Por qué nos gusta tanto Brasil

La música que escuché mientras escribía

 

Gracias al atraso cambiario impuesto como ancla anti-inflacionaria por el trío Milei-Caputo-Bausili, 870.000 argentinos pasaron las vacaciones de enero de 2025 en Brasil, donde todo les parece barato. Nada sugiere que las cifras de febrero, que se publicarán en unos días más, sean menores. Redondeando, no menos de un millón y medio de personas, lo cual duplica las cifras del verano anterior. Brasil es el primer destino del denominado turismo emisivo, en oposición al receptivo, de extranjeros en la Argentina. En 2024, de punta a punta, los argentinos gastaron casi 8.500 millones de dólares y el país recibió 2.800 millones de dólares de visitantes extranjeros. Es decir, un déficit de 5.700 millones de dólares. La explicación económica es ostensible: es más económico contratar un tour a Buzios (avión a Río, 250 kilómetros de bus, hotel frente al mar, de agua tibia) que intentar pasarlo junto al gélido mar de Pinamar o Cariló. La comida es más rica y menos salada, salvo para los fanáticos sin imaginación que no se bajan de la parrishada o el bife de chorizo con papas fritas.

Pero además está la maravillosa Música Popular Brasileña, que en la década de 1960 revitalizó el samba tradicional, con la bossa nova y el tropicalismo. Una de las figuras centrales fue (y sigue siendo) Gilberto Gil. Nacido en Bahía, comenzó a trabajar como recaudador de impuestos y se distraía tocando el acordeón. Hasta que tomó la guitarra y conoció a Joao Gilberto, Caetano Veloso, Elis Regina, Tom Jobim, Gal Costa, Chico Buarque. Detenido por la dictadura, marchó al exilio junto con Caetano. De regreso luego de un lustro, además de la música, actuó en política. Primero fue concejal y, cuando Lula llegó por primera vez a la presidencia, su ministro de Cultura. En ambos cargos llevó adelante lo que Trump y Milei desdeñan como la agenda woke, principalmente la defensa del medio ambiente, de los derechos de los trabajadores y la reivindicación de la cultura afrobrasileña. Lo que vas a escuchar ahora es un recital en vivo, hace una década, en el Teatro Municipal de Niteroi, esa isla a la que se llega cruzando un puente desde Río. Esta dedicado a Joao Gilberto, a quienes todos reconocen como el patriarca de la Bossa Nova, pero también a si mismo. Por eso, el album se llama Gilbertos, samba ao vivo. Para el noventa y pico por ciento de los nuestros que no viajó a Brasil en enero y febrero, aquí pueden escuchar lo mejor que se perdieron.

 

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