MENTIRAS COMPLETAS

Personajes y argumentos de quienes reniegan del terrorismo de Estado

 

Sustantivo siempre femenino, “trinchera” designa esa zanja cavada sobre el campo de batalla donde el soldado se guarece y dispara al enemigo. En otra acepción describe el talud por donde corre un camino o vía férrea que, a la sazón, protege a uno de los lados de una inundación, alud o desmoronamiento. Asimismo, en tauromaquia, resulta la maniobra con la que el torero, con la muleta baja, protege su cuerpo de la embestida del del toro. Cualquiera de esas significaciones puede abarcar el cuadrilátero dentro del cual los historiadores Hernán Confino (Buenos Aires, 1986) y Rodrigo González Tizón (Buenos Aires, 1985) despliegan el universo semántico desde donde los adalides de la relativización y banalización de la genocida represión dictatorial (1976-1983) operan  en la actualidad sus argumentaciones discursivas. En las doscientas cincuenta páginas de Anatomía de una mentira, formulan un pormenorizado recorrido acerca de la construcción de ese bagaje conceptual, quiénes lo llevan a cabo y cómo lo justifican. El primero de los sentidos, la trinchera en la guerra de posiciones, resulta la más apropiada a tales propósitos.

Organizadoras de las intervenciones públicas defensoras de una “historia alternativa” tendiente a la “memoria completa” del terrorismo de Estado, los autores proponen cuatro “trincheras” desde las cuales los reivindicadores de la masacre procuran inculcar su versión. Estas son: 1) las FFAA se vieron compelidas a librar una guerra contra la amenaza subversiva, con lo que equipara práctica y poderío bélico de ambos presuntos contendientes, condición de posibilidad para la teoría de los dos demonios. 2) La exigencia de la “memoria completa” que incluya el padecimiento de las víctimas del bando militar, porción de la historia supuestamente ocultada y por ende verdad última. 3) Cuestionamiento de la cifra de 30.000 desaparecidos, demostración de la presunta falacia de la política de Memoria, Verdad y Justicia. 4) Señalamiento de la guerrilla como exclusiva causante de la violencia que desembocó en masacre.

 

Hernán Confino y Rodrigo González Tizón, los autores.

 

Reelaboración actualizada del caudal justificatorio ensayado originalmente por los perpetradores, encubre hasta la negación el accionar criminal, por otra parte ampliamente comprobado durante  los procesos judiciales. Variante fallida del negacionismo propalado a raíz de los genocidios del siglo XX en otras latitudes, principalmente el Holocausto, el latiguillo de la “memoria completa” aplica una sistemática falsificación histórica, impugnatoria de la labor de los organismos de Derechos Humanos, no menos que del propio Estado democrático. En esta faena, el libro sitúa como actuales fuentes ideológicas los textos de los escritores de extrema derecha Nicolás Márquez y Agustín Laje, hoy por hoy referentes del mileísmo. En la responsabilidad del activismo político, destacan a la Vicepresidenta Victoria Villarruel, hija y sobrina de oficiales vinculados a la represión, fundadora en 2006 y titular del Centro de Estudio sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV). Dentro de los propagadores sumados por la industria editorial, señalan a Juan Bautista “Tata” Yofre, otrora titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado durante el menemismo y cercano al ecosistema castrense. Asimismo al periodista, hoy panelista de un show de freaks, Ceferino Reato, promotor de la idea de continuidad entre las identidades políticas de la guerrilla y el kirchnerismo.

Desde ya, otros personajes, convencidos o advenedizos, suman sus voces a lo que caracterizan como “batalla cultural”, ya sea replicando fragmentos discursivos o inventando otros, siempre basados en los parámetros planteados por las figuras citadas. Son los encargados de extender las diatribas contra todo lo que se les oponga. En forma específica, la cruzada fundamentalista apunta “contra un ‘marxismo cultural’ hegemónico y disfrazado de progresismo. Percepción que legitima la construcción de enemigos a combatir que se identifican con grupos de la sociedad de lo más diversos, como las feministas, los militantes sociales, los ecologistas o los miembros de la comunidad LGBT, entre otros. La demonización que promueven los representantes de las derechas extremas en estos casos no se limita a los activistas de esas causas, sino a cualquiera que exprese opiniones afines o favorables a ellas. Apuntemos de paso que tales modos de acción no casualmente reeditan —mutatis mutandis— los criterios de los perpetradores dictatoriales respecto a la arbitraria selección  de sus víctimas.

