 de mayo de 1910 le dio cobijo a Francisco Madero. Giuseppe Bracchetti, su propietario, alegó que él era extranjero y no le incumbían los asuntos políticos de México. Desde el balcón de la habitación de al lado, Madero dio su primer discurso a los poblanos. La policía porfiriana lo había declarado persona no grata pero sus veinte mil seguidores disuadieron todo intento represivo. Cuando le pregunto a la curtida mexicana de la recepción por la habitación en la que durmió Madero, me dice con total indiferencia que la habitación 101 “es una habitación igual a todas”.
La dictadura del Porfiriato ya llevaba treinta y tres años en el poder, superando al reeleccionismo de su antecesor Benito Juárez que tantas veces había vencido a Díaz. Pero sus declaraciones del 3 de marzo de 1908 ante el periodista norteamericano James Creelman habían hecho pensar a sus opositores que llegaba el momento de su reemplazo: “Me retiraré cuando termine el presente período y no volveré a gobernar otra vez”. Ese año Madero publica sus ideas y su plan de acción para las siguientes elecciones en La sucesión presidencial en 1910.
El 15 de abril de 1910, Madero es elegido candidato a presidente por el partido Antirreeleccionista e inicia su campaña para enfrentar a Porfirio Díaz que, pese a lo dicho, se postulaba para un nuevo mandato. En las elecciones del 10 de julio, con muchos de sus opositores presos y con denuncias de un fraude monumental, Díaz es reelegido. Entonces Madero lanza en octubre el Plan San Luis llamando a desconocer las elecciones e iniciar la sublevación armada el 20 de noviembre.
Aquel 14 de mayo, Madero había ido a Puebla reunirse con los hermanos Máximo y Aquiles Serdán, que seguían sus ideas. Después de la reelección, los Serdán comienzan el acopio de armas. El 18 de noviembre, su casa de la calle de la Portería de Santa Clara es atacada y los hermanos se resisten desde las ventanas del estar. Carmen Serdán, desde la terraza, convoca a la rebelión. La muerte de los hermanos marca el inicio de la Revolución Mexicana. La casa conserva las huellas de aquel ataque. Han dejado a un espejo del estar, agujereado por las balas, que marca las grietas entre democracia y dictadura.
YoSoy132
Vine a Puebla a un Congreso de Bioética y Derechos Humanos y entre otras actividades debo coordinar un taller sobre Ciudadanía Universitaria. Participan estudiantes de medicina y médicos jóvenes. Les cuento de la tradición de movilizaciones estudiantiles por diversos reclamos en Argentina y ellos me cuentan del movimiento YoSoy132.
El 11 de mayo de 2012, en un auditorio del campus de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, Enrique Peña Nieto –actual presidente— presentó la plataforma política que le llevaría a la presidencia. En ese acto, un grupo de estudiantes lo interpeló por la represión de Atenco en el año 2006, cuando era gobernador del Estado de México. Fue una represión contra las protestas por el nuevo aeropuerto que el presidente Vicente Fox había dispuesto en 2001 que se construyera en tierras del lago Texcoco, al modo del que Menem quería construir por esos años frente a la Costanera. Sobre esos hechos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos encontró que México había cometido serias violaciones a los derechos humanos y elevó el caso a la Corte.
Los estudiantes consideraron que Peña Nieto era persona no grata en la universidad y su rechazo hizo que el candidato debiera esconderse en un baño y retirarse escoltado. Diversos medios presentaron entonces a la protesta como una acción política. Dos días después, un grupo de 131 estudiantes subieron un video a internet mostrando los documentos que los acreditaban como estudiantes de la Universidad Iberoamericana diciendo: «[...] estimados Joaquín Coldwell, Arturo Escobar, Emilio Gamboa, así como medios de comunicación de dudosa neutralidad, usamos nuestro derecho de réplica para desmentirlos, somos estudiantes de la Ibero, no acarreados, no porros, y nadie nos entrenó para nada [...]». Inmediatamente comenzó en las redes sociales un movimiento de apoyo bajo el lema “YoSoy132”.
En una Declaración del 23 de mayo, el movimiento afirmó: “Nuestros deseos y exigencias se centran en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información de los mexicanos, en el entendido de que ambos elementos resultan esenciales para formar una ciudadanía consciente y participativa. Por lo mismo, promovemos un voto informado y reflexionado […] Somos un movimiento preocupado por la democratización del país y, como tal, pensamos que una condición necesaria para ella involucra la democratización de los medios de comunicación. Esta preocupación se deriva del estado actual de la prensa nacional y de la concentración de los medios de comunicación en pocas manos”.
Asociación libre
En la Universidad Autónoma de Puebla se muestran esperanzados con la llegada de López Obrador a la presidencia. Me aseguran que todas las universidades públicas lo votaron. Esperan que la nueva reforma educativa les aumente el presupuesto. Pienso: La universidad pública me hizo libre.
Una médica amiga me dice si quiero venderle dólares porque en México sólo pueden comprar cuatrocientos por mes. Recuerdo los ataques al “cepo al dólar” y la actual venta libre que está vaciando a la Argentina. No escuché a ese matrimonio, que viaja mucho, quejarse con desprecio por ese límite.
López Obrador dice: “Si no contamos con el Ejército y la Marina no podríamos enfrentar el problema de la inseguridad”. Asegura que mantener la medida que puso en marcha Felipe Calderón en 2006 será transitorio hasta poder concretar una Guardia Nacional capaz de garantizar la paz en el país. Muchos dicen que haber metido a los militares fue un error en el que se entró fácil y es difícil salir. Pero nuestro gobierno intenta llevarnos por ese camino de violencia.
Una y otra vez escucho la palabra “desaparecidos”. Les sale muy rápido y a muchos. Pregunto y me dicen que son los militares los que desaparecen personas, aunque después cuentan que eran delincuentes que se habían puesto trajes de militares. Agregan que los narcos también secuestran y desaparecen gente. El autoritarismo represivo del neoliberalismo reinstala las palabras del terror.
Sigo atento a lo que pasa en Argentina, y entre tantas calamidades leo que en la vuelta a los timbreos abuchean a los políticos de la coalición gobernante. Que ya no es como antes. Que la gente está con bronca. Que protesta. Y que el Presidente, como les pasó a Madero y a Peña Nieto en México, es considerado persona no grata. Podemos preguntarnos cuáles son las cosas que no resultan placenteras en cada caso, para saber si se parecen. Pero las semejanzas y las diferencias de esos desagrados, sin embargo, hacen muy fácil distinguir entre los tres, a cuáles son los dos Presidentes que se parecen.
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