Con rigor historiográfico, Confino y González Tizón relevan los aspectos fundamentales de la construcción del enemigo interno y la correspondiente hipótesis de guerra, aún antes del surgimiento de las organizaciones político-militares prevalecientes en los años '70. Dispositivos de disciplinamiento en épocas de intensa conflictividad social, la categoría de “subversión” resultó funcional a la represión en clave bélica, “justificación de los crímenes aberrantes cometidos en el marco de la masacre represiva”. Tamaña relativización de “las acciones de los perpetradores y culpabilizando a las víctimas por sus acciones pasadas, la suerte corrida a manos de la represión y el contenido de sus denuncias. Este paquete de ideas constituye una primera ‘trinchera’ desde la cual el pensamiento dictatorial se proyecta hacia nuestros días y se integra a las disputas de memoria de nuestro presente”.

 

Victoria Villarruel, Vicepresidenta.

 

Actualidad de un proyecto ideológico, económico y político que, al respecto, Anatomía de una mentira enclava, a modo de paradigma, en la intervención de Javier Milei en el debate entre candidatos presidenciales llevado a cabo el 1º de octubre de 2023. Oportunidad en que refirió el terrorismo de Estado como guerra, “cuestionó el número de víctimas, que localizó, con una precisión llamativa, en 8.753” y planteó que las “fuerzas legales” solo habían cometido “excesos”. Posteriormente, ya en ejercicio de la primera magistratura, en oportunidad del primer aniversario del golpe de Estado bajo su gestión, difundió un video intitulado “24 de marzo. Día de la Memoria y la Justicia. Completa”, relatado por Juan Bautista Yofre. Quedaba establecida la doctrina oficial como política de Estado.

Si la “memoria completa” apunta a minimizar el terrorismo de Estado, justificar el concepto de guerra y sostener la teoría de los dos demonios, la negación de los 30.000 desaparecidos procura replicar la “grieta” peronismo/ antiperonismo en el universo de los Derechos Humanos. Al renegar que “los únicos que podrían aportar la cifra total de víctimas son los perpetradores”, solapan que fueron éstos quienes cometieron los crímenes, llevando pormenorizados listados, conservados en secreto por el pacto de silencio convenido tras su salida del poder. Como si no fuera suficiente con esta última evidencia, los autores reconstruyen las sucesivas investigaciones fehacientes, desde el aporte realizado por Rodolfo Walsh ya en 1976 hasta la CONDAEP y sucesivos. Sintetizan recalcando el carácter clandestino de la represión y el intento de correr el debate del terreno histórico a la especulación aritmética. Tercera “trinchera” desbaratada, percute sobre el proyecto de impunidad mientras fomenta el “sesgo conspirativo del reclamo, (que) además generaba el atractivo entre una audiencia nueva, forjada al calor del aislamiento y las frustraciones pandémicas”.

 

Agustín Laje. ideólogo mileísta.

 

La cuarta argucia, instalar a la insurgencia como causante exclusiva de la masacre, procura invertir la carga de la prueba y, en consecuencia, promover la inocencia de los perpetradores a fin de reclamar su impunidad y exigir el juzgamiento de los guerrilleros. El rotundo caudal argumentativo, basado en fuentes testimoniales, documentales y precisas referencias bibliográficas, sostiene un desarrollo historiográfico riguroso y profundo. Material insustituible para el debate, el recurso de las cuatro “trincheras” constituye un eslabón metodológico ordenador para la divulgación. Tarea ardua en una confrontación ideológica en la que no es extraño toparse con falacias, ignorancia y necedades: es desgastante discutir con el extremo de quien es capaz de afirmar que Hitler era comunista  por llevar la palabra “socialismo” en el nombre de su partido.

La eficacia del desempeño conceptual postulado por Confino y González Tizón incluye la alternativa del debate en todos los campos al plantear algunos puntos que pueden parecer ambiguos. Así resulta cuando, por ejemplo, alientan “la necesidad de elaborar una memoria sobre la década del '70 que parta de considerar la existencia del terrorismo de Estado como premisa innegociable, pero que también pueda dar cabida a todas las víctimas sin resignar el análisis y la historización de la violencia que provocaron. Una memoria que tenga, como primer cometido, no pervertir los hechos del pasado y no definir como una guerra lo que, en verdad, fue una masacre represiva, aplicada con sistematicidad desde el Estado y sobre una porción muy relevante de la sociedad argentina”. Respecto a la consideración de la violencia insurreccional, es preciso recordar también las valiosas autocríticas llevadas a cabo, ya no por las organizaciones respectivas una vez disueltas, sino por militantes de distintas jerarquías y responsabilidades, tanto durante su accionar como a posteriori. La honestidad intelectual implementada en Anatomía de una mentira, aún en sus escasas vacilaciones, contrasta con la certeza retórica que caracteriza las imposturas del ecosistema promocional de una cómplice “memoria completa”.

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Anatomía de una mentira – Quiénes y por qué justifican la represión de los '70

Hernán Confino y Rodrigo González Tizón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

249 páginas

 

 

 

 

 

